lunes, 4 de enero de 2016

Hacer lo que sentimos IV.


Después de un largo rato, me separé un poco de ella y sequé suavemente sus lágrimas.

- Tranquila. –Susurré.-
- Gracias, en serio.
- No tenes que agradecer nada.
- De verdad que hace muchos años necesito ese abrazo.
- ¿Queres contarme por qué tanta angustia?
- Mmm…
- No te creo que ese llanto sea solo por tu trabajo.
- No…
- ¿Queres un poco de agua? –Asintió.- Ahora te traigo.

Me puse de pie y la tomé por las mejillas para besar dulcemente se frente. Me fui a la cocina, en donde le serví un vaso de agua y se lo alcancé.

- Gracias. –Dijo dejando su vaso vacío a un costado.-
- No es nada… ¿Un poco más tranquila?
- Creo.
- ¿Queres contarme?
- No tenes por qué bancarte esto.
- Si te pregunto… Es porque quiero saber.
- Es remover mucha mierda.
- Capaz te haga bien sacarlo afuera. –Dije acariciando su espalda.-
- No sé… -Suspiró.- Es que estoy sola, es eso.
- ¿No tenes familia?
- No… -Secó sus lágrimas.-
- ¿Puedo saber por qué?
- Mis viejos… Fallecieron, cuando era chica. Yo tenía 15, ahora tengo 22. –Suspiró.- Mi vieja se enfermó de VIH y lo contagió a mi papá sin saberlo… Fallecieron con muy poco tiempo de diferencia. Digamos que nunca fuimos una familia con plata, más bien todo lo contrario. Vivíamos en un barrio muy carenciado, y ahí de esas cosas no se habla. Nunca supe como se contagió mi mamá, pero creemos que fue en un hospital. –Hizo una pausa.- Más familia nunca tuve, cuando mi grupo de amigos se enteró de la enfermedad de mis viejos se alejó, así, de un día para el otro.

Yo tomé su mano y la presioné, porque no podía seguir hablando.

- Tranquila… -Dije acariciando su cuello.-
- Perdón.
- No tenes que pedir perdón.
- Es que… Desde los 15 que estoy sola, vagando por donde puedo. Ni siquiera pude terminar el secundario y me muero de vergüenza. Laburé de repositora en supermercados, en una verdulería, repartí volantes por la calle… Hice de todo, siempre todo en negro, más cuando era menor. Siempre cobré dos mangos. Y nada, hace unos años entré en un cabaret porque de verdad no encontré otra salida y hace un tiempo, me cambiaron a este… No sé, creo que son los mismos dueños.
- ¿Y en dónde vivís?
- Alquilo un monoambiente… Y no sabes cuánto me gustaría poder cambiar mi realidad.

Yo no supe muy bien qué decir, solo volví a abrazarla.

- Tranquila, tranquila… -Susurré en su oído.-
- Gracias, en serio. –Se separó un poco de mí.- A todo el mundo le doy asco.
- A mí no, más bien todo lo contrario… Podría abrazarte todo el día.
-Sonrió.- ¿Puedo pasar al baño?
- Obvio, mira… Es esa puerta de ahí. –Dije señalando.-
- Permiso eh.
- Anda tranquila. ¿Necesitas algo?
- No, solo quiero lavarme la cara.
- Pasa, dale.

Pau sonrió y se fue.



-



Ingresé en el baño y cada vez me sorprendía más. Era demasiado brilloso todo. 


Me hice un rodete con mi pelo y lavé varias veces mi cara. Ni siquiera me detuve a mirarme en el espejo, seguramente me espantaría. Sequé mi cara y salí, para volver con Pedro.

- Creo que me voy… -Le dije.-
- No, por favor. Quedate.
- ¿Para qué?
- Quiero contarte algo.
- ¿Qué?
- ¿Te sentas?

Yo suspiré y me senté a su lado.

- Yo tampoco tengo papás… -Me dijo.- Ni familia. –Suspiró.- Yo sé que cuando entras a mi casa parece que no me falta nada, pero a pesar de que la plata claro que es necesaria, no llena los vacíos.

Bajé mi mirada y no supe muy bien qué decir.

- Cuando tenía 19 años, mis viejos fallecieron en un viaje en avión… Vivían viajando por su trabajo y bueno, ese avión explotó en el aire. –Se encogió de hombros.- Y a partir de ahí no solo que me quedé solo, sino que tuve que hacerme cargo de la empresa. Sí, presido una empresa textil con 24 años. 
- No sabía todo esto…
- No, claro que no lo sabías, no te lo conté.
- Me sorprende un poco.
- Yo también estoy muy solo, yo aparento que no porque no me gusta mostrarme vulnerable… Pero, esta es mi realidad.
- ¿Y novia no tenes?
- No. ¿Por qué te crees que vas a esos lugares?
- No sé, capaz…
- No, no tengo.
- Ah…

Y se hizo un silencio.

- ¿Puedo abrazarte yo ahora? –Le pregunté.-
- Por favor…

Sonreímos y nos abrazamos.

- ¿Por qué vas a esos lugares? –Pregunté separándome un poco de él.-
- Para no sentirme tan solo.
- ¿De verdad te hace sentir acompañado?
- Mmm… No.
- ¿Y alguna vez fuiste a un prostíbulo?
- No, nunca.
- Podes decirme la verdad eh.
-Rio.- Es la verdad.
- Bueno, te creo. –Bostecé.-
- Te estás muriendo de sueño. ¿No?
- Sí…
- ¿Y no queres dormir?
- ¿Acá?
- Sí. ¿Qué problema hay?
- No sé, me da cosa…
- Dale, quedate.
- Mmm…
- Son las seis de la mañana, no te voy a dejar ir sola.
- Pero…
- Pero nada.
-Reí.- Sos muy insistente. ¿No?
- Bastante. Podemos quedarnos acá o ir al cuarto, como prefieras.
- No sé.
- Tranquila che, no te voy a comer.
-Reí.- Me estoy dando cuenta de que no.
- Ah, menos mal. –Reímos.-

Pedro se puso de pie y me ofreció su mano. Yo la tomé y me puse de pie también.

Caminamos juntos hasta su cuarto y la verdad es que no sabía qué estaba haciendo. 

- Acostate… -Me dijo.-
- ¿Y vos?
- Acostate.

