jueves, 8 de octubre de 2015

Patines VIII.


Estacioné en la puerta del club y bajé del auto, lo cerré e ingresé al lugar. Subí las escaleras que me separaban del salón de patín y cuando estuve allí, me quedé espiando por la ventana.

Emma estaba haciendo una rutina y él la supervisaba, sonreía demasiado cuando los veía juntos.

Cuando terminó la canción no pude evitar entrar y ni bien Emma me vio, se acercó a mí patinando.

- Hola mami. –Dijo abrazándome por la cintura.-
-Sonreí.- Hola mi amor. –La abracé y besé su cabeza.- ¿Cómo estás?
- Mal, no me sale un salto.
-Reí.- Mmm… No te creo.
- ¿Cómo no me crees?
- Vos sos la más grosa, seguro te sale hermoso.
-Me miró.- No, vos sos la más grosa.
-Negué con mi cabeza, riendo.- Vos sos mi versión mejorada. –Volví a abrazarla.- Quiero verte… ¿Me mostras la rutina?
-Sí. –Sonrió y camino hasta el centro del salón.-

Yo caminé hasta estar detrás de Pedro y lo abracé por la espalda.

- Hola amor. –Besé su cuello.-
- Hola mi amor. –Tomó una de mis manos y la besó.- ¿Pero por qué atrás? ¡Quiero un beso!

Reí y lo dí vuelta, para besarlo.

- ¿Estás cansada? Tenes unos ojitos.
- Me cuesta dormir en la clínica. –Suspiré.-

Y en ese momento, Emma se acercó a nosotros.

- ¿Van a verme?
-Reí.- Sí hija… ¿Queres que ponga la música?
- Sí mami, dale.

Puse la música y me senté en las piernas de Pedro, para mirarla.

Emma hizo toda su rutina y la mirábamos con una sonrisa, amábamos viéndola hacer con tanto amor aquello que nosotros tanto amábamos y que nos había unido.

- ¡Te sale hermoso hija!
- Mmm… -Me dijo sentándose en el piso.-
-Reí.- De verdad…
- Hay cosas que me no me gustan.
- Pero falta un mes para la competencia. –Le dijo Pepe.-
- Sí, ya sé. –Respondió Emma.- ¿Podemos patinar un rato los tres? ¡Por favor!

Con Pedro sonreímos y asentimos. Nos pusimos nuestros patines, los cuales estaban en el vestuario y pusimos música.

Pasamos varias horas patinando juntos y ya no dábamos más.

Pedro y yo nos sentamos en el suelo y Emma nos miró riendo.

- ¿Ya se cansaron?

Pepe y yo reímos.

- Seguí vos hija… -Le dijo Pepe.-
- ¡Ufa! –Se sentó frente a nosotros.-
- Estamos patinando hace dos horas Emma. –Le dije.-
- ¿Tanto? –Rio.-
- Sí, tanto… -Dije quitando mis patines.- Mamá ya no patina tanto como antes, me canso rápido.
- ¿Por qué?
- Porque cuando supe que estaba embarazada de vos, dejé de patinar para competir… Ahora solo doy clases, entonces no patino tanto.
- ¿Y por qué no dan clases juntos?
- Porque papá entrena para competencias, como me entrenaba a mí y ahora a vos… Yo doy clases a grupos, más grandes.
- Ah… -Dijo rascando su cabeza.- ¿Nos vamos a casa?
- Dale Emmi. –Dijo Pepe.-

Un rato más tarde, estábamos en casa.

- ¡A bañarse hija!
- ¿Me ayudas mami?
-Reí.- ¡Tenes ocho años Emma!
- Pero quiero estar con vos.
-Sonreí, muerta de amor.- Bañate que después hacemos algo juntas…
- Bueno, está bien. –Dijo bufando y yo reí.-

Emma se fue a bañar y Pedro me sorprendió, abrazándome por la espalda.

- Ay, hola. –Dije y tomé sus manos.-
-Besó mi cuello.- Hola hermosa. –Sonreí y cerré mis ojos.-
- Me encanta que me abraces así.
- Por eso lo hago Pau.
- Me sigue pareciendo muy loco que estemos juntos.
- Pasaron quince años.
-Reí.- Ya sé, pero igual… Todo lo que tuvimos que pasar.
- ¿Pero no valió la pena?
-Sonreí.- Sí, soy muy feliz con ustedes.
- Y yo con ustedes. –Me abrazó más fuerte.- Te amo mi amor.
-Giré mi cabeza hasta poder besarlo.- Yo también te amo Pepe.

- ¡Mamá! –Me gritó desde el baño y reí.-
- Creo que te requieren… -Me dijo Pepe.-
-Me solté de él y lo miré.- Me dijo que quería pasar un rato conmigo. –Suspiré.-
- ¿Y qué tiene de malo?
- Que siento que estoy poco presente.
- No digas boludeces.
-Me encogí de hombros.- Estuve muchas noches fuera de casa.
- Bueno, pero fue por tu mamá.
- Sí, ya sé.
- No te maquines y anda con ella.

Asentí y le dí un beso, para luego ir a buscar a Emma.

- ¿Qué pasa hija?
- Ya estoy lista. –Tomó mi mano.- ¿Qué vamos a hacer?
- ¿Qué queres hacer?
- Cualquier cosa con vos, te extraño. –Y me abrazó.-
- Yo también te extraño princesa.
- ¿La abuela ya está mejor?
- Sí Emma.
- ¿Entonces te quedas en casa?
-Sonreí.- Sí…

Caminamos abrazadas hasta mi cuarto y nos acostamos en la cama. Estábamos charlando un poco, hasta que nos quedamos en silencio y no pude evitar, tirarme sobre ella y llenarla de cosquillas.

- ¡No mamá! ¡No!
-Reí.- Me encanta que te rías hija.

Y en ese momento, ella me devolvió las cosquillas. Yo reía, ella también reía. Amaba estar así con mi hija.

La abracé, dejando que se quede sobre mi cuerpo y besé su cabeza.

- No quiero que te vayas más mami.
-La abracé más fuerte.- Me voy a quedar toda la vida con ustedes.
- Por favor.
-Besé su cabeza.- ¿Queres dormir conmigo hoy?
- Sí ma.

Mi mamá estaba enferma y recién ahora había vuelto a acercarme a ella. Nunca habían terminado de aceptar mi relación con Pedro, pero cuando supe lo que le pasaba dejé el orgullo de lado y me acerqué a ella. Quizás era tarde, pero prefería que sea tarde antes que nunca.

- ¿Cenamos? –Preguntó Pepe en la puerta de la habitación.-
- Mmm… Sí. –Respondí, me estaba quedando dormida.-
- ¿Te desperté?
-Bostecé.- Sí, pero no pasa nada. ¿Comemos Emmi?
- Sí. –Dijo y se sentó.- Yo también estaba durmiendo. –Rio.-
- Comemos y después dormimos todos. ¿Quieren? –Preguntó Pepe.-
- ¡Juntos! –Gritó Emma y nosotros reímos.-

Cenamos los tres juntos y luego, nos cambiamos y nos metimos en la cama. Emma estaba en medio nuestro y no se quedaba quieta.

-Reí.- Quedate quieta hija.
- Perdón. –Dijo riendo.- ¿Me abrazan?

Con Pedro nos miramos sonriendo y la abrazamos, cada uno a un costado y unimos nuestras manos en su espalda.

- Descansa hija. –Susurró Pepe en su oído.-
- Me encanta estar así con ustedes.
-Sonreí.- A nosotros también. –Besé su mejilla.- Hasta mañana Emmi.

Nos quedamos en silencio y abrazándola, hasta que se quedó dormida y yo me levanté al baño.

- Amor… ¿Estás bien? –Preguntó Pepe del otro lado de la puerta.-
- Sí. –Respondí tratando de que no se notara mi llanto.-
- ¿Puedo pasar?
- Mmm… Sí.

Pedro entró y ni bien lo vi, lo abracé.

- No doy más Pepe.
- Tranquila, ya va a pasar todo.
- Me siento horrible por no haberme acercado a mis viejos antes.
- No podes volver el tiempo atrás, además… Te hicieron mucho mal, es entendible que puedas recién ahora.
- ¿Pero si le pasa algo a mi mamá?
- No pienses en eso.
- No puedo…
-Se separó un poco de mí, secó mis lágrimas y me besó.- Lo peor ya pasó…
- Ya sé.
- ¿Entonces? Tenes que estar contenta de que tu mamá está mucho mejor y de que tenes a tus papás otra vez.
-Me encogí de hombros.- Perdón, pero a veces no puedo evitar llorar.
- No tenes que pedir perdón tonta.
-Sonreí y lo abracé.- Gracias.
- ¿Por qué?
- Por no haberme dejado caer nunca, por cuidarnos tanto a las dos.
- Siempre mi amor. –Besó mi cuello.- Siempre vamos a estar los tres juntos.
- Siempre pienso que habernos animado a estar juntos fue nuestra mejor decisión… -Lo miré.- Y que lo mejor que hicimos juntos fue nuestra hija.
-Sonrió y me besó.- Pienso exactamente lo mismo. –Nos besamos.- Dale, no llores más.
-Reí.- Me lavo la cara y voy.
- Te espero…

Sonreí y me lavé la cara, volvimos juntos a la cama y nos dormimos, los tres abrazados.








miércoles, 7 de octubre de 2015

Patines VII.


Al día siguiente, estábamos a punto de volver a Buenos Aires. En la terminal de micros, La abracé por la cintura y la besé.

- No me voy a olvidar nunca de estos días. –Le dije.-
-Sonrió.- Yo tampoco y espero que cuando estemos allá las cosas sigan así.
- Vas a ver que sí. –Volví a besarla.- Es demasiado complicado dejarte ir.
-Volvió a sonreír y me besó.- A pesar de lo de mi pie, fue el viaje más lindo de toda mi vida.
- Vamos a vivir muchos más.
- Me tenes demasiada confianza.
- ¡Ganaste! ¿Cómo no voy a tenerte confianza?
-Rio.- No sé…

Nos dimos un último beso y nos dirigimos al micro, mediante el cual volvimos a Buenos Aires.

En la terminal de nuestra provincia, ya teníamos nuestros bolsos y estábamos sentados en el suelo. Tomados de la mano.

- No sé si quiero volver a mi casa. –Dijo y apoyó su cabeza en mi hombro.-
- ¿Por qué? –Pregunté y besé su frente.-
- Me acostumbré a tenerte cerquita todo el tiempo.
- Podemos vernos todas las veces que quieras.
- ¿De verdad?
- Obvio. ¿Hay algo que nos lo impida?
-Sonrió.- No…
- ¿Entonces?
-Me miró y me besó.- No sé… Tengo muchas inseguridades.
- ¿Por qué?
- Porque soy más chica.
- ¡Olvidate de eso! –La besé.- De verdad…
-Sonrió.- Gracias, me tratas hermoso.
- Te trato como te mereces. –La besé.- ¿Volvemos?
- Mmm… Bueno, dale.
- Podes venir a mi casa siempre que quieras.
-Sonrió.- Te tomo la palabra eh.
- Obvio Pau. –La besé.-

-

Pedro me acompañó hasta mi casa y luego siguió camino hasta la suya. Cuando entré, dejé mis bolsos en el suelo y mis viejos vinieron a saludarme y felicitarme.

Pasé un rato hablando con ellos, omitiendo los detalles de Pedro y luego subí hasta mi cuarto. Extrañaba demasiado mi cama, asique me tiré allí y busqué mi celular.
“Ya te extraño…”

“Tan linda sos.”

“¿O cargosa?”

“No, no. ¡Linda!”

“Bueno…. Gracias por el cumplido.”

“No es un cumplido. Es una realidad. Y cuando quieras, nos vemos.”

“Mmm… ¿Hoy a la noche?”

“¿Y tus viejos?”

“Se van… ¿Queres venir a mi casa?”

“Prefiero que vengas.”

“Sí, yo también prefiero ir.”

“Entonces te espero…”

“Y yo espero verte.”

“¿Ves que sos linda?”

“Jajajaja. ¡Vos sos lindo!”

“Muchos, muchos besos.”

“Millones para vos Pepe.”

Suspiré y dejé mi celular a un lado. Me daba miedo que todo lo que siempre había deseado, estuviese sucediendo.

Ordené un poco mis bolsos y luego me quedé dormida, no daba más.

-

Me sentía raro… Pero estaba tan contento que eso no me importaba.

Esos pocos días que habíamos pasado juntos me habían hecho notar que la quería mucho más de lo que creía.

Cuando llegué a mi casa, ordené las cosas que había llevado y me tiré a dormir porque no daba más.

Al despertar, me dí una ducha y preparé algo para comer. No me daba demasiada maña en la cocina, pero al menos había podido armar unas pizzas para esa noche.
“Venite cuando quieras hermosa.”

“Mmm… Dame un ratito y estoy ahí.”

“Te espero ansioso.”
-

- ¿A dónde vas? –Me preguntó mi mamá.-
- Salgo ma.
- ¿Pero a dónde?
- A una casa.
- ¿De quién?

Suspiré.

- Cosa mía mamá.
- Decime o no salís.
- ¿Qué? ¿No te parece que ya estoy grande?
- Quiero saber por dónde andas.
- Estuve semanas sola en Mendoza y sobreviví eh.
- Pero ahora estás de nuevo en mi casa.

Y por dentro pensé: por desgracia.

