lunes, 31 de agosto de 2015

Ser uno mismo III.


- Se convirtió en una adicción… 

Y tapé mi cara con mis manos, no soportaba más.

- Pero me cansé.

Hice una pausa y suspiré.

- ¿Crees que lo notas recién ahora o que no querías darte cuenta?
- Un poco y un poco.
- ¿Cómo sería eso?
- Siento que lo entiendo recién ahora, pero porque antes no quería darme cuenta.
- ¿Y queres cambiarlo?
- Es lo que más necesito.
- Entonces deja de evadirte.
- Me lo decís como si fuese simple.
- Ya sé que no lo es, pero te lo digo para que al menos lo intentes.

Suspiré y quité las manos de mi cara.

- ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora? ¿Renunciar a mi trabajo?
- No seas tan extremista.
- ¿Y entonces?
- Primero tenes que aprender a conocerte.
- Me conozco.
- ¿Segura?
- Sí.
- Describite…

Y en ese momento, me quedé sin palabras.

- ¿Segura que te conoces?
- No. –Dije confundida.-
- ¿Podes darme una característica tuya al menos?
- Responsable…
- ¿Qué más?
- Negadora. Sensible por dentro y fuerte por fuera.

Sequé mis lágrimas.

- ¿Nada más?
- Creo que soy una persona confiable. Soy pesimista siempre. Aburrida.
- ¿Aburrida?
- Sí, nunca logro divertirme ni divertir a los demás.
- ¿Hace cuánto no te reías a carcajadas?
- Demasiado, ni sé cuánto. –Suspiré.-
- ¿Y no hay algo más que puedas decir de vos? Aunque no sean características.
- Extraño mucho a mi abuela.
- ¿Y qué más?
- Quiero tener al lado alguien que me quiera y me cuide por lo que soy de verdad… Cuando no podía dejar de llorar, imaginaba que alguien venía a abrazarme y es obvio que no apareció nadie.
- ¿Hace mucho no te abrazan?
- Meses.

Me senté y crucé mis piernas, aún le daba la espalda.

- Hace mucho que no me siento querida.
- ¿Quiénes crees que te quieren de verdad?
- Mis viejos.
- ¿Y por qué con tus viejos no podes abrirte?
- No sé. –Me encogí de hombros.- Sé que les costó mucho todo y cuando era chica no quería molestarlos…
- ¿Y ahora?
- Me quedó esa costumbre.
- Tenes que deshacerte de todas esas costumbres. ¿No te parece?
- Ojala pudiera tirarlas en la papelera de reciclaje.
-Rio.- Nada es automático para los humanos.
- Lo sé, a veces deseo ser una computadora.
- Eso debe ser aburrido.

Reímos y en ese momento, me distendí al menos un poco.

- ¿Por dónde tengo que empezar? –Le pregunté.-
- Por conocerte a vos misma…
- ¿Para qué?
- Porque si no te conoces. ¿Cómo vas a pretender que el resto te conozca?
-Reí.- Tenes razón… ¿Y cómo hago para conocerme?
- No te silencies.
-Suspiré.- Eso va a ser complicado.
- Pero vas a poder Paula.
- Eso espero.
- Confia en vos misma.
- Siento que para lo único que sirvo es para trabajar.
- ¿Por qué no buscas otras cosas para hacer?
- ¿Otras cosas como qué?
- Algún curso de algo que te guste, hacer ejercicio, salir… ¿Haces algo además de trabajar?
- Venir acá.

Reímos.

- ¿Pero nada más?
- Ceno con mis viejos una vez a la semana.
- Tendrías que apoyarte un poco más en tus viejos.
- Me da miedo.
- ¿Por qué? ¡Son tus papás!
- No quiero cargarlos de cosas.
- Son las personas que más te aman en el mundo.
- Puede ser…
- Es, te lo aseguro.
- ¿Vos tenes hijos? –Le pregunté sorprendida.-
- No, pero atiendo a muchos padres y madres.
- Ah…
- Además, el que hace preguntas acá soy yo.

Reímos y sequé el resto de mis lágrimas.

- Siento que cuando salga de acá, no sé qué voy a hacer.
- Por lo pronto, lavarte la cara.
-Reí.- Bueno… Después de eso.
- Pensar.
- ¿En qué?
- En lo que te pasa. Seguir pensando…
- Siento que va a explotarme la cabeza.
- Tenes que entender que te cayeron todas las fichas de repente y eso trae sus consecuencias lógicas.
- ¿Y cómo tengo que reaccionar ante esas consecuencias?
- Mira…Yo puedo seguir respondiéndote todo lo que quieras, pero lo mejor es que lo intentes vos.
- Me aterra salir del camino seguro.
- Justamente por eso te lo digo.
-Suspiré.- Pensé que este día no iba a llegar nunca.
- ¿Día?
- El día en el que me cayera la ficha, como dijiste vos.
- Todo llega… Sobre todo en terapia.
- ¿Eso quiere decir que algún día voy a tener que dejar de venir?
- No, no sé. Eso es decisión tuya.
- Este es el único lugar donde me siento segura.
- Capaz, deberías buscar otro lugar en donde puedas sentir lo mismo.
- ¿Mi casa?
- Capaz el lugar sea una persona.
- Me gustaría sentirme segura en mí misma.
- Eso es lo ideal.
- ¿Cuesta mucho llegar al ideal, no?
- Cuesta porque es imposible. No podemos ser perfectos, aunque nos esforcemos toda la vida.
- En eso coincido.
- Entonces no busques el ideal… Busca el lugar de seguridad hasta el que puedas llegar.

 Me quedé pensando unos segundos…

- Creo que me voy.
- ¿Ya estás más tranquila?
- No, no sé si eso.
- ¿Y qué es?
- Que te caí en cualquier momento, no quiero seguir molestando.
- No molestas.
- Eso debes decirle a todos tus pacientes y si debemos molestarte.
-Rio.- Me gusta mi trabajo.
- Pero tenes derecho a tener una vida como todos.
- Mis pacientes también.
- ¿Qué tiene que ver eso?
- Mis pacientes no pueden tener una vida como todos, porque por lo general, algo les pasa… Algo chiquito o grande, no importa. Pero, si vienen acá es porque necesitan solucionarlo para poder vivir mejor.
-Sonreí.- Qué lindo lo que decís.
- Es lo que siento.

Lo miré y nos sonreímos.

- Igual me voy. –Dije.-
- ¿Segura?
- Sí.
- Bueno, como prefieras.

Me levanté y sin quererlo, me largué a llorar aún más. Él me abrazó y me sorprendió, pero a la vez me dejé abrazar.

- Mereces que alguien te abrace. –Dijo sigiloso y yo me dejé proteger en sus brazos.-

Él me daba toda la confianza del universo.

Casi por impulso, me separé un poco de él y uní mis labios a los suyos sin que me importara nada más.

Hacia mucho tiempo que deseaba con hacerlo y era la oportunidad.

Mis labios capturaron suavemente los suyos y cerré mis ojos, bailando un lento en su boca
.

domingo, 30 de agosto de 2015

Ser uno mismo II.



Me subí al auto y dejé la cartera a un lado, suspiré y dejé caer mi cabeza hacia atrás, hasta que chocó contra la cabecera del asiento. Cerré mis ojos y me largué a llorar.

No quería darme cuenta, no quería notarlo. Quería seguir mintiéndome.

Después de un rato, no sé cuánto, sentí que golpearon mi ventanilla. Era Pedro, presioné el botoncito y la bajé.

- ¿Estás bien Paula?
-Reí.- Como puedo.
- Estás llorando…
- Ya sé. –Sequé mis lágrimas.- ¿No me dijiste que llore? –Dije riendo.-
-También rio.- Sí… Pero saliste hace casi una hora del consultorio.
- ¿Tanto tiempo estuve acá?
- Así parece. ¿Queres que hablemos un rato más?
- No, prefiero irme a mi casa.
- ¿Segura?
- Sí.
- Cualquier cosa podes llamarme.
-Sonreí.- Bueno, dale.
- Que no te dé vergüenza eh.
-Reí, me conocía.- Gracias…
- Nada que agradecer.

Pedro se alejó un poco de mi auto y yo arranqué. Me saludó con la mano y reí, le devolví el saludo y volví a mi casa.

Cuando llegué, no me importaba nada más que no sea tirarme en la cama hasta que la alarma me despertara para irme a trabajar. No había cenado y era temprano, eso tampoco me importaba.

Enchufé el celular y lo dejé en la mesita de luz, me quité la ropa porque estaba incómoda y me metí en la cama con un camisón.

Cerré mis ojos e intenté aflojar mi cuerpo, pero claro que no podía. Vivía tensionada.

Busqué concentrarme en lo que había hablado ese día con Pedro y no pude evitar llorar. Me dolía no poder mostrarme tal cual soy, pero lo que más me dolía era que no entendía por qué no podía hacerlo.

¿Por qué con él sí y con el resto no?

Ni mis viejos me conocían de verdad, y no es que no confíe en ellos, pero no puedo. No me sale. Evito el hecho de que me conozcan.

Giré, quedando de costado y acomodé las mantas. Cerré mis ojos otra vez e intenté relajarme.

Imaginaba que algún hombre se acostaba detrás de mí y me abrazaba fuerte, pero siendo tierno a la vez. Imaginaba que existía algún hombre capaz de amarme y protegerme… Pero claro que solo lo imaginaba.

Me quedé dormida.

El celular sonó seis y media de la mañana y lo apagué rápidamente, me costó levantarme, pero no me quedó otra que hacerlo.

Me bañé y me puse mi traje de secretaria ejecutiva… ¡El cual detestaba! Nada tenía que ver conmigo, pero era mi trabajo.

Me esperaba un día de locos.

Cuando salía de la empresa me había dado cuenta de algo: trabajar me aislaba por completo de todo, me impedía pensar. Y yo me pasaba la vida trabajando.

Volví a mi casa lo más rápido que pude y frente al espejo me quité ese maldito traje, me quité la pollera, la camisa, el rodete y el maquillaje. Me puse un pantalón de jean y una remera holgada, con mi pelo suelto y desprolijo. Me vestí cómoda, tratando de reconocerme en el espejo… Pero eso me costaba.

Comí algo, solo por obligación y la cama volvió a ser mi lugar aquella tarde.

Sin poder evitarlo (y sin quererlo tampoco), estaba llorando tratando de que en cada una de esas lágrimas escapara de mi cuerpo toda la angustia que sentía.

Miré el reloj y había pasado más de una hora. ¿Yo? Seguía llorando.

Busqué mi celular sin pensarlo demasiado y busqué el número de Pedro.

- Hola Paula.
- Hola. –Dije tratando de que se entendiera algo de lo que estaba diciendo.-
- ¿Qué pasa? ¿Estás llorando?
- Sí.
- ¿Pasó algo?
- No sé, no entiendo nada.
- Trata de tranquilizarte porque así no te entiendo nada.
- Yo tampoco me entiendo.
- ¿Queres que nos veamos?
- Si no es molestia.
- Sino, no te lo estaría ofreciendo.
- ¿Seguro?
- Seguro. ¿Queres venir?
- En cuanto pueda subirme al auto, voy.
- ¿Por qué no venís en bondi o remisse?
- ¿Por?
- Estás llorando demasiado, no es bueno que manejes así.
-Suspiré.- Puede ser.
- Dale, te espero.
- Gracias.

Finalmente, intenté ir en remisse pero había demora, asique opté por esperar el bondi que por suerte vino bastante rápido. Mis lentes oscuros escondían mis ojos hinchados de tanto llorar.

Me acosté en el diván y no sabía por dónde empezar.

- Te dejo que hables… -Me dijo Pedro.-
- Pero no sé qué decir.
- Sí que sabes… Solo tenes que poder ponerlo en palabras.
- Eso es lo que me cuesta.
- Lo sé, por eso tenes que intentarlo.

Suspiré y uní mis manos sobre mi panza.

- Hace horas que no puedo dejar de llorar.
- ¿Por qué?
- Llegué de trabajar, me miré al espejo y no me reconocí. Vi algo horrible.
- ¿Pero qué viste?
- Algo que no soy… Eso que le muestro a los demás. Me saqué esa ropa, ese peinado y ese maquillaje con bronca. –Hice una pausa.- Y me vestí así, como estoy ahora.
- ¿Y eso te hizo sentir mejor?
- No lo sé.
- ¿Y por qué lo hiciste?
- Para ver si podía reconocerme.
- ¿Y pudiste?
- Eso creo… Yo considero conocerme un poco, un poco bastante. Lo que me cuesta es que los otros me conozcan, entonces empiezo a esconderme y a veces me confundo.
- ¿Qué confundís?
- Lo que soy con lo que no soy.

Pedro no dijo más nada y me ofreció un vaso de agua.

- Está bien llorar, pero tampoco tanto. –Me dijo riendo y me contagió la risa.-
- Gracias. –Agarré el vaso y tomé un poco.- Hacia años que no lloraba así.
- ¿Te acordas cuándo fue la última vez que lloraste así?
 - Cuando falleció mi abuela… No sé si alguna vez te hablé de ella.
- Mmm… Creo que no. ¿Queres contarme? –Dijo volviendo a su silla.-
- Bueno…
-Tomé otro poco de agua y dejé el vaso a un lado.

- Mi abuela, Carmen… Falleció cuando yo tenía 18, unos días después de que terminé el secundario.

Hice una pausa, hablar de ella aún me dolía.

- Mi abuela fue quien me crió, obvio que junto a mis viejos, pero como ellos trabajan todo el día, era mi abuela quien me cuidaba todas las tardes de mi infancia y hasta que tuve 15, después de eso comencé a estar un poco más sola.
- ¿Qué fue para vos tu abuela?
- Todo. –Suspiré.- Era quien más me aconsejaba, me cuidaba… Considero que ella si me conocía de verdad.
- ¿Y no crees que capaz empezaste a esconderte después de que falleció?
- No, es desde antes.
- ¿Y no podes encontrarle un por qué?
- Hoy me acordé de algo.
- ¿Puedo saber de qué?
- Mmm…

Volví a tomar agua e inhalé profundo.

- Una vez, tuve una charla con una profesora de la escuela, porque me costaba integrarme, no era que me llevaba mal o me trataran mal, pero me costaba relacionarme con los demás… Quizás estaba, pero callada. Sin decir nada, estando pero sin estar.
- ¿Y qué te dijo esa profesora?
- Que capaz tenía que cambiar para caerles bien…
- ¿Eso te dijo?
- Sí, yo tenía 12 años y le creí. Creí que esa era la solución.
- ¿Y a partir de eso empezaste a esconderte?
- Eso creo… Primero era un mecanismo de defensa ante el mundo que sentía complicado, pero con el tiempo se hizo una costumbre.

Y yo ya estaba estallada en lágrimas.



sábado, 29 de agosto de 2015

Ser uno mismo I.


Yo estaba encerrada en una habitación completamente blanca. No veía nada más que no sea de ese color. Estaba vestida con un vestido blanco, descalza y con el pelo suelto, completamente revuelto. Tenía el maquillaje totalmente corrido y me temblaba el cuerpo, de pies a cabeza. Corría en círculos, de un lado al otro… Bah, no sé en qué dirección… Solo sé que corría, tratando de encontrar una salida. ¡Y no la encontraba!

Después de un tiempo que no sé cuánto fue, me dejé caer vencida al suelo. Creyendo que nunca iba a poder salir de ahí… Pero, cuando me senté en el piso, miré hacia arriba y había una reja. Podía salir de ahí, el problema sería cómo.

Trepé por una pared y me enganché de la reja, la abrí y salí.

La luz del sol me encadiló.

El cielo estaba completamente pintado de colores anaranjados y los árboles se veían negros. Refregué mis ojos y pestañeé varias veces seguidas para poder acostumbrar mi vista. Seguía con mi vestido blanco, descalza y con el pelo suelto… Todo idéntico.

Creí que estaba amaneciendo, pero no… Estaba atardeciendo y en pocos minutos todo se oscureció. Empecé a caminar, a correr tratando de encontrar… ¡Algo! Pero no, claramente la suerte no estaba de mi lado.

De repente estaba perdida en medio de un bosque que estaba aún más oscuro que el lugar anterior, seguía corriendo y tenía lastimados mis pies. Las copas de los árboles tapaban la poca luz que daba la luna y yo no tenía ni idea por dónde estaba corriendo.

Cuando pude salir de ahí, era de día… O al menos, el cielo se estaba aclarando. Sentía mis pies mojados y fue cuando me dí cuenta que estaba cerca de un río en picada.

Corriendo, me caí en el agua y quedé empapada.

Salí, como pude y no daba más. Me senté en una piedra y traté de recuperar un poco el aire. Me sentía mal, estaba desesperada, no entendía nada.

Cuando pude, continué mi camino, pero caminando porque me dolían demasiado los pies.

Después de eso no me acuerdo de nada.

- ¿De nada más?
- No. –Suspiré y posé mis manos en mi panza, tratando de tranquilizarme.-
- ¿Y cómo podes interpretarlo?
- No sé.
- ¿No sabes?
- No.
- ¿Y por qué crees que lo soñaste?
- No sé.
- Trata de sacarte el no sé de la cabeza y pensar un poco más allá.
-Cerré mis ojos, intentando encontrar alguna respuesta.- No entiendo nada. –Dije.-
- Estás pasando por un proceso complicado.
- ¿Y qué se supone que tengo que hacer?
- Romper esas corazas que te impiden avanzar.
- Como si fuese tan simple.
- Ya sé que no es tan simple… Por eso venís acá.
- Eso creo.
- ¿Crees?
-Reí.- Fue una manera de decir, me sirve mucho venir acá. –Crucé mis pies.- Pero a veces no sé qué decir… Por ejemplo, ahora.
- ¿Y puedo decir algo yo?
- Mmm… Sí.
- Es una interpretación mía nada más.
- No es solo una interpretación, estudiaste para esto.
-Rio.- Tenes razón.
- ¿Me la decís?
- Yo creo que esos sueños que tenes, tienen que ver con lo que te pasa a vos. –Hizo una pausa.- Me explico mejor… ¿Te diste cuenta que siempre en tus sueños estás encerrada?
- Ahora que lo decís, sí…
- Es la manera que tiene tu inconciente de decirte que te sentís encerrada.
- ¿En dónde?
- Eso vas a tener que descubrirlo vos Paula.
-Suspiré.- Me da un poco de miedo.
- Mientras más miedo tengas, más lento va a ser todo.
- ¿Y qué tengo que hacer?
- Inspeccionarte.
- Para eso vengo acá.
- Pero tenes que aprender a hacerlo sola también, con dos horas a la semana no alcanza…
- Puede ser.
- Confía en vos, confía en lo que te pasa… Confía en las señales que te da tu cabeza.
- Me siento encerrada.
- ¿En dónde?
- En mí misma.
- ¿Y por qué crees que puede ser?
- No lo sé.
- Sí que lo sabes.
- No, no lo sé.
- Hace dos años venís a terapia… Ya podes darte cuenta de algunas cosas.
-Suspiré, nerviosa y froté mis manos.- Me pone nerviosa esto.
- No tenes que ponerte nerviosa, no voy a hacerte nada malo.
-Reí.- Encerrada es encerrada.
- ¿El miedo te encierra?
- Sí, eso creo.
- ¿Miedo a qué?
- A mí… -Hice una pausa bastante larga.- Bah, no sé si a mí…
- Trata de aclarar lo que pensas.

Hice otra pausa y mantuve mis ojos cerrados, me costaba aceptarlo…

- Es algo que tengo hace semanas en la cabeza y me da miedo ponerlo en palabras.
- Estás en el lugar ideal para hacerlo.
- Es que… -Dejé que mis ojos se llenaran de lágrimas.-
- Paula... –Dijo con su voz baja.- Acá no va a pasarte nada malo, poner eso que te atormenta en palabras te va a ayudar, te va a aflojar.
- Perdón.
- ¿Por qué?
- Por ser así, no quiero llorar.
- No tenes que pedir perdón por eso y permitite llorar…

Y ni bien me dijo eso, mis lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas.

- Tenes que permitirte estar mal, romper con esa coraza que te armaste.
- Me da miedo.
- Es lógico que te dé miedo.
- Me da miedo que la gente me conozca.

Y lo largué de una maldita vez.

- Me da miedo dejar que la gente que me conozca como soy, que descubra mis defectos que son demasiados… Me da pánico que la gente se desilusione.

E hice una pausa, secando mis lágrimas.

- Miedo de… De todo. –Suspiré.-
- Bueno, está bien… Está bien que te des cuenta y puedas ponerlo en palabras, también está bien que llores, porque eso te descarga.
- Me siento una tarada llorando.
- Llorar demuestra un sentimiento, igual que cuando te reís… Está bien hacerlo.
-Suspiré.- ¿Te puedo pedir un vaso de agua?
- Por supuesto.

Pedro se paró y me sirvió un vaso de agua, se acercó al diván y me lo dio.

- Gracias. –Dije y lo agarré, tomé un poco y suspiré.-
- No es nada.

Pedro volvió a sentarse en su silla.

- ¿Algo más que quieras decir?
- Quiero desaparecer, pero no sé si es una opción. –Reí.-
- No pienses así, aprende a valorarte.
- Me cuesta un poco.
- ¿Solo un poco?
-Reí.- Bueno, demasiado.
- Vos una vez me contaste que estuviste en pareja… ¿No?
- Sí, hasta los 25.
- ¿Y ahora tenes 28?
- Sí, exacto.
- ¿Y cómo fue la relación con él?
- En el momento creía que era feliz, pero cuando nos separamos se me vino toda la realidad encima. Me dí cuenta que nos separamos porque no lo dejé conocerme… -Hice una pausa.- Creo que la única persona que me conoce de verdad sos vos.
- ¿Y por qué conmigo podes?
- Porque sé que no va a salir de estas cuatro paredes y porque sos mi analista… Me costó abrirme con vos igual, eso lo sabes.
- ¿Y qué fue lo que te hizo cambiar?
- Que me das confianza.
- ¿Y no crees que podrías confiar en otra persona?
- No…
- ¿Y por qué?
- Porque me da miedo que me traicionen.
- Por lo que te pasó con tu novio…
- Eso creo.

-Me senté.- ¿Falta mucho para que termine la sesión?
-Rio.- Diez minutos.
- Prefiero irme… -Dije poniéndome mi saquito.- Fue demasiado por hoy, necesito pensar un poco.
- Está bien. –Dijo Pedro y se levantó de su silla, dejando a un lado el cuaderno donde anotaba lo que sucedía en la sesión.- Fue un avance muy grande lo que hiciste…
-Suspiré y me paré.- Espero no volver a estancarme.
- Confía en vos.
- Eso trato, te juro que lo trato.
- En algún momento vas a poder…
- Eso espero. –Me encogí de hombros y comencé a caminar hacia la puerta.-
- Nos vemos la próxima Paula.

Asentí y quise salir…

- ¿No me saludas?
-Reí.- Perdón. –Lo saludé y luego el abrió la puerta.-
- Nos vemos Paula.
- Nos vemos…

Y salí del consultorio.


martes, 18 de agosto de 2015

Amor en clave VII.

Estaba nerviosa, pero segura. Muy segura. Siempre había querido que sea con él y no quería esperar. ¿Qué sentido tenía?

Busqué mi mejor conjunto de ropa interior y un uniforme limpio, para cumplir su fantasía y me fui a bañar. Lo hice con cuidado, lentamente, tratando de tranquilizarme. Me depilé y me envolví en un toallón. Sonreí al mirarme al espejo. Era momento de crecer.

Me puse la ropa interior y luego mi uniforme, dejando algunos botones de la camisa desabrochados. Sequé mi pelo y lo acomodé con una colita y una vinchita. Me maquillé, tan solo un poco y ordené el baño tratando de distraerme.
“Estoy abajo.”

Suspiré con una sonrisa y le abrí con el portero eléctrico, cuando escuché el ascensor abrí la puerta del departamento y lo esperé.

- Hola. –Dije con una sonrisa.-
- Hola. –Me devolvió la sonrisa y me abrazó por el cuello, para besarme y claro que yo lo dejé. Cerré la puerta y lo abracé por la cintura.- ¿Cómo estás?
- Estaba ansiosa porque llegaras.
- ¿Sí?
- Sí. –Reí y volví a besarlo.-
- Estás muy linda.
- Gracias, vos también estás muy lindo. –Sonreímos y nos besamos.-

Su cuerpo empujó al mío contra la pared y me besó, apoyándome contra aquella superficie con algo de fuerza. Yo lo abracé y escondí mi cara en su hombro, mientras él besaba mi cuello.

- Me equivoqué.
- ¿Con qué? –Pregunté extrañada.-
- No es que estás muy linda, es que sos muy linda.
-Sonreí.- Vos sos lo más tierno del mundo. –Dije separándome un poco de él y corrió un mechón de pelo que caía sobre mi cara. Me besó.-
- ¿Estás segura?
- Sí… Siempre quise que sea con vos. –Le sonreí.- Pero estoy nerviosa.
-Me besó.- Tranquila… -Volvió a abrazarme.-
- Me haces sentir bastante segura igualmente.
-Me abrazó más fuerte.- No vamos a hacer nada que no quieras. –Besó mi mejilla.- Y te voy a cuidar.
- No puede ser con nadie más, nadie va a tratarme mejor y nunca hubo un hombre que haya deseado tanto.

Sin decir nada, sus manos se deslizaron hasta mi cola y sonreí.

- Mmm… -Dije en su oído y suspiré.- ¿No estás yendo un poco rápido? –Reí.-
- ¿Queres que vaya más lento?
-Reí.- No, me encanta.
- ¿Segura?
- Sí.

Busqué sus labios con los míos y lo besé, dejando que mi lengua y la suya se encuentren en el camino.

- No puedo creerlo. –Dije y me separé un poco de él.-
- Sos muy hermosa. –Dijo tomando entre sus dientes mi labio inferior y tironeó lentamente, mientras sus manos seguían en mi cola. Cerré mis ojos y lo dejé.-

Sus manos buscaron las mías mientras volvía a besarme y se separó un poco de mí.

- Quiero hacerlo. –Dije.-
- Yo también. –Respondió con un brillo en sus ojos que me volvió loca.-

Lo tomé de sus manos, sin pensarlo demasiado y lo llevé hasta mi cuarto.

- Acá vamos a estar más cómodos. –Dije.-

Él soltó mis manos y volvió a tomarme por la cola, haciendo que mi cuerpo quede pegado al suyo y que comience a sentirlo. Sus labios recorrieron mi cuello y cerré mis ojos, sus besos eran adictivos. Sus dedos se deslizaron lentamente por debajo de mi pollera y supe que ya no había vuelta atrás, mi ingle comenzaba a hacerse eco de sus suaves caricias. Un suave gemido se escapó de mis labios y lo sentí sonreír.

- ¿Te gusta? –Preguntó susurrando.-
- Me encanta. –Dije aún con mis ojos cerrados, dejándome llevar.- No frenes.

Sus dedos se deslizaron por mis muslos y sus labios hacia mi hombro.

- Sos muy hermosa. –Susurró y sonreí.-
- Suena muy bien en tus labios.
- Hermosa. –Susurró más cerca de mi oído y me estremecí.-

Me empujó lentamente hacia la cama y me dejó caer. Se acercó a la ventana y bajó la persiana.

Yo temblaba como una hoja, finalmente después de tanto desearlo, estaba por hacerlo y con él. Caminó, sin dejar de mirarme hacia los pies de la cama y quitó mis zapatillas, luego mis medias. Sus manos tomaron mis pies y los acariciaron de tal manera que a mi cuerpo le fascinaba. Subió con besos en mis piernas y quedó sobre mí, para besarme otra vez.

- Si queres que frene… -Dijo.-
-Posé mi dedo índice en sus labios.- Sh… No, no quiero que frenes. –Lo abracé por la cintura y sus labios se unieron a los míos.-

Sentía mi sangre hervir y bombearse con locura a todo mi cuerpo. Me miró fijo a los ojos y sonrió. Era perfectamente hermoso.

- Quiero que disfrutes. –Dijo besando mi cara y sonreí.-

Sus manos comenzaron a desprender con lentitud los broches de mi camisa hasta que la abrió por completo. Cerré mis ojos, con algo de vergüenza y solo me dispuse a sentirlo. Sus manos se unieron a las mías, entrelazando nuestros dedos y sus besos recorrieron mi panza hasta posicionarse alrededor de mi ombligo y rodearlo con su lengua. Volví a gemir y sentía mis piernas tensas, aquel punto clave se estaba despertando.

Subió con sus labios por el centro de mi cuerpo y besó mi barbilla, mi mentón y mi garganta, mientras sus manos presionaban las mías y yo tan solo lo disfrutaba.

Sus manos subieron por mis brazos y se enredaron en mi pelo, desacomodando mi peinado. Sus labios buscaron los míos. Sus besos eran suaves y húmedos.

Volvió a bajar sus manos y estas se posicionan sobre mi sostén de color negro. Las puntas de sus dedos acariciaron lentamente la piel de mis pechos y yo ya me sentía a punto de explotar.

- ¿Puedo?
- Hacelo. –Respondí sintiendo como mis piernas y mi ingle se tensaban cada vez más.-

Sus manos se deslizaron por debajo de mi espalda y lo ayudé levantándome un poco, para que pueda desabrochar mi corpiño. Cuando lo hizo, volví a acostarme y lo quitó lentamente. Mantuve mis ojos cerrados.

Sentí como soplaba mis pechos y eso fue suficiente para que terminen de endurecerse.

Sentía mi piel en llamas, el cuerpo caliente y frío a la vez. Sostuve con fuerza las sábanas que están debajo de mi cuerpo.

- Esto es muy lindo. –Susurró y volvió a soplar, gemí.-

Sus dedos tomaron entre ellos cada uno de mis pezones y los giraron, para luego estirarlos con cuidado. Gemí más fuerte, mi femineidad ya estaba empapada. Sus dedos me apretaron cada uno de mis puntos débiles y luego soltó uno, para tomarlo entre sus labios y succionar. Tomé más fuerte las sábanas cuando tiró lentamente sosteniéndolo entre sus dientes.

- Wow. –Dije y arquee mi espalda, lo sentí sonreír y sus besos húmedos recorrieron mis pechos completos.-

Sin escala, volvió a mis labios y quise desabrochar su camisa. Pero no me dejó.

- Tranquila señorita.
-Reí.- No seas malo. –Dije y desabroché el primer botón.- Dejame… -Dije y continué, hasta que se la quité y lo tiré sobre mí.-

Quería sentir tu piel sobre la mía.

Lo besé, recorriendo con mis manos su espalda. Sus labios volvieron a mi cuello y podrían quedarse toda la vida allí.

- ¿Puedo seguir? –Preguntó y yo asentí.-

Se corrió de encima de mi cuerpo y quitó sus zapatillas y sus medias. Sonreí y sus labios volvieron a recorrer mis piernas con sus besos mientras sus dedos volvieron a presionar mis pezones. Volvía a sentirme húmeda. Sus manos bajaron lentamente hacia mi pollera y la bajaron con extrema lentitud. Su barbilla acarició la unión entre mi abdomen y mi zona íntima, gemí y me posé sobre mis brazos, para mirar lo que hacía. Cambió su barbilla por sus labios y suspiré con fuerza.

Se deslizó con su nariz hacia el centro y me desplomé en la cama otra vez, sentía como mi sangre se concentraba en aquella terminación nerviosa tan predilecta por la mujer.

- Tu olor es exquisito. –Susurró y deposito un besó allí.-

Sus dedos acariciaron mi cintura y bajaron lentamente mi tanga negra, haciendo que mis piernas se suban mientras lo hacía. Mantuvo mis piernas allí, para abrirlas con suaves besos y que mi zona femenina quede expuesta ante su mirada. No quería pensar en eso, solo quería disfrutar de lo que estaba haciendo.

Se arrodilló delante de mí y sus dedos me recorrieron con una lentitud que estaba a punto de asesinarme, sentía como mi humedad se impregnaba en sus dedos.

Sus dedos calentaron mi sangre durante un largo rato, hasta que frenó y su nariz me recorrió entera.

- Me vas a hacer explotar. –Dije con la respiración entre cortada.-
- Tranquila. –Dijo acariciando mis brazos.- Esto recién empieza.
- Es increíble. –Suspiré.-

Y sin previo aviso, su lengua me recorrió de arriba hacia abajo varias veces. No solo que gemía, sino que gritaba mientras mis manos sostenían con fuerza las suyas. Era demasiado increíble la sensación que estaba recorriendo mi cuerpo en aquel entonces. Ahora sabía de qué se trataba.

Continuó durante largos minutos, y cuando creía que mi cuerpo no podía subir más la temperatura, sus dedos me estimularon a una velocidad que no creía posible.

Me hizo llegar al éxtasis y caí rendida en la cama. Temblaba y no podía abrir mis ojos, lo escuché quitarse su pantalón, pero aún así no podía mirarlo. Se acostó a mi lado y me abrazó por la espalda, haciendo fuerza con su cuerpo sobre el mío, generando que sienta su caliente erección. Sus manos volvieron a tomar mis pezones y gemí con fuerza.

- Vas a matarme Pedro.
- ¿Cómo lo sentís?
- Increíble. –Suspiré.- No doy más.
- ¿No queres que siga?
- Sí, hacelo por favor.

Me di vuelta y mi mano se deslizó por sobre su boxer.

- Quiero sentirte dentro. –Dije en su oído.- Mmm… -Quité su boxer y lo miré, estaba realmente bien. Era la primera vez que veía un hombre desnudo ante mis ojos y eso me excitaba. Él me ayudó y terminó de desnudarse.-

Sin decir nada, busco un preservativo y se lo puso. Ya el placer me había abandonado y estaba tensa. Muy tensa.

Se acostó nuevamente detrás de mí, apoyando su parte masculina en mi cola y haciendo que lo sienta. Sonreí y sus labios recorrieron mi cuello, mi nuca, mi espalda y mis hombros.

- Estás muy tensa.
-Reí.- Perdón.
- Tranquila. –Dijo bajando con besos hasta mi cintura.-

Se acostó sobre mi cuerpo, dejando que su zona más caliente esté sobre la mía. Suspiré, dejándome llevar y cerré mis ojos. Sus labios se unieron a los míos y se lo agradecí internamente, me sentía húmeda otra vez y lo sentía crecer a él. Mis manos lo abrazaron por la espalda y gemí en su boca.

- Sos tan hermosa. –Susurró y yo sonreí. Lo abracé, necesitaba sentirme segura. Él se acomodó sobre mí y suspiró.- Hermosa. –Repitió y besó mi cuello. Sonreí.-
- Vos sos hermoso. –Lo abracé más fuerte.- Me da seguridad estar así con vos.
- Entonces podes abrazarme todo lo que quieras. –Lo abracé más fuerte y besé su hombro.-

Luego de algunos minutos, estaba un poco más tranquila y él bajó con besos por todo mi cuerpo. Acarició su masculinidad con mi femineidad y asentí.

- Ay. –Dije sintiendo un pinchazo. Él se quedó quieto, mirándome fijo, dándome seguridad con sus ojos.-
- ¿Estás bien? –Preguntó.-
- Creo.
- ¿Puedo seguir?

Asentí temerosa y volvió a hacerlo, varias veces, hasta que el dolor cesó y el placer comenzó a invadirme otra vez.

Se tiró sobre la cama, apoyándose con su codo y haciendo que su cuerpo pese sobre el mío. Gemí con fuerza y él también lo hizo.

Comenzó lento y aceleró. Agarró mi cabeza entre sus manos y unió sus labios a los míos, ambos estábamos en medio de un placer infinito. Nuestros ojos lo decían. Sus dientes volvieron a tomar mi labio inferior y a tirar, grité y él sonrió.

Aceleró aún más y sentí mi cuerpo ponerse rígido, mi cuerpo se estremeció y explotó mientras mi espalda se arqueaba y mi piel transpiraba de una manera que nunca hubiese podido imaginar. Él lo hizo una vez más y lo sentí correrse dentro mío. Sonreí y ambos terminamos de desarmarnos sobre el colchón.

Mi cuerpo temblaba y sentia una molestia, cerré mis piernas y suspiré.

- ¿Estás bien? –Preguntó.-
- Sí. –Respondí y suspiré otra vez. Cerré mis ojos y sentía algo extraño, definitivamente ya no era una nena.-

Pedro dejó la protección a un lado y me abrazó por la espalda.

- ¿Segura?
- Sí, solo abrazame. –Cerré mis ojos.-
- ¿Te gustó?
-Sonreí.- ¿A vos?
- Me encantó.
- Que seas mi primer hombre fue la mejor elección que hice en mi vida, pero no digas nada ahora.

Se quedó abrazándome durante un largo rato hasta que me levanté al baño, me ardía un poco, pero aún así me sentía bien. Me puse una bata y volví al cuarto, él estaba con su camisa y su boxer. Me senté en la cama y él me besó.

- ¿Segura estás bien?
-Sonreí.- Sí.
- ¿Y qué te pasa?
- Me siento rara. –Suspiré.- Pero estoy bien, no te preocupes.
- ¿No te hice mal?
-Reí.- Me molesta un poco, pero dicen que es normal. –Me dejé caer en la cama.- Quedate conmigo, no te vayas.
- No te dejaría nunca sola.
-Sonreí.- Te quiero Pepe.
-Besó mi cuello.- Yo te quiero a vos Pau. –Nos besamos.- Pero necesito algo…
- ¿Qué cosa?
- Que esto que pasa entre nosotros, siga solo entre nosotros.
- No me importa gritarlo, solo me importa sentirlo.
-Me besó.- Quiero que sea un amor en clave.
-Sonreí.- Suena bien. –Lo besé.- Hago cualquier cosa con tal de no dejar de verte.

Se tiró sobre mí y me besó, haciendo que giremos varias veces sobre el colchón en medio de besos y risas.

lunes, 17 de agosto de 2015

Amor en clave VI.

Desperté y no podía creer estar durmiendo en su cama con él al lado mío, me sentía en un cuento de hadas.

Su alarma sonó y abrió los ojos, yo me había despertado sola.

- Buen día. –Dije abrazando la almohada.-
-Sonrió y me miró.- Buen día. –Sonreímos.- ¿Cómo dormiste?
- Muy bien… ¿Vos? –Acaricié su mejilla.-
- Muy bien también. –Sonreímos.-
- Por suerte, paró la lluvia.
- Es verdad. –Reímos.- ¿Nos cambiamos y desayunamos?
- Dale.

Él se cambió en su habitación y yo en el baño, fui hasta la cocina y lo besé.

Preparamos el desayuno y nos sentamos en la mesa, él prendió la tele y nos quedamos en silencio. Estaba prestándole atención al noticiero cuando sentí su mano sobre la mía. Lo miré.

- ¿Qué pasa?
- Veni… -Dijo parándose, sin soltar mi mano.-
- ¿A dónde? –Me paré.-

Él me hizo caminar hasta él y me abrazó por la cintura.

- ¿Qué pasa? –Lo abracé por el cuello.-
- Pasa que quiero que esto se repita todos los días de mi vida. –Me besó y yo sonreí.-
- Qué casualidad, yo quiero lo mismo. –Dije sin dejar de besarlo y luego nos abrazamos.- La pasé muy bien. –Le dije.-
- Yo también, la pasé hermoso con vos.
- Me hace feliz saber que por fin nos animamos.
-Me abrazó más fuerte.- Me di cuenta que no puedo sin vos, este verano fue interminable.
-Reí.- Sos muy lindo. –Besó su hombro.-
- Vos sos linda, vos. –Besó mi cuello y nos separamos un poco para volver a besarnos.-
- Vamos a llegar tarde.
- No quiero soltarte.
- ¿Nos encontramos en el primer recreo en ese cuartito?
- Por favor.
- Te voy a estar esperando. –Me separé un poco de él.- Dale. ¿Vamos?
- ¿Tantas ganas tenes de ir a la escuela?
- No quiero que me pongan tarde, si empiezo a acumular faltas la primer semana.
- Está bien, está bien. –Reímos y nos besamos.-
- Te ayudo a lavar y vamos. ¿Te parece?
- Bueno, dale.

Hicimos eso y salimos, nos subimos a su auto y luego de besarnos, arrancó.

Fuimos juntos hasta aquella esquina, en donde yo me bajaría porque claro que no daba llegar juntos.

- La pasé increíble. –Lo besé.- Gracias.
-Me abrazó por el cuello.- A vos hermosa. –Sonreímos y nos dimos un beso.-
- Nos vemos en un ratito.
- Ahí voy a estar.
- No me defraudes.
- Tranquila.

Sonreímos y nos dimos un último beso, yo me bajé del auto y comencé a caminar hacia la escuela con una felicidad que había sentido pocas veces. Vibró mi celular en mi mochila y lo busqué.
“Pero qué linda esa mujer que va caminando por debajo de los árboles.”

“Jajajajaa. ¡Sos un tarado!”


Y en ese momento me tocó bocina, reí y lo miré.
“Va a llegar tarde profesor.”

“Usted también Chaves.”


Nos miramos riendo y él dobló porque era contra mano, yo continué caminando.

Llegué a la escuela justo antes de que tocara el timbre, asique corrí al aula. Me uní a la conversación de mis amigas sin revelar nada de lo que había sucedido la noche anterior.

La clase de Filosofía pasó más aburrida que nunca hasta que por fin sonó el timbre, me escapé de mis amigas y fui hasta aquel cuartito. Era un lugar que estaba clausurado.

Lo esperé ansiosa, hasta que vi el picaporte moverse y sonreí.

- ¡Al fin nene! –Dije sentada sobre la mesa, con mis piernas colgando.-
- Cuanta impaciencia. –Dijo acercándose a mí.-
- Ya te extrañaba. –Dije capturándolo con mis piernas.-
- Yo a vos. –Sonreímos y nos besamos.- Igual esto es una locura.
- Me gusta la adrenalina.
- Sos completita. –Dijo acariciando mi espalda.-
-Reí.- No me desacomodes la ropa que es temprano todavía.
- Te la sacaría toda.
-Reí.- Hey…
- Sh… -Dijo besando mi cuello.-
- A tanto no me animo acá. –Dije riendo.-
- Tenes razón. –Reímos y nos besamos.-
- En otro lado puede ser. –Le guiñé el ojo.-
- ¿Y el miedo de ayer?
- Quiero que sea con vos… Si vos queres, claro.
- ¿Cómo no voy a querer? –Dijo y me besó.-
- No sé, capaz no te gusta estar con alguien que nunca nada.
- No pienses esas giladas. –Acarició mi cara.-
- Me da un poco de miedo igual.
- Yo voy a cuidarte.
- ¿Alguna vez estuviste con una chica virgen? –Asintió.- ¿Y te gustó? ¿No es molesto?
- Hey, hey. ¡Para un poco! –Me besó.- Si quiero estar con vos, es porque me gustas y porque quiero cuidarte.
-Sonreí.- No sé que hago diciéndote esto.
- ¡Porque nos gustamos!
-Reí.- Pero igual, es raro.
- Si vos queres, yo voy a estar. –Me abrazó.- Y te voy a cuidar, mucho.
-Sonreí.- Sos muy tierno.
- En serio eh. –Besó detrás de mi oreja y cerré mis ojos.-
- No me sueltes.
- Mmm… No lo tenía en mis planes. –Me abrazó más fuerte y sonreí.- Sos muy, muy linda. –Dijo bajando con besos por mi cuello y terminó en mi pecho, yo cerré mis ojos y sonreí.-
- Acá no… De verdad te lo digo.
-Rio.- Son unos mimos. –Dijo acariciando mi cuello con su nariz.-
- Avisale a mi cuerpo. –Dije riendo.-
- ¿Asique a tu cuerpo le gusto?
- Le encantas. –Lo besé.- Me da vergüenza.
- ¿Qué te da vergüenza?
- Sentir esto.
- ¿Por qué?
- No sé.
- Es algo natural. –Acarició mi espalda.- No pienses boludeces.
-Reí.- Perdón, no quiero ser tan pendeja.
- Sos la pendeja más linda de todas. –Me besó y sonó el timbre.-
- Ufa. –Dije haciendo pucherito.-
- No puedo quedarme.
- Está bien, anda. -Nos besamos.- Pero el próximo recreo, volve.
- Te lo prometo. –Sonreí y nos dimos un beso.-

Él se fue y yo suspiré, mi cuerpo estaba por enloquecer. Respiré hondo y salí, pasé por el baño a lavarme la cara y volví al aula.

“Mi cuerpo no se olvida de vos.”


Estaba decidida.
“No podes decirme eso en medio de una clase.”

“¿Podemos vernos hoy?”

“Eso menos. ¡Me volves loco!”

“¿Podemos o no?”

“Siempre podemos vernos.”

“Entonces nos vemos. ¿Queres venir a mi casa?”

“En donde quieras.”

“Después te paso la dirección.”


Y si, ya estaba todo dicho.

Suspiré y dejé caer mi cabeza en el banco, sonreí y crucé mis piernas.

- ¿Qué pasa nena? –Preguntó mi amiga.-
- Nada, nada. Solo que tengo sueño. –Dije.-
- ¿Segura?
- Sí.

Por fin estaba otra vez esperándolo allí, cuando lo vi corrí a él y me colgué de su cuello.

- ¡Cuánta efusividad! –Dijo abrazándome.-
- Perdón si soy muy directa, capaz no te gusta.
- No tonta, me encantas. –Besó mi cuello y sonreí.- No te das una idea de cuánto.
-Sonreí.- ¿No me pasé recién?
- Ni un poquito.
-Reí y lo besé.- Podes venir a mi casa esta noche.
- ¿Estás sola?
- Sí. –Sonreí.-
- ¿Es necesario esperar tanto?
- ¿Por qué?
-Me abrazó y me dijo al oído.- Me encanta este uniforme.
-Reí.- Puedo esperarte con esto si queres.
- Me vas a volver loco.
- Aguanta un poquito.
- Está bien. –Reímos y nos besamos.-

Lo abracé y escondí mi cara en su pecho.

- Me siento una nena que quiere crecer.
- Me encantaría ayudarte en eso.
-Reí.- Es lo que quiero. -Besó mi cuello.- Confío en vos.
- Eso está perfecto.
- ¿Sí? –Lo miré.-
- Sí. –Acomodó mi pelo.- Yo voy a cuidarte.
-Sonreí.- Lo sé. –Lo besé y volví a abrazarlo.- Necesito que me abraces.
- Yo te abrazo.

Sonreí y me quedé así con él, hasta que tuvimos que volver.




domingo, 16 de agosto de 2015

Amor en clave V.

Nos cambiamos y tener su ropa me generaba algo lindo en el cuerpo, sentir su olor me volvía loca. Colgamos mi uniforme para después poder volver a mi casa y nos sentamos en el living, nuevamente.

- Me queda como una bolsa. –Reí.-
- Te queda hermoso.
- Nunca voy a entender eso.
- ¿Qué cosa?
- Que a los tipos les guste vernos así.
-Rio.- Sos hermosa, de cualquier manera. -Sonreí y lo besé, momento en el que se cortó la luz.-
- Ay, no. –Dije colgándome de su cuello.-
- No pasa nada che. –Acarició mi espalda y reí.-
- Creo que fue un encuentro un poco fallado.
- A mí me encanta. –Besó mi hombro.-

Sin decir nada, me acomodé en el sillón acostada y él hizo que apoyará mi cabeza en sus piernas.

- Permiso eh. –Dijo quitando la colita y la vinchita de mi pelo.-
-Sonreí.- Hace lo que quieras.

Dejó las cosas a un lado y comenzó a peinar mi pelo, cerré los ojos y acarició mi cara con sus dedos, lentamente. Suspiré y aflojé mi cuerpo.

Me estaba quedando dormida, cuando un rayo me despertó.

- Sh, sh… -Dijo acariciando mi pelo y sonreí.- No te levantes.
- ¿No te aburrís?
- No. ¿Por qué?
- No sé, pregunto.
- Me gusta mucho sentir tu piel. –Dijo acariciando mi cuello y sonreí, no podía ser tan tierno.-
- A mí también…

Me quedé dormida con sus caricias y nunca me había sentido tan en paz… Nunca.

Cuando me desperté, aún estábamos a oscuras y él se había quedado dormido. Sonreí y me senté con cuidado a su lado, para no despertarlo.

Revisé mi celular y me di cuenta que había dormido casi tres horas.

Mis labios se posaron en su frente y llené su cara de besos, mientras él se despertaba.

- Arriba, arriba. –Dije acariciando su barba y él sonrió.-
- Qué lindo despertarme así.
-Sonreí con ganas.- Es tarde ya…
- ¿Sí?
- Son las seis y media. –Reí.-
- Ah bueno y seguimos sin luz.
- Así parece. –Lo besé.-
- ¿Queres que comamos algo?
- Dale.
- ¿Qué tomas?
- Mmm… ¿Qué tomas vos?
- ¿Café?
- Dale.
- Esperame acá.
- ¿No queres que te ayude?
- No, no. Ya vengo.
- Bueno, entonces mientras me pongo mi ropa.
- Está bien.

Se dio un beso y se fue. Yo busqué mi celular, mi colita y mi vincha para luego agarrar mi uniforme y acomodarme en el baño de la casa de Pedro.

- Qué rico olor a café. –Dije acercándome al living.-
- Veni, sentate.
- Dale.

Me senté frente a él y me ofreció una taza, tomé un poco.

- Te sale mucho más rico que el té. –Reímos y tomé un poco más.- Tomo esto y me vuelvo.
- Yo te llevo.
- ¿Seguro?
- Sí, llueve mucho y ya es tarde. ¿En dónde vivís?
- A diez cuadras de la escuela.
- Entonces te llevo, dale.
- Gracias.

Él acarició mi mano y le sonreí.

Merendamos juntos y busqué mi mochila.

- ¿Vamos? –Me preguntó.-
- Dale, vamos.

Sonreímos y nos dimos un beso, salimos de su casa y con un paraguas fuimos hasta su auto, en donde nos subimos.


No lo dejé entrar, porque lo besé, tomándolo por su cintura. Él sonrió.

- Gracias, la pasé muy bien. –Dije sin dejar de besarlo.-
- Yo también hermosa. –Me tomó por la cintura y volvimos a besarnos.-

Me senté sobre sus piernas, con mis piernas a los costados de ellas y mirándolo.

Sus manos recorrieron mi espalda hasta mi nuca y sus dedos se perdieron en mi pelo, mis manos lo tomaron por su cintura y nos besamos sin que nos importara la fuerte tormenta que había afuera.

- Para un poco loquito. –Dije riendo.- Hay una tormenta tremenda.
- ¿Qué importa?
-Reí.- Me da un poco de miedo.
- Yo te cuido. –Dijo acariciando mi cuello y sonreí, volvimos a besarnos.- No sé cómo voy a hacer mañana para tenerte cerca y no besarte.
-Sonreí.- Podemos volver a encontrarnos allá abajo.
- Mmm… Podría ser. –Dijo entusiasmado.-
- Ya tenemos nuestros celulares. –Le guiñé el ojo y nos dimos otro beso.-
- ¿Queres ir a tu casa?
-Reí.- No, me quiero quedar con vos.
- Quedate entonces. –Reímos y nos besamos.-
- Pero me da miedo que manejes con mucha lluvia y ahora paro un poco.
- Vamos despacito, no te preocupes.
- Me podes. –Dije y lo besé.- Te juro que no puedo creer estar así con vos, no puedo. –Y volví a besarlo.-
-Me abrazó con fuerza, sin desunir sus labios de los míos.- Yo tampoco. –Sonreímos y volvimos a besarnos.-

Me acomodé sobre él y posé mi cabeza en su pecho, él me abrazó y yo suspiré.

- Quiero que volvamos a estar así algún día.
- No te vayas. –Dijo.-
- Mañana tengo que ir a la escuela.
- Quedate a dormir, vamos juntos.
- Vos estás loco.
- No voy a hacer nada que no quieras, ya te lo dije.
-Reí.- No es por eso.
- ¿Por qué es?
- No, no sé. Porque mis viejos están de viaje, asique ni se enterarían.
- ¿Y entonces?
- Me da un poco de cosa.
- ¿Por qué?
- No sé.
- Podemos dormir separados si te molesta.
- No, no es eso tonto. –Besé su mano.-
- ¿Y qué es?
- ¿No estamos yendo demasiado rápido?
- ¿Y qué tiene que ver?
- ¿No es malo?
- ¿Quién dijo que ir rápido es malo?
-Reí.- No, no sé.
- Dale, quedate. –Dijo acariciando mi brazo.-
- Me vas a convencer.
- Es la idea. –Besó mi cabeza.-

Me levanté un poco, para poder mirarlo y me besó.

- ¿Por qué sos así conmigo?
- ¿Así cómo?
- ¡Así Pedro!
- Me importas, me gustas… Te quiero.
-Sonreí.- Me da miedo.
- ¿Por qué?
- Tengo miedo de ser solo una fantasía para vos.
- No, te juro que no.
- Mmm…
- ¡En serio! Creeme che.
- Tus ojos no mienten. –Acaricié su mejilla.-
- ¿Te quedas entonces?
-Sonreí.- Sí.
-Sonrió y me besó.- Bajemos entonces.
- Bueno, dale.

Bajamos del auto y volvimos a su casa, por suerte, había vuelto la luz.

- ¿Te jode si enchufo mi celular?
- No Pau, tranqui.
-Sonreí.- Gracias.

Busqué el cargador y lo enchufé.

- ¿Me ayudas a cocinar?
- ¿Qué cosa?
- Mmm… Tengo para hacer pastas.
- Bueno, dale. Me gustan las pastas.
- Entonces veni conmigo.

Cocinamos juntos y luego cenamos.

Me sentía flotando de la alegría que sentía, nunca jamás había imaginado sentir algo así con un hombre y mucho menos con él. Lo había deseado tantas veces que aunque quisiera, no podía caer.

- Toma. –Dijo dándome la ropa que me había puesto ese día.- Así dormís más cómoda.
-Sonreí.- Gracias. –Le di un beso.-
- ¿Dónde queres dormir?
- Con vos. –Volví a besarlo y él sonrió.-
- ¿De verdad?
- ¿Tengo cara de mentirosa? –Dije riendo y él también rio.-
- No, no. Para nada.
- Entonces es de verdad. –Le guiñé el ojo.-
- Vení conmigo entonces.

Fuimos tomados de la mano hasta su cuarto y él se metió en su cama.

- Acostate, no voy a comerte.

Reí y me acosté a su lado, me abrazó por el costado y besó mi frente. Suspiré y cerré mis ojos.

- Esto es una locura. –Dije.-
- Disfrutalo. –Dijo y me abrazó con fuerza.-
- Te juro que lo estoy haciendo.

Nos dimos un beso y nos sonreímos.

- Descansa hermosa.
- Vos también lindo.

sábado, 15 de agosto de 2015

Amor en clave IV.



Por fin se hicieron las dos de la tarde y la profesora nos dejó salir… Tal como lo había prometido, corrí hasta aquella esquina y cuando nos vimos, sonreímos.

Él no dijo nada, tan solo nos subimos a su auto rápidamente y me sentía temblar de pies a cabeza. Sus labios buscaron los míos y nos besamos, estábamos bastante alejados de la escuela ya.

- ¿Vamos? –Preguntó.-
-Sonreí.- Dale.

Pedro arrancó y yo no dejaba de mirarlo, abrazaba mi mochila y sonreía cual pelotuda. Tenía ganas de darme varias cachetadas.

- ¿Estás bien? –Me preguntó en un semáforo.-
- Sí, muy bien.

Su mano tomó la mía y sonreímos.

- ¿Vivís muy lejos? –Pregunté.-
- Quince minutos.
- Ah…
- ¿Queres que ponga música?
- Dale.

Suspiré y cerré mis ojos con una sonrisa. Estaba nerviosa, pero quería disfrutarlo.

Llegamos a su casa y bajamos del auto, abrió la puerta.

- Pasa Pau.

Sonreí ante que me diga "Pau."

- Permiso. –Dije entrando.-
- Tranquila.

Entramos a su casa y él cerró la puerta. Sin decirnos nada, me abrazó por la cintura y me arrinconó contra una pared para besarme. Sonreí y lo tomé por sus brazos, abrazándolo también.

Sus labios me recorrieron completa desde mis hombros hasta mi frente.

- No frenes nunca. –Dije.-
- Sos muy linda. –Continuó besando mi cuello y yo lo abracé con fuerza.-
- No puedo creer estar viviendo esto.
-Rio.- Yo tampoco. –Dijo y me miró, para volver a besarme.-

Me levantó del suelo y me llevó así, hasta el living. Me dejó caer en el sillón y se tiró sobre mí.

- Me encantas, pero para un poco. –Le dije.-
- ¿Por qué?

Me senté, molesta.

- No vine acá para que te saques las ganas.
- ¿Eh?
- Eso, no voy a servir solo para que cumplas la fantasía de cojerte a una colegiala.
- ¿Y para qué viniste?
- ¿Qué? ¿Yo soy solo eso para vos?
- No, te juro que no. –Suspiró.- Pero creí que estaba claro.
- ¡Me voy! –Dije y me levanté, enojada.-
- Hey, hey. ¡Para! –Me siguió y me tomó por los hombros.- Perdón.
- Me quiero ir Pedro. –Dije con lágrimas en los ojos.-
- No, no te vas a ir así.

Se paró delante de mí y me abrazó.

- Perdón, perdón. Soy un calentón de mierda.
- No es que no quiera. –Suspiré y escondí mi cara en su hombro.- No te rías con lo que te voy a decir.
- ¿Qué? ¿Qué pasa?
- Soy virgen Pedro. –Dije muerta de vergüenza y quise salir corriendo, pero me frenó.-
- Para, para.
- Me quiero ir, de verdad.
- ¿Por qué?
- Me equivoqué en venir.
- No digas eso.
- Es la verdad, vos sos un hombre grande y yo una pendeja. Esto tendría que haber quedado solo en mi mente.
- No quiero que te vayas.
- No vas a cojerme.
- No es por eso.
- ¿Y por qué es?
- Porque me gustas Paula.
-Suspiré.- Para llevarme a la cama.
- No, no. ¡Perdón! Reaccioné mal, me fui de mambo.

Me senté en el sillón otra vez y escondí mi cara en mis manos.

- Te juro que quiero, pero no ahora.
- Está bien, no quiero presionarte. –Quitó mis manos de mi cara y acomodó mi pelo.-
- Soy muy pendeja para vos.
- No, no pienses así.
- No quiero que te tengas que fumar algo que no queres, es obvio que vos quieras estar en la cama con la mina que te gusta… Si es que te gusto.
- Sí que me gustas, me encantas. –Me besó.- Y eso no es lo único que me importa. –Volvió a besarme durante un largo rato, lo cual logró tranquilizarme.- ¿Queres comer algo?
-Sonreí.- Dale.

Pedro pidió una pizza y estábamos en el living, comiendo.

- Perdón.
- No pasa nada, ya está. No quiero pensar en eso. –Le sonreí.-
- ¿Segura?
- Sí. –Dejé a un lado mi vaso y me acomodé, frente a él.- Contame algo de vos.
- ¿Algo como qué?
- No sé, de tu vida… Vos sabes cosas sobre mí, pero yo sobre vos no.
- ¿Qué queres saber?
- ¿Estás en pareja?
- No.
- ¿Seguro? No me voy a enojar.
-Rio.- Seguro.
- ¿Y alguna vez estuviste enamorado?
- Creo que no. ¿Vos?
- Creo que sí.
- ¿De quién?
- No importa.
- ¡Dale!
- De vos. –Dije muerta de vergüenza y suspiré.-
- ¿En serio?
- Me estoy yendo al pasto.
- No, no. ¡Me encanta lo que me decís!
- ¿De verdad?
- Sí, vos me encantas. –Besó mi mano y sonreí.-
- Tengo miedo.
- ¿De qué?
- No, de nada. –Suspiré.-
- Dale, decime.
- Miedo de esto.
- ¿Por qué?
- Porque tengo miedo de quererte mucho más de lo que vos me queres a mí, no es un reproche eh.
- ¿Y qué es?
- Lo que me pasa. –Reí.- ¿Te gustó lo que te escribí?
- Mucho.
- ¿De verdad?
- Sí, me da mucha ternura que me quieras así.
-Reí.- ¿Si te pregunto algo me lo respondes siendo sincero?
- Sí, obvio.
- ¿Vos me queres, al menos un poquito?
- Te quiero, mucho más que un poquito… Sino, no estaría acá con vos.

Sonreí y me besó. Me sentó en sus piernas y nos seguimos besando durante un largo rato.

- Pau… -Corrió el pelo de mi hombro.-
- ¿Qué?
- Vos también me gustas hace mucho tiempo.
- ¿En serio?
- Sí, cuando pasé todo el verano sin saber de vos me di cuenta que lo que me pasa con vos, es en serio. –Sonreí y lo besé.- Me hace bien tenerte cerca.
- Vos me haces bien a mí. –Volvimos a besarnos y sonreímos.-
- Voy a esperarte.
-Sonreí.- Me muero porque sea con vos, creo que por eso nunca estuve con nadie. Te esperaba esperando a vos. –Lo besé.-
- Sos muy linda.
- No quiero sonar como idealizadora, pero me encantaría que esto no sea efímero.
- Algo pasa entre nosotros, los dos lo sabemos.
- Sí.
- ¿Entonces? Tranquila, no pienses en eso.
-Reí.- Perdón, no quiero ser pendeja.
- Me gustas como sos, no tenes que actuar nada.
-Sonreí.- Sos un tierno. –Lo besé.- Pero se está por largar a llover.
- ¿Y?
- Tendría que volver a mi casa…
- No, no te vayas. –Me abrazó con fuerza.-
-Reí.- Si llueve, me voy a empapar.
- Quedate, por favor… Cualquier cosa yo te llevo.
- ¿Seguro?
- Sí, dale.
-Sonreí.- Bueno, está bien. –Me besó y sonrió.-

Lo ayudé a lavar lo que habíamos usado para comer y se escuchó un trueno demasiado fuerte.

- ¡La puta madre! –Dije.-
-Rio.- Tranquila, es solo lluvia.
- Me da miedo.
- No pasa nada che. –Me abrazó por la cintura y yo reí.-
- Bueno, me dan miedo.
- Yo te cuido… -Dijo besando mi cuello y yo sonreí.-
- Bueno, eso me gusta.
- ¿Sí?
- Sí. –Le sonreí y nos besamos.-

Se largó a llover y lo ayudé a cerrar una ventana que se había trabado, reímos porque quedamos los dos empapados.

- Estás helada. –Dijo tocando mi brazo.-
- Me empapé. –Reí.-
- ¿Nos cambiamos?
- No tengo ropa.
- Te presto.
- ¿Tenes ropa de mujer? –Reí.-
- No, pero algo mío.
- Mejor llevame a mi casa.
- ¿No queres quedarte?
- No, no es eso.
- No vamos a hacer nada que vos no quieras.
-Sonreí.- Sos muy lindo. –Lo besé.-
- ¿Te quedas?
- Mmm... Sí, dale.

Nos besamos y él se fue al cuarto.




-

Hola a todos! Por acá dejo la cuarta parte y ya quedan poquitas... Me alegro de que les esté gustando y sepan que mientras más comenten los capítulos, más activo va a estar este blog ☺.

En un rato, subo el adelanto del próximo capítulo por acá: 
https://instagram.com/fanficspyp/

Qué tengan un buen finde largo.☺

viernes, 14 de agosto de 2015

Amor en clave III.

Salí de la escuela, feliz como nunca en la vida y cuando caminaba por la calle bastante alejada de la escuela, lo vi pasar y lo corrí.

- ¡Pedro! –Dije.-

Pero él no dijo nada y caminó más rápido, suspiré y aceleré.

- ¡Pedro! ¡Pedro! –Le grité y lo corrí hasta la esquina, en donde frenó por el semáforo en verde.-
- No me sigas.
- ¿Por qué?
- Paula, no me jodas.
- No te entiendo.
- Nos pueden ver.
- ¡Estamos solo hablando!
- No importa.
- Podemos vernos en otro lado.
- No quiero.

Y cruzó, suspiré y lo seguí hasta quedar frente a él y frenarlo.

- Puedo ser muy pendejita, pero me animo a las cosas.
- ¿Qué?
- ¡Eso! No te voy a dejar escapar.
- Es cualquiera lo que hicimos hoy.
- ¡Te encantó Pedro!
- Pero está mal.
- ¿Qué importa eso?
- No va a volver a pasar nada entre nosotros.
- No digas eso.
- Es la verdad Paula. ¡Sos mi alumna!
- No me importa. ¡Me gustas!
- Paula, andate.
- ¡No me voy!

Quise besarlo, pero me esquivó.

- No seas así, te morís por besarme.
- ¡No!
- ¡No te creo!
- Nos pueden ver acá.
- ¿Es eso lo que te importa?
- No, no quiero estar cerca tuyo.
- ¿Por qué?
- Porque me muero por besarte, por tocarte.
-Sonreí.- Podes venir a mi casa.
- ¡No! ¡Estás loca!
- Dale, por favor.
- No Paula, esta conversación se terminó acá.

Y se fue.

¡La puta madre que me parió!

Volví a mi casa, llena de bronca y tiré mi mochila a la mierda. Desarmé mi cama, tratando de desquitarme y me dejé caer al suelo, llorando.

Besarme con él me había movido todo, absolutamente todo y me había hecho notar que me gustaba mucho más de lo que creía.

¡Me encantaba! Me fascinaba, me había hecho sentir increíble. Sus labios unidos a los míos me habían dado vuelta el mundo.

Pero, esa felicidad duró poco. Muy poco. ¡Ni siquiera un día!

Aún así, no me iba a dejar pasar por encima. ¡Iba a pelear por él! Lo quería cerca de mí.

Me levanté del suelo y fui hasta el baño, hice un rodete y lavé mi cara reiteradas veces.

¡No iba a llorar por él! ¡Iba a pelear por él!

Me gustas demasiado Pedro, no puedo evitarlo.

Me preparé un sándwich y volví a mi cuarto, acomodé mi cama y me senté en el escritorio. Busqué mi cuaderno de la escuela y arranqué una hoja para comenzar a escribir, sí… Suelo ser bastante antigua para algunas cosas.

“Pedro, no me importa si esto está mal. No me importa si es prohibido o mal visto. ¡No me importa porque me gustas!

Me gustas desde la primera vez que te vi y todas las noches de mi vida (desde aquel entonces) soñé con ese beso que nos dimos hoy, con estar a solas con vos y con sentirme así de bien. Esos besos y esos abrazos me hicieron dar cuenta de que me gustas mucho más de lo que creía y me di cuenta que a vos también te pasa algo conmigo, no podes negarlo porque lo sentí.

Puede ser que sea muy pendeja, muy inmadura y algo histérica… ¡Pero vos me gustas! Y es así de real, así de directo. Es así y no me voy a quedar de brazos cruzados, quiero tenerte para mí, quiero besarte y sentirte cerca… Repito: ¡No me importa si esto está mal! Porque, a pesar de eso, el amor no puede estar mal… ¡Y lo que siento por vos es amor!

Pensa lo que quieras, pero necesitaba que lo sepas.

Ojala hagas algo con todo esto y no seas tan cagón de quedarte en el molde, y si lo que te importa es tu trabajo, lo cual claro que entiendo, tenes que saber que nunca haría nada que te perjudique, nunca, porque me importas demasiado.

Atrás te dejo mi número de celular.

Te quiero Pedro y no me importa más nada.

Paula.”


Doblé el papel y armé un sobre con otra hoja para meter la carta allí dentro. Lo metí en mi mochila de la escuela y me levanté para comer el sándwich que aún estaba al lado mío.

Al día siguiente, lo busqué cuando entré y me paré frente a él.

- Tranquilo, no voy a hacer nada malo. –Le dije.- Solo quiero darte algo.
- ¿Qué?
- Toma. –Busqué el sobre y se lo di.- Espero que te molestes en leerlo y que hagas algo con eso.

Pedro agarró el sobre y lo guardé rápidamente.

- Que tengas un buen día. –Le dije y me fui.-

Pasó la primera hora de clase y en el recreo, vibró mi celular.
“Quiero verte.”

Sonreí y le respondí.
“Cuando quieras y donde quieras.”

“¿A qué hora salís hoy?”

“A las dos.”

“Te espero en la esquina donde hablamos ayer.”

“¿A dónde vamos a ir?”

“¿Confías en mí?”

“Eso creo.”

“Confía, nunca te haría nada malo.”

“Confío… Me iría hasta el fin del mundo con vos.”

“Sos muy linda.”

“Vos sos lindo, ahora voy a empezar a descontar los minutos hasta la hora de salir.”

“Me matas.”

“Vos me matas a mí.”


Okei. Eran las nueve de la mañana y faltaban 5 horas. ¿Cómo se suponía que iba a aguantar?


“Faltan dos horas…”


Le envié cuando eran las 12 del mediodía.
“Queda poquito.”

“Mmm… Más o menos, al menos ya pasó la mitad del tiempo.”

“Tengo muchos besos para darte.”

“Los voy a recibir con una sonrisa.”

“Van a ser mucho más lindos entonces.”

“Vos sos lindo… Ahora falta una hora y cincuenta y ocho minutos.”

“jajajaja”

“Quiero saber a donde me vas a llevar.”

“A donde estemos solos.”

“¿A dónde?”

“A mi casa, claro que si queres.”

“Te dije que voy con vos hasta el fin del mundo.”

“Entonces podemos ir ahí.”

“Cada vez estoy más ansiosa.”

“Tranquila, jajaja.”

“Tengo que entrar a clases, nos vemos en un ratito.”

“Dale, voy a estar ahí esperándote.”

“Te prometo que voy a ir corriendo.”


jueves, 13 de agosto de 2015

Amor en clave II.

Había sonado el timbre para ir al recreo y mi curso había salido a las corridas del aula, yo me sentía algo mal (más precisamente estaba indispuesta), asique me quedé en el aula.


- Alumna. ¿Por qué no bajo al recreo?

Y sonreí internamente al escuchar su voz.

- Disculpe, me siento mal.
- ¿Quiere que llamemos a su casa?
- No, no hace falta. Solo me duele la panza.
- ¿Quiere un té?
- Mmm… Podría ser.
- Venga conmigo a la preceptoría. –Y comenzó a caminar, yo sonreí ampliamente y lo seguí.-

Entramos en la preceptoría del piso.

- Sientese que se te lo preparo.
- Gracias profe.

Él me preparaba el té y yo lo observaba muy minuciosamente, como siempre. Cuando lo tuvo listo, lo apoyó delante de mis manos y se sentó frente a mí.

- Gracias. –Dije y tomé un poco.-
- No es nada Paula.

Y cada vez que decía mi nombre, mi corazón enloquecía.

- ¿Segura no queres volver a tu casa?
- Sí, no pasa nada. Además, tenemos prueba en la hora que viene.
- ¿No serán nervios de eso?
-Reí y tomé un poco de té.- No, estoy bien. De verdad.
- Está un poco pálida, por eso pregunto.
- Ya se me va a pasar. –Tomé otro poco de té.-
- ¿Quiere comer algo?
- No, no se preocupe.

Tomé un poco de té y sentí su mano sobre la mía, solo por autocontrol no escupí todo.

Me hice la tarada y seguí tomando mi té, el contacto de su piel con la mía estaban por enloquecerme.

- ¿Pasa algo? –Pregunté, cuando ya no tuve más té.-
- No, no. Nada. –Me soltó.-
- Está raro profe. –Dije tirándome a la pileta.-
- Solo quiero que se sienta bien.
- Ya estoy mucho mejor, gracias por el té.
- De nada…
- Creo que mejor me vuelvo al aula.

No era que no quisiera quedarme con él, pero lo sentía incómodo y tampoco quería molestarlo.

- Gracias por el té, otra vez.

Me levanté con el vasito en la mano y lo tiré en el tacho de basura, él me siguió.

- No, no se vaya.
- ¿Qué pasa? –Me di vuelta, para mirarlo.-
- Me pasa que…

Y en ese momento sonó el timbre.

- ¿Qué? ¿Qué le pasa? –Dije tratando de olvidar que ahora subirían todos corriendo.-
- No puedo decirlo.
- ¿Por qué?
- Porque están subiendo todos.
- ¿Y qué tiene que ver?
- Paula, por favor.
- No entiendo.
- ¿Podemos vernos después? –Dijo y casi me desmayo.-
- ¿Para qué?
- Tenes razón, es cualquiera.
- ¿Para qué quiere verme después?
- Vaya al aula.
- ¡Digame profesor!
- Vaya al aula. –Repitió.-
- ¿Qué quiere usted comigo?
- Nada. ¿Qué dice?
-Suspiré.- Gracias por el té.

Y salí de la preceptoría con una bronca indescriptible. Cada vez estaba más segura de que algo le pasaba conmigo.

Volví al aula y concentrarme en aquella prueba era imposible, aunque lo intenté.

En el recreo siguiente, poco me importaba lo que pensara, lo iba a ir a buscar. ¡Necesitaba que me diga eso que tenía para decirme!

Me quedé otra vez en el aula y cuando lo vi pasar, lo seguí.

- Profesor. –Dije corriéndolo.-
- ¿Qué pasa? ¿Se siente mal otra vez?
- ¿Qué era lo que tenía para decirme?
- No podemos hablar acá.
- Vamos a otro lado. –Dije.-
- Paula, vaya al recreo.
- Quiero saber que era lo que tenía para decirme.
- No sea así.
- ¿Así cómo?
- Inmadura e irrespetuosa.
- Sabe muy bien que no lo soy.
- Entonces baje al recreo con sus compañeros.
- Yo sé que lo que tenía para decirme, es importante.
- Puede ser.
- Entonces quiero saberlo.
- No podemos acá.
- Vamos a otro lado, ya se lo dije.
- ¿A dónde?
- Venga conmigo.

Comencé a caminar entusiasmada y con una sonrisa de oreja a oreja, bajé las escaleras con él detrás de mí y lo llevé a un cuartito que había al lado de la biblioteca.

- ¿Qué es este lugar Paula?
- Se ve que no conoce la escuela por completo. –Reí.-
- ¿Por qué me trajo acá?
- Podes dejar de tutearme, digo. –Dije y le sonreí.-
- No entiendo.
- Yo tampoco. –Reímos.-
- ¿Qué es lo que queres?
- Que me digas lo que tenías para decirme…
- No podemos estar acá.
- Nadie va a venir a buscarnos.
- ¿Cómo que no?
- Casi nadie conoce este lugar.
- Pero…
- ¿Me vas a decir eso o no?

Y él no dijo nada, tan solo me tomó por las mejillas y me besó, apoyándome contra la pared. Mis manos buscaron su espalda e intensifiqué aquel beso que venía esperando hacía tantos años.

Sus labios enloquecían a los míos y su lengua entraba en mi boca sin permiso, sentía mi cuerpo temblar y el suyo hacer presión para que no me aflojara.

- Me encantas, eso es lo que me pasa. –Dijo con sus dedos enredados en mi colita de pelo.-
-Sonreí y lo besé.- Nunca creí que esto iba a pasar. –Y volví a besarlo.- Vos a mí también.

Sonreímos cual pelotudos y volvimos a besarnos, terminamos abrazados.

- Esto está muy mal. –Dijo.-
- No me importa. –Lo abracé más fuerte.-
- Sí que importa. –Se separó un poco de mí y me miró.-
- A mí no me importa. –Y volví a besarlo.-
- Acá es mi trabajo.
- Podemos vernos en donde quieras.
- Para un poco. –Me dijo.-
- Me gustas hace años, no puedo frenar. –Y volví a besarlo.-

Él no se negó, me tomó por la cintura e hizo que me sentara sobre una mesa que había allí. Mis piernas rodearon su cintura y nuestros labios seguían unidos.

- No podes ser tan hermosa. –Dijo bajando con besos por mi cuello y yo sonreí, abrazándolo por la espalda.-
- Vos sos hermoso. –Busqué su boca para volver a besarlo.-
- Me tengo que ir de acá.
-Reí.- Ya subieron eh.
- ¿Y entonces?
- Nos tenemos que quedar acá hasta el cambio de hora.
- ¿En serio?
- Y sí… Bah, no sé. A mí me gustaría. –Volví a besarlo.- ¿Vos ahora tenías que dar clases?
- No, en la última hora.
- Entonces quedate conmigo. –Lo abracé por el cuello y lo besé.-
- Esto está mal.
- ¡No me importa! –Sentencié.- Espero esto hace años.
- ¿Qué es esto?
- Besarte. –Y volví a besarlo, reímos.-
- No podes ser tan hermosa. –Sonreí y él corrió el pelo de mi cara, me había despeinado.-
- Vos sos hermoso.

Nuestros labios volvieron a unirse y terminamos abrazados, otra vez.

Mi mejilla estaba apoyada en su hombro y mis brazos rodeaban su cintura. Su mentón estaba en mi hombro y sus manos rodeaban mis omoplatos.

Respiré hondo, tranquila y con una sonrisa.

- Me gustas demasiado. –Dije muerta de vergüenza.- Desde la primera vez que te vi cuando entraste al aula. –Suspiré.- Siempre desee estar así con vos, todos los días de mi vida.
- Sos muy tierna.
-Me separé de él.- Muy pendeja e idealizadora, ya lo sé.
- No, no dije eso. ¡Dije tierna! –Sonreí y acarició mi mejilla.- Y muy linda.
- Siento que mis cachetes están rojo tomate. –Reímos y me besó.-
- Quiero besarte.
- No me voy a negar.

Sonreímos y volvimos a besarnos.

Sonó el timbre y suspiramos.

- Tengo que subir. –Dijo.-
- Subí… ¡Antes de que te secuestre! –Reímos y fuimos hasta la puerta del lugar besándonos.-
- De verdad, tengo que subir.
- Anda, dale. Yo subo en un ratito.
- Está bien. –Volvió a besarme.-
- Me encantó esto que pasó.
- A mí también. –Volvimos a besarnos.- Pero que quede entre nosotros.
- Nunca haría nada para perjudicarte. –Lo besé.- Subí. ¡Dale!
- ¡Sos hermosa!

Me dio un último beso y se fue, yo caminé hacia atrás hasta que quedé sentada en la mesa, con mis piernas colgando y mi corazón como loco.

¡No podía creerlo! ¡Estaba feliz!





-

Hola a todos, muchas gracias por los comentarios que recibí y por la cantidad de visitas que tiene el blog. Me alegra que les guste.

Acá les dejo la segunda parte, que espero que también les guste.

En un ratito subo el adelanto del capítulo de mañana a
https://instagram.com/fanficspyp/ (posta que ahora lo subo, ayer tuve un problemita técnico, jajaj)

Y acuérdense, si quieren que les pase los cortos de este blog, solo tienen que avisarme!

Gracias otra vez y comenten, por favor.☺

miércoles, 12 de agosto de 2015

Amor en clave I.


Mañana volvían a empezar las clases y eso me tenía nerviosa, muy nerviosa… Pero no nerviosa porque era el último año, ni porque no tenía ganas de estudiar, ni por nada de lo que cualquiera pudiera pensar.

Estaba nerviosa, por él. Lo iba a ver otra vez después de dos meses y 23 días… Sí, quizás sea un poco enfermizo lo que tengo con él, pero no lo puedo evitar.

Cierro mis ojos y lo imagino, lo imagino y me estremezco. Escucho su voz mientras veo sus labios moverse a la par de lo que dice, mientras mi mirada verde se clava en la suya color café. Suspiro y abrazo fuerte mi almohada, imaginando que es él. Él, abrazándome con fuerza, besando mi cuerpo… Siendo mi primer hombre.

Pasaba las malditas veinticuatro horas de cada día pensando en él, imaginando distintas situaciones. Imaginándolo como mi novio…

Intento evadir la idea de que es un amor prohibido porque lo que me pasa con él, me pasa. ¡Y no puedo evitarlo!

El reloj marca las tres y cuatro de la madrugada y la alarma de mi celular sonará seis y media. ¡Divino! Volvería a verlo con un par de ojeras monumentales.

Volví a cerrar mis ojos y recordé la última vez que lo había visto, allá por diciembre.

Hacía mucho calor, yo vestía mi pollera del uniforme, la camisa y la corbata, claro que no llevaba medias altas, sino solo mis zapatos. Mi pelo estaba prolijamente acomodado con una colita y mis ojos delineados.

Estaba sentada en el suelo del pasillo por el que se comunicaban todas las aulas de mi colegio, revisando mi celular y esperando a mi mejor amiga que saldría de rendir un examen que definía si aprobaba Literatura o no.

Lo vi venir y sonreí, me levanté y me quedé parada, apoyada contra la pared. Intenté hacerme la distraída, pero cuando estaba cerca simplemente no podía.

- Buen día Paula. –Dijo mirándome.-
- Buen día profe. –Sonreí.-
- ¿Qué hace acá sola?
- Estoy esperando a Tefi que está rindiendo con Raquel.
- Uh, pobre.
-Reí.- Es un poco brava la profe, pero le tengo fe a mi amiga.
- ¿Y yo?
- ¿Usted qué? –Dije apretando mis manos por detrás de mi cuerpo, nerviosa.-
- ¿Soy bravo con los alumnos?
- ¿Cómo profesor?
- ¿Cómo que va a ser?
- No, no sé. –Me encogí de hombros y reí.-
- ¿Lo soy o no?
- No, usted es el mejor profe que tiene esta escuela.
- Wow, cuánto halago.
- Es la verdad.
- Gracias.
- De nada. –Le sonreí y le devolví la sonrisa.-
- Qué tenga unas buenas vacaciones alumna.
- Igualmente profesor.

Su cuerpo se acercó al mío y sentí que mi corazón iba a pegar un salto hasta despedirse de mi cuerpo, me tomó por el hombro y nos saludamos.

- Nos vemos en Marzo. –Dijo.-
- Nos vemos. –Sonreí y se fue.-

Me deslicé por la pared, apoyándome con mi espalda y volví a sentarme en el suelo. Tomé el celular entre mis manos y escribí al grupo de mis amigas, antes de morir.

Intentaba no ser tan predecible, pero claramente no podía… Aunque, si él notaba lo que me pasaba sinceramente no me molestaría. ¡Si lo que más quería era amarlo a los gritos!

Llevaba este amor (o lo que sea) dentro hacía tres años, desde la primera vez que lo vi que mi cuerpo se aflojaba cada vez que estaba cerca de mí.
La alarma de mi celular sonó y con toda la furia, había logrado dormir una hora y media. ¡Okei! Había llegado el día. Me senté en la cama y desenchufé el celular que había dejando cargando, lo encendí y agarré mi uniforme para irme al baño, en donde me cambié y acomodé un poco mi cara y mi pelo. Desayuné, nerviosa por demás y fui a lavarme los dientes…

Busqué mi mochila, revisé que estuviera todo lo necesario y salí rumbo al reencuentro… Digo, a la escuela.

La mañana pasó con más cantos y bardo que otra cosa. ¡Claro, estábamos en nuestro último año!

Pero… No había visto a mi profesor en ningún lado, lo cual me tenía bastante ¿Triste?

Salí del edificio, luego de saludar a mi grupo de amigos y caminé hasta la parada de colectivos.

- Creí que se había ido de la escuela. –Dijo alguien detrás de mí y sonreí.-
- ¿Profe?
- Sí, soy yo. –Comenzó a caminar a mi lado.-
- ¿Por qué?
- Porque no la vi en toda la mañana.
- ¿Me estuvo buscando?
- Sí…
- ¿De verdad?
- Sí, me pareció raro no verla, nadie se cambia en el último año.
- No me cambié igual.
- Menos mal.
- ¿Por qué?
- No, por nada. –Respondió nervioso y algo dentro mío, sonrió.-
- ¿Le pasa algo profe?
- No, nada… Me voy.
- Está bien, yo también me voy.
- Nos vemos mañana que me toca su curso.
- Nos vemos mañana entonces.

Y él se fue casi corriendo. ¿Yo? Con ganas de tirarme al suelo y rodar… Juro no exagerar. ¿Qué le pasaba? Seguro que nada y eran ilusiones mías.

Aún así, esperé ansiosa el día siguiente como pocas veces.

Cuando entró al aula sonreí, nerviosa.

- ¿Te podes calmar boluda? –Dijo Karen, codeándome.-
- ¡Dejame nena!
- Sos muy evidente.
-Suspiré y la miré.- No lo puedo evitar. –Reí.-

- Buen día chicos. –Dijo Pedro y sonreí, mirando mi cuaderno.-

Era la última clase del día y yo no había dejado de observarlo ni un segundo, su clase de biología me importaba poco y nada… Tan solo me importaban sus labios, sus ojos, su cuerpo tan perfecto. Crucé mis piernas y sonreí al sentir un cosquilleo en la parte baja de mi panza.

El aula se vació ni bien sonó el timbre y yo me quedé guardando mis cosas, claro que lo hacía lentamente a propósito.

Sin querer, y realmente sin querer, se me cayó mi cartuchera y dada vuelta.

- ¡La puta madre! –Dije y me arrodillé en el suelo, para comenzar a juntar las cosas.-
- No es tan grave che. –Se agachó frente a mí y me ayudó.-
- Gracias.
- De nada. –Dejó las cosas que sostenía con su mano dentro de mi cartuchera.-

Nos paramos los dos a la vez y creí morir cuando lo sentí tan cerca de mí, rápidamente lo esquivé y le di la espalda, para meter las cosas que quedaban en mi mochila.

Sin saludarlo, quise salir, pero él me tomó de la mano. ¡Iba a explotar en un millón de emociones!

- ¿Qué pasa? –Pregunté sin darme vuelta, pero sin soltarlo.-
- No quiero que te vayas.
- ¿Por qué? –Lo miré entusiasmada.-
- Quiero que seas mi ayudante.
- ¿Tu ayudante en qué?
- En las clases.
- ¿De verdad?
- Sí, si queres claro.
-Me encogí de hombros.- ¿Cómo te ayudaría?
- A armar las clases… -Pensó dos segundos y soltó mi mano.- No, no. No dije nada. –Y quiso irse, pero esta vez fui yo la que lo siguió. No iba a perder la oportunidad de estar cerca de él.-
- No lo entiendo.
- Yo tampoco me entiendo.
- ¿Le pasa algo?
- No, no puedo decirlo.
- ¿Qué no puede decir?
- Lo que me pasa.
- ¿Por qué?
- Porque usted es mi alumna.

Y se fue. Suspiré y golpee con fuerza la pared. ¡La puta madre!

- ¿Qué pasa alumna? –Preguntó la preceptora.-
- Nada, ya me estoy yendo.
- ¿Por qué sigue acá?
- Porque un profesor quería hablarme.
- No puede estar acá.
- Ya lo sé, por eso me voy. Hasta mañana.

Y comencé a caminar sin que la preceptora me respondiera.

Por suerte, el colectivo vino rápido y llegué a mi casa en pocos minutos. Cuando llegué no había nadie porque mis viejos estaban de viaje, asique corrí a mi habitación y dejé caer la mochila al suelo.

Me encerré allí y prendí el aire acondicionado.

Intenté tomar aire para evitar las lágrimas pero no pude. ¡No pude!

El amor no viene con instrucciones, nada en la vida las tiene, pero algo me decía que esto que yo sentía era amor. ¡No me importaba lo que digan! Todos decían que era un amor platónico o una calentura adolescente, una fantasía… ¡Pero yo estaba segura de lo que sentía!

Cada vez que lo sentía cerca se me aflojaban las piernas, mis manos transpiraban y mi corazón se enloquecía… Mirarlo me volvía loca, él me volvía loca.

Podía pasar horas imaginando como sus labios encajan a la perfección con los míos, o como los dedos de su mano se entrelazan con los míos. Imagino que dormimos abrazados, que charlamos de la vida… Imagino todo con él, todo.

Él tenía 7 años más que yo, no era tanto… Pero el problema era que en mi vida, para el resto, él era mi profesor.

¿Para mí? ¡El amor!

Y ahora estaba confundida, no con lo que sentía yo por él, sino con lo que él sentía conmigo.

¿Qué habían sido esos dos encuentros? ¿Me estaba queriendo decir algo o era todo una fantasía mía? ¿Era real o eran las ganas de que pasara realmente?