Yo lo hice, algo dudosa…

- Relajate que así no vas a descansar nada.
-Reí.- No entiendo esta situación.

Pedro pasó su mano por mi cara, haciendo que cierre mis ojos. Bajó con su mano por el costado de mi cuerpo y volvió a subir, quedándose en mi pelo. Estaba arrodillado en el suelo, frente a mí.

- Dale, relajate.
- ¿De verdad no te jode que duerma acá?
- ¿Cómo me va a joder?
- No sé…

Besó mi frente y yo sonreí.

- ¿Vos vas a dormir?
- No sé, no te preocupes por eso.
- ¿Cómo no me voy a preocupar?
-Rio.- Vos ahora preocuparte por descansar.
- Gracias, en serio.
- Nada que agradecer, en serio. -Reí.- Descansa, dale…

Y sentí sus dedos jugando con mi pelo hasta que me quedé dormida.

domingo, 3 de enero de 2016

Hacer lo que sentimos III.


- ¿Puedo preguntarte algo?

Asentí tímidamente.

- Noto tu mirada triste… -Dijo tomándome por el mentón.- ¿No estás bien, no?
-Suspiré.- Hace mucho tiempo no estoy bien.
- No quiero incomodarte, pero me gustaría invitarte con un café.
- Mmm…
- Es solo para estar más cómodos.
- ¿En dónde?
- En mi casa.
- ¿Vivís solo?

- Sí, tranquila.

- Está bien. –Dije dubitativa.-

- No me mires con esa carita de miedo.

-No pude evitar reír.- Casi no te conozco.
- Ya nos conocemos bastante, aunque no lo creas.
- Mmm…
- Permiso eh.

Se acercó a mí y me besó.

- Tranquila, no voy a hacerte nada malo.
- Me da un poco de miedo.
- A mí me da miedo que estés sola esperando un bondi a esta hora.
- Es la única manera que tengo de volver a mi casa.
- ¿Queres que te lleve a tu casa?
- No, acepto el café.
-Sonrió.- No te vas a arrepentir.

Me dio otro beso y arrancó el auto. Yo suspiré y cerré mis ojos. No sabía qué estaba haciendo.

Manejó muy tranquilo hasta su casa. Bajamos del auto y me dio la mano. Yo reí.

- Tranquila. –Dijo riendo.-
- Intento estarlo.

Me abrazó por los hombros y besó mi sien.

- Soy un desastre para estar en un lugar así.
- No te preocupes, sos muy hermosa.

Y creo que mis mejillas se tornaron rosa fuerte.

- ¿Entramos? –Me preguntó.-
- Dale.

Pedro abrió la puerta del hall del lujoso edificio en donde vivía y caminamos juntos hasta el ascensor.

- Wow. –Dije mirando todo como una nena.- De verdad que me da vergüenza mi facha en este lugar.
-Rio.- No te preocupes.
- Siempre supe que los hombres que van a esos lugares estaban forrados en guita, pero nunca creí que tanto.

Y él no respondió, porque el ascensor frenó. Caminamos hasta su departamento y cuando abrió la puerta creo que se me cayó la mandíbula.

- Qué lindo todo… -Dije mirando para todos lados.-
- Bueno, gracias.
- Si vieras mi casa… -Reí con un dejo de angustia.-
- Seguro sea igual de hermosa que vos. –Reí.- ¿Café o algo más fuerte?
- No sé, lo que quieras.
- Vos ponete cómoda, deja el bolso si queres… Y yo veo que preparo.
- Bueno, está bien. Gracias.

Pedro me sonrió y se fue a la cocina. Yo dejé mi bolso en el suelo y me quité mi tapado, el cual dejé sobre el bolso. Me senté tímidamente en el sillón y me miré. Mi jean gastado, mis zapatillas rotas y mi remera que bueno… También era un asco.

Claramente desentonaba en aquel lugar.

- Café con un poco de coñac. –Dijo dándome una taza.-
- Gracias. –Dije tomándola entre mis manos.-
- No es nada.

Se sentó frente a mí y yo tomé un poco.

- Está rico, necesitaba algo calentito.
- Dicen que soy muy bueno haciendo cafés.
-Reí.- Yo digo que sos medio tarado a veces.
- Hey, más respeto.
-Reí.- No sé muy bien qué hago acá.
- Estás conmigo.
- Desentono bastante con este lugar.
- Para mí no. Es más, me gusta que estés acá.
- ¿Por qué?
- Me gusta tenerte cerca.

Yo sonreí y no me escondí dentro de la taza solo porque no podía.

Tomamos el café sin hablar de nada puntual y mi celular no dejaba de vibrar.

- Perdón, eran las chicas… Tenemos un grupo en Wap y siempre avisamos cuando llegamos a nuestras casas, y como no avisé… Estaban preocupadas.
- ¿Son amigas? –Preguntó.-
- Algo así.
- ¿Algo así?
- Nos une algo feo, pero hay buena onda.
- ¿No te gusta, no?
- No, en lo más mínimo. –Suspiré.-
- ¿Y por qué lo haces?
- Necesito comer.
- ¿Nadie puede ayudarte?
- Ojala tuviera alguien que me ayude, de verdad que si hubiese encontrado una salida que no sea esta… La hubiese tomado.

Tomó mi mano y la besó.

- ¿No hay nadie con vos?
- No. –Y mis ojos se llenaron de lágrimas.- Pero, no sé si quiero hablar de esto.
- Me gustaría ayudarte. –Dijo corriendo el pelo de mi cara.-
- No me conoces Pedro.
- Me gustaría conocerte.
- ¿Para?
- Por algo no puedo dejar de pensar en vos.
- No soy un juguete al que vas a garchar y desechar, mucho menos en tu casa.
- Yo no estoy diciendo esto.
- Mmm…
- En serio. –Hizo una pausa.- No te voy a decir que no quiero, pero… De verdad me gustaría poder ayudarte.
- Nadie puede ayudarme.
- ¿Por qué?
- No importa eso.

Y cerré mis ojos con fuerza, para dejar que las lágrimas cayeran por mis mejillas.