- ¿Por qué sos tan pesada mamá? ¡Acepta que crecí! –Grité.-
- ¡No le hables así a tu mamá! –Dijo mi papá.-
- ¡Pero ya no soy una nena! –Dije llena de bronca.-
- Pero seguís viviendo en esta casa. –Respondió mi mamá.-
- ¿Y? ¡Ustedes salen y yo no les pido explicaciones!
- No es lo mismo Paula. –Dijo mi papá.-
- Salgo con mi novio. –Dije ya vencida por la situación.-
- ¿Novio? ¿Quién es? –Preguntó desencajada mi mamá.-
-Suspiré.- Pedro.
- ¿Pedro tu entrenador? –Preguntó mi papá sorprendido.-
- Sí. –Respondí.- Estamos juntos.
- ¡Es muy grande para vos Paual! –Me gritó mi papá.-
- No me importa. –Lo desafié.-
- ¡Vas a tu cuarto y no salís de ahí! –Me dijo enojado.-
- ¡Vos no vas a controlar mi vida papá!
- ¡Dale Paula!

Y me obligó a caminar hasta mi cuarto, en dónde me encerró con llave.

- ¿Me estás jodiendo papá? ¡No soy más una nena! –Grité pateando la puerta.-

Pero obvio que no tuve respuesta, me dejé caer vencida y llorando en la cama, hasta que pensé en una locura… La cual iba a ejecutar.

Luego de lavarme la cara, salí por el balcón de mi habitación y me dirigí a la casa de Pedro.

Toqué timbre y cuando lo ví, lo abracé.

- ¿Qué pasa Pau? ¿Estás llorando?
- Mi viejo me encerró para que no nos veamos.
- Hey… ¿Por qué?
- Porque dice que sos muy grande para mí.
-Suspiró y besó mi mejilla.- Veni… Pasa.

Pedro cerró la puerta e ingresamos a su casa. Hizo que me sentara en el sillón y él se agachó frente a mí, tomando mis manos.

- No llores.
- Fue horrible Pepe.
- ¿Y cómo saliste?
- Por el balcón. –Reí.- Encima ahora me duele el pie.
- ¿Te lo doblaste?
- Un poco. –Suspiré.-
- Estás loca vos.
- No voy a dejar que me digite la vida.
-Se sentó a mi lado y me abrazó por el costado.- Tranquila, no llores más. –Y me abrazó.-
- Te juro que no voy a dejar que nadie nos separe.
- No me tenes que jurar nada. –Me besó.- No llores más. –Secó mis lágrimas.-

- Perdón…

- No me tenes que pedir perdón. –Me besó.- ¿Queres quedarte?

- Sí, por favor.

- Entonces anda al baño, lavate la cara, tranquilizate… -Me besó.- Que cociné y quiero que pasemos una linda noche.
- ¿Cocinaste para mí?
- Sí.
-Sonreí y lo besé.- Tenes razón, no tienen que arruinarnos la noche…
-Terminó de secar mis lágrimas con besos.- Te espero en la cocina.
- Dale. 

Lo besé y fui a lavarme la cara.



martes, 6 de octubre de 2015

Patines VI.


Luego de terminar la rutina y recibir aplausos con una sonrisa, volví al lado de Pedro. Él me abrazó por la cintura y besó sentidamente mi mejilla.


- La rompiste hermosa.

-Sonreí.- ¿En serio?
- Muy en serio.
- Bueno, gracias.
- No me lo agradezcas, es la verdad. ¡Brillas!
-Sonreí y besé su mejilla.- Ahora hay que esperar…
- Ya está, ya pasó todo y la rompiste. Ahora tenes que estar tranquila.
-Reí.- Eso voy a intentar.

Pasaron algunas participantes más y yo sentía mi pie latir, me dolía. No pude evitar algunas lágrimas.

- Hey… ¿Qué pasa Pau?
- Me duele mucho.
- ¿Te hiciste mal?
- No, no sé.
- ¿Queres que vayamos? Sino… Sacate el patín.
- No, no quiero que lo sepan.
- Pero…
- Me banco el dolor, no importa.
- ¿Segura?
- Sí. –Sequé mis lágrimas y suspiré.-
- Si no lo aguantas, me lo decís.
- Sí Pepe.
- Tranquila… -Me abrazó fuerte por la cintura y yo cerré mis ojos.-

Siguieron pasando las participantes y acababa de terminar la última. Pedro se paró y me dio la mano, yo sonreí y me ayudó a levantarme. 

- ¿Podes?
- Sí…
- ¿Estás mejor?
- Sí. –Suspiré.- 

Nos abrazamos y patiné hasta mi posición. Éramos 10 e iban a ir eliminando de a una. Yo sentía que estaba a punto de caerme, de los nervios y del dolor. Trataba de no apartar la mirada de los ojos de Pedro, quién tampoco quitaba sus ojos de los míos.

Quedábamos 5 y la intriga era cada vez más. Yo no pude evitar llorar, tenía una mezcla de sentimientos en mi interior que no podía evitarlo.

Cuando quedamos 4, los jurados pidieron un rato para terminar de definir y las posiciones y ahí sí que me caía redonda al suelo.

- No doy más. –Dije en mi camarín.- 
- Permiso eh.

Quitó el patin de mi pie lesionado y estaba realmente hinchado.

- Me duele demasiado. –Dije nerviosa.-
- Tranquila… Es normal que esté hinchado Pau.
-Suspiré.- ¿Cuánto tiempo dieron?
- 20 minutos. ¿Queres que te ponga hielo mientras?
- Mmm… Sí.

Pedro buscó el hielo que había junto con las cosas de primeros auxilios y los puso sobre mi pie.

- Tranquila que tenemos un rato.
- Tener tanto tiempo no me tranquiliza.
-Rio.- Bueno, tenes razón… ¿Queres un analgésico?
- Sí, por favor.

Pasaron los 20 minutos y volví a ponerme el patín, para ingresar de nuevo al salón de la competencia.

Eliminaron a una más y no podía creer estar entre las tres mejores, invitaron a los entrenadores y Pedro se paró detrás de mí, me abrazó por la espalda y yo posé mis manos sobre las suyas, las cuales estaban en mi abdomen.

Besó mi nuca y sonreí, cerré mis ojos y esperé a que nombraran al tercer puesto… 

- No tiembles che.
-Reí.- No doy más.
- Ya falta poquito.
-Suspiré.- No me sueltes porque me caigo.
-Rio.- Yo me quedo acá.

Nombraron al tercer puesto y no podía creer que no me habían nombrado. Me dí vuelta y lo abracé a Pedro por el cuello.

- Queda el último pasito… -Susurró en mi oído.-
-Ya no podía evitar las lágrimas.- Te juro que estar viviendo esto y con vos, a pesar de los nervios, es lo que siempre soñé.
- Entonces no llores…
-Reí.- Estoy nerviosa, ansiosa, feliz, con miedo. No sé. –Volví a reír.-
- Me da mucho orgullo que seas mi polla.
-Sonreí y besé su cuello.- Me muero por besarte…
- Después de que ganes, chapamos todo el día.
- ¿Y si pierdo?
- Igual… ¡Pero no vas a perder!

Y en ese momento, el conductor volvió a tomar la palabra, el jurado ya tenía la decisión. Nos paramos uno al lado del otro, con nuestras manos unidas y yo tenía mis ojos cerrados. Me sentía temblar, de pies a cabeza pero… Su mano unida a la mía me daba estabilidad.

- Y la ganadora es…

Y en ese momento, todo el alrededor se silenció… Solo sentía el latir de mi corazón, a punto de estallar.

- Paula Chaves.

Abrí mis ojos, sorprendida, con una sonrisa, a punto de caer, llorando… 

Salté y me colgué de Pedro, abrazándolo. Él me tomó por la cintura y comenzó a girar mientras reíamos en medio de lágrimas.

- ¿Viste que eras la mejor? ¡Te felicito hermosa! Me llenas de orgullo.

Frenó y me dejó en el suelo.

- Gracias, gracias, gracias. Vos me enseñaste todo lo que sé.
-Sonrió.- Anda a buscar tu premio, dale.
-Me separé un poco de él.- Vos vení conmigo.

Lo tomé de la mano y caminamos hasta el conductor, quién me dio la copa y la levantamos entre los dos.

Subí al escenario y me posicioné frente al micrófono.

- ¡Wow! –Dije haciendo un paneo del lugar.- No puedo creerlo… Lo soñé demasiado, me preparé demasiado, pero nunca creí que iba a llegar tan rápido. –Sequé mis lágrimas.- Principalmente quiero agradecer, por supuesto que al jurado por haberme elegido… También a mi familia por el apoyo eterno y a mi entrenador, que es el mejor del mundo y él lo sabe. –Hice una pausa y lo miré.- Gracias, de verdad. –Él sonrió y me tiró un beso.- Y… Ahora que ya pasó todo, voy a decirlo: me esguincé el pie hace algunos días, ensayando y me moría de miedo. Me moría de miedo de no poder llegar o de que me pasé algo en medio de la competencia, y aunque ahora me esté muriendo de dolor… Sé que valió la pena, porque patinar es la pasión más grande que tengo en esta vida. –Sonreí.- Gracias, de verdad. Me llevo este momento para siempre.

Me acerqué a la escalera del escenario y Pedro me dio la mano para bajar, ya que estaba con los patines.

Después de varias fotos, volví a mi camarín, en compañía de Pedro y de la copa. Me senté y quité mi patín, tratando de mover un poco mi pie.

- ¿Te das cuenta de lo que lograste, no? –Preguntó masajeando mi pie.-
-Sonreí.- No… Todavía no caigo.

Pedro se abalanzó sobre mí y me besó. Lo abracé por el cuello e intensifiqué aquel beso que tanto deseaba.

- Gracias, de verdad te lo digo.
- No, no me lo tenes que agradecer. Yo te enseñé mucho, pero el talento, el disfrute, la sonrisa, la energía… ¡Son tuyos!
-Sonreí y lo besé.- Voy a explotar de felicidad.
- Hacelo, porque te lo mereces.
-Volví a besarlo y lo abracé.- Gracias…
- ¡Deja de agradecer!

Reímos.

Me cambié y volvimos al hotel, yo no podía dejar de mirar mi copa. Me revisaron en la enfermería y me dijeron que mi pie no había empeorado, lo cual me dejó más tranquila.

Subimos con Pedro hasta mi habitación y entré a bañarme, porque no daba más. 

Cuando salí, aún no me había quitado el toallón de la cabeza y Pedro me tomó por la cintura, para besarme y arrinconarme contra la pared. Yo reí, pero lo dejé. Sus besos bajaron mi cuello y cerré mis ojos.

Lo abracé fuerte, aprisionándolo contra mi cuerpo y él susurró en mi oído:

- ¿Se puede?
- Deseo esto hace mucho tiempo, incluso más que el trofeo… -Reí.- No hay mejor manera de festejar. –Lo besé.- Y no te preocupes, porque no va a ser mi primera vez… 
-Rio.- ¿Por qué me lo decís?
- Porque capaz te incomodaba.
- Mmm… No. –Me besó.- Pero, prefiero que dejemos de hablar.
- ¿Sabes que prefiero lo mismo?

Sonreímos y volvimos a besarnos, yo caminé hacia atrás porque él me empujaba y caímos en la cama, sin ser capaces de que nuestros labios se despeguen.


lunes, 5 de octubre de 2015

Patines V.


Yo ya me había puesto mi pijama y estaba metida en la cama, él sentado a mi lado. Yo lo miré y tomé su mano.

- La pasé muy bien hoy… -Le confesé.-
-Sonrió y acarició mi cara.- Yo también. –Sonreímos y se acercó a darme un beso.- Pero dale, tenes que descansar porque mañana tenes que estar con todas las pilas.
- Lo decís y empiezo a temblar.
- Confía en que sos la mejor.
-Reí.- Vos sos un poco exagerado.
-Rio y besó mis labios.- Dale, dormí…

Me acomodé y me hice un bollito, mirando hacia dónde estaba él. Tenía frío, asique también acomodé las mantas.

Cerré mis ojos y Pedro comenzó a mimarme, yo sonreí y de a poco, empecé a relajarme.

- Soña con la copa eh.
-Reí.- Me está haciendo efecto esto eh.
-Besó mi frente.- Soy infalible. –Reímos y besó mis labios.- Descansa…
- Vos también Pepe.
- ¿Puedo quedarme acá?
- Mmm… Si queres. –Dije aún con mis ojos cerrados.-
- Me voy a ir a buscar algo para dormir.
-Sonreí.- Bueno, dale.

Hoy hacia cinco días que habíamos empezado esta “relación”, era poco… Pero me sentía tan bien.

Pedro se cambió en el baño de mi cuarto y se metió en la cama conmigo, no pude evitar abrir mis ojos y dedicarle una sonrisa.


- Nunca creí que iba a estar así con vos. –Le dije.-

-Me besó.- Yo tampoco, me costó bastante.

- Eso ya no importa, ahora lo que importa es que no se eche a perder.

- Vas a ver que no… -Volvió a besarme.- Pero dale. ¡Tenes que dormir!

- Me distraes. –Le dije riendo.-
- ¿Es culpa mía?
- Ajam… -Dije y lo besé.- 
- Entonces me voy…

Y amagó a irse, pero lo tomé del brazo para impedírselo.

- ¡Ni se te ocurra!
- Tengo que cuidar a mi patinadora.
-Reí.- Duermo, duermo… ¡Pero quedate conmigo!
-Me besó.- Dale… Dormí.

Volví a acomodarme, mirándolo y él acomodó frente a mí. Busqué su mano por debajo de las mantas y entrelacé mis dedos con los suyos, luego sentí su otra mano acariciar mi cuello y sonreí.

- Hasta mañana campeona.
-Sonreí.- Hasta mañana Pepe.

Me quedé dormida sintiendo sus suaves caricias, las cuales me tranquilizaban por completo.

Desperté a la mañana siguiente, sintiendo sus besos en toda mi cara.

- Buenos días señorita ganadora.
-Reí.- Buen día Pepe. –Dije y lo miré.- ¿Qué hora es?
- Las nueve…
- ¿Ya? –Y me senté de golpe.-
- ¡Tranquila che! Faltan un montón de horas.
- Pero…
- Llegas, tranquila. Ahora vas a desayunar.
-Reí.- Creo que me voy a morir.
- Tenes que estar tranquila.

Desayuné, aunque la verdad es que tenía un nudo en el estómago y luego me bañé. 

Fuimos en auto hasta el lugar de la competencia y estaba en mi camarín, el nivel de nervios que tenía era indescriptible.

Me peinaron y me maquillaron… Con Pedro nos aseguramos de que nadie viera entrar al médico, porque no quería que se sepa de mi esguince y me infiltraron en el camarín.

- ¿Cómo está ese pie?
-Suspiré, moviéndolo un poco.- Bien, creo.
- La vas a romper.
-Sonreí.- Eso espero… ¿Tenes la rutina?
- Sí, acá. –Dijo y me dio el papel.-

Primero pedirían algunos saltos y pruebas individualmente y luego, las participantes que habíamos llegado a la final, debíamos exponer nuestras respectivas rutinas.

- Espero que no pidan el salto con el que me esguince, creo que me paralizó.
- ¡Tranquilizate! –Dijo y me besó.- Confía en vos, confía en lo que haces, en lo que amas.
- Te juro que siento que me va a salir el corazón del cuerpo.
- Vení…

Pedro me abrazó y me llenó de besos.

- La vas a romper, porque sos la mejor. –Dijo mientras me abrazaba.-
- Gracias por estar conmigo, por entrenarme, por quererme, por todo.
- Es un placer enorme. –Se separó un poco de mí y me besó.- De verdad.
- Te quiero. –Dije muerta de vergüenza.- Hace mucho y de verdad.
-Me besó, suavemente.- Yo también te quiero hermosa. –Sonreímos y volvimos a besarnos.- Pero si te sigo besando, voy a sacarte todo el maquillaje.
-Reí.- Me lo retoco… -Lo besé.- Igual, tengo que irme a cambiar.
- ¿Te dejo sola?
- Voy al baño, quedate acá. Si te vas me desmayo de los nervios.
- ¿Tanto?
- Te juro. –Reí.- Es la primera vez que estoy en una competencia nacional, y encima en la final.
- Eso es porque sos grosa.
-Sonreí y le dí un beso.- Voy a cambiarme.
- Dale.

Me cambié, teniendo cuidado del vestuario, pero tratando de apurarme porque necesitaba sentirlo cerca.

Caminé hasta donde estaba él y me senté sobre sus piernas, sin pedirle permiso.

- Estás temblando Pau.
- ¿Cuánto falta?
- Diez minutos.
- ¿Y voy a sobrevivir?
-Rio.- Obvio que sí, porque sos la mejor. Ya te lo dije. –Me besó.-
- Vos sos el mejor, estoy acá por vos. –Lo besé y nos sonreímos.-
- ¿Te pongo los patines?
- Obviamente, no es día de romper cábalas. –Reímos.- Igual, quiero elongar un poco antes. ¿Tengo tiempo?
- Sí, tranqui.

Calenté un poco mis músculos, aunque ya lo había hecho antes también.

Luego, me senté a su lado y él se encargó de ponerme los patines, era una cábala desde siempre.

- Ahora sí… -Dijo y me dio la mano, para que me levante.-
- ¿Vas a estar ahí?
- ¡Obvio! ¿Qué pregunta es esa?
-Reí.- No sé. –Y lo abracé.- Pero te necesito cerca, tengo mucho miedo y muchos nervios.
- Vos solo pensa en lo que amas hacer esto, es lo único que tiene que importarte.
-Sonreí.- Gracias.
-Se separó un poco de mí y me besó.- ¡Rompela!

Volvimos a abrazarnos y a besarnos, para después salir al salón. Estaba por comenzar.

Nos ubicamos una al lado de la otra y entraron los jueces, junto con un conductor.

Hicimos algunos saltos y en cuarto lugar, nos pidieron el mismo con el que me había lesionado. ¡La puta madre!

Lo busqué a Pedro con la mirada y leí sus labios.

- Tranquila que sos la mejor.
-Sonreí y suspiré.- Te quiero.
- Yo a vos.

Sonreí e intenté concentrarme, era mi sueño, era lo que amaba hacer. ¡No podía ser que un simple miedo me arruine esto!

Logré hacerlo y las demás pruebas que nos habían pedido también… Luego, nos sentamos junto a nuestros entrenadores para observar las rutinas de las participantes. 

Estaba en el escenario la que venía antes que mí.

- Seguridad, confianza y conocimiento. –Dijo en mi oído.-
-Sonreí.- Lo sé.
- ¿Te duele el pie?
- No, para nada.
- Entonces olvídate de todo y disfrutalo.
- Es lo que voy a hacer.

Me llamaron y él besó sentidamente mi mejilla, luego me levanté y me acerqué al escenario.

Estaba nerviosa, como nunca en mi vida… Pero, a medida que pasaba la música y los movimientos, había podido tranquilizarme y disfrutar de cada movimiento.

Patinar era mi vida.






domingo, 4 de octubre de 2015

Patines IV.


- ¿Es necesario hablarlo ahora?
- Necesito saberlo. –Respondí.-
-Suspiró.- No sé muy bien como decírtelo.
- Como te salga.

Pedro hizo una pausa y bajó su mirada.

- Es que no lo sé muy bien. –Dijo sin mirarme.-
- ¿Tengo que preguntarte?
- No, no.

Y ahora me miró, rascando su cabeza.

- Es raro lo que me pasa… Lo pensaba hoy mientras te miraba dormir. –Hizo una pausa.- Te conozco desde que sos una nena, siempre te quise mucho porque era imposible no quererte. –Sonreí.- Te vi crecer, vi como te transformaste de nena a mujer, de una nena hermosa a una mujer hermosa. –Volví a sonreí.- Y sí, sos chica todavía… Eso no lo voy a negar, pero algo me pasa con vos.
- ¿Qué te pasa? –Pregunté incisiva.-
- Que me gustas, mucho. –Hizo una pausa y sentía que se me iba a salir el corazón por la boca.- Si me animé a dejar a Carla, es porque de verdad me pasa algo con vos.
- ¿De verdad la dejaste por mí?
- Sí…

Y aunque quise evitarlo, no pude no sonreír.

- ¿Y entonces? –Le pregunté porque estaba bastante confundida.-
- Y entonces… -Tomó mi mano.- Me gustas… En realidad, me encantas. –Hizo una pausa.- No, perdón. Me corrijo: me enamoras.

Y sonreí, a punto de morirme.

- Vos también me enamoras a mí. –Suspiré.- Pero, a veces tengo miedo de ser muy pendeja para vos y que te canses. –Hice una pausa.- No es que pretendo el casorio. –Reímos.- Es que… Me importas de verdad, te quiero de verdad y tengo miedo de hacer algo que te desilusione. ¿Me entendes?
- Sí, te entiendo… Pero, vos tenes que ser como sos, porque eso es lo que más me enamora de vos. Tus impulsos y tu espontaneidad.
-Sonreí y lo besé.- Gracias…
- ¿Por qué?
- Por animarte.
-Sonrió.- No iba a poder aguantar mucho más.
-Lo besé.- No te vayas…
- ¿A dónde pensas que me voy a ir?
-Reí.- No sé…
- Me quedo con vos, hasta que me eches.
- Me dijiste que íbamos a hacer ejercicios.
- Yo prefería darte besos.
-Reí y lo besé.- Después…
- Bueno, está bien. –Reímos y nos dimos otro beso.-

Hice varios ejercicios con mi pie esguinzado y luego, volví a ponerme hielo. Él estaba a mi lado, besándome, abrazándome por la cintura.

- Pepe… -Le dije posando mis manos sobre su pecho.-
- ¿Qué? –Se separó un poco de mí.-
- Tengo que tomar el analgésico.
- ¿Te lo traigo?
- Sino lo busco yo.
- Te lo traigo yo y también busco algo para comer…
- ¡Dulce!
-Rio.- Dale… ¿Y miramos una peli?

- Dale. –Sonreí.-



Así pasaron varios días y ya era viernes, mi pie estaba mucho mejor y ya entrenaba a la normalidad… En realidad, no tenía mucha opción porque la final era mañana.


- ¡Increíble! –Dijo cuando la música terminó.-

Suspiré y me senté en el suelo.

- ¿Seguro? Me siento un poco inestable.
- Te salió hermoso Pau.
- Me da miedo que el esguince me juegue una mala pasada.
- No pienses así. –Dijo y se sentó frente a mí.- Además, te vas a infiltrar antes de competir.
- Sí, ya sé.

Suspiré y Pedro comenzó a quitar mis patines.

- Por hoy, ya está…
- No, quiero seguir.
-Rio.- No… Tengo otros planes.
- ¿Cuáles?
- Sorpresa.
- Pero para eso tenemos tiempo, ahora quiero seguir entrenando.
- No sobreexijas tu pie, te sale hermoso y te lo sabes perfecto.
- ¿Me lo decís de verdad?
- Sí mujer. –Reí y me besó.- Dale…

Terminó de quitar mis patines y me dio la mano para que me levante.

- Ahora cada uno se va a ir a su cuarto, nos vamos a bañar y después vamos a salir.
- ¿En serio? –Le pregunté entusiasmada.-
- En serio, es nuestra primera cita.
-Sonreí.- Ay, qué lindo suena. –Nos dimos un beso y caminamos hasta dentro del hotel.-

Después de una hora y media, habíamos salido del hotel y estábamos caminando tomados de la mano hacia un lugar que no sabía qué era.

Frenó y me hizo frenar… Estábamos frente a un restaurant estilo cabaña, sonreí al verlo.

- ¿Es acá? –Pregunté.-
- Sí, es acá… -Me respondió y me dio un beso.- ¿Entramos? Tengo mucho frío.
-Sonreí.- Sí, dale.

Entramos al lugar y era completamente hermoso. Todo de madera, con hogares a leña y mesas en el suelo, con almohadones. Nos sentamos en la mesa que Pedro tenía reservada y comenzamos a leer la carta.

- Invito yo eh. –Me dijo y yo reí.- Elegí lo que quieras…

Al rato, ya teníamos la comida servida…

- Es muy hermoso este lugar. –Dije.- Y es más hermoso porque estamos juntos.
-Sonrió y besó mi mano.- Quiero que pasemos una linda noche, tratando de olvidarnos de los nervios.
-Reí.- Eso es un poco complicado.
- Yo estoy tan seguro de que la vas a romper que no estoy nervioso.
- ¡Dale Pedro! No te creo.
- Te lo juro.
- Mmm…
- ¡En serio!
-Reí.- Bueno, gracias.
- Entreno a la mejor patinadora de todas.
-Sonreí.- Es mucho me parece.
- Para mí no. –Y se acercó a darme un beso.-
- Para mí es que tengo al mejor entrenador del mundo entero.

Reímos y nos dimos un beso.

Terminamos de cenar y salimos de aquel lugar tan lindo… Hacia demasiado frío, pero no podía evitar amar aquel lugar. Nunca había visto la nieve.

Estábamos en una plaza, y aunque era de noche, estaba todo completamente alumbrado. Habíamos sacado algunas fotos y no pude evitar la tentación de tomar una bola de nieve con mis manos y tirársela, riendo.

- ¡Ah, no! –Dijo y me la devolvió, reímos.-
- ¡Eso es violencia! –Dije y formé una mucho más grande, la cual también le tiré.-

Se acercó a mí riendo y me tomó por la cintura, para besarme. Yo lo tomé por el cuello y después de besarnos por un largo rato, nos abrazamos.

- Hace mucho frío. –Dije riendo.-
- Mmm… ¿Queres volver? –Preguntó frotando mi espalda.-
- No, no. –Lo abracé más fuerte, pero me separé de él para volver a tirarle una bola de nieve.-
- Me parece que te estás pasando. –Y me la devolvió.-

Y así estuvimos durante un largo rato, tirándonos bolas de nieve como si fuésemos dos nenes. Terminamos acostados en el suelo, haciendo al clásico angelito en la nieve y para terminar, hicimos diversas formas, incluso un muñeco de nieve, con el que nos sacamos mil fotos.

- Ahora sí me congelo. –Dije acercándome a él.-
- ¿Volvemos al hotel?
- Sí, por favor.

Abrazados, caminamos hasta el hotel y nos metimos en el restaurant, para tomar café. La realidad es que hacia demasiado frío.

- Entre los nervios y el café, dudo poder dormir.
-Rio.- ¿Cómo estás del pie?
- Mejor, ahora no me duele.
- ¿Igual mañana vas a infiltrarte, no?
- Sí, por las dudas. –Suspiré.- Te juro que soy una bola de nervios.
- Puedo hacerte compañía hasta que te duermas…
-Sonreí.- No das más de tierno.

Y nos dimos un beso.








Patines III.


Pedro se acercó a mí y me dio la mano, para que vuelva a sentarme. Ubicó mi pie sobre los almohadones y se sentó a mi lado.



- Vos no vas a dejar que una lesión arruine todo esto.

- Pero me duele Pedro.
- Ya lo sé Pau… Pero es solo un simple esguince, sabes muy bien que con una infiltración podes hacerlo perfecto.
- Me da bronca, no quiero cagarte a vos tampoco.
- No, vos no pienses en mí. Pensa en vos, en qué es lo que queres vos, en qué deseas…
- Ganar.
- ¿Entonces?
- Voy a poder.
-Sonrió.- Así me gusta escucharte.

Se levantó y me dio la mano otra vez.

- Camina un poco más, mientras más te muevas mejor.

Asentí e hice lo que me dijo, hasta que volví a sentarme.

Me moría por besarlo, pero no me animaba. No terminaba de entender qué era lo que había pasado hacia apenas unos minutos. No lo entendía a él, siempre me había costado demasiado descifrarlo. Demasiado. Y esta no era la excepción.

Volvió del baño y me miró, yo no había quitado la vista de mi celular… Estuve a punto de contarle a mi mamá lo de mi pie, pero prefería no preocuparla.

Se sentó a mi lado y lo miré de reojo. Bloqueé mi celular y mordí mi labio inferior, nerviosa.  

Él también me miró y cuando cruzamos miradas, nos reímos.

- Me muero por besarte.

Le dije sin importar las consecuencias. Era impulsiva y no podía evitarlo.

- ¿Está mal? –Le pregunté nerviosa.-
- ¿Te dije alguna vez que sos muy linda? –Reí y se acercó aún más a mí.- Hacelo si es lo que queres…
- ¿Vos no queres?
-Sonrió.- Averigue señorita…

Sonreí y lo besé, tomándolo por la nuca.

 - Tengo miedo de que me despierten y sea un sueño. –Le dije con mi vista baja.-
-Acarició mis brazos y luego hizo que lo mire, tomándome por el mentón. Me besó.- No pienses en esas cosas.
- No quiero ilusionarme con algo que no va a pasar, no sé si puedo soportarlo.
-Acarició mi espalda.- ¿Vos queres que te proponga casorio?
-Largué una carcajada.- ¡Sos un tarado!
-Me besó.- Deja de pensar y planificar un poco.
- Me cuesta… -Reí y apoyé mi cabeza en su pecho, sin pedirle permiso.-

Él me abrazó y yo cerré mis ojos.

- ¿Te duele el pie?
- Bastante. –Suspiré.- Tengo miedo.
- No, tranquila. Vas a ver que va a estar todo bien y ese premio va a ser tuyo.
-Suspiré.- Ya no sé si me importa tanto el premio, me importa poder participar.
- Vas a poder. 
- ¿Te quedas conmigo? No quiero estar sola, me voy a maquinar demasiado.
- No tengo mejor plan que este.
-Sonreí.- Gracias.
- No me lo tenes que agradecer. 
-Lo miré.- Quiero dormir y despertarme con el pie bien.
- Dormí…
- ¿Y lo otro?
- Mmm… No soy mago. –Dijo riendo y yo también reí.- 

Me acomodé en la cama, mirándolo.

- Dormí si queres. –Acarició mi pelo.-
- ¿Me despertas para cenar?
- Dale, comemos y hacemos un poco de ejercicio con el pie.
- Bueno, dale. 
- ¿Queres que me quede?
- Mmm… Si queres.

Besó mi frente y yo sonreí.

- Me quedo hasta que te duermas y después me voy a bañar.
- Gracias. –Lo miré.- De verdad.
- ¿Por qué?
- Porque si no estuvieras acá… Ya me hubiese deshidratado de tanto llorar. –Reí.-
- Tenes que ser positiva.
- Lo sé, pero en este momento me duele demasiado.
- Pasaste lesiones peores.
- Pero no en estas circunstancias.
- Sí, eso ya lo sé. Pero, prefiero pensar en positivo. 
- Yo ahora prefiero dormir.
- Entonces dormí…

-

Paula se quedó dormida y yo no podía dejar de mirarla. Era tan raro lo que me pasaba con ella… La conozco desde que es una nena, siempre fue una de mis mejores alumnas y cuando entró en la adolescencia, comencé a darle clases particulares porque tenía demasiado futuro. Tiene talento y eso es innegable.

Pero… Me costaba verla como una mujer, por algunos momentos la sentía la misma nena que patinaba de mi mano cuando recién comenzó… Y por otros, la mujer más linda del planeta.

No entendía lo que me pasaba con ella, pero sabía que si había dejado a mi mujer por lo que me pasaba con Paula, era algo real.

Acaricié su frente y ella se movió, sonreí y acomodé la manta que tenía sobre su cuerpo.

- Descansa hermosa. –Besé sentidamente su frente.-

Y me levanté, para irme a mi cuarto. Allí me duché y luego salí al balcón a sacar fotos, era increíble como la nieve cubría toda la vista.

Luego, entré a la habitación y me dejé caer en la cama. Me preocupaba demasiado que Paula no pudiera competir, no tanto por el premio… Sino por ella, sabía lo autoexigente que era consigo misma y no poder presentarse la haría mierda.

Suspiré, quería ser positivo… Sabía que ese esguince no era nada, pero a veces el dolor corporal nos deja ciegos.

Se hizo la hora de la cena y fui hasta el cuarto de Paula, en donde ingresé porque tenía la tarjeta de acceso. Pero, cuando entré, no estaba durmiendo.

Desde el hall de la habitación, le dije:

- Pau… ¿Estás? ¿Se puede pasar?
- Sí… -Dijo y vino caminando desde el baño.- Quería bañarme.
- ¿Podes caminar bien?
- Mmm… Más o menos, ya no me duele tanto.
- Eso es bueno.
- Sí. –Sonrió.-
- ¿Te espero y bajamos a comer?
- Dale.

Paula terminó de cambiarse y cenamos juntos en el restaurant del hotel, volvimos a su habitación y ella inmediatamente se quitó su zapatilla y subió su pie a la cama.

- Lo siento hecho una pelota. –Dijo.-
- A ver… -Me acerqué a su pie y lo masajeé un poco, algo tenía que saber por ser entrenador.- No lo tenes tan hinchado igual.
- ¿Mañana puedo infiltrarme?
- Mañana no, mañana haces reposo otra vez.
- Quiero practicar.
- Pasado…
-Suspiró.- ¿Por qué?
- Porque tenes que esperar a que termine de deshincharse.
- ¡Ufa!
-Reí.- No seas caprichosa.
- Siento que no voy a llegar.

Me acerqué a ella y me senté al costado de la cama, frente a ella.

- Si que vas a llegar, confía en vos.

Se encogió de hombros e hizo pucherito con sus labios, yo reí.

- Me matas de ternura.
- ¿Soy muy nena todavía, no? 
- ¿Por qué preguntas eso?
- Respondeme…
- Mmm… Sos una mujer muy linda.
- Pero con actitudes de pendejita.
- Todos tenemos actitudes inmaduras.
- Eso no me consuela.
-Reí y la besé.- ¿Esto te consuela?
- Mmm… Puede ser.
- ¿Sí?
- Sí. 

Sonreímos y volvimos a besarnos.

-Acomodé el pelo detrás de su oreja y ella sonrió.- ¿No te molesta que sea más chica?
- Si me molestara, no estaría chapándote ahora.
-Rio.- ¿Qué te pasa conmigo? Quiero que me seas sincero, aunque la respuesta no sea la que espere.






sábado, 3 de octubre de 2015

Patines II.


Me desperté después de no sé cuanto tiempo y estaba de espaldas a Pedro, quien estaba sentado en la cama.

Seguía con mis ojos cerrados y aunque era claro que sabía que estaba despierta, no sabía muy bien qué decirle.
- En teoría yo soy la nena, pero vos te estás comportando como un pendejo. –Le dije llena de bronca, queriendo irme.-
-Me frenó, tomándome del brazo.- Para un poco Pau.
-Me di vuelta y lo miré con los ojos llenos de bronca.- No quiero que me lastimes.
- Yo tampoco quiero lastimarme.
- ¿Entonces por qué carajo me histeriqueas?
- Te dije que no lo hago a propósito.
- A propósito o no, a mí me duele.
- No quiero que te vayas enojada.
- Yo no quiero tratarte mal.
-Suspiró.- Perdón.
-Me encogí de hombros.- Quiero irme.
- Siempre te escapas.
- Me escapo porque no quiero herirte como vos lo haces conmigo.
- ¿Tanto te importo?
- Demasiado… Veo que yo a vos no.

Y quise abrir la puerta, pero me lo impidió.

- ¿Cómo no vas a importarme?
- ¡Quiero irme!

Y no me dejó seguir hablando, porque me trabó contra la pared dándome un beso.

- ¿Por qué me haces esto? –Pregunté con lágrimas en los ojos.-
- Estoy demasiado confundido.
- Es mejor que dejemos de vernos, al menos estas vacaciones… En Enero yo viajo, asique sabes que no voy a venir. Capaz, cuando vuelva, podamos hablar, podamos seguir como si nada o tenga que irme a otro club. ¿No te parece?
Y así fue como, después del viaje, nunca habíamos vuelto a tocar el tema hasta hoy.

Habían pasado varios meses de aquel entonces… Estábamos en Mendoza compitiendo, era pleno invierno y nevaba demasiado.

- ¿Queres merendar? –Me preguntó.-
- No tengo muchas ganas de moverme de acá, además tengo frío.

Pedro se paró y buscó una manta, la cual puso sobre mi cuerpo y yo sonreí.

- Gracias.
- De nada… ¿Traigo algo para acá?
- Mmm… Bueno, dale.

-

Salí del cuarto y suspiré… No sé cuánto me gustaba haber vuelto a tocar el tema… Encima, en estas circunstancias. ¡No se nos podía caer toda la ilusión a un paso del trofeo! Definitivamente: NO.

Volví con dos cafés y algunas tostadas al cuarto de Paula y dejé la bandeja en medio, merendamos charlando de boludeces y luego, dejé la bandeja a un lado.

- ¿Te sentís mejor?
- Mmm… La bronca aumenta con el correr de los segundos.
- ¿Y el pie?
- Ahora no me duele tanto.
- Yo creo que pasado mañana, podes volver a…
-Me interrumpió.- Eso espero.
- Vas a ver que sí.
- Me odio por ser así.
- ¿Así cómo?
- Impulsiva.
- Pensa que si no fueses así, no estarías acá.
- Capaz estaría teniendo la vida de una adolescente normal…
- ¿Te arrepentís?
- No.
- Mmm… No sonaste muy convincente.
-Rio.- No, esto es elección mía. Lo elijo siempre.
- Entonces ahora solo tenes que pensar en que ese pie se recupere.
- Me cuesta un poco cuando te tengo tan cerca.

Y sí que era impulsiva eh.

Yo rasqué mi cabeza, nervioso.

- No te bancas que sea tan pendeja y mandada. ¿No?
- Para… Para…
-Revoleó sus ojos.- No podes aceptar que te enamoraste de una pendeja de mierda.

Y no dije más nada, la realidad era que no había mucho para decir. Opté por besarla, para dejarla sin palabras a ella también.

- ¿Por qué no me escuchas nunca? –Pregunté separándome un poco de ella.-
- Porque odio que no puedas aceptar lo que te pasa.
-Volví a besarla y acaricié su mejilla mientras lo hacía.- Me cuesta un poco hablar.
-Rio.- Me dí cuenta…
- ¡Entonces no me presiones tanto!

Reímos y nos dimos un beso.

- ¿No crees que algunas veces las palabras sobran?
-Se encogió de hombros.- No sé, en este momento no sé nada.
- ¿Nada?
- Nada.
- Yo sí sé algo.
- ¿Qué? –Preguntó.-
- Que me gusta mucho besarte.

Y volví a besarla…

- ¿Ya no te importa que sea una pendeja?
- ¿Podes dejar de ser tan impulsiva? –Y la callé de un beso.-
- ¿Vos no estarás haciendo todo esto para levantarme el ánimo porque tu codicia por el premio puede más, no?
- ¿Vos podes dejar de pensar tantas cosas malas sobre mí?
- Mi cabeza no frena.
- Eso lo sé, creo que te conozco un poco.

Reímos y ella escondió su cara en sus manos.

- No sé Pedro.
- ¿Qué no sabes?
- ¿Qué es lo que estamos haciendo?
- ¿Queres que te haga un dibujito?
-Rio y me miró.- ¡Sos un tarado!
- Pero te hice reír.
-Sonrió.- En serio te hablo…
- ¿Es momento de hablarlo?
- No, no sé.
-La besé.- No pienses tanto que te va a salir humito.
- Basta de boludearme.
- No te boludeo.
- Sí, claro…
- Tenes que pensar en estar bien para la final.
-Suspiró.- Me cuesta un poco si vos venís y me descolocas así.
- ¿Estuve mal?
- No, para nada.
- ¿Entonces de qué te quejas? –Y la besé.-
-Rio.- No sé…
- Ay, por favor…

La abracé y ella también me abrazó.

- Va a estar todo bien, vas a ver.
- ¿Por qué justo ahora?

Me separé un poco de ella y acaricié sus mejillas.

- Lo importante cuesta mucho…
- Ya lo sé, pero tantos momentos, tantos entrenamientos.
- Pensar así no va a cambiar las cosas.
- Ya lo sé.
- Entoces para un poco esa cabecita y quedate acá, descansando.
- ¿Sola?

- ¿Queres que me quede?

- Sí, por favor.

-Le dí un beso en sus labios.- Vamos a hacer algo.

- ¿Qué?
- Te voy a sacar el hielo y te voy a hacer los masajes que me dijeron con la crema que nos dieron, que te va a desinflamar… Vas a mover un poco el pie, caminar y después el hielo otra vez.
- Bueno, dale.

-

Pedro masajeaba mi pie y yo no podía dejar de mirarlo… No entendía muy bien qué estaba pasando, pero me gustaba y demasiado.

-Me ofreció su mano.- Dale, levantate.
- ¿Seguro?
- Sí, tenes que moverte un poco Pau.

Asentí y me levanté con cuidado, caminé un poco por la habitación y volví a sentarme.

- Me duele. –Dije llena de bronca y al borde del llanto.-
- Es normal Pau, pasó hace un par de horas.
-Suspiré y sequé mis lágrimas.- Me quiero morir Pedro.
- ¿Y la positividad?
- Creo que la perdí.

Y dejé caer mi torso en el colchón.