domingo, 28 de febrero de 2016

Excesos VII.

Los dos estábamos llorando con una angustia difícil de poner en palabras. Veía en sus ojos la angustia y la culpa que sentía… Creo que los míos connotaban la angustia, el enojo y la decepción.

- Perdón. –Dijo ahogada en lágrimas.- No sé que más decirte, si pudiera hacer algo para evitarte tanto dolor, lo haría… Pero no sé qué. –Hizo una pausa para poder seguir hablando, el llanto le impedía respirar.-
- Nunca creí que podías hacer algo así.
- Te juro que yo tampoco y no te das una idea de lo horrible que me siento.
- Me prometiste que ibas a estar conmigo.
- Lo sé y eso es lo que más culpa me da.
- Que te sientas culpable no soluciona nada.
- Lo sé, pero es como me siento.
- No quiero decirte nada que te haga mal, asique prefiero que te vayas.
- Decimelo, me lo merezco.
- Te amo demasiado como hacerte daño
- Yo creía lo mismo… Y mira el daño que te hice. No me da la cara ni para mirarte a los ojos..


Todavía no podía quitarme esa conversación de mi cabeza. Hoy se cumplían dos semanas y no habíamos vuelto a hablar.

Me habían dado el alta de la internación ese mismo día, varias semanas después de ese día que habíamos hablado por teléfono porque supuestamente ella se sentía mal.

Claro, ahora entendía todo.

Me dolía demasiado lo que había pasado, pero aunque quisiera no podía odiarla.

Lo mucho que la amaba era más fuerte que todo. Había estado conmigo en momentos horribles, siempre al lado, sosteniéndome la mano y secándome las lágrimas.

No entendía por qué no había podido aguantar un poco más. ¡Solo un poco más!

“Hola Pau. ¿Cómo estás?”

Le escribí en el WhatsApp sin pensar.
“Creo que no es momento de hablar.”

“Solo quiero saber cómo estás.”

“¿Te sigo importando?”

“Mucho más de lo que crees.”

“Creo que sos demasiado bueno sos.”

“Te amo demasiado que es distinto.”

“¿Después de lo que te hice?”

“No es para nada comparable, pero yo también te hice mucho daño.”

“Vos lo dijiste, no es comparable.”

“No quiere decir que te haya perdonado, me duele demasiado, pero aún así no puedo dejar de amarte.”

“Fueron muchos años, no creo que podamos dejar de amarnos de un día para el otro.”

“¿De verdad crees que vamos a poder dejar de amarnos?”

“No…”

“¿Y entonces?”

“No sé, no sé nada.”

“¿Podemos vernos?”

“No Pedro.”

“¿Por qué?”

“No quiero seguir haciéndote mal.”

“Yo creo que nos haría muy bien vernos.”

“No, estás muy equivocado.”


Yo suspiré y comencé a grabar un audio…
“Te equivocaste, sí. Nos duele lo que pasó, muchísimo… Pero eso no quiere decir que un abrazo tuyo no vaya a hacerme bien. No sé si pueda perdonarte, pero aún así vos seguís siendo mi lugar Paula.”

“Ojala encuentres un lugar mucho más sano que yo.”


Su respuesta fue mediante un audio también y escuchar su voz tan llorosa terminó por destruirme. A partir de allí, toda la conversación fue por audio.

“Dudo que algún día dejes de ser mi lugar y desde lo más profundo deseo poder perdonarte, porque sé que nunca voy a poder encontrar otra mujer como vos.”

“Ojala encuentres a una mejor Pedro, de verdad te lo digo. Hay que soltarnos, la cagada que me mandé no es una boludes… Es horrible, soy horrible.”

“No te odies tanto.”

“No puedo evitarlo… ¿De verdad no estás enojado?”

“Enojado, dolido… Pero aún así, te amo.”

“Deja de amarme…”

“Lo decís como si fuese lo mismo que eliminar un archivo del celular Paula.”

“Ojala la vida fuese tan simple.”

“Pero, no lo es.”

“Lo sé, si fuese así de simple no me sentiría tan culpable ni horrible.”

“¿Podemos vernos? Lo necesito.”

“No Pedro, de verdad.”

“De verdad lo necesito.”

“No la hagas más difícil.”

“Un abrazo nada más….”

“Un abrazo va a terminar de destruirnos.”

“O quizás nos haga entender muchas cosas.”

“¿Qué queres entender?”

“No sé, solo sé que necesito verte.”

“No va a pasar eso ahora.”

“¿Por qué?”

“Me voy.”

“¿A dónde?”

“Lejos Pedro.”

“Por lo menos decime a dónde…”

“Perdón, no me va a alcanzar la vida para pedirte perdón. Sé que el daño que te hice es infinito… Sé que no cumplir con mi promesa fue lo peor que hubiese podido hacerte. Realmente prefiero alejarme para no seguir haciéndote daño, te mereces terminar de recuperarte y tenerme cerca no te va a ayudar para nada.
De corazón deseo que puedas recuperarte y salir de toda esa mierda, te lo mereces porque cuando hiciste el click, pusiste todo de vos para poder curarte y a pesar de todo lo que pasó, eso me hace sentir mucho orgullo por vos.
Sé que nunca más voy a encontrar un hombre como vos y también sé que la encargada de cagar todo fui yo. Perdón otra vez, aunque eso no solucione nada. Ojala pudiera hacer algo para que no te duela menos. Todo el tiempo que estuvimos juntos intenté cuidarte y cuando más lo necesitaste, no pude hacerlo… Por eso me alejo, simplemente para dejar de hacerte mal.
A pesar de lo que hice, te sigo amando como el primer día, como siempre… Eso dudo que cambie, lo que me une a vos es mucho más fuerte que cualquier cosa, pero ahora prefiero soltarte para que puedas terminar de sanar.”

“Quizás si el exceso en mi vida hubiese sido el amor, ahora no sería así, ni tampoco hubiera pasado por todo lo que pasé. Pero no, el mayor exceso en mi vida fue el abandono, la angustia, la falta de ese amor tan necesario. Soy un exceso, un exceso de cosas malas.
Quizás ahora aprendí a manejar mi adicción al alcohol, pero aún así sigo siendo un ser oscuro. Eso lo sé y lo acepto. Solo quiero recordarte una vez más que te amo, te amo con locura y quizás, te amo en exceso.
No voy a negarte que lo que pasó me dolió y me duele… Me duele no haberte sido lo suficiente y me duele que te duela tanto a vos. En algún punto te entiendo, pero repito, eso no quiere decir que no me duela. Me destruyó y aún así, te sigo amando y sé que eso nunca va a cambiar.
Te amo, siempre te voy a amar. Siempre vas a ser esa luz en la oscuridad. Si algún día tenes ganas, buscame, seguramente te voy a estar esperando y ojala ya haya podido perdonarte.”


Su única respuesta fueron los tildes azules.




-

TANTO pidieron un corto con un final "no feliz" que me animé a hacerlo... Espero que les guste y que por favor comenten ♥


Excesos VI.

Me desperté y me sentía rara, como sucia… Enojada y dolida, conmigo misma.

Comprendí todo al darme cuenta que estaba desnuda y que el hombre que estaba a mi lado no era Pedro.

- Alex… -Dije tratando de despertarlo.- ¡Alex!
- ¿Qué? ¿Qué pasa?
- ¡Andate!
- ¿No me vas a invitar ni con un café?
- No, andate por favor. –Dije haciendo fuerza para no llorar.-
- ¿Qué te pasa flaca?
- Me quiero quedar sola.

Él comenzó a cambiarse y yo me puse una bata.

- ¡Apurate! ¡Dale!
- ¡Sos una histérica eh!
- No me importa lo que pienses de mí, solo necesito estar sola.
- Ya me voy, bancame que no me puedo ir en bolas. –Dijo irónico.-

Yo revoleé mis ojos y cuando estuvo listo, le abrí la puerta y literalmente, lo eché.

Volví corriendo a mi habitación y me dejé caer en la cama, llorando con una angustia que desconocía… Una angustia que desbordaba de culpa.

Le acababa de ser infiel al amor de mi vida por una simple calentura, solo por la necesidad de tener sexo.

Hacia ocho meses que estaba internado en ese maldito lugar que parecía no devolvérmelo nunca… Y ahora lo había perdido yo, sola.

Pasé horas llorando allí, odiándome… Preguntándome cómo pude ser tan fría, creo que hasta me daba asco a mí misma. Me sentía horrible por no haber podido cumplir con esa promesa de esperarlo y bancarlo.

Me odiaba por ser tan asquerosa. ¿De verdad me había acostado con un cualquiera solo por la necesidad de tener sexo? ¿Qué clase de mujer era?

El celular sonó y en ese momento me dí cuenta que eran las cinco de la tarde. Genial, hacia demasiado tiempo estaba allí llorando y ahora entendía por qué tanto dolor de cabeza.

- Hola… -Dije tratando de evadir mi voz llorosa.-
- Amiga. ¿Qué es esa voz?
- Nada… ¿Pasa algo que me llamas?
- ¿Ganas de verte capaz?
- No me siento bien.
- ¿Qué pasa?
- No quiero hablar.
- ¿Por qué?
- Hice algo horrible.
- ¿Qué hiciste gorda?
- Te estoy diciendo que no quiero hablar.
- Sos terca eh.
- Te voy a cortar.
- Voy a estar en tu casa en quince minutos.
- No dale, no rompas.
- No rompo, solo te escucho mal.
- Necesito estar sola.
- ¿Cuántas horas llevas en ese estado?
- No importa.
- Voy a ir, te guste o no.

Y fue ella quien me cortó.

Me levanté y me mareé… Claro, no había comido nada en todo el día. Aún en bata y sin ni siquiera ropa interior, comí un sándwich por obligación y me tomé una aspirina para que se me pasara al menos un poco el dolor de cabeza.

Me dí una ducha y volví a la cama. Me seguía sintiendo igual de horrible.

Mi amiga tocó timbre y no me quedó otra que ir a abrirle.

Terminé por contarle todo, de principio a fin.

- No puedo más de la culpa. –Dije ahogada en llanto.-
- ¿Se lo vas a decir?
- No me banco tenerlo adentro.
- ¿Estás segura de decírselo?
- Se merece la verdad.
- Está bien, eso es decisión tuya.
- Me tengo que hacer cargo de lo horrible que soy.
- Fue un error, nos puede pasar a cualquiera.
- No, a cualquiera no… Hace años estamos juntos y no pude ser capaz de bancarlo con esto que le pasa.
- Te la estás bancando demasiado bien.
- Me la estaba bancando…
- No Pau.
- Por favor, no intentes convencerme de que no soy una mierda, porque lo soy. Me siento sucia, no sé, es horrible.
- No te odies tanto.
- No puedo, lo traicioné.
- Es entendible lo que te pasa.
- Es que vos no entendes, lo amo demasiado… Me duele mucho lo que le hice, no se lo merece.
- No están pasando por algo fácil.
- Aún así, no se merecía que me acueste con otro.
- ¿Y qué onda el otro?
- ¿Qué onda con qué?
- ¿Garchaba bien por lo menos?
- ¡No seas idiota! –Le revoleé un almohadón.- Me siento mal de verdad.

-

Como todas las noches, lo único que deseaba era tenerla a mi lado y abrazarla.



Cada día era más complicado estar lejos suyo.

Salí de mi habitación porque me sentía un poco ahogado y quise ir al parque.

- Pedro. ¿Estás bien? –Me preguntó uno de los médicos.-
- Sí, solo quiero salir un rato.
- Sabes que a esta hora no se puede.
- Me siento como ahogado, angustiado.
- ¿Queres que hablemos un poco?
- Mmm…
- Te va a hacer bien, dale.
- ¿Puede ser un poco de agua primero?
- Obvio, dale. Veni.

Fuimos juntos hasta su consultorio y él me sirvió un vaso de agua. Yo lo tomé y lo dejé a un lado.

- ¿Qué pasa Pedro?
- Tengo una sensación fea.
- ¿De angustia?
- Sí, como si algo malo estuviera pasando.
- ¿Con qué o quién?
- Con mi novia. –Dije un poco asustado.-
- ¿Y se puede saber qué presentís?
- Que está triste.
- Mañana se ven. ¿O no?
- Sí.
- Bueno, mañana podes hablar con ella de esto que sentís que capaz sea cierto, o capaz no.
- Ojala no lo sea.
- Ojala Pedro.

Me puse de pie y lo miré.

- Prefiero irme al cuarto.
- Anda tranquilo.
- Gracias.
- Nada que agradecer.

Volví a mi cuarto y me dejé caer en la cama, me moría por comunicarme con ella y no tenía cómo.

No dormí en toda la noche y al día siguiente nunca vino. Pedí por favor de llamarla y accedieron a mi pedido.

- Hola… -Dijo del otro lado con una voz bastante afónica.-
- Hola mi amor. ¿Cómo estás? Estaba esperándote.
- Hola, perdón que no fui… No me siento muy bien.
- ¿Qué te pasa?
- Me duele la cabeza, la panza… No sé.
- ¿Fuiste al médico?
- No, ya se me va a pasar.
- Tenía ganas de verte.
- Perdón. –Dijo con un hilo de voz.-
- ¿Pasa algo más?
- No, no… No te preocupes.
- Te conozco mi amor.
- Debe ser que no dormí en toda la noche…
- ¿No dormiste?
- No.
- ¿Estás sola?
- No, estoy con Gime.
- Bueno, decile de mi parte que te cuide… Que te mejores.
- Gracias.
- Te dejo porque me sacan el teléfono. Mejorate, un beso grande. Te amo.
- Gracias, yo también.

Corté y me quedé extrañado… Nunca respondía con un “yo también.”




-

¡No me maten!

Mañana termina...



sábado, 27 de febrero de 2016

Excesos V.

Intenté con algunos tratamientos ambulatorios, pero no funcionaron.

Decidieron (y decidí) comenzar con un tratamiento que incluía una internación. Llevaba ahí un par de semanas y ya sentía que era una eternidad. La misma cantidad de semanas que no veía a Paula.

Hoy, por primera vez, me permitían una visita y sabía que ella vendría.

Estaba en mi habitación, en la cual dormía solo, y a pesar de que estaba entusiasmado por verla… Realmente la extrañaba y la necesitaba, me estaba quedando dormido.

- Permiso… -Dijo con su voz tan dulce y no pude evitar sonreír.-

Caminé hacia ella y los dos nos sonreímos algo emocionados. Paula cerró la puerta y yo la tomé por las mejillas, la hice caminar hasta que quedó contra la pared y la besé.

- Ay, te extrañaba mucho. –Dije en sus labios.-
-Sonrió.- Yo también mi amor. –Dijo posando sus manos en mi cintura.-
- Estás muy linda. –Dije mirándola.-
-Rio.- Estoy como siempre.
- Muy linda.

Nos abrazamos y nos quedamos varios minutos allí, abrazados y en silencio.

- ¿Estás bien mi amor? –Me preguntó.-
- Muy sensible. –Reí.-
-Besó mi cuello.- ¿Nos sentamos?
- Dale.

Pau se sentó en la cama, con su espalda contra la pared y sus piernas estiradas en el colchón.

- Veni mi amor. –Dijo buscando mi mano.-

Yo me senté en la cama y ella hizo que apoye mi cabeza en su pecho. Me abrazó por el cuello y comenzó a jugar con mi pelo.

- Te conozco y tus ojos me dicen que no estás bien. –Dijo.-
- No lo estoy.
- ¿Queres que hablemos de algo?
- Ahora me quiero quedar así con vos.
- Me preocupas mi amor.
- Perdón, no quería recibirte así.
-Suspiró.- No tenes que pedir perdón mi amor. –Besó mi cabeza.-
- Es que… No nos vemos hace un mes y medio… Y mírame como estoy.
- No me importa, lo único que me importa es que estamos cerquita otra vez.
- Sos hermosa. –Besé su pecho.-
- Vos sos hermoso.

Nos abrazamos con más fuerza y cerré mis ojos.

- Ahora nos quedamos acá y después salimos un ratito. ¿Queres? –Me preguntó.-
- Sí, dale, por favor.

Sin darme cuenta, me largué a llorar como si fuera un nene.

- Me preocupas mi amor. ¿Estás bien acá?
- Sí, no es eso.
- ¿Y qué es?

- Me cuesta mucho estar aislado.
- Mmm… Ahora me tenes acá.
- Y no sabes lo lindo que se siente.

Pau hizo que me levante un poco y secó mis lágrimas.

- ¿Seguro estás bien acá? ¿Te tratan bien?
- Sí, tranquila. –Acaricié su mejilla.-
- No te veo bien, me angustia.
- Es difícil.
- Pero si no te sentís cómodo acá…
- No, no es eso. –Tomé sus manos.- Es que es difícil para un adicto mantenerse lejos de eso que según su psicología, le hace bien y sobre todo, me está costando mucho estar lejos tuyo mi amor.
- Ahora nos vamos a poder ver cada tanto… -Dijo presionando mis manos.-
- Tengo miedo de no poder.
- ¿No poder qué cosa?
- Salir de acá.
- Hey… Vas a poder mi amor. –Me besó.- Tranquilo.
- Me muero de miedo.
- El miedo no te sirve de nada, solo te paraliza.
- Así me siento, paralizado.
- ¿Lo hablas con tu psicólogo?
- Todos los días.
- ¿Y qué te dice él?
- Que es normal sentirse así, que al principio uno está entusiasmado y cree que todo va a ser rápido, aunque en el fondo sabe que no es así… Y cuando caes en que no es así, te paralizas… Y dice que hay que pasar esta situación de estar paralizado, para poder empezar con el tratamiento de verdad.
- Recién estás empezando mi amor, tene un poco de paciencia.
- No sé cuánto voy a aguantar estando lejos tuyo.
- Vamos a aguantar mi amor.
- ¿Y si no?
- ¿Y si sí?

Yo suspiré y bajé mi mirada.

- Dale mi amor.
- Perdón. –Dije secando mis lágrimas.-
- No pidas perdón. –Me besó.- ¿Por qué no salimos un poco?
- Mmm…
- Dale, así la pasamos bien un ratito… Lo que me puedo quedar.
- ¿A qué hora te tenes que ir?
- No importa eso, dale.


Se puso de pie y me dio las manos.

- Veni amor.

Yo sonreí y me puse de pie, ella me besó y nos sonreímos.

- No llores más, dale. –Me dijo mientras terminó de secar mis lágrimas.-

No le dije más nada y volví a abrazarla.

- Dale amor, pensé que te iba a hacer bien verme.
- Me hace demasiado bien que estés acá conmigo.
- ¿Seguro?
- Muy seguro.

Me separé un poco de ella y la besé.

- No dudes de eso.
- Te amo. ¿Sabes?
- Lo sé y lo siento. Yo también te amo.

Nos dimos otro beso y ella llenó de besos mi cara.

- Dale… ¿Salimos?
- Dale, vamos.

Salimos al parque que había en el lugar, nos sentamos debajo de un árbol, yo contra un árbol y ella sobre mis piernas.

- Ay, te extraño mucho. –Dijo besándome.-
- Yo también mi amor.
- Quisiera dormir con vos todas las noches. –Dijo haciendo puchero.-
- No me hagas esa carita que me matas. –Dije acariciando su mejilla.-
- Perdón, se supone que yo tengo que darte fuerzas a vos. –Suspiró.-
- No tenes que pedir perdón, tonta. –La besé.-
- Me dijeron que ahora voy a poder venir cada 15 días… Algo es algo. ¿No?
- Antes que nada.
- Y después… Una vez por semana, pero cuando el tratamiento esté avanzado.
- Gracias por bancarme así, de verdad.
- No lo tenes que agradecer mi amor.

Nos besamos y nos sonreímos.

- Dale, hagamos algo divertido… -Me dijo.-
- ¿Qué queres hacer?

Ella revoleó sus ojos y comenzó a hacerme cosquillas…

- ¡No Paula! ¡Dale! –Dije riendo.-
- ¿Qué? Necesitas reírte un poco…
- A vos te necesito.

Caí sobre el pasto y ella cayó sobre mí.

- Acá me tenes mi amor. –Y me besó.-
- Sos la mujer más increíble de todas. –Dije corriendo el pelo de su cara.-

Nos besamos y reímos. 

- Tengo algo para vos. –Me dijo.-
- ¿Qué cosa?
- Veni, sentate.

Nos sentamos los dos en el pasto y ella sacó del bolsillo de su pantalón, un sobre. Lo abrió y allí dentro había un anillo

- Quiero que me tengas con vos todo el tiempo de alguna manera. –Dijo poniéndome el anillo.-
- Sos tan linda, gracias. –La besé.-
- Te amo. –Susurró.-
- Te amo.

Sonreímos y volvimos a besarnos.



viernes, 26 de febrero de 2016

Excesos IV.


- ¿Podes parar un poco Pedro? ¡Para!

Y quise sacarle la botella de whisky que tenía delante de él.

- ¡Es mía Paula! –Dijo agarrándola con fuerza.-
- ¿Sabes qué es tuyo? Tu cuerpo, el que estás haciendo mierda. Tu vida, a la que estás destruyendo.
- Soy así. –Dijo y tomó lo que quedaba en su vaso.-
- No, vos no sos este.
- Esta es mi versión más auténtica. –Respondió y cargó nuevamente su vaso.-
- ¡No Pedro!
- ¡Sí Paula! Soy esto, aceptalo.
- No acepto un carajo, porque conozco todo el resto y es mucho mejor que esto.
- Esto es lo único que me hace sentir bien.
- ¿Lo único? –Le pregunté con lágrimas en los ojos.-
- Sí.
- ¿Y yo?
- Ay no Paula, no estoy para fumarme tus celos.
- No son celos, estoy tratando de mostrarme que si queres, hay otro camino.
- ¿Y si no lo quiero?
- Así como estás, no podes pensar en nada.

Intenté sacarle otra vez la botella de su mano y en medio del forcejeo, se rompió el vaso y me corté la muñeca.

- ¡La puta madre! ¿Te das cuenta, no? ¿Te das cuenta? –Le grité llena de bronca.-

Corrí al baño porque me sangraba demasiado e intenté curarme, pero la herida era demasiado profunda. Me la vendé con unas gasas y salí sin ni siquiera mirarlo.

Terminé en una guardia y me dieron tres puntos. Genial, lo que me faltaba.

Ingresé en mi casa y Pedro no estaba, al menos en la cocina. Para ser sincera, no tenía ganas de verlo. Estaba llena de bronca, impotencia y dolida… No por mi muñeca, sino por él.

Así ya no podíamos más. Ni él, ni yo.

Me tomé un analgésico porque la verdad era que la muñeca me dolía y me preparé para dormir, no fui a mi cuarto, sino al escritorio. No quería dormir con él.

Estaba a oscuras y llorando.

- ¿Cómo estás? –Preguntó en la puerta.-
- No te importa. –Le respondí.-
- ¿Tu muñeca?
- Me dieron tres puntos.
- ¿De verdad?
- Sí. ¿Por qué te mentiría?
- Perdón, soy un tarado.
- Dejame sola.
- No Pau.
- ¡Dejame sola!
- ¿Por qué?
- No quiero tratarte mal.
- Capaz me lo merezco.
- Bastante mal te haces vos solo.

Pedro ingresó en el cuarto y se sentó a los pies de la cama.

- No te mereces estar con alguien como yo.
- Vos no te mereces hacerte esto Pedro y no solo te lastimas a vos, sino también que me lastimas a mí. –Suspiré.- Y no lo digo por mi muñeca.

Me senté en la cama y sin querer rocé mi muñeca con la sábana.

- ¡La puta madre! –Dije sosteniendo mi muñeca.-
- ¿Te duele mucho?
- Sí. –Suspiré.-
- Perdoname.
- No podes seguir así Pedro.
- Ya sé.
- ¿Y entonces?
- No sé.
- Anda, de verdad.
- ¿Por qué?
- No quiero tratarte mal.
- Me lo merezco.
- Pero te amo demasiado como para hacerlo sin que me duela.

Me volví a acostar y me tapé, por alguna extraña razón tenía frío aunque no lo hiciera.

- ¿Me puedo quedar hasta que te duermas?
- ¿Para qué?
- ¿Puedo?
- Hace lo que quieras.

Pedro se arrodilló en el suelo y yo le estaba dando la espalda. Sentí su mano acariciar mi cabeza y suspiré.

- Sos demasiado importante para mí como para hacerte daño.
- ¿Y vos no sos importante para vos?
- No lo sé.
- Si te haces daño a vos, me haces daño a mí.
- Perdón.
- Aprende a quererte.
- ¿Cómo?
- Ya no sé qué hacer para ayudarte.
- ¿Estás segura que no queres que nos separemos?
- ¿Eso es lo que vos queres?
- No.
- Bueno, yo tampoco. Que ahora esté enojada y dolida no quiere decir que me quiera separar de vos.
- Siento que no puedo avanzar.
- Tenes que hacer algo, reaccionar.
- Como si eso fuera fácil.

Me dí vuelta para poder mirarlo.

- Yo no digo que sea fácil, solo digo que tenes que hacerlo.

Yo tomé su mano con mi mano sana y entrelacé mis dedos con los de él.

- Va a costar, pero tenes que hacerlo.
-Suspiró.- ¿Venís a dormir conmigo?
- No, hoy no. Aprovecha que mañana podes dormir hasta tarde y pensa.
- ¿En?
- Sabes muy bien en qué.
- No quiero tomar ninguna decisión solo.
- Solo te dije que pienses… Qué queres hacer, cómo hacerlo… En lo que decidas te voy a apoyar y sino, fijate cuales son las mejores opciones y si queres yo te ayudo a elegir.
- ¿Pero me puedo quedar hasta que te duermas?
- Si queres…
- Quiero.
- Bueno, quedate.

Yo cerré mis ojos y sentí sus dedos acariciar mi cuello.

- ¿Me decís que te dijeron de la muñeca?
- Me dieron tres puntos, me dijeron que me la tengo que desinfectar y vendar de nuevo todos los días y que en una semana vuelva, seguramente ahí me saquen los puntos.
- Perdón, soy una bestia.
- No te preocupes.
- Perdón, en serio.
- No es nada, solo me duele un poco… -Volví a mirarlo.- Por esto no me tenes que pedir perdón.
- Te amo. –Dijo y besó mi frente.-
- Yo también te amo.

Se hizo un silencio en el que yo volví a cerrar mis ojos e intenté relajarme con sus caricias.

- Confía en vos. –Susurré.-
- Eso intento.
- Vas a poder.
- Gracias mi amor, no entiendo como todavía no te fuiste corriendo.
- Es simplemente porque te amo y porque todavía creo en que vas a poder salir de todo esto.

Llenó de besos mi cara y por último, mis labios.

- Dale Pedro…
- ¿Qué?
- Quiero dormir.
- No creí que te iban a molestar mis besos.
- Me molesta que evadas el hecho de irte a dormir solo.
- No voy a poder.
- ¿Por qué?
- Voy a terminar con una botella en la mano.
- No hay más alcohol.
- Puedo ir a comprar.
- No Pedro, dale.
- ¿Qué?
- Necesito que pienses en lo que te pasa.
- Puedo pensar con vos al lado.
- Necesitas un momento de intimidad, dale.
-Suspiró.- Está bien.
- No hagas nada malo, solo pensa.
- Lo voy a intentar.
- Antes de tomar, despertame.
- Mmm…
- Prometemelo.
- Está bien.
- ¿Está bien qué?
- Te lo prometo.


jueves, 25 de febrero de 2016

Excesos III.


Me acerqué a Pedro que estaba en la computadora y lo abracé por la espalda.

- ¿Qué haces? –Le pregunté.-
- Mmm… Nada. –Dijo cerrando la computadora.-
- ¿Nada?
- No, nada.

Yo suspiré y me senté en la cama que estaba detrás del escritorio, lo hice girar sobre su silla y quedamos frente a frente.

- Si no confías en mí, nunca voy a poder ayudarte.
- Si ya sabes lo que estoy haciendo. ¿Para qué preguntas?
- Porque quiero que me lo cuentes vos.

Pedro suspiró y tomó mis manos.

- Estaba investigando sobre centros de adicciones…
- ¿Y qué leíste?
- Un poco de todo. ¿La verdad? Estoy bastante perdido.
- Podemos ir a los que te hayan parecido más interesantes.
- ¿Para?
- Averiguar, ver cómo son, qué atención ofrecen.
- Puede ser.

Yo me acosté en la cama, la cual era pequeña, de una sola plaza.

- ¿Venís?
- Vamos a estar un poco incómodos. –Rio.-
- Tenerte cerca no me parece para nada incómodo.

Él sonrió y se acostó a mi lado. Quedamos frente a frente y lo besé.

- Me gusta mucho ver que estás empezando a hacer algo. –Dije jugando con su barba.- No te mereces lo que te pasa, no te mereces hacerte mierda así.
- Es que… -Suspiró.- Sabes el motivo.
- ¿Tu familia?
- Es como si necesitara tapar esa herida con algo.
- El alcohol no va a sanar esa herida, todo lo contrario, te hace peor.
- Ya sé, pero en el momento me calma.
- ¿Y no crees que podrías calmar todo eso de otra manera?
- ¿Por ejemplo?
- ¿Nunca pensaste en formar una familia? –Y no pude evitar que se me escapara una sonrisa.- Te juro que lo pienso todos los días.
- Yo así no puedo formar nada.
- Lo sé… -Dije aún jugando con su barba.- Pero, cuando estés recuperado.
- ¿Y si nunca me recupero?
- Confío en vos, en las ganas que tenes de vivir bien… Y en las ganas que sé que están de que tengamos un hijo.
- Me da pánico.
- ¿Qué cosa?
- No poder salir nunca.

Yo suspiré y lo abracé contra mi pecho.

- Vas a poder mi amor, estoy segura.
- Contagiame esa positividad que tenes.
-Reí.- Yo te contagio de todo lo que quieras.
- Te amo. –Dijo acurrucándose aún más en mí.-
- Te amo. –Respondí y besé su frente.-

Nos quedamos un rato en silencio hasta que yo comencé a acariciar su cuello, por debajo de su remera.

- ¿Qué pasa amor?
-Reí.- Pasa que te extraño.
- Ay, sos muy linda. –Dijo comenzando a besar mi cuello.-
- ¿Vos no?
- ¿Qué cosa?
- ¿No me extrañas?
- Siempre mi amor. –Dijo levantándose un poco para poder mirarme.-
- A veces siento que ya ni me miras.
- ¿Vos estás loquita? –Preguntó haciéndome cosquillas.-
-Reí.- No, no sé…
-Me besó.- Sos a lo único que me gusta mirar.
-Reí.- No hace falta que me chamulles igual.
- Es que… -Suspiró.- ¿Ves por qué odio lo que me pasa?
- ¿Por qué?
- Porque lo que menos quiero es que vos te sientas mal, o que no me importas, o no sé…
- Yo no dije eso. Solo dije que extraño que me mires con un poco de deseo…
- ¿Y qué queres?
- ¿Te hago un dibujito o podes deducirlo solo?

Reímos y nos besamos.

- A los dos nos hace bien no pensar por un rato… ¿No te parece?
- En eso tenes razón. –Me besó.- Igual… Hay algo que me hace mejor.
- ¿Qué?
- Vos mi amor.

Yo sonreí y volvimos a besarnos.

Realmente amaba a ese hombre, no me importaba cuántos problemas tenía ni cuan difícil podía ser todo.

Cada vez que me hacia sentir su mujer me daba cuenta de por qué lo seguía eligiendo todos los días. Y no, no pasaba solo por algo carnal, pasaba también porque de verdad sentía el amor que nos teníamos.

Mi cuerpo estaba sobre el suyo, ambos tapados con una sábana y yo con mis ojos cerrados.

Sentí sus dedos acariciar mi espalda y sonreí.

- ¿En qué pensas?
-Reí.- ¿Cómo sabes que estoy pensando?
- Hace muchos años estamos juntos mi amor.
- O capaz soy muy predecible.
-Rio.- No sé, pero siempre que estamos así, estás pensando en algo.
- Pienso en que… -Suspiré.- No me importa todo lo que tengamos que pasar, porque siempre que estamos así me doy cuenta de por qué te amo y por qué te elijo… Porque siempre que estamos así siento el amor que nos une y eso es todo lo que me importa.
-Besó mi frente y me abrazó con fuerza.- No podes ser más hermosa.
- Vos sos hermoso. –Besé su pecho.-
- Quedate acá conmigo.
- No pensaba ir a ningún lado.
- Me da mucha paz tenerte cerca.

Yo sonreí y nos quedamos el resto de la tarde allí.

-

Pau estaba preparando la cena cuando yo me acerqué a ella y la abracé por la espalda.

- Al final estuvo más divertido que salir a caminar. ¿No?
-Rio.- Sí… -Giró su cabeza y nos dimos un beso.-
- ¿Pongo la mesa?
- Dale.

Yo puse la mesa y Pau sirvió la comida, cenamos en medio de una charla muy relajada y con muchas risas. Sinceramente, hacia mucho que no era así y me había hecho muy bien.

Pedimos helado y lo comimos en el balcón, la noche estaba hermosa.

Pau se arrodilló detrás de mí y comenzó a hacerme masajes en el cuello.

- Relajate… -Dijo y besó mi cabeza.-
- ¿Tanto se nota que no doy más de la contractura?
- Me gusta cuidarte…
- Y a mí me gusta que me cuides.

Después de un rato, tomé sus manos e hice que me abrazara por el cuello, estando aún detrás de mí.

-Besó mi mejilla y apoyó su mentón en mi hombro.- ¿Vamos a acostarnos?
- Es temprano amor.
-Rio.- ¿Y si vemos una peli?
- Mmm… Eso puede ser.
- ¿Hacemos pochoclos?
-Reí.- Dale.

Hicimos pochoclos dulces y los pusimos en un pote, nos cambiamos para dormir y nos metimos en la cama con el aire acondicionado.

Pusimos una película de comedia que teníamos grabada.

- Amo escucharte reír así. –Dijo y besó mi hombro.-
- Y yo amo que te rías vos.

Los dos nos sonreímos como dos boludos y nos besamos. La película había terminado y a decir verdad, pocas cosas eran tan interesantes como sus labios.

Su cuerpo estaba sobre el mío y yo comencé a subir la remera de su pijama.

- Una de las sensaciones más lindas del mundo es sentirme tu mujer. –Dijo en mis labios.-
- Y que seas mi mujer no sabes lo hermoso que es.

Sonreímos y volvimos a besarnos mientras yo quitaba su remera.



miércoles, 24 de febrero de 2016

Excesos II.


Me desperté y luego de notar un importante dolor de cabeza, refregué mis ojos y miré mi celular. Eran las ocho y media de la mañana de un sábado.

Suspiré al ver a Pau durmiendo tan tranquila a mi lado y al notar que tenía la piel fría, la tapé con la sábana y el acolchado. Besé su frente y salí del cuarto.

Me tomé una aspirina y me quedé un rato allí, en la cocina… Haciendo nada y pensando en todo.

Sabía que no podía seguir así. El problema era que no sabía cómo frenar, ni frenarme.

Era una adicción lo que yo tenía, no había que ser demasiado inteligente para saberlo. Era adicto al alcohol, lo tenía en frente y no me podía controlar… Y aunque no lo tuviera en frente, si lo necesitaba tampoco sabía controlarme.

De alguna manera, sentía que el alcohol tapaba todo, que me permitía mantenerme alejado de los problemas por un rato… Como si el alcohol apaciguara el dolor del abandono de mis padres.

Siempre había buscado alguna manera de hacer desaparecer ese dolor, cuando era chico lo hacía mediante el deporte, de más grande comencé a fumar y hace años que descubrí en el alcohol algo así como un paraíso… “Paraíso” que descubrí con la muerte de mi abuela, quién me crió, esa fue una herida que aún hoy, tres años después, sigue sangrando.

Con Paula nos conocimos en el último año del secundario de ambos, íbamos a escuelas distintas y nos vimos por primera vez en una fiesta de egresados. En un principio me parecía raro, por el hecho de que uno en un boliche quizás no busque nada serio, pero con el tiempo me dí cuenta de que lo que nos pasaba era en serio y sobre todo, real. Nos enamoramos y aprendimos a construir una pareja, decidimos mudarnos juntos y al poco tiempo falleció mi abuela.

(Aún hoy no entiendo como Paula soporta tanto, me da miedo que algún día se vaya)

- Buen día… -Dijo entrando a la cocina mientras acomodaba su pelo con un rodete.-
- Buen día. –Le respondí.- Bah, buen para vos. –Me encogí de hombros.-
- ¿Desayunaste?
- No, solo tomé una aspirina.
- ¿Con el estómago vacío?

Yo volví a encogerme de hombros y suspiré. Ella se acercó a mí y besó mi hombro.

- ¿Desayunamos? –Preguntó acariciando mi espalda.-
- ¿De verdad queres?
- Mmm… Sí, tengo hambre. –Rio.-
- No, no te hablo de desayunar.
- ¿Y de qué hablas?

La tomé de la mano e hice que vayamos al cuarto, yo me puse mi remera porque en el cuarto hacia frío y subí la temperatura del aire.

- No entiendo nada. –Dijo abrazando sus piernas.-
- Perdón que te traje, capaz querías desayunar y…
- Me importas más vos, comer puedo comer después.
-Suspiré.- ¿Estás segura?
- ¿De qué?
- De dejar todo lo que tiene que ver con vos en segundo plano por querer ayudarme.
- Sí, estoy segura.
- Te estoy hablando de verdad.
- Y yo también… -Tomó mi mano.-

Rasqué mi sien, nervioso y ella besó mi mano.

- No sé si esto algún día se va a terminar.
- Yo confío en vos y sé que vas a poder, no importa cuanto tiempo sea. Quiero estar al lado tuyo.
- ¿Y si no lo aguantas?
- Al menos dejame intentarlo.
- Tengo miedo.
- ¿De qué?
- De que esto te haga mal a vos.
-Negó con su cabeza.- Estar cerca tuyo no me hace mal.
- Sé que esto te hace mierda.
- Es más lo que te amo.
- Yo quiero que vos me prometas algo.
- ¿Qué?
- Que si de verdad en algún momento no lo aguantas más, me lo digas y te alejes… Sí, me va a doler, pero no me voy a enojar, de verdad que voy a entenderte.
- No pienses de esa manera.
- Necesito que me lo prometas.
- Pero amor…
- Pero nada, prometemelo.
-Suspiró.- Está bien, te lo prometo.
- Y no lo olvides.
- No, tranquilo.
- Bueno, gracias.
- ¿Esto quiere decir que vas a dejarte ayudar?
- Esto quiere decir que lo estoy pensando.
- Es un avance. –Sonrió.-
- Eso no quita que no esté muerto de miedo.
- No estás solo.
- Eso creo.
- ¡Hey! ¿Qué estoy yo? ¿Pintada al óleo?
-Reí.- Sos muy linda, muy linda conmigo.
- ¿A esta altura dudas de lo que siento por vos?
- No mi amor, para nada.
- ¿Y entonces?
- ¿Está mal que te diga que sos linda y que me sorprendes todos los días?
-Rio.- No, es más, me gusta… Me gusta mucho más este Pedro que el de anoche.
-Suspiré.- Perdón.
- Me duele que te estés haciendo mierda así.

Yo bajé mi mirada y no sabía muy bien qué decir.

- De verdad amor… Te estás haciendo mierda.
- Ya sé.
- Mirame… -Dijo tomándome por el mentón.-
- Me da vergüenza.
- ¿Conmigo? Somos novios hace años, lo único que quiero es ayudarte y amarte.
- Prefiero que vayamos a desayunar.
- Está bien, dale.

Se levantó y me ofreció su mano, yo sonreí y la tomé, me levanté y fuimos juntos a la cocina.

Preparamos el desayuno y nos sentamos en la mesa.

- ¿Podemos ir a algún lado hoy? –Preguntó.-
- ¿A dónde?
- No sé, a donde sea, pero salir, caminar, pasear un poco…
- Si queres, vamos.
- Si le vas a poner esa onda.
- Perdón, pero la verdad no tengo onda.
- ¿Y qué queres hacer?
- ¿Dormir?
- Algo que te distraiga.
- Dormir me distrae.
- Dormir es evadir.
- ¿Y distraerse no es lo mismo?

Paula se encogió de hombros y comenzó a levantar las cosas del desayuno.

- No te enojes. –Dije posando mis manos en su cintura mientras ella lavaba los platos.-
- No me enojo.
- Te conozco.
- Anda a bañarte mejor.
- No me voy a ir si estás enojada.
- No es enojo. –Dijo secando sus manos.-
- ¿Y qué es?
- No sé.

Y se fue. Yo suspiré y la seguí.

- ¿Qué pasa Pau?
- No me hagas hablar, no quiero enojarme con vos ni tratarte mal.
- No entiendo.
- Sí es enojo, pero no con vos.
- ¿Me explicas?
- Es enojo conmigo. –Dijo con los ojos llenos de lágrimas.-
- ¿Por qué?
- Porque no sé cómo mierda ayudarte. –Y noté la bronca en su voz.- No sé qué hacer, no sé cómo contenerte, qué decirte… ¡No sé nada!

Quise abrazarla, pero ella no me dejó.

- Dejame sola.
- No mi amor.
- De verdad, dejame…
- No te voy a dejar. –Y la besé.- Me ayudas mucho más de lo que crees.
- Te estaré ayudando mal entonces.
- No digas boludeces.
- Es lo que siento.
- Pero, no es así.
- ¿La verdad? No lo sé.

Sequé sus lágrimas y la besé, me dejó abrazarla y susurré en su oído:

- Te amo mi amor y de verdad que si sigo vivo, es solo por vos.
- Te amo y me duele mucho no saber cómo carajo ayudarte. –Dijo con un hilo de voz.-
- Amándome como lo haces.
- Ojala eso alcanzara.
- Alcanza.
- Seguís igual…
- Vos es todo lo que podes hacer mi amor, no te pongas en la cabeza la idea de curarme.
- Es lo que quiero hacer.
- Para eso voy a ir a algún lugar en donde me ayuden, pero vos no sos mi médica, ni mi analista… Sos mi mujer y eso es lo que quiero que seas.




-

Como me gusta escribir historias llenas de oscuridad...




martes, 23 de febrero de 2016

Excesos I.


- Dale Pedro, anda a bañarte. –Dije tratando de empujarlo por los hombros.-
- ¡No me rompas Paula!
- ¡Dale Pedro! ¡Mirate como estás! –Le dije y me sentía dolida por verlo así, siempre era igual.-
- ¿Cómo estoy? ¿Qué tengo?
- Se te huele el olor a escabio en cinco cuadras a la redonda nene.

Abrí las canillas de la ducha y le quité la remera.

- Dale, no me la hagas más complicada. –Dije tratando de quitarle las zapatillas.-

Quité sus zapatillas y desabroché su pantalón de jean, cuando él quiso besarme.

- No Pedro, así como estás no me vas a tocar un pelo. –Le dije molesta.-
- ¡Dale mi amor!
- ¡Dale vos! ¡Te metes en la ducha!

Él terminó de quitarse el pantalón y se metió en la ducha, casi se resbala y no lo hizo porque lo sostuve.

- No podes ni mantenerte en pie, te quedas ahí un rato. –Dije haciendo que se siente.-
- No sos mi mamá.

Yo revoleé mis ojos para no responderle mal y me alejé un poco de él.

- Cuando te sientas un poco mejor, venís a la cocina que te voy a hacer un café bien negro… ¡A ver si por lo menos te acordas de tu nombre!

Le dejé un boxer y una remera limpia sin siquiera mirarlo y me fui.

Dí un portazo en el baño y no pude evitar que algunas lágrimas cayeran por mis mejillas. Odiaba verlo así, odiaba no poder hacer nada para ayudarlo y odiaba aún más que él se quisiera tan poco como para destruirse así.

Porque eso estaba haciendo… Destruirse rodeado de excesos.

Preparé un café bien negro y lo dejé en el microondas, cuando lo escuché venir sequé mis lágrimas y puse a calentar la taza.

Pedro estaba con la remera y en boxer, se sentó en la silla desganado y yo le dejé la taza de café delante de él.

Me senté en la silla que estaba frente a él y subí mis piernas a la misma. Él tomó un poco de café y recién en ese momento, me miró a los ojos.

- Perdón. –Dijo con sus manos rodeando la taza.-
- Pedite perdón a vos mismo antes que a mí.

Él suspiró y pude ver como sus ojos se llenaron de lágrimas.

- No puedo controlarme. –Dijo temblando.-
- No entiendo por qué mierda no aceptas que necesitas hacer un tratamiento.
- No sé. –Dijo y tomó un poco de café, pero estaba temblando demasiado.-
- Para que te vas a quemar. –Dije quitándole la taza de las manos.- Para un poco. –Y me agaché frente a él.-
- No puedo más Pau.
-Acaricié su mejilla.- Ya no sé cómo ayudarte, no sé si puedo sola.
- Ahora me haría muy bien que me abraces.

Yo suspiré y me senté en sus piernas, rodeé su cuello con mis brazos y suspiré.

- No sé cuánto tiempo más pueda aguantar esto Pedro. –Le dije con lágrimas en los ojos.-
- No te lo mereces tampoco.
- ¿Por qué te odias tanto? ¿Por qué te haces tanto mal?
- No tengo nada para responderte.
- Necesito que te dejes ayudar, sino te vas a terminar de destruir.
- No creo que alguien pueda ayudarme más que vos.
- Pedro, no nos podemos hacer los boludos ya. Necesitas ayuda profesional, esto se te está yendo de las manos, se está poniendo muy turbio… ¿Te das cuenta que todos los días volves igual? ¡Todos! –Remarqué.-
- Ya sé. –Dijo rascando su sien.-
- Estás llegando a tu límite… Y al mío también.
- ¿Me abrazas? –Suplicó.-

Yo suspiré y lo abracé por el cuello, acomodé mi mejilla en su hombro y sentí sus brazos débiles rodear mi cintura.

- No sé cómo Pau.
- ¿Qué no sabes?
- Como salir de acá.
- Dejándote ayudar…
-Suspiró.- No puedo.
- Sí que podes.
- ¿Cómo?
- Permitiéndotelo.

Él se separó un poco de mí y me dio un beso.

- Solo no podes…. Y yo sola tampoco ya… Tenes que dejarte ayudar mi amor, por favor.
- Perdón, yo sé que te hago pasar situaciones de mierda.
- No importa eso ahora, lo que me importa es que estés bien.
- No sé si algún día pueda estar bien.
- Tenes que confiar en vos.
- Ese es el problema.
- ¿Cuál?
- No confío en mí.
- ¿Por qué?
- Porque de verdad… No puedo, no sé confiar en mí.
- Entonces tenes que aprender a hacerlo.
- Ya es tarde.
- Estás hablando como si tuvieras 80 años y solo tenes 25.
- Y estoy hecho mierda como alguien de 80.

Yo suspiré y acomodé un poco de su pelo, a modo de mimo.

- ¿Me dejas?
- ¿Qué?
- Ayudarte y ayudarte a buscar ayuda.
- ¿Vale la pena?
- Obvio que vale la pena, haría cualquier cosa por vos.
- No te mereces esto.
- Te amo. –Dije y lo besé.- Y quiero que estés bien… Dale, por vos y también por mí… Pero, antes que nada tenes que hacerlo por vos.
- Te amo. –Dijo y volvió a abrazarme.-

Yo lo abracé también y lo sentí llorar con una angustia que de verdad le sentía desde muy adentro.

- ¿Nos vamos a dormir un ratito? –Le pregunté.-
- No creo que pueda dormir.
- Así te tranquilizas.
- Anda vos si queres.
- Lo que yo quiero es que te tranquilices.
- Estar con vos me tranquiliza.
- Por eso, dale… Vamos a la cama. –Me separé un poco de él.- ¿Queres terminar el café? –Le pregunté mientras secaba sus lágrimas.-
- Mmm… Bueno.

Le alcancé la taza y él terminó de tomar el café.

- ¿Está rico por lo menos?

Pedro rio sin ganas y yo sonreí.

- Veni, dale.

Me puse de pie y tomé sus manos. Lo abracé por los hombros y caminamos juntos hasta la habitación. Él quitó su remera y se acostó hecho un bollito.

- ¿Tenes calor? –Le pregunté cerrado la puerta.-
- Un poco.

Bajé un par de grados el aire y me acosté a su lado, frente a él.

- Trata de tranquilizarte, dormir te va a hacer bien. –Dije y llené de besos su cara.-
- Quedate conmigo.
-Besé su frente.- Acá estoy mi amor.

Él buscó mi mano y la besó.

- No entiendo como te bancas todo esto, sos una reina.
-Suspiré.- Te amo, esa es la explicación de todo. –Besé su sien.-
- Te amo mi amor.
- Veni…

Hice que apoyará su cabeza en mi pecho y comencé a jugar con su pelo.

- Relajate, dale… -Y comencé a masajear su nuca.-
- Perdón.
- Sh… -Hice una pausa.- Pero prometeme que te vas a dejar ayudar.
- Pero vos quedate cerca.
- Siempre voy a estar cerca mi amor.
- No sé como agradecerte.
- Dejándote ayudar.

Él asintió y yo besé su frente.

- Ahora descansa, dale…
- Te amo. –Dijo abrazándome por la cintura.-
- Te amo mi amor.




-

Nuevo corto de 7 capítulos... Espero que les guste y que si leen, comenten!


viernes, 19 de febrero de 2016

Escaparnos.


Demoras de hasta cinco horas. Okei, más que nunca quería desaparecer. Desaparecer de todo y de todos.

Estaba sentado, con el equipaje frente a mí y observando a la gente pasar detrás de mis lentes oscuros. Eran las cinco de la madrugada y realmente mis ojeras eran increíbles.

Había decidido apagar mi celular para no quedarme sin batería y ya había comido algo en un bar cercano.

No quedaba mucho por hacer, solo esperar.

Una mujer se sentó a mi lado y acomodó su equipaje delante de ella, tal como lo había hecho yo. Se cruzó de brazos dejándose caer en la silla y bufó.

- ¿Demoras? –Le pregunté riendo.-
-Rio también.- Sí. ¿Hace cuánto esperas?
- Dos horas y me dijeron que pueden ser cinco más. ¿Vos?
- Desde anoche que espero.
- Ufff, heavy.
- Sí. –Suspiró.-

Se hizo un silencio y yo la miré.

- Voy a ir a tomarme otro café. –Dije poniéndome de pie.-
- ¿Soy muy molesta si te acompaño?
- No, todo lo contrario.

Sonreímos y agarramos nuestro equipaje para luego dirigirnos al bar. Cada uno se pidió un café con un par de medialunas, a modo de desayuno.

- ¿Cómo te llamas? –Le pregunté riendo.-
- Paula. ¿Vos?
- Pedro. Un gusto Paula. –Dije ofreciéndole su mano.-

Ella sonrió y levantó su mano para que yo la tomará, le dí un beso allí y los dos sonreímos.

- ¿Y por qué viajas? –Le pregunté.-
- No sé si lo que hago es precisamente viajar.
- ¿Y qué haces entonces?
- Me escapo.
-Suspiré.- Creo que estamos en la misma.
- ¿Posta?
- Posta.

Se hizo un silencio en el que cada uno tomó un poco de su café.

- ¿Y de qué o quién te escapas? ¿Se puede saber? –Preguntó.-
- De una ex novia que a mi humilde entender, enloqueció. ¿Vos?
- Del mundo.
- ¿No es muy exagerado?
- Creeme que no.

Tomó un poco más de su café y miró la hora en su celular.

- No quería incomodarte, perdón. –Le dije.-
- No, no me incómodas… Es solo que es algo que me cuesta hablar.
- Está bien si no queres contarme.
- Gracias.

Se hizo un silencio de algunos minutos en el que desayunamos y ella de repente comenzó a hablar.

- Me escapó de todo, de mis viejos que son unos extremistas, de mis amigas que son cualquier cosa menos eso, de mi carrera que elegí por obligación, de un chico que me chamuyó durante meses y nunca se animó a concretar. –Se encogió de hombros.- Pero sobre todo de mis amigas, me cansé de estar siempre para ellas y que cuando yo las necesite se pongan monosilábicas.
- A veces es complicado lidiar con algunas cosas.
- Sí, y a veces es necesario escapar también.
- ¿Brindamos por eso?
- ¿Con el café?
- No tenemos otra cosa.

Los dos reímos, levantamos nuestros vasos de café y los chocamos.

Terminamos de desayunar y nos fuimos de allí.  Yo me dirigí al baño y me odié un poco por no haberle pedido que me espere. La busqué con la mirada por un largo rato hasta que la encontré, me acerqué a ella y estaba hablando por teléfono.

Esperé (pacientemente creo) a que cortara y cuando se dio vuelta, se asustó.

- Ay Pedro. –Dijo con su mano en su pecho.-
-Reí.- Perdón, no quise asustarte.
- No pasa nada. ¿Necesitas algo que volviste?
- ¿Te molesta que me quede?
- No, no. –Bajó su mirada.-

Yo suspiré y la realidad era que por alguna razón, me moría de ganar de comerle la boca.

- ¿Puedo hacer algo? –Le pregunté.-
- ¿Qué? –Preguntó mirándome.-

Yo me acerqué un poco a ella y acaricié suavemente su mejilla.

- ¿Qué vas a hacer? –Preguntó poniéndose tensa.-
- ¿Puedo? –Le pregunté con una sonrisa.-
- ¿Estás seguro?
- Yo sí. ¿Vos?
- Creo. –Rio nerviosa.-

Terminé con la distancia que nos separaba y nos besamos como si fuéramos novios de toda la vida. La aprisioné contra el vidrio que había allí y era real que no podíamos separar nuestros labios.

- Para un poco. –Dijo riendo.-
- ¿Por qué? Te juro que no puedo, ni quiero.
- Me da un poco de pudor.
- ¿Por?
- Está lleno de gente.
- ¿Y?
- No sé. –Rio.-
- Vamos a otro lado si queres.
- ¿A dónde?
- A un lugar donde haya menos gente. –Reímos.- ¿Vamos?
- Está bien.

La tomé de la mano, agarró cada uno su valija y comenzamos a caminar riendo. Nos alejamos de todos, el aeropuerto rebalsaba de gente por las demoras.

Ingresamos en un lugar que decía “restringido” pero que parecía estar muy abandonado. Era una sala, vacía y oscura. (Literal lo de vacía, solo había una pequeña mesa).

La tomé por el cuello y la besé, empujándola hasta quedar contra una pared.

- Me parece que esto es cualquier cosa. –Dijo riendo.-
- Puede ser que lo sea, pero la verdad es que es que me gusta mucho. ¡Vos me gustas!
- Y vos me gustas a mí, pero… No soy de hacer estas cosas.
- ¿Qué sería “estas cosas”?
- Estar encerrada en un lugar prohibido chapando con un tipo que no conozco ni hace dos horas.
- Dicen que para todo hay una primera vez.
- Eso dicen…

Volvimos a besarnos y sentí sus manos acariciar mi cintura. La aprisioné aún más con mi cuerpo y ella continuó bajando con sus dedos hasta mi cola. Sonreí en medio del beso y bajé por su cuello.

- Para… -Dijo frenándome.-
- ¿Qué pasa?
- ¿Tenes forros?
- Sí, tranquila. –Y volví a besarla.-

-

Realmente era la primera vez que hacia algo así, pero la atracción que sentía con ese chico era increíble… Y su manera de cogerme sobre esa mesa también.

Salimos de aquel lugar y yo aún intentaba acomodar mi pelo, opté por hacerme una colita.

- Tranquila. –Dijo y besó mi hombro.-
-Reí.- ¿Por qué me decís esto?
- Estás bien, no te preocupes.
- Mmm… Bueno.

Los dos nos pusimos a ver los carteles y las demoras seguían siendo infinitas.

- Creo que esto no termina más. –Dije dejándome caer en una silla.-
-Se sentó a mi lado.- Bueno, al menos la pasamos bien un rato.
-Reí.- No me hagas acordar.
- ¿Tan mal la pasaste?
-Volví a reír.- Increíble lo pasé.
- Entonces no lo olvides.
- Dudo poder olvidarlo. –Tapé mi cara con mis manos, la verdad es que me moría de vergüenza.-
- No te tapes la cara, sos muy linda como para hacerlo.
-Reí.- Me da mucha vergüenza.
- ¿Por qué?
-Lo miré.- De verdad que nunca había hecho algo así.
- ¿Y no valió la pena?
- Sí. –Sonreí.-
- Entonces ya está, sacate los prejuicios de la cabeza.
- Eso me cuesta mucho.
- Además, es algo que puede quedar solo entre nosotros dos.
- Mmm… Me gusta eso.

Yo bostecé y refregué mis ojos.

- Veni… -Dijo posando su mano en mi espalda.-
- ¿A dónde?
- Acá.

Hizo que me “acostara” y que apoye mi cabeza en sus piernas.

- Dormí un rato…
- ¿Seguro?
- Sí, dale.
- Bueno, gracias. –Hice una pausa.- Pero, no te vayas sin avisarme.
-Sonrió.- No, tranquila.

Me desperté después de un rato bastante largo y restaba un poco tiempo para que mi avión saliera.

Me senté y me mareé.

- Uy, la puta madre. –Dije tratando de abrir mis ojos.-
- ¿Qué pasa?
- Me mareé.
- ¿Por qué no comemos algo antes de que te vayas?
- Mmm… Bueno, dale.

Comimos algo nuevamente en el bar y yo estaba por embarcar.

- Ojala que escaparte te haga bien… -Dijo y me besó.- Fue muy lindo conocerte.
-Sonreí.- Lo mismo digo.

Lo tomé por el cuello y lo besé.

- Alguna parte de mí se va a quedar deseando que algún día nos escapemos juntos. –Dijo casi sin separar nuestros labios.-
-Sonreí.- Creo que eso sería muy lindo.

Volvimos a besarnos y debía subirme al avión.

- ¿Cómo hago para ubicarte? –Me preguntó.-
- Si esto tiene una historia, la vida se va a encargar de unirnos y si no fue esto… Que fue poco, pero lindo. –Lo besé.- Me hiciste empezar mi viaje de escape de la mejor manera posible. –Volví a besarlo y me dirigí hacia el avión, sin decirle más.-




-

Hola a todos, aquí les dejo un corto cortito justamente... Espero que les guste! En la semana prometo subir algo más largo, jaja ;)

Mañana vuelvo a arrancar una novela asique están invitadísimos a pasar por el blog, leer el prólogo y si quieren que se las pase cuando suba, solo tienen que avisarme! http://liberarnospyp.blogspot.com.ar/


sábado, 13 de febrero de 2016

Día de los enamorados.


Siempre creo y sostengo que todos "los días de" son inventos del capitalismo para vender, vender y vender. Claro, eso es lo que busca este sistema... Vendernos hasta contaminarnos.

Pero también creo que sin necesidad de entrar completamente en el juego del mercado podemos usar esos días de excusa para agasajar y hacer importante a aquella persona: un padre, una madre, un niño , un amigo, una amiga o nuestra pareja. Este último caso, es el caso del día de los enamorados.

Tener gestos y detalles es eso que mantiene cualquier relación viva, la relación que sea se nutre y crece a partir de pequeñas cosas.

Los
"buenos días" o "buenas noches", los "te amo", los "cuídate", los "te extraño", los besos, los abrazos, las miradas, las caricias, las risas, las charlas... Todo eso hace que una relación crezca.

Quizás hoy, sea un día especial que podemos usar como excusa para recordarle al otro cuánto lo amamos. No hace falta llenar la pared de corazones, ni comprar una caja enorme de chocolates, tampoco un oso de peluche gigante.

A veces con regalar y regalarnos tiempo alcanza... Es lo más valioso que podemos regalar, el tiempo es el único que no vuelve. Jamás. Por eso, siempre que estamos con otra persona, que tenemos una charla importante o que simplemente pasamos unos segundos mirándonos... Ahí está el mejor regalo de todos.

Ese día debía estudiar para un final eterno (uno de los más difíciles de la carrera) y ya le había dicho a mi novia que ni haciendo malabares podíamos vernos ese fin de semana. Ella no se había enojado, me entendía porque ella también estudiaba. Creo que estaba más molesto con la situación yo que ella. ¡Me molestaba no poder dedicarle tiempo a la gente importante! Obvio que la universidad es importante, pero no tan importante como para adueñarse por completo de mi vida.

El sábado no salí de mi habitación si no era para ir al baño, prepararme un café o buscarme comida. Estudié absolutamente todo el día, hasta las 4 de la mañana... Revisé mi celular y Pau estaba en línea.


"Hola mi amor... ¿No dormís?"

"Hola lindo, no... Estoy desvelada y me aburro. ¿Vos? ¿Estudias?"

"Hace más de diez horas que no salgo de la pieza, en breve caigo muerto en la cama."

"¿Por qué no frenaste un ratito amor? Te va a hacer mierda estar tanto tiempo sentado frente a los apuntes."

"No me retes que todo tiene una explicación."

"¿Cuál?"

"Me arrepentí."

"¿De qué?"

"De que mañana no nos veamos."

"No gordo, este examen es muy importante. Quedate estudiando así aprobas, después nos vemos."

"Pero, no puede ser que la facultad se adueñe así de mi vida."

"Sos un poquito exagerado..."

"Mañana todos salen con sus parejas."

"Es un día comercial y los dos pensamos lo mismo."

"Igual, quiero verte."

"¿Estás seguro? Después no me quiero quedar con la culpa de que no te fue como querías en el final."

"Por eso estuve todo el día estudiando."

"Definitivamente no podes ser más lindo."

"Jajaja, exageras un poco... ¿Qué te parece si ahora dormimos un rato y mañana te paso a buscar después del mediodía? Pasamos todo el día juntos y después te venís conmigo, dormimos juntos y mañana me acompañas a rendir como habíamos quedado."

"Dale, compro el plan. ¿Y sabes una cosa?"

"Mmm... No. ¿Qué?"

"Te amo mi amor, mucho."

"Yo también te amo mi amor. Descansa que mañana te quiero todo el día besándome."

"Creo que es el mejor pedido que podes hacerme. Vos también descansa."

"Hasta mañana Pauli."

"Ay, hacia mucho no me decías así y me encanta. Hasta mañana Pepito."

"Jajajaja, sos más linda."

"Vos sos lindo."

"Besos por todos lados."

"Mmm... Qué tentador suena eso, besos por todos lados para vos también."


Apagué el celular al ver que ella salió de WhatsApp y con las pocas energías que tenía me arrastré hasta el baño para lavarme los dientes y caí rendido en la cama. Pocas veces en mi vida me había dormido tan rápido.

La alarma sonó a las 12 del mediodía y aunque me costó levantarme, sabía que Paula me estaba esperando, asique lo hice rápidamente. Me bañé y me cambié, saludé a mis viejos y me fui.
"Gorda, estoy yendo a tu casa... ¿Estás?"

"Sí, ya estoy lista amor."

"¿Preparaste el bolso? No te veo hace días, no creo que te suelte hasta pasado mañana."

"Jajaja, okei... Me pongo una muda más de ropa."

"Como me gusta que nunca te niegues a mí."

"Jamás mi amor."

"Te amo..."

"Te amo."


Caminé las cuadras que me quedaban luego de bajarme del colectivo y cuando estuve en la puerta de su casa le avisé mediante WhatsApp, cuando escuché la cerradura sonreí y ni bien nos vimos, nos abrazamos y nos besamos.

Hacia casi una semana que estaba encerrado estudiando y la había extrañado demasiado.

- Te extrañé mucho mi amor, nunca más me dejes hacer estas cosas.
-Rio.- Los dos tenemos que estudiar, igual yo también te extrañé mucho. -Dijo abrazándome con fuerza.-

Me separé un poco de ella y la besé.

- Feliz día de los enamorados mi amor.
-Sonrió.- Sos tan tierno, feliz día, quiero estar enamorada de vos toda mi vida.
- Y yo de vos.

Sonreímos y nos besamos.

- ¿Hay planes? -Preguntó.-
- Mmm... Comer por ahí y después, si queres, ir a mi casa, mis viejos se van unos días a visitar a mis tías y seguro en todos los lugares sean un mundo de gente y parejitas.
-Rio.- Es verdad... Además, necesito que estemos solos porque te extraño de verdad.
-Sonreí.- Ay, esa carita de pícara me mata.
-Me besó.- ¿Vamos?
- Te pusiste colorada. -Dije haciéndole cosquillas.-
- ¡Dale Pedro! -Me dijo riendo.-
- ¿Qué?
- ¿Vamos?
- Dale, vamos.

Almorzamos juntos en el patio de comidas de un Shopping y aunque no queríamos ser tan melosos, terminamos comprando chocolates para llevar a mi casa. Hacia mucho calor y estaban todos derretidos, asique los dejamos en la heladera para comer luego.

Fuimos hasta mi habitación y yo me senté en mi puff, bah mas que sentarme... Me tiré allí.

Paula se sentó en mis piernas, con sus piernas a los costados de mi cuerpo y quedando frente a mí. Sonreímos y nos besamos.

- Hace un poco de calor. -Dijo riendo y haciéndose un rodete.-

Yo verifiqué que la puerta estuviese cerrada y encendí el aire acondicionado. Realmente aquel lugar era un horno.

- Si tenes mucho calor me voy a otro lado. -Dijo ella.-
- ¡Ni se te ocurra! -Dije abrazándola por la cintura.-
-Sonrió y me besó.- Decime que vos me necesitas tanto como yo a vos... -Dijo besando mi cuello.-
-Sonreí.- Exactamente del mismo modo, de verdad nunca más dejes que pasen tantos días sin vernos.
- Sos muy tierno, pero... -Se separó un poco de mí para mirarme.- ¿Por qué este ataque de repente?
- Me puse a pensar un poco en lo que decimos siempre que "el día de" es súper comercial, capitalista y que los empresarios lo usan para llenarse de plata, pero también pensaba en que más allá de eso, es una excusa para agasajar a la persona que amamos... -La besé.- En mi vida, esa persona sos vos. -Sonreímos.- Y también pensaba en que hay algo que podemos regalar y que es mejor que cualquier regalo, y es el tiempo... Es lo único que tenemos de verdad y es lo único que no vuelve. -Suspiré.- Está bien dedicarse a la facultad, a las responsabilidades, a las obligaciones, pero también está bien dedicarle tiempo a las personas que amas. -Pau sonrió.- A cualquier persona que amemos, y hoy te toca a vos, por eso decidí ayer encerrarme a estudiar y hoy poder dedicarte todo el día.
- Ay no podes ser tan pero tan hermoso. -Me besó.- Te amo para siempre.
-Sonreí.- Te amo para siempre yo también.

Los dos sonreímos y nos besamos, mis manos buscaron su espalda y quité su remera.

Hacia calor y nosotros lo aumentamos en nuestros cuerpos. Es que de verdad nos habíamos extrañado.




miércoles, 10 de febrero de 2016

Un poco rotos VI.


Todos estamos un poco rotos y sí, eso es cierto. Solo diferimos en que a algunos se les nota más y a otros menos… Pero, si nos detenemos a conocer a cualquiera vamos a darnos cuenta de que todos un poco rotos, estamos.

- Gorda. ¿Estás?
- Sí amor, ya voy. –Dije acomodándome el pelo.-
- No llegamos eh.
- ¡Ya voy!
- Mujer tenías que ser.
-Reí.- ¿Vas a dejar de bardearme o pensas seguir?

Él rio y entró al cuarto para besarme.

- No llegamos.
- Ya salgo.
- Te espero en el auto.
- Dale.

Me dio otro beso y se fue. Yo terminé de prepararme y fui hasta el auto.

Mientras él manejaba no podía dejar de pensar en eso que venía pensando hace años…
Todos estamos un poco rotos, pero a su vez todos tenemos a alguien que nos cure (al menos un poco) esas heridas.

Pedro frenó en un semáforo y posó su mano en mi pierna.

- ¿Estás bien gorda?
- Sí amor. –Dije mirándolo.-
- Estás muy callada.
-Reí.- Solo estoy pensativa.
- ¿Segura? –Preguntó arrancando.-
- Sí, segura.

Hacia algunos meses que había dejado de tomar pastillas y eso sinceramente me hacia sentir bastante mejor, sentía como mi cuerpo y mi mente se estaban limpiando.

Pedro estaba pasando por el mismo proceso. De a poco, los dos estábamos comenzando a sanar.

Mi marido estacionó el auto y bajamos. Me tomó de la mano e ingresamos.

- Estás re nerviosa.
-Reí.- Es que… Siempre soñé con estos momentos.
-Besó mi mejilla.- Entonces disfruta.
- Lo estoy disfrutando.
- Te amo. –Me besó.-
-Sonreí.- Te amo. –Nos besamos y nos abrazamos.-

Al ratito, ya estábamos en el salón de actos del jardín de nuestro hijo: Salvador.

Salva tenía 3 años y lo habíamos adoptado cuando apenas tenía 6 meses, llevaba con nosotros 2 años y medio. A decir verdad, había sido el tiempo más feliz de toda mi vida.

Como indicaba su nombre (que no se lo pusimos nosotros) llegó para salvarnos y sanarnos.

Verlo actuar junto a sus compañeros realmente me emocionaba… Y no, no me sentía diferente al resto de las mamás. Él era mi hijo, como el de cualquiera.

Ese nene me desarmaba de amor todos los días y era real que haría cualquier cosa por él.

Cuando el acto terminó, Pedro secó mis lágrimas y reímos.

- No llores gorda. –Me besó.-
- Es que… Es todo tan lindo que no lo puedo creer.
-Sonrió.- ¿Vamos a buscarlo?
- Por favor.

De la mano fuimos a buscar a nuestro hijo quien estaba con su maestra.

- Mira quien vino Salva. –Dijo su maestra haciendo que mi hijo me mire.-

Salvador sonrió y corrió hacia mí, yo lo tomé en brazos y lo abracé lo más fuerte que pude.

- Te amo mi amor, te amo. –Dije en su oído y lo llené de besos.- Sos el más lindo del mundo. ¿Sabías?
-Rio.- Te amo mamá. –Dijo abrazándome con fuerza.-

Y cada vez que me decía así,
mamá mi vida cobraba un poco más de sentido.

Pedro nos abrazó a los dos y le dio un beso a Salva en su mejilla.

- No llores ma.
-Reí.- Es que me emocionas mucho.
- ¿Qué les parece si nos vamos a tomar un helado así dejamos de llorar un poco? –Propuso Pedro.-
- ¡Sí! ¡Helado! –Dijo Salvador festejando.-

Nosotros reímos y luego de despedirnos de su maestra, fuimos hasta el auto. Tomamos helado en una plaza y volvimos a nuestra casa.

Lo bañé y le puse su bata para llevarlo a su habitación, lo acosté en la cama y comencé  a hacerle cosquillas con mis labios en su pancita. Él solo reía y no había nada que amara más que eso, escucharlo reír.

Luego lo cambié y fuimos hasta la cocina, en donde Pedro estaba preparando la cena. Comimos fideos con tuco y nos quedamos un rato jugando con él, eso hacíamos todas las noches.

Cerca de las diez iba con Pedro a prepararse para dormir y yo los esperaba en el cuarto, lo acostábamos y nos quedábamos con él hasta que se quedaba dormido.

Salvador estaba acostado en su cama, abrazando su muñeco preferido y Pedro y yo a sus costados, arrodillados en el suelo. Lo mimamos hasta que se quedó dormido y eran en esos momentos cuando me daba cuenta de que podía pasarme la vida mirándolo.

Sentí la mano de Pedro acariciar mi mejilla y lo miré.

- ¿Vamos gorda?
- Dale.

Nos levantamos y fuimos a cambiarnos para dormir, nos acostamos en la cama y él se tiró sobre mí, besándome.

- Te juro que me desarmas de amor. –Me dijo mientras me besaba.-
-Sonreí.- Es que no puedo amarlos más.
- Y nosotros a vos tampoco. –Dijo besando mi cuello.-
-Suspiré.- ¿No sentís como de a poco todo duele un poquito menos?
- Es exactamente lo que me pasa.
- Siempre hablábamos de que estábamos un poco rotos, y lo estamos, nunca vamos a dejar de estarlo, pero con ustedes todos cuesta menos, incluso lo disfruto.
- No podes ser más hermosa.
-Lo abracé por el cuello y reí.- ¿Cerraste la puerta?
- Ajam… -Dijo acariciando mi panza.-
- ¿Seguro?
- Muy seguro.
- Mejor así entonces.

Giré para quedar sobre su cuerpo y lo besé.

- Amo cuando te pones así. –Dijo acariciando los costados de mi cuerpo.-
-Reí.- Me hablas como si te tuviese a pan y agua nene.
-Largó una carcajada.- Te amo tanto que no te das una idea.
- Arreglala ahora, dale.
-Rio.- Sos una tarada.
- Seguí sumando, dale.
- ¿Para qué estoy sumando?
- Mmm… -Dije acercándome a él y mordí su cuello.- Cuidado como te portas.
-Rio y me abrazó por la cintura.- Vos también cuidadito eh.
- ¿Con qué?
- Con todo… -Dijo sacándome la remera del pijama.-
- No te tengo miedo eh.

Reímos y nos besamos, sus manos subieron por mi espalda llenándome de caricias que me enloquecían.

- Ahora si me gusta por un rato sentirme tu putita. –Dije en sus labios.-
-Sonrió.- Todavía no entiendo como te bancaste tanto.
- Por amor uno hace muchas locuras.
- Vos hiciste demasiadas.
- ¿Pero sabes qué?
- ¿Qué?
- Hoy no me arrepiento de nada.

Sonreímos y nos besamos, terminamos de desnudarnos sin dejar de besarnos porque realmente no podíamos hacerlo.

Quedé encima suyo y una vez más me sentí su mujer.

Salí de encima de su cuerpo agitada y me tapé con la sábana, cerré mis ojos y suspiré.

- No sabes lo que amo salir de encima tuyo y no sentirme rara ni incómoda.
-Me besó.- Te amo mi amor.
- Y yo te amo a vos.
- Gracias, de verdad.
- A vos, por hacer que me sienta menos rota.




-

Particularmente amo mucho como quedó este final, asique espero que les guste a ustedes también.

Si leyeron este corto, me gustaría que me dejen un comentario, por favor ♥

martes, 9 de febrero de 2016

Un poco rotos V.


Salí de aquel lugar que siempre había renegado. Sí, hacia 3 años que iba a terapia, tres veces por semana.

Fue la mejor opción que encontré para tratar de alivianar la culpa, claro que junto con el amor de mi mujer, porque sí, nos habíamos casado el año anterior.

Llegué a mi casa y la encontré durmiendo en la habitación, era raro que estuviese durmiendo pero aún así la dejé. Me acerqué a ella y la tapé ya que hacía frío.

Aproveché que debía ir a la farmacia para comprar las pastillas que tomábamos, porque sí ahora yo también tomaba… Al fin y al cabo, era cierto eso de que ambos estábamos rotos.

- Amor… -Dijo cuando yo estaba guardando mi campera en el placard.-
- Perdón gorda, no te quise despertar.
- No pasa nada. –Me respondió acurrucándose.-
- ¿Te sentís bien?
- Mmm… Más o menos.
- Tenes una carita. –Dije sentándome frente a ella.-
- Se me parte la cabeza, volví así del laburo. ¿A vos cómo te fue?
- Mmm… ¿Bien?
-Rio.- ¿Cuándo vas a dejar de renegar?
-Reí.- No sé.
- ¿Qué te parece si traes algo para comer y te metes en la cama conmigo?
- Me gustó ese plan.
- Y si puede ser...
- ¿Café?
-Rio.- Me lees la mente.
- O te conozco mucho. –Reímos y nos dimos un beso.-

Me fui a preparar una merienda mientras ella fue al baño y se acercó a la cocina.

- ¿No queres volver a la cama gorda?
- No, no pasa nada.
- De verdad que tu carita me preocupa.
- Me duele la cabeza, nada más.
- Si queres merendamos y te hago unos masajitos.
- Mmm… Sí, por favor.

Merendamos juntos y luego ella se sentó en el suelo, delante de mí que estaba en el living. Hizo un rodete con su pelo y yo comencé a hacerle masajes.

Después de un rato…

- ¿Me vas a contar qué pasa gorda?
- Uf, basta con eso.
- Dale amor… -Dije masajeando su cuello.-
- No importa.
- Mmm… A mí sí, de hecho sos lo que más me importa en el mundo.
-Suspiró.- No importa.
- Pau, dale.

Ella suspiró y se puso de pie, quiso irse a la habitación pero se lo impedí, tomándola de la mano.

- No te pongas en situación de nena caprichosa.
- No tengo ganas de hablar. ¿Lo podes entender?
- Lo entiendo. –Dije acomodando su pelo.- Pero… Vos también tenes que entender que no te hace bien guardarte lo que te pasa.
- Decime algo que no sepa.
- ¿Por qué sos tan terca?

Paula se encogió de hombros y suspiró. Yo la abracé y besé su cuello.

- Dale amor… -Dije acariciando su espalda.-
- Ahora prefiero que me abraces.
- Siempre te voy a abrazar.

Pasaron algunos minutos hasta que ella se separó de mí y rascó su sien.

- ¿Venís conmigo? Quiero acostarme.
- ¿Queres que te prepare un té?
- No, pero igual… -Suspiró.- Deja yo voy a buscarme.

Se fue a la cocina y yo la seguí.

- ¿Qué necesitas gorda?
- Un ansiolítico. –Dijo buscándolo.-
- No tomes por tomar.
- No me siento bien.
- Ya sé, pero podes hablar conmigo antes de tomar eso.
- Voy a hablar, pero dejame tomarlo.
-Suspiré.- Está bien, pero uno solo.
- Sí, uno.

Agarró la pastilla y se la tomó, dejó el vaso en la pileta de la cocina y yo la abracé por la espalda.

- Te amo. ¿Sabes? –Dije y besé su mejilla.-
- Lo sé, yo también te amo. –Dijo posando sus manos sobre las mías y cerró sus ojos.-
- ¿Vamos al cuarto?
- Sí.

Fuimos juntos a la habitación y ella se acostó en la cama, yo me senté a su lado y tomé su mano.

- ¿Me contas qué pasa?

Paula tomó aire y me miró muy seria.

- Hoy estuve mil horas investigando en Internet sobre la adopción y quedé así, listo, es eso.
- ¿Por qué lo haces sola?
- No lo sé. –Suspiró.- Y tampoco sé por qué lo hago, si así como estamos nunca jamás nos darían la posibilidad de adoptar.
- Es algo que vamos a transitar juntos.
- ¿De verdad crees que podemos transitarlo?
- ¿Por qué no?
- Lo que te digo, estamos muy rotos y muy mal de la cabeza para que nos permitan adoptar.
- ¿Y no crees que esa situación pueda mejorar?
- No lo sé, te juro que no lo sé.

Se dio vuelta para quedar boca abajo, abrazó la almohada y apoyó su mejilla allí, mirándome.

- No te maquines de más gorda.
- Hago lo que puedo amor.
- Ya sé. –Dije corriendo el pelo de su cuello.-
- Por lo menos solo me dio dolor de cabeza… -Suspiró.- Igual, no sé.
- ¿Qué no sabes?
- Si algún día de verdad voy a poder superar esos ataques de mierda.
- Vas a poder.
- No amor, ya no. –Cerró sus ojos.- Y mejor no hablemos más.
- ¿Y qué queres hacer?
- Nada.
- Nada implica que te cabeza no frene.
- Nunca frena.

Me acosté frente a ella y tomé su mano.

- Hoy estaba pensando en algo…
- ¿En qué?
- En realidad, lo hablé en terapia. ¿Qué te parece si nos vamos de viaje juntos?
- ¿Viaje?
- Sí, nunca salimos de vacaciones y capaz alejarnos un poco de todo nos haga bien.
- Mmm… Sí, no sé. Puede ser.
- Si le pones esa onda.
-Rio.- Perdón, me siento mal.
- Ya sé, te jodo nada más.
-Suspiró.- Creo que lo mejor es seguir durmiendo.
- Te va a hacer peor al dolor de cabeza.
- Ojala solo fuese dolor de cabeza.
- Mmm…. ¿Y no queres que salgamos a caminar un poco?
- ¿La verdad? No.
- Está bien. –Besé su cabeza.- Nos quedamos acá.
- Gracias. –Cerró sus ojos.-
- Pero…
- No dale, no jodas.
- ¡Hey! ¿Qué es esa manera de hablarme?
-Rio.- Perdón, pero de verdad no tengo ganas de nada.

Yo no le dije nada, solo me abalancé sobre ella y la besé.

- Dale amor.
- ¿Qué?
- No rompas.
- Solo te quiero dar un beso. ¿No puedo?
- Te conozco, son muchos años ya.
- Que feo que pienses así de mí.
- Hazte fama… -Reímos.-
- Bueno che, bueno. –Volvimos a reír y nos besamos.- Solo quiero que estés un poco mejor.
- Dormir me va a hacer bien.
- Dormir no soluciona nada.
- Pero, te permite no pensar y eso es casi lo mismo.
- Ya sé que insistirte no te va a hacer cambiar de parecer.
- Veo que ya me conoces. –Reímos y volví a besarla.- Si queres, podes quedarte.
- Obvio que quiero.

Ella sonrió y nos acomodamos, frente a frente. Acaricié su mejilla y ella suspiró.




-

Mañana termina... 




lunes, 8 de febrero de 2016

Un poco rotos IV.


Estaba decidido pero eso no quitaba que no me sintiera más nervioso que nunca.

Caminaba de una punta a la otra del pasillo de su casa (o nuestra casa, ya no sabía), mientras ella me estaba esperando en el cuarto. En la cocina estaba su madre, eso hacia todo más tedioso, pero aún así sabía que iba a necesitar algo que la contenga.

María tenía una enfermedad muy extraña que en este último tiempo la estaba desbastando.

Ingresé en la habitación y ella estaba en la cama, muy tranquila.

- ¿Podemos hablar? –Le pregunté.-
- Sí Pedro.

Cerré la puerta y me senté a los pies de su cama.

- ¿Qué pasa? –Me preguntó.-
- ¿Sabes por dónde viene la conversación, no?
- Lo supongo.
- No puedo más así… -Dije y suspiré.- Y no es por tu enfermedad, viene desde antes ya.
-Bajó su mirada.- Lo sé.
- Yo intenté Maru, te juro que lo intenté.
- ¿Me estás dejando, no?
- Sí. –Hice una pausa y se me llenaron los ojos de lágrimas.- Perdón, pero sí.
- Supuse que este momento iba a llegar… Y si no reacciono es porque no tengo fuerzas.
- Perdoname, lo que más quiero es que estés bien… Pero, también sé que estando así con vos te lastimo.
- ¿Estás con otra, no?

Y en ese momento no pude responderle.

- Era obvio Pedro, nunca estuviste enamorado de mí. –Dijo ya llorando.-
- Sí, estuve enamorado de vos.
- Pero, apareció otra mejor.
- No, no es así.
- ¿Y cómo es? ¡Porque no entiendo!
- No sé si está bueno que la conversación vaya para este lado.
- Necesito saber la realidad Pedro.
- ¿Qué realidad?
- ¿Hace cuánto estás con la otra?
- No importa eso.
- ¡Sí importa!
- No, no importa.
- ¡Pedro, decímelo!
- Años… -Dije con mi vista hacia abajo.-
- ¿Alguna vez me amaste Pedro?

Yo suspiré y posé mi mano en su hombro.

- Tranquila, te vas a poner mal y te va a hacer peor.
- ¡Ya estoy mal Pedro!

Y en ese momento, se levantó de la cama y comenzó a empujarme.

- ¡Andate Pedro! ¡Andate!
- Acostate que te va a hacer mal.
- Vos me haces mal. ¡Andate!
- Yo me voy, pero vos anda a la cama, dale.

-

Volví a mi casa luego del trabajo y me dí una ducha porque me sentía medio mal, me puse el pijama. Me preparé un té y me fui al living con mi celular, prendí la tele solo para que hiciera un poco de ruido y allí me quedé.

No tenía ganas de nada.
“Gorda. ¿Estás en tu casa?”

“Sí, ya estoy acá.”

“¿Sola?”

“Sí. ¿Por qué?”

“¿Puedo ir?”

“Pero… ¿Hoy?”

“Te necesito mi amor.”

“Está bien, te espero.”


-

Hacia días que había tenido esa charla con María que terminó con gritos por parte de su mamá y demás. En esos días no había hablando con Paula porque quería tener algo concreto para decirle, pero en ese momento la necesitaba más que nunca.

Pau me abrió la puerta y yo lo único que pude hacer fue abrazarla, llorando.

- ¿Qué pasa amor? –Preguntó.-
- No puedo más.
- ¿Pero qué pasó? –Preguntó cerrando la puerta.-
- Te necesito.
- Yo estoy acá mi amor. –Besó mi mejilla.- Veni…

Paula me llevó hasta su habitación y me acosté en la cama.

- ¿Queres un poco de agua? ¿Un té? ¿Algo?
- Agua.
- Ahora te traigo, tranquilo.

Ella besó mi frente y luego se fue a buscarme un vaso de agua, cuando volvió nos sentamos frente a frente y yo tomé un poco, dejé el vaso y Paula tomó mis manos.

- ¿Me podes contar qué pasa?
- Hace cuatro días hablé con María…
- ¿Cuatro días?
- Sí, para, no te enojes. –Suspiró.-
- ¿Por qué no me lo dijiste?
- Porque quería tener algo concreto, fue horrible, con María y con la mamá.

Pau secó mis lágrimas y me dí cuenta que estaba temblando cuando me soltó las manos.

- La internaron, anoche. –Dije con un hilo de voz.-
- Bueno, pero eso no es tu culpa.
- Sí, es mi culpa. La internaron porque no dejaba de llorar y eso le bajó las defensas.
- No, no es tu culpa mi amor. –Me besó.- Tranquilizate un poco, por favor.
- No puedo, porque todavía no te conté el final.
- ¿Qué pasó?

Yo me largué a llorar como un nene y no podía hablar.

- Falleció Paula, falleció. ¡Por mi culpa! ¡Yo la maté!

Pau suspiró y me abrazó por el cuello, arrodillándose frente a mí.

- Vos no mataste a nadie. –Dijo acariciando mi nuca.- Tranquilo mi amor, por favor.
- No sé cómo voy a convivir con esta culpa.
- No es tu culpa mi amor.
- Yo la dejé y la maté de tristeza.
- Pero antes, teniéndote como te tenía… ¿Era feliz?
- Por lo menos estaba viva.

Se separó un poco de mí, secó mis lágrimas y me besó.

- No es tu culpa mi amor.
- Sí, lo es.
- No… Vos no hiciste nada malo.
- La dejé y eso terminó de matarla. –Hice una pausa.- Y ya sé que de otra manera el mal te lo hubiese hecho a vos, de hecho te lo hice… -Suspiró.- Empecé haciendo todo mal cuando me enganché con vos.
- ¿Te arrepentís de haberte enamorado de mí?
- No, eso no.
- ¿Y entonces?
- Pero, hice todo mal.
- Perdón, pero eso no es noticia.
- Ya sé… Pero esto no tiene solución.
- Pero, ya va a pasar.
- No, la culpa no se pasa.
- ¡No es tu culpa Pedro!
- Sí Pau, no me discutas esto…
- No te lo discuto. –Suspiró.- Solo quiero que te sientas un poquito mejor.
- ¿Vos de verdad crees que no es mi culpa?
- Su enfermedad no lo es…
- Pero, la maté yo.
- ¡No Pedro! ¡Vos no la enfermaste!
- Pero le hice mucho mal.
- Veni mi amor…

Paula hizo que me acueste en la cama y ella se arrodilló en el suelo, frente a mí.

- Trata de tranquilizarte un poco amor, dale… -Dijo acariciando mi pelo.- Yo me quedo acá con vos.
- Te necesito mucho.
- Y yo estoy acá. –Besó mi frente.- Te amo. ¿Sabes?
- Te amo.
-Besó mis labios.- Dale, tranquilo.




-

Comenten, por favor ♥

domingo, 7 de febrero de 2016

Un poco rotos III.


- ¿Crees que es un tema para hablar ahora gorda?
- No sé, pero es una realidad.
- Yo te amo a vos y esa es la realidad.
-Suspiré.- En este momento la verdad es que no entiendo nada.
- Mmm… Tengo una idea.
- ¿Cuál?
- Nos ponemos la malla y nos metemos en la bañera un ratito.
- Pedro, dale.
- ¿Qué?
- Ya sé lo que queres y la verdad es que no me siento bien.
- Lo único que quiero es que te sientas mejor.
- Mmm…
- Sino, te hago cosquillas.
- ¡No, no! ¡Eso no!
-Rio.- Dale. ¿Vamos?
- Está bien.

Me besó y nos levantamos, nos pusimos nuestras mallas y llenamos la bañera de mi casa (que era bastante grande) con agua tibia.

Me hice un rodete en el pelo para no mojármelo y nos sentamos cada uno en una punta, cerré mis ojos y dejé caer mi cabeza hacia atrás.

- ¿Sabes qué imagino todas las noches cuando cierro los ojos?
- ¿Qué?
- Que estás conmigo. –Suspiré.- No sabes lo que me cambiaría la vida dormir con vos todas las noches.
- Cuando te quieras dar cuenta, nos vamos a dormir todas las noches juntos.
-Suspiré.- Ojala…
- Te lo prometo mi amor.
-Lo miré  me quedé algunos segundos en silencio.- Me muero de miedo.
- ¿De qué?
- De todo.
- Mientras esté cerca tuyo, no tenes que tener miedo de nada.
- ¿Sabes cuál es el problema?
- ¿Cuál?
- Te siento más lejos que nunca.

Pedro suspiró y tomó mi mano, entrelazando nuestros dedos.

- Quiero estar cerca tuyo toda al vida.
- Yo también, pero no así. –Hice una pausa.- Y hablemos de otra cosa porque me pongo monotemática.
- ¿Te sentís un poco mejor?
- Sí, un poco.
- ¿Solo un poco?
- Sigo sintiéndome agitada.
- Veni.
- ¿A dónde?
- Acá amor.

Yo reí me senté en sus piernas, frente a él y con mis piernas a los costados de su cuerpo. Pedro me abrazó por la cintura y yo lo abracé por el cuello.

- ¿Me escuchas una cosa? –Me besó.-
- ¿Qué? –Pregunté chocando mi frente con la suya.-
- Lo único que quiero en el mundo es que estés bien. –Dijo acariciando mi espalda.-
- Yo también quisiera estar bien.
- ¿De verdad sos capaz de perdonarme todo lo que te hice?
- Si de verdad la dejas a María, sí… -Suspiré.- Sos mi sostén, te juro que por vos sigo acá. –Lo besé.- No soportaría perderte por no poder perdonarte.
- Siempre en que pienso todo lo mal que te hago siento que no te merezco.
-Me encogí de hombros.- No lo sé, al fin y al cabo los dos estamos un poco rotos.
- ¿Un poco?
- Bueno, capaz bastante… -Hice una pausa.- Pero, todos estamos un poco rotos.
- Eso es cierto.
- Lo único que sé es que vos sos el único que calma un poco el dolor de mis heridas. –Hice una pausa.- Ya sé que suena contradictorio, pero es así.
- Quiero curarte las heridas toda la vida.
- Ojala sea así.
-Me besó.- Te amo, nunca lo dudes.
- Intento no dudarlo, yo también te amo.

Sentí sus manos subir lentamente desde mi cintura hasta mi nuca y suspiré en sus labios.

- No juegues con fuego Pedro.
-Rio.- Veni más cerquita.

Nos abrazamos con fuerza y acomodé mi cabeza en su hombro.

- Te juro que a pesar de todo, tus brazos siguen siendo el único lugar donde me siento segura.
- Siempre voy a estar para abrazarte mi amor.
- Quisiera que lo hagas más seguido.
-Suspiró y besó mi hombro.- Te amo mi vida.
- Yo también te amo mi amor.
- Te prometo que voy a tener muy presente lo que me dijiste porque me partió al medio que te sientas así.
- Mmm… Gracias, supongo.
- Y voy a hablar con María.
- No hablemos de ella ahora.
- Perdón.
- Prefiero concentrarme en sentirte, en recordar porque me enamoré de vos.
- Sos muy hermosa.
- Vos sos hermoso, a tu manera pero lo sos.

Los dos reímos y nos abrazamos más fuerte.

- Quedate un rato acá conmigo, por favor. –Supliqué en su oído.-
- Acá estoy mi amor, pero me parece que tenes un poco de frío.
-Reí.- Un poco.

Pedro abrió el agua y agarró el duchador, reguló la temperatura del agua para que esté tibia y comenzó a mojar mi espalda.

-Sonreí.- A veces sos tan tierno que me desarmas.
-Rio y besó mi cuello.- Relajate, dale.
- Gracias.
- Sh…

Después de un largo rato, yo levanté mi cabeza y le quité el duchador de las manos, cerré el agua y lo besé.

- ¿Me acompañas a un lugar?
- ¿A dónde gorda?
- ¿Me acompañas?
- Sí, pero decime a donde.
- Solo necesito que me acompañes.
- Está bien.

Después de un rato, estábamos los dos listos para salir en la puerta de mi casa.

- ¿Me decís a dónde vamos gorda?
- A lo de mi psicóloga.
- ¿Para?
- Hace meses quiere hablar con vos…
- Mmm…
-Reí.- No tengas miedo, es un amor.
- Sé que con vos me mandé las mil y una.
- ¿Te la bancas por mí? Por favor.
- Sí, obvio que sí.
- Tampoco lo hagas obligado.
- No amor, dale.
- Tenes una carita de pánico.
- Me va a acribillar.
-Reí.- Un poco te lo mereces igual. –Reímos y nos besamos.-

-

Y esa fue la realidad, su psicóloga me acribilló. Me puso literalmente entre la espada y la pared.

Pero, la charla que tuve con ella me sirvió mucho para darme cuenta de que lo que le estaba haciendo a Paula realmente la destruía y me sentía el peor del mundo.

Tenía que arreglar las cosas, urgente.

Habíamos ido nuevamente a su casa y ella se acercó a mí.

- Estás muy callado amor.
- Me dejó pensando mucho.
-Rio.- Siempre me deja así.

Se sentó a mi lado y posó sus manos sobre las mías.

- ¿Te mató mucho?
- Me hizo dar cuenta del mucho mal que te hago.
-Suspiró.- Si lo solucionas…
- Me está matando la culpa, me siento un pelotudo.
-Me besó.- ¿Me escuchas una cosa?
- ¿Qué?
- Lo que pasó… Ya pasó, está en el pasado y aunque siga doliendo, no lo podemos cambiar.
- ¿Y entonces?
- Si vos hablas con María y haces lo que tenes que hacer… -Suspiró.- Te juro que hago borrón y cuenta nueva.
- ¿Y todo el mal que te hice?
- Me la tengo que bancar, yo también tengo un poco de culpa en haberme enamorado de un tipo comprometido.
- Hice todo como el orto.
- Pero, te amo igual. –Me besó.-