- A mí sí me importa.
- Dale Pedro, ya está.
- ¿Qué ya está?
- Ya estoy en tu casa, no te hagas el tierno conmigo.
- No me estoy haciendo nada.
- No creo que un tipo como vos, con tanta guita y que va a cabarets pueda preocuparse por alguien como yo.
- Me parece que tenes un pre-concepto muy feo.
- No, no es un pre-concepto.
- Mmm… Es lo mismo si yo pensara de vos que solo sos una puta como vos decís.
- Pensalo, porque lo soy.
- No.
- Dale. ¿No pensas de eso?
- Lo pensaba, hasta que te conocí a vos.
- ¡Na! Basta…
-Rio.- No, es en serio.
- No entiendo.
- Yo casi siempre pedía por Luna, también con Michelle… Pero, un día el dueño me dijo que tenía a otra chica para presentarme, y menos mal que le dije que sí.
- ¿Por qué me garchaste?
- Deja de pensar así.
- Es lo que hicimos.
- Hablamos mucho después de que garchamos, eso también me gusta de vos.
- Hablamos de boludeces…
- Pero, la pasé bien. ¿Está mal?
- No, porque yo también la pasé bien.
- ¿Y por qué estás tan a la defensiva?
- Porque me siento sucia.
- Podes bañarte.
-Reí.- ¿Ves qué sos un tarado?
- Quería que te rías un poco.
- De verdad, ese trabajo me hace sentir sucia… Y después de que nos acostamos, peor.
- ¿Tan mal olor tengo?
-Volví a reír.- ¡Te hablo en serio!
- Perdón…
- De verdad, no me gusta esto.
- Me dí cuenta… El primer día que te vi.
- ¿Por qué?
- Porque lo haces con tristeza en los ojos.
- No es lindo tener que hacer esto para comer.

Y me quebré. ¡Odiaba hacerlo!

Pedro, sin pedir permiso, me abrazó… Y yo me quebré, aún peor.

- Gracias. –Le dije.-
- ¿Por qué?
- Por abrazarme.
-Besó mi mejilla.- Es un placer.
- Necesito hace muchos años que alguien me abrace así.
- Podes quedarte acá todo el tiempo del mundo Pau…

Yo suspiré y cerré mis ojos. Quería frenar el tiempo.

sábado, 2 de enero de 2016

Hacer lo que sentimos II.


Me sentía rara y sucia. Siempre me sentía así cuando salía de aquel lugar, pero hoy más. Todavía no entendía como había aceptado garchar con ese tipo, y lo peor de todo es que la había pasando increíble.

Hacia horas no podía dejar de pensar en lo bien que había hecho todo y claramente necesitaba poner mi mente en otro lado. Necesitaba dejar de ser Roxy, para volver a ser Paula.

Me dí una ducha. Mi casa era pequeña, muy pequeña… Era lo que había. Me preparé un sándwich con lo último de fiambre que había en mi heladera y me serví un vaso de agua. Caminé hasta mi cama y allí me dejé caer.

Seguía sintiéndome rara.

Miré la foto de mis papás en mi mesita de luz y suspiré.

- Perdón… -Y eso era lo que les decía cada vez que volvía de aquel lugar.- Yo sé que ustedes no soñaron esto para mí, y yo tampoco… Pero, no puedo evitarlo. –Y mis ojos se llenaron de lágrimas.- Me doy asco.

Y me comí el sándwich por obligación, solo para seguir viva… Aunque, no sabía para qué.

Pasé toda la semana así… Rara. Tratando de evadir todos mis problemas, como siempre.

Pasaron dos semanas más y esos dos fines de semana Pedro se encargó de hacerme tocar el cielo con las manos mientras compartíamos aquella cama, sin que nadie lo supiera.

Pero… Ya no lo soportaba más. Me sentía demasiado sucia. Me daba más asco que antes.


Era fin de semana otra vez y tuve que volver a ese asqueroso lugar. Ingresé en la habitación que me tocaba ese día y lo que no quería… Estaba sucediendo.



- ¿Otra vez vos?

- Hey… ¿Qué es esa manera de recibirme?

- Perdón, pero voy a pedir que me cambien de habitación.
- No, no… Por favor. –Dijo acercándose a mí.-
- Pedro, lo que hicimos fue cualquiera.
- ¿De verdad crees que fue cualquiera?
- Sí.
- Yo vi en tus ojos lo bien que la pasaste.
- ¡Yo no soy una puta! –Dije con lágrimas en los ojos.-
- No, yo no creo eso…
- Dale Pedro, todos los tipos que vienen acá piensan que somos unas putas con pocos ovarios, porque les bailamos en bolas pero no dejamos que nos toquen.
- ¿Eh? ¿Qué decís?
- Nada, dejame…

Y me quise ir, pero él me frenó.

- Para un poco Paula.
- ¡No quiero que vuelvas a tocarme!
- ¿Podemos hablar?
- ¿De qué?
- De lo que te pasa.
- ¿A vos te importa lo qué me pasa?
- Estás por llorar.
- ¡Dejame!

Quise salir otra vez, pero sentí sus manos en mis hombros.

- No pude dejar de pensar en vos en toda la semana.
- Porque no encontraste otra minita para garcharte.
- No, no es eso.
- Dale… No me boludees. Conozco a los hombres de memoria.
- No llores… -Dijo acariciando mi mejilla.-
- No me toques te dije.
- Perdón… Pero, no te vayas así.
- No quiero Pedro.
- ¿Qué no queres?
- Esto. 
- ¿Qué es esto? ¿No queres estar conmigo?
- ¡No quiero estar acá! –Dije estallando en llanto.- Los tipos que vienen acá piensan que nosotras disfrutamos de esto, pero no. ¡La pasamos como el orto! –Suspiré.- De todos los tipos que me tocaron, te juro que con el único que me calenté fue con vos. ¡Y me odio por eso! ¡Me odio por haber dejado que me toques y que me garches! ¡Porque no soy una puta y no quiero serlo!
- No sos eso que decís…
- Dale, pagaste por garcharme.
- No, no fue así…
- Bue, pagas por ver minas casi en bolas. ¡Es lo mismo!

Y vi que sus ojos se cristalizaron.

- ¿Eh? ¿Qué te pasa ahora?
- Nunca creí que se sentían así…
-Revoleé mis ojos.- Na, no quiero tu lástima. Te agradezco.
- No es lástima.
- ¿Y qué es?
- Me importas.
-Reí irónicamente.- Pedro, ya está. No nos veamos más y listo.
- ¿Es lo qué queres?
- Sí…
- Está bien, aún así la pasé muy bien con vos. –Besó mi frente.- En serio…
- Me voy a ir.
- No, deja… Me voy a ir yo. Quedate acá.
- No puedo no cobrar Pedro, necesito la guita.
- Voy a pagar igual.
- No, no hagas eso.
- Lo voy a hacer.

Y se fue. Me dejé caer en la cama de aquella habitación y me largué a llorar como una nena. 

No entendía que estaba pasando y odiaba lo que estaba pasando.

-

Salí de aquel lugar y me quedé haciendo tiempo en el baño, luego salí y pagué en la recepción… Claro que por Paula o Roxy. No sé.

Quise volver a mi casa, pero no pude hacerlo. Sentí una extraña necesidad de quedarme allí, esperando a que salga. Sin saber para qué.

No entendía qué estaba pasando, claramente no lo entendía. ¿Qué hacía yo preocupado por una minita? Duda existencial.

Pero… Había algo de ella que me llamaba la atención y no, no era solo su cuerpo. No quería dejar de verla. 

Pasaron varias horas, en las que estuve escuchando la radio, hasta que vi que un grupo de chicas salió. Paula comenzó a caminar hacia una parada de colectivo y sinceramente se me puso la piel de gallina. ¡Eran las cuatro de la mañana y estaba yendo sola a una parada de colectivos!

Me bajé del auto y la seguí. Ella quiso salir corriendo, pero se lo impedí.

- ¡La puta madre Pedro! ¡Pensé que me querían chorear!
- Tranquila, tranquila. –Dije tomando su mano.-
- ¿Qué haces acá? –Preguntó agitada.-
- No quería irme sin hablar con vos.
- ¿De qué queres hablar?
- ¿Venís conmigo?
- ¡No!
- Es peligroso que estemos a esta hora en la calle.
- Estoy acostumbrada.
- Dale, solo a mi auto… 
- No sé Pedro.
- Por favor.

Presioné su mano y la hice caminar detrás de mí. Nos subimos a mi auto y la miré.

- Te estás muriendo de frío. ¿No?
- Sí. –Suspiró.- 

Yo prendí la calefacción.

- Gracias. –Dijo frotando sus manos.-
- No es nada.
- ¿Por qué me esperaste?
- No sé, no me gustó la idea de no verte más.
- Me siento muy incómoda en esta situación.
- Quiero hablar, nada más.
- ¿En carácter de qué?
- No sé muy bien, pero… 

Y me quedé en silencio.

- ¿Pero qué? –Preguntó.-
- Tenes algo que hace que no pueda dejar de pensar en vos.
- No, no seas peliculero.
-Reí.- En serio…
-Se encogió de hombros.- Yo tampoco pude dejar de pensar en vos, pero no sé si por vos o porque me da asco lo que hice.
- No hiciste nada malo…
- ¿No?
- Solo te acostaste con un tipo que te gustó. ¿Qué tiene de malo?
- Mi trabajo es horrible. –Dijo quebrándose.-






Hacer lo que sentimos I.


Muchos creen que lo tengo todo y de hecho… Lo tengo. 


Sábado a la noche, rumbo a mi lugar preferido. Me pedí mi trago preferido y la habitación de siempre. No, no era un hotel transitorio ni un prostíbulo. Era un lugar lleno de strippers, una mejor que la otra.


- ¿La misma de siempre? –Me preguntó el dueño.-
- Mmm… -Dudé.- No, sorprendeme.
- ¿Seguro?
- Sí, seguro.
- Hay una que está…
- La espero.

Agarré las llaves de mi habitación y me dirigí allí. Dejé el trago a un lado y me quité mi saco y mi corbata, los cuales dejé en el perchero. También me deshice de mis zapatos. Me tiré en la cama y comencé a tomar mi trago.

¡Qué empiece el show!

Vi la puerta abrirse y sonreí. Realmente necesitaba despejarme de la semana tan atareada que había tenido y ver buena carne. Las luces estaban muy tenues y no lograba ver demasiado. La chica cerró la puerta, trabándola y luego puso música… Una música muy sensual.

- Buenas noches… -Dijo acercándose a mí.-
- Buenas noches bebé. 
- ¿Qué estás tomando? –Se arrodilló delante de mí.-
- Un vodka.
- ¿Puedo tomar un poquito?
- Mira que es muy fuerte eh…
- Yo soy más fuerte.

Me quitó el vaso de la mano y tomó un sorbo. Se levantó de la cama y volvió sobre sus pasos. Vestía un tapado negro, por debajo de sus rodillas. Llevaba unos taco agujas tremendos y su pelo estaba completamente desordenado.

Comenzó a mover su cola al ritmo de la música, dándome la espalda. Cuando la música cambió, abrió su tapado de golpe y lo dejó caer lentamente por su cuerpo.

Wow. De verdad estaba buena.

Tenía puesto un portaligas negro y por lo que se podía ver, un corpiño de encaje.

Continuó meneando su cola por un largo rato y luego se dio vuelta. Al verla de frente me infarté. Literalmente.

- Bueno… Creo que estoy despertando a alguien. –Dijo mirando mi zona íntima y mordiendo su dedo.-
- Es que sos un fuego…
- ¿Sigo bailando?
- ¡Ni se te ocurra frenar!

Y así fue como aquella rubia estuvo más de media hora bailando frente a mí… Se subió a la cama, se paró con mis piernas en medio y comenzó a bailar allí arriba. Yo estaba a punto de estallar.

Me olvidé de las reglas, y subí mi mano para querer tocarla… Pero ella me frenó.

- No, no… Se mira pero no se toca. –Dijo quitando mi mano.-
- Un poquito. –Supliqué.-
- Sabes como son las reglas, me dijeron que sos un cliente de muchos años.
- Soy un cliente de muchos años, pero nunca me había tocado una chica como vos.
- No quieras quedar bien, somos todas un juguete para ustedes.
- Sos muy linda, de verdad.
- Gracias, supongo.
- ¿Podes seguir?

Ella suspiró y continuó bailando, sobre mí. ¡No tenía límites!

No podía no tocarla sintiéndola tan cerca.

- No me voy a espantar si te tocas eh.
- Me gustaría que me toques vos… O tocarte yo. –Le dije.-
- No quiero irme enojada.
- No, no te vayas por favor…
- Entonces no insistas.
- ¿Cómo es tu nombre?
- Acá me conocen como Roxy.
- ¿Y tu nombre de verdad?
- No importa.
- Voy a pedir por vos la próxima que venga.
- No vas a tocarme eh.
- Un poquito…

Ella se bajó de la cama y se puso su tapado.

- No, no… Por favor. –Dije siguiéndola.-
- Llamo al dueño.
- No quiero hacerte nada malo.
- Queres garcharme.
- ¿Está mal?
- ¡Sí! ¡Está mal!
- Nadie se entera… -Susurré en su oído.- Yo también te gusto, no te hagas la tonta…
- ¿Tanto se me nota? –Rio.-
- Estás húmeda, puedo verlo…
- Bueno, no importa.
- Por favor… Un ratito.
- Las reglas…
- Las reglas las podemos olvidar por un rato.

Ella caminó hasta la puerta, pero no la dejé abrir porque la apoyé por la espalda. 

- No te vayas. –Supliqué.-
- Esto está mal.
- Puede quedar entre vos y yo… -Dije tocando su cola por debajo de su tapado.-
- No hagas eso. –Suspiró cerrando sus ojos.-
- Te encanta que haga esto. –Dije yendo un poco más allá con mi mano.-
- No sigas.
- Por favor. –Dije ejerciendo presión de mi cuerpo con el suyo.-
- Por favor vos…

Y no le hice caso, besé su cuello apasionadamente y ella suspiró con fuerza.

- No sigas…
- Veni conmigo, te lo suplico.

Hice que diera media vuelta, abrí su tapado y la besé, apoyándola sin piedad contra la puerta.

- ¿Nadie se entera? –Preguntó.-
- Te prometo que no.

Y ahora fue ella quien me besó apasionadamente, tomándome por la nuca. Me hizo caminar hasta la cama y allí me hizo caer… Ella sobre mi cuerpo.

- ¿Tenes forros? –Me preguntó.-
- Tengo, no frenes…

Ella sonrió pícara y comenzó a besar y mordisquear mi cuello. Mis manos fueron directo a su cola y allí se quedaron… Visitando su piel. Sus besos y sus mordiscos acompañaron a sus manos mientras quitaba mi camisa y luego, mi pantalón. 

Me hizo poner de pie y bajó mi boxer, se arrodilló delante de mí y me hizo llegar al paraíso.

- Menos mal que no querías… -Dije tratando de volver en sí.-
- Nunca me tocó un cliente que esté tan bueno como vos. –Dijo de pie frente a mí, pero sin dejar de tocarme.-
- ¿Puedo yo ahora?
- Te lo suplico.

La tiré con fuerza sobre la cama y terminé de desnudarla en menos de un segundo… 

Mis labios y mi lengua recorrieron su cuerpo, de punta a punta… Nunca había estado con una mina así.

- Wow… -Dijo temblando y con sus ojos cerrados.-
- No te relajes que falta lo mejor.
- Ponete forro.
- No te preocupes, soy calentón pero no boludo.

Me puse el forro y sin previo aviso, comencé a hacerlo. Ella gritó y yo le tapé la boca.

- Nadie se puede enterar. –Dije en su oído.-
- Sos un forro. –Dijo con sus ojos cerrados.-
- Sh… -Dije comenzando a menear mi cadera.-

Y así fue como por fin pude cumplir con mi cometido.

Ella se estaba vistiendo sentada en la cama, yo ya estaba vestido.

- Esto no sale de acá. –Dijo.-
- Te prometo que no Roxy.
- Paula… -Dijo.- ¿Vos?
- Pedro.
- Un placer Pedro. –Y me besó.-
- Lo mismo digo. ¿Podemos repetir?
- Ah no sé… Fijate vos.
- ¿Estás todos los findes acá?
- Todos, pero pedí por Roxy. No por Paula.
- ¿Y ahora cuál sos?
- No sé.


Se encogió de hombros y luego de besarme por última vez, se fue.






viernes, 1 de enero de 2016

Año nuevo.


“No sabes cuanto me gustaría poder estar en este momento con vos mi amor.”

“No me digas eso que me matas, sabes que a mí también.”

“¿Nos podemos ver después de las doce? Por favor Pepe.”

“No tenes que pedir por favor. ¿En dónde nos vemos?”

“En mi casa no va a haber nadie hasta mañana, mis viejos se quedan a dormir en lo de mis tíos para no manejar con alcohol encima.”

“¿Queres que vaya a buscarte?”

“Dale, me da un poco de miedo andar sola por la calle una noche como hoy.”

“Brindo y voy a buscarte.”

“Te voy a estar esperando mi amor.”

“Te amo, mucho.”

“Te amo lindo.”


Suspiré y dejé mi celular a un lado. Miré hacia la mesa y volví a suspirar. No sé qué hacía ahí, con gente que casi no conocía. Esos familiares que ves una vez al año, porque son las fiestas y hay que pasarlas en familia. ¿Familia? ¿Qué son los afectos? ¿No son aquellos con los que tenemos una relación fluida? ¿Aquellos que queremos de verdad? ¿Qué forman parte de nuestra vida cotidiana?

A mis tíos los veía una vez al año, literal. A los primos de mis viejos también. Y con mis viejos no estaba en el mejor momento, no aceptaban a mi novia y eso me molestaba mucho. ¿Tanto les costaba entender que esa mujer me hacia feliz?

¡Claro! Como tenía 17 años y aún no había terminado el secundario no tenía derecho a enamorarme.

Me acerqué a comer, sin ganas.

- ¿Qué pasa hijo? –Me preguntó mamá.-
- No preguntes cosas que ya sabes.
- ¿Qué cosa ya sé?
- Que no me gusta estar acá con toda esta gente que no conozco y que me gustaría estar con mi novia, ya pasé navidad con ustedes.
- No es gente que no conoces, es tu familia.
- Sí, mi familia… La veo una vez por año mamá. Dejate de joder.
- Bueno, calmate un poco.
- Vos me obligas a estar acá.
- Yo no te obligo a nada.
- ¿No?
- No.
- ¿Entonces puedo irme?
- No, te quedas acá.
- No vas a seguir manejándome la vida como se te canta.

Me puse de pie y me fui hacia un costado.

“Gorda. ¿Puedo ir a la casa de tus tíos?”

“Obvio, sos más que bienvenido. ¿Ahora?”

“Sí, me cansé de este caretaje.”

“¿Seguro?”

“Sí, quiero abrazarte a las doce.”

“Ay, sos más lindo. Te espero, avisame cuando estés en la puerta porque con este bardo no vamos a escuchar el timbre.”

“Dale, pasame la dirección.”

“Jajaja, tenes razón.”


Pau me pasó la dirección y me acerqué a la mesa.

- ¿Me escuchan un minuto por favor? –Grité y todos se callaron.- Gracias. –Dije y comencé con lo que de verdad quería decir.- Hoy es la cena de año nuevo, está bien… Todos dicen que hay que pasarla en familia. ¿Pero en qué familia? ¿Cuántas veces nos vemos al año nosotros? ¿Cuánta relación tenemos? –Hice una pausa.- ¿La familia es la de sangre o la que uno elige? Si les soy sincero, en este momento me muero por estar con mi novia… Porque sí, hoy es ella la persona más importante para mí. Me importa poco que me digan que soy chico, que soy un pendejo o lo que sea. –Rasqué mi sien.- Hoy quiero festejar de verdad que tuve un buen año gracias a ella, de verdad quiero abrazarla a las doce, agradecerle, decirle que la amo y que quiero que pasemos otro año más juntos.

Y me quedé algunos segundos en silencio.

- Sigan con su festejo, yo me voy a donde tengo que estar.

Revisé que mi billetera y mi celular estuvieran en mis bolsillos y busqué mi bici que estaba en el garage, porque estábamos en mi casa.

Llegué a la dirección que me había pasado Paula y le avisé que estaba en la puerta.

- Hola mi amor. –Dijo con una sonrisa cuando abrió la puerta.-
- Hola. –Me dio un beso.- Estás muy linda.
-Sonrió.- Veni, pasa.
- ¿Puedo entrar la bici?
- Sí, dale.

Entré la bici y la dejé en el parque delantero de aquella casa, la abracé por el costado y besé su mejilla.

- Tenía muchas ganas de venir a estar con vos.
-Me abrazó por la cintura y apoyó su cabeza en mi hombro.- Sos el más lindo del mundo. ¿Sabías?

Quedamos frente a frente y nos besamos.

- Vos sos la más linda. –Volvimos a besarnos y nos abrazamos.-
- ¿Pasamos?
- ¿De verdad no hay problema con que yo esté acá?
- ¡Pedro! Sos mi novio. ¿Cómo va a haber problema?
- No sé, en mi casa mucho no te quieren… -Dije bajoneado.-
- Acá te aman. –Me besó y tomó mi mano.- Dale, veni.

Caminamos juntos hasta el comedor y saludé a toda la familia de mi novia. Nos sentamos uno al lado del otro y ella tomó mi mano.

- ¿Comiste?
- Sí, comí algo.
- ¿Queres?
- No, no te preocupes.
- ¿Seguro?
- Seguro, después atacamos la mesa dulce.
-Reímos y me dio un beso.- Tenes razón. –Volvió a besarme.- Permiso eh… -Y se sentó sobre mis piernas.-
- ¿Sigue en pie lo de ir después a tu casa?
- Obviamente, quiero estar solita con vos. –Y me besó.-
- Sos tan linda. –Dije abrazándola por la cintura.-
- Vos sos lindo. –Nos besamos.-
- Igual, me da un poco de cosa.
- ¿Por qué?
- Está toda tu familia.
- ¿Y? Mi prima también está con el novio.
- Bueno, pero igual.
- ¿Igual qué? Chapame y no pienses.

Yo reí y la besé.

- De verdad tenía muchas ganas de estar con vos hoy mi amor. –Susurró en mis labios.-
- Y yo de estar con vos. –Nos abrazamos muy fuerte.-
- No me quiero poner a llorar, pero gracias a vos hoy puedo sonreír y es en serio.
-Besé su mejilla y acaricié su espalda.- Te amo.
- Te amo Pepe, mucho.

Nos abrazamos aún más fuerte y allí nos quedamos.

- No llores, hey…
-Rio.- A las doce me vas a tener que abrazar con mucha fuerza.
- Es lo que más quiero mi amor.
- Gracias por estar acá, en serio.
- Estoy donde tengo que estar.

Me separé un poco ella y la besé.

- Dale, no llores.
- No, no lloro.
-Besé su nariz.- ¿Y tus viejos? ¿Cómo están?
- Están que es bastante… Con mis tíos la pasan bien.
- Si queres ir con ellos…
- Necesito estar un ratito con vos. ¿Se puede?
- Obvio, para eso vine.

Pau se acurrucó en mí y yo la abracé.

Hacia dos años que nos conocíamos y uno y medio que estábamos de novios. Ese año había sido muy difícil para ella, porque su hermano había fallecido en un accidente. Me costó mucho verla tan mal, pero no me moví un segundo de su lado. Necesitaba verla sonreír otra vez.

Pau se fue a ayudar con la mesa dulce y yo me quedé hablando con el novio de su prima, con quien había buena onda.

Comimos los turrones y servimos las copas, eran doce menos tres minutos y yo me acerqué a mi novia. La abracé por su cintura, por el costado y besé su sien.

- Gracias por estar acá Pepe.
- No me lo tenes que agradecer.
-Suspiró.- Sé que te debes haber peleado con tu familia.
- No me peleé, solo les dije lo que me pasa… Y lo que me pasa es que quiero estar con mi novia.
- Te amo, no sé cómo explicarte cuánto.
-Sonreí.- No me lo tenes que explicar, porque yo te amo de la misma manera a vos.

Sonreímos y nos dimos un beso. Buscamos nuestras copas y las levantamos para comenzar a hacer la cuenta regresiva.- Feliz año nuevo mi amor. -Dije abrazándola por la cintura y aferrándola a mí.-
- Feliz año. -Dijo con la voz quebrada.-
- No llores gorda.
- Es que... -Se separó un poco de mí y chocó su frente con la mía.- Si hoy estoy acá y así es por vos mi amor, no me voy a cansar nunca de agradecerte que no me hayas soltado la mano. -Decía con sus manos en mi pecho.- Te amo, no te das una idea de cuanto y estoy segura de que quiero estar con vos para siempre, te juro que sos más de lo que creo merecer y no te dejaría ir jamás. Te mereces tener el mejor año de todos, porque lo único que haces es dar cosas lindas y mereces que te vuelvan, todas.
-Sequé sus lágrimas y volví a posar mis manos en su cintura.- Voy a tener el mejor año, porque te tengo a mi lado Pau. -La besé.- Quiero que tengamos un buen año los dos, que disfrutemos de todo, del viaje de egresados, de las fiestas, del último año... De todo, y quiero que lo hagamos juntos. -La besé.- Te amo y sé que nuestras manos van a estar unidas para siempre.


Nos abrazamos con fuerza y luego de besarnos, ella fue a abrazar a sus papás y volvió cuando yo estaba mirando los fuegos artificiales. Posó sus manos en mis hombros y su mejilla en mi espalda.

- Veni gorda.

Hice que quede a mi lado y la abracé contra mi pecho, para quedarnos mirando los fuegos artificiales.

- Te amo. -Dije y besé su frente.-
- Te amo. -Respondió y besó mi pecho.- Abrazame un ratito.
-La abracé más fuerte.- Toda la vida.
- Gracias.
- ¿Qué agradeces?
- Que nunca me sueltes.
- Nunca.

Pau levantó su cabeza y nos abrazamos frente a frente, para poder besarnos.

- En las buenas y en las malas... -La besé.- Y en las malas, mucho más.
-Me besó.- Siempre.

Nos abrazamos y ella me habló al oído:

- ¿Llamaste a tu familia?
- No.

Se separó un poco de mí y sacó mi celular del bolsillo de mi pantalón para dármelo.

- Llamalos, dale.
- Me da bronca Pau.
- A tus viejos, dale amor.
-Suspiré.- No sé.
- Son tus viejos Pepe.
- Ya sé.
- Te dejo así hablas tranquilo.

Me dio el celular, me besó y se fue con sus papás. Yo me senté y llamé a mi mamá.

- Hola hijo. Feliz año. –Me dijo mi mamá del otro lado.-
- Hola vieja, feliz año. –Suspiré.-
- ¿Estás con tu novia? –Preguntó despectivamente.-
- Sí, estoy con ella. Necesito estar con ella en este momento. ¿Está mal?
- Lo que hiciste hoy sí está mal.
- ¿No podes entender que la amo mamá?
- Tu familia somos nosotros.
- De todos los que estaban en la mesa, a los únicos que siento mi familia es a vos y al viejo. –Suspiré.- Y si hoy necesitaba estar con mi novia, es porque además de ser mi novia y de amarla, sabes por lo que pasó este año y para mí era muy importante poder darle un abrazo a las doce. ¿Está mal? No entiendo.
- No reaccionaste bien.
- Eso puede ser, pero también tengo derecho a estar acá. Pasé Navidad con ustedes.
- Igual hijo.
- Ma, que vos pongas palos en la rueda, no va a hacer que yo deje de amar a Paula. Entendelo, porque estás gastando energías en algo que no vas a poder cambiar.
- ¿De verdad la amas?
- Con toda mi alma…
-Suspiró.- Está bien, pasa la noche con ella.
- Gracias… Y ojala te animes a conocerla, vas a darte cuenta de que es una persona hermosa.
- Que tengas buenas noches hijo y feliz año.
-Suspiré.- Igualmente ma.

Corté el teléfono y sentí un beso de Paula en mi nuca.

- ¿No te ibas con tus viejos?
-Rio y pasó sus manos por mi cuello, asomando su cabeza por mi nuca.- Quería asegurarme de que hablaras.
- No soy un nene que tenes que controlar. –Reí.-
-Rio.- Lo sé. –Besó mi mejilla y yo tomé sus manos.- Fue muy lindo lo que dijiste… Y que se lo hayas dicho sin enojarte.
- No sé cómo hacerle entender que sos mi mujer.
-Sonrió.- Ya lo va a entender, no te preocupes.
- Ojala. –Suspiré.- ¿Venís?
- ¿A dónde?
- Acá amor.

Pau rio y se sentó en mis piernas. Yo agarré un pedazo de su turrón preferido y se lo dí en la boca, ella sonrió y lo comió.

- ¿Está rico? –Reí.-
- Sí, igual siento que exploto y todavía falta el postre.
- Come que es una vez al año.
- Voy a ser una vaca este verano.
- Callate, sos hermosa. –La besé.-
- Mmm…
- Hermosa. –Y le dí otro pedazo de turrón en la boca.-
- ¡Pedro! –Se quejó.-
- Te mato si dejas de comer, necesito tener de donde agarrarte. –Dije abrazándola por la cintura y ella rio.- En serio eh.
- Sos un tarado.
- Y vos hermosa. –La besé y ella sonrió.- ¿Otro pedazo?
- De verdad nene, me voy a sentir mal después.
- Mejor, así yo te cuido.
- ¿Para eso queres ir a mi casa? –Preguntó riendo.-
- ¿Qué? ¿Vos tenes otras ideas?
- Sí, y mucho más interesantes. –Reímos y nos besamos.- Igual, ahora quiero que me abraces.

Ella se acurrucó en mí y yo la abracé, noté que estaba comenzando a llorar y la abracé más fuerte.

- No quiero llorar delante de mis papás. –Suspiró.- Pero, no puedo evitar sentir la angustia de que no esté.
-Besé su cabeza.- Quedate acá.
- Gracias, en serio.
- No me lo tenes que agradecer, y lo sabes muy bien.

Pau cerró sus ojos y se quedó conmigo.

- ¿Nos ayudas a servir el postre Pau? –Le preguntó su tía.-
- Ahí voy tía. –Dijo levantándose.-
- No llores chiquita. –Dijo frente a ella.-
- Me cuesta no llorar delante de mis viejos, y a veces necesito explotar un poco.
- Veni. –Dijo dándole la mano.- Anda a lavarte la cara y nos ayudas así te distraes.
- Gracias tía.
- Nada que agradecer… Gracias a este bombón que tenes como novio. Me mata de amor ver como te cuida.
-Sonrió.- ¿Viste lo qué es? –Me dio un beso y yo sonreí.-
- La cuido porque la amo.
- Mmm… Me parece que mejor te quedas con tu novio, nosotras servimos.

Todos reímos y se fue.

- Mejor, no te quería soltar. –Dije abrazándola.-
- Sos más tierno.
-Llené de besos su mejilla.- No llores más.
- No…
- Mmm… Mira que te hago cosquillas.
- No seas malo. –Dijo abrazándome por el cuello.-
- Bueno, pero no llores. En serio. –Dije acariciando su espalda.-
- ¿Podemos comer el postre e irnos?
- ¿No queres estar acá?
- No es eso.
- ¿Y qué es?
- Que estar acá me angustia, siento que falta mi hermano y me hace mal. Y sé que mis viejos con mis tíos van a estar bien.
- Entonces comemos el postre y vamos… Igual, es en bici la cosa eh.
- Me da un poco de miedo, no va a haber nadie en la calle.
- ¿Y cómo vamos gorda?
- ¿Remisería?
- ¿Va a haber?
- La de la esquina de casa…
- Entonces dale.
- Mejor.

Más tarde, en su casa…

- Amor… -Dije entrando a su cuarto.- Dale gorda. –Me senté a su lado.-
- Lo extraño mucho. –Dijo ahogada en llanto.- Todavía no entiendo lo que pasó.

La abracé e hice que se acostara y apoyara su cabeza en mis piernas.

Al rato, comencé a masajear su cuello y ella sonrió.

- ¿Preparamos algo para tomar?
- No sé si hay algo.
- Tengo un Clericó del que te gusta en la mochila.
- Uy, sí… Quiero, con hielo porque va a estar caliente.
- Y sí. –Reímos.-

Pau se sentó frente a mí y nos dimos un beso.

- Anda a lavarte la cara que yo preparo.
- Dale, gracias. –Me besó.- Necesitaba llorar un poco, pero ya está.
-Besé su frente.- Nada que agradecer, anda dale…

Ella sonrió, me dio un beso y se fue al baño. Yo me dirigí a la cocina y busqué la licuadora, saqué frutas de la heladera, hielo e hice un trago con el Clericó.

- Apa, no pensé que era con tanta producción. –Dijo acercándose a mí y me abrazó por la espalda.-
- Pretendo ponerte en pedo así sos toda mía.
-Largó una carcajada.- No hace falta que me pongas en pedo.
- ¿No?
- No, ya soy toda tuya. –Besó mi mejilla.-
- Me gusta mucho saber eso.
- ¿Lo dudas?
- No tonta, pero me gusta mucha la idea de que seas mi mujer.

Pau se sentó en la mesada e hizo que quedé frente a ella. Rodeó mi cintura con sus piernas y mi cuello con sus brazos.

- Toda tuya. –Dijo y me besó.-
-La abracé por la cintura y reímos.- Quiero que seas mía para siempre.
- Va a ser así… ¿Y vos vas a ser todo mío?
- ¡Todo!

Sonreímos y nos besamos.

- Igual, quiero probar eso que hiciste eh.

Yo agarré los vasos y le dí uno. Tomamos un poco del sorbete.

- ¿Y? –Pregunté.-
- Está muy bueno eh.
- ¿Sí?
- Igual, vos estás más bueno. –Y me besó.-
- Ah, menos mal. –Reímos y volvimos a besarnos.-

Terminamos el trago en medio de besos y cuando dejamos los dos vasos en la pileta, la tomé por la cola e hice que quedara colgada de mi cuerpo. Caminé besándola hasta trabarla contra la pared y ella rio.

- Hey, tranquilo…
- No, no me puedo tranquilizar con vos. –Dije llenando de besos su cuello.-
- Me hiciste mierda la espalda.
- Perdón, perdón…
- Vas a tener que hacer mucho mérito para que te perdone.
- Con todo gusto señorita…
- Me hiciste poronga de verdad. –Dijo riendo.-
- Perdón… -Dije acariciando su espalda y la besé.-
- No sé…
- ¿Qué no sabes?
- Si voy a perdonarte.
- Mmm… -Dije besando detrás de su oreja.- Yo sé muy bien como hacer para que me perdones.
- ¿Estás seguro?
- Muy seguro. –Dije comenzando a caminar hacia su cuarto, con ella colgada de mi cuerpo.-
- Te tenes mucha confianza.
- Demasiada.

La dejé caer en la cama y yo caí sobre ella, besándola. Sus piernas seguían rodeando mi cintura.

- ¿De verdad te lastime?
-Rio.- No tarado, solo me aprovecho de la situación.
- ¿Te aprovechas?
- Ajam… -Dijo y me besó.-
- ¿Y yo me puedo aprovechar de vos?
- Con todo gusto mi amor…

Sonreímos y nos besamos.

- Te amo… -Susurré en sus labios.-
- Yo también te amo. Veni. –Me tomó por el cuello e hizo que nos besemos.-
- Estoy acá. –Dije riendo.-
- Haceme olvidar de todo, por favor. –Suplicó.-
-Susurré en su oído.- No pienses en nada malo.
- Te juro que hago el intento.
- Dale mi amor…
- Perdón.

Choqué mi frente con la de ella y nos miramos fijo a los ojos.

- Es hora de que empieces a soltarlo.
- Sí, ya sé. –Suspiró.- Pero, no quiero pensar ahora.
- ¿Me prometes que no pensas por un ratito y disfrutas de este novio hermoso que tenes?
-Rio.- ¡Sos un tarado!
- Pero, te hice reír. –La besé.- Dale…
- Te lo prometo.

Y ahora fue quien ella me besó y quitó mi remera. Llené de besos su cuello mientras ella acariciaba mi espalda y me acerqué a su oído.

- Permiso eh… -Dije abriendo los botones de su camisita.-
- No tenes que pedir permiso. –Dijo con los ojos cerrados.-
- ¿No?
- No, no es necesario.

Yo sonreí y abrí aquella prenda, para poder besar su pecho mientras llenaba de caricias su panza.

- Ni se te ocurra dejar de comer que sos hermosa. –Dije y besé su ombligo.-
-Rio.- ¿Por qué sos tan lindo?
- Vos sos linda. –Mordí su piel.-
- ¡Aia!
- Sh… -Dije besando en donde la había mordido.-
- Estás muy violento Alfonso.

Llevé mi dedo índice a su boca para callarla, pero ella me mordió el dedo.

- ¿Y vos Chaves? –Pregunté riendo.-
- ¿Y yo qué?

Me tomó por el cuello y se tiró sobre mi cuerpo, besándome. Bajó con besos por mi cuerpo y me llenó de mordiscos, yo reía y la disfrutaba. Hice que vuelva a mi boca, sosteniéndola por su espalda y quité el top que tenía por debