domingo, 27 de marzo de 2016

Olvidar.

- ¿Y qué es lo que necesitas?
- Olvidar.
- ¿Olvidar qué?
- Olvidar que estoy sola.
- ¿De verdad te sentís sola?
- ¿Vos ves a alguien a mi alrededor?
- ¿Yo? ¿Qué soy?
- Alguien que casualmente está pasando por mi vida y pronto se va a ir otra vez.
- ¿De verdad crees eso?
- Sí, es lo que pasa siempre.
- ¿Y por qué crees que va a pasar otra vez?
- Porque me pasó demasiadas cosas, es un deja vu constante en mi vida.
- No te hace bien pensar así.
- Lo sé.
- ¿Y entonces?
- ¿Entonces qué?
- ¿Entonces por qué pensas así?
- Por lo que te estoy diciendo, porque siempre pasa lo mismo. Siempre. Entonces, no veo por qué ahora va a ser distinto.
- Si pensas eso, vas a atraer eso.
- Probablemente. –Dije encendiendo un cigarillo.-
- Te vas a quedar sola porque vos así lo queres.
- Puede ser. –Dije encogiéndome de hombros y dándole la primera pitada al cigarillo.- ¿Queres uno?
- No, gracias.

Se levantó y se fue. Suspiré y apoyé mi espalda en la pared, estaba sentada en una especie de cantero. Miré mi celular y aún me quedaban 10 minutos de paz, digo de recreo. Me puse los auriculares y allí me quedé hasta que no me quedo otra que volver al aula.

Ingresé en el aula y Pedro había sacado las cosas del asiento en donde estaba al lado mío.

No era tan difícil darse cuenta que la que tenía razón era yo. ¿No?

Pasó lo que quedaba de la clase y cuando el profesor dio por finalizada su exposición sobre el capitalismo (aburridísima, por cierto) guardé mis cosas en la mochila, me puse mi buzo y la mochila. Tenía en mi bolsillo la credencial de la universidad y la del transporte público. Puse mis manos en el bolsillo que era tipo canguro y comencé a caminar hasta las escaleras, bajé los cinco pisos que tenía y cuando estaba en el hall, sentí que alguien me tomó por el brazo. Giré extrañada y era Pedro.

- ¿Qué pasa? –Le pregunté.-
- ¿Te das cuenta, no?
- ¿De qué tengo que darme cuenta?
- ¡De que estás sola porque vos queres!
- No, no es así. –Dije con lágrimas en los ojos.-
- ¿Y cómo es?
- Estoy harta de que todos me tengan como última opción, es por eso que prefiero estar sola.

Y en ese momento salí corriendo. No quería hablar. Quería estar sola.

Salí por los molinetes del edificio y comencé a caminar lo más rápido que podía hasta la estación de colectivo… Aunque, en algún momento el camino de escape se me iba a acabar. Claramente no iba a tener tanta suerte de que el colectivo viniera rápido.

Y no, no la tuve.

- ¡Deja de escaparte Paula!
- ¿De qué mierda me escapo Pedro?
- ¡De hablar!
- No tengo nada que decir. –Dije nerviosa.-
- ¿Y qué vas a hacer ahora? ¿Vas a volver a tu casa a encerrarte en tu cuarto hasta mañana?
- Sí. ¿Algún problema?
- No, yo no tengo ningún problema. ¡El problema lo tenes vos!
- Bueno, justamente… El problema es mío, vos no deberías por qué preocuparte.
- Me preocupo porque me importas, porque te quiero.
- No hace falta que me mientas Pedro.
- ¿De verdad crees que te estoy mintiendo?
- Sí, por eso. Dejame sola.
- No quiero dejarte sola.
- Pero yo sí quiero estar sola.
- ¿Entonces son conciente de que la soledad la generas vos y no los demás, no?
- Sí. –Revoleé mis ojos.- Andate, dale.
- Está bien, como prefieras.

Pedro se fue y yo busqué los lentes de sol en mi mochila para ponérmelos, no me había visto al espejo pero sabía que tenía los ojos hinchados. Estaba llorando.

Viajé hasta mi casa y tal como lo había dicho, me encerré en mi pieza. Antes me busqué un sándwich en la heladera y un vaso de jugo. Al llegar a mi refugio, dejé mi comida sobre el escritorio, la mochila en el puff y mi buzo la silla del escritorio. Me quité mi calzado para ponerme mis pantuflas y me acomodé el pelo con un rodete.

Encendí la televisión y almorcé mirando el noticiero. Cualquier cosa era aceptable si lograba acallar todos los pensamientos oscuros que vagaban por mi cabeza.

Tenía 23 años e intentos fallidos de todo tipo de vínculo. Amigas, amigos, primos, familiares y novios. Nada funcionaba conmigo, o en realidad, yo no podía funcionar con nada.

Ni siquiera me llevaba bien conmigo misma.

Terminé de comer y me quedé un rato más mirando la tele, hasta que no me quedó otra que apagar aquel aparato y acomodarme en mi escritorio.

Resaltador rosa y naranja, birome azul, post its y apuntes de sistemas económicos.

Así pasaron varias horas, en medio me tomé un café y cuando terminé me dí una ducha. Por suerte en mi casa aún no había nadie.

Volví a mi habitación y me puse con trabajo que tenía atrasado, hacía tarjetas artesanales y tenía que hacer 35 invitaciones a un bautismo.

Estuve allí hasta la noche, casi sin parar. Cené con mis viejos y mi hermano, aunque poco hablamos.

Regresé a mi habitación con una taza de mate cocido y tomé el celular. Estuve un rato dando vueltas por mis redes sociales, leí un capítulo de un libro que estaba leyendo en Wattpad y cuando estaba a punto de apagarlo y ponerlo a cargar para irme a dormir, me llegó un WhatsApp.

No mentía en que era el primero que me llegaba en días.

“Sola en tu habitación. ¿No?”


Y para que me llegue eso, prefería que no me llegara nada.

“No me rompas Pedro.”

“Mañana después de la clase salimos a comer, no se acepta un no como respuesta.”

“¿Y si no voy a clase?”

“Te voy a buscar a tu casa. Vas a dejar de escaparte.”


Revoleé mis ojos y apagué mi celular, poco me importaba que hayan quedado los tildes azules.

Apagué el celular y lo puse a cargar.

-

Durante toda la mañana ni siquiera cruzamos mirada, yo llegué antes que ella y cuando ingresó al aula, se sentó lo más lejos que pudo de mí. En el recreo se escapó y la perdí de vista.

Ni siquiera nos habíamos saludado.

Cuando la clase terminó, la seguí y logré que coincidamos en el ascensor.

- Hola. ¿No? –Dije y besé su mejilla.-
- Hola. –Respondió de mala gana.-
- Te ibas a escapar otra vez.
- Sí, tengo que irme.
- ¿A dónde?
- Mi mamá tiene que ir al médico y quede en acompañarla…
- No te creo.
- No es mi problema.
- Vas a dejar de escaparte Paula, en serio.

Bajamos del ascensor y salimos del edifico de la universidad.

En la vereda, ella quiso caminar hacia la parada de colectivos.

- ¿A qué hora tenes que irte?
- Ahora.
- ¿A dónde?
- A una clínica Pedro.
- ¿Médico de qué tiene?

Y dudó tanto que quedó en evidencia.

- ¿Ves que me estás mintiendo? Tengo razón en no creerte.
- ¡No quiero salir Pedro!
- ¿Por qué?
- Porque nunca ninguna relación prospera en mi vida.
- Te estoy pidiendo que pasemos un rato juntos, nada más. Nos conocemos hace años, empezamos juntos acá. ¿No podes compartir un almuerzo conmigo?

Y ella se quedó en silencio. Yo suspiré y acaricié su mejilla.

- Dale, comemos lo que vos quieras.
-Se encogió de hombros.- ¿Por qué me haces esto?
- Porque quiero mostrarte que hay otra manera de vivir.
- Ya intenté otra manera de vivir y salí lastimada, muy lastimada.
- ¿Te va a lastimar que comamos juntos y charlemos un rato?
- No.
- ¿Y entonces? Es lo único que te estoy pidiendo. –Ella suspiró.- Dale. ¿Vamos?

Pau asintió tímidamente y yo sonreí. Dejamos nuestras mochilas en mi auto y caminamos algunas cuadras hasta que ingresamos en un bar y cada uno hizo su pedido.

Almorzamos juntos, sin hablar de nada puntual y riéndonos bastante.

Me gustaba hacerla reír, desde que nos conocíamos.

Invité yo aunque ella se negó y luego salimos del bar. Caminamos inconcientemente hacia una plaza y cuando estuvimos en la esquina, ella se frenó y se colgó mirando los juegos. La realidad es que la plaza estaba vacía, era un horario en el que no había mucha gente en la calle.

- ¿Qué pasa Pau? –Pregunté.-
- Que acá venía mucho de chica, vivía acá cerca… -Suspiró.- A veces creo que como jugué tanto en la calle de chica, ahora por eso me la paso encerrada.
- Es una relación medio incoherente Pau.
- Puede ser.
-Acaricié su espalda.- ¿Y no queres ir a jugar a algún lado?
- ¿Ahora Pedro? ¡Voy a quedar como una boluda!
- ¿Y qué te importa lo que pienses los demás? Estamos solos a parte.
- Prefiero volverme.
- Dale, un rato en la hamaca por lo menos.
- Mmm…
- Dale Pau…

Y comencé a correr y a empujarla, ella rio y logré que se subiera a la hamaca. La empujé varias veces hasta que tomó impulso y luego me senté a su lado, para hamacarme también.

La escuchaba reír como pocas veces desde que la conocía.

- ¿No es lindo reírse así? –Le pregunté mientras seguíamos hamacándonos.-
- Sí. –Dijo un poco temerosa.-

Luego de algunos minutos más, ella frenó y estaba secando sus lágrimas de la risa. Yo también frené y le sonreí.

- Sos muy linda cuando te reís.
- Gracias. –Y volvió a sonreír.-

Me levanté de la hamaca y le dí las manos, hice que comenzáramos a correr y los dos terminamos tirados en el suelo, llorando de risa.

Sinceramente estaba muy nervioso. Estaba decidido a hacer algo que quería hacer hacia años. Lentamente me acerqué a ella y apoyé mi cabeza en su hombro, pasé mi mano por su abdomen y noté que ella rio.

- ¿Qué pasa Pedro?
- ¡Esto!

Y comencé a hacerle cosquillas hasta hacerla llorar de risa otra vez.

- ¡Basta nene! –Dijo queriendo separarme de ella.-
- Freno con las cosquillas si puedo hacer otra cosa.
- ¿Qué queres hacer? –Preguntó algo nerviosa.-

Y no le dije nada, tan solo la besé y ella también me besó. Yo sobre su cuerpo, ella sobre el pasto. El calor del sol de tarde de invierno sobre nosotros y el sonido de la ciudad de fondo.

- ¿Sabes qué quiero? –Le pregunté.-
- ¿Qué? –Preguntó.-
- Demostrarte que hay otras maneras de olvidar… -Volví a besarla.- Que para olvidarse de lo feo no hay que encerrarse, que para olvidarse y poder seguir hay que ir por otras alternativas, como puede ser la risa… -Y le hice cosquillas en el cuello para que se ria.- O el amor. –Y volví a besarla.- Estoy enamorado de vos Paula, hace años y no te das una idea de la impotencia y la bronca que me da que te lastimes tanto, que no te dejes querer, y no me importa si vos no estás enamorada de mí, lo que me importa es que me dejes demostrarte que alguien puede quererte de verdad y que podes volver a enamorarte sin salir lastimada.

Ella se quedó en silencio, con lágrimas en sus ojos.

- ¿Dije algo malo? –Le pregunté.-
- No, no. –Respondió rápidamente ella.-
- ¿Y entonces?
- ¿Volves a besarme? Por favor.

Yo sonreí asintiendo y volvimos a besarnos.

- Es verdad que con un beso también puedo olvidarme de todo. –Susurró en mis labios y no pude evitar sonreír.-




-

Acá termina. Espero que les guste el corto y el nuevo diseño del blog... ☺

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Y felices pascuas ♥

11 comentarios:

  1. ♡, felices pascuas cami. Gracias

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  2. Que lindo cortoo, felices pascuas para vos también.
    @BelnConti

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  3. Hermoso corto, me senti identificada con toda la primera parte, y en un punto se que me encanta como escribis porque a pesar de todo tenemos dolores en comun. Pero hay que intentar abrirse a los demas, sino siempre uno sigue en ese dolor. Ame el final, Ame como Pedro la encaro y ella pudo sonreir, gracias por escribir tantas cosas en las que muchos nos identificamos. Tus textos son tan sencillos de leer, que llegan directo sin esfuerzo.

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  4. Muy bueno Cami! Gracias x pasármelo! mimiroxb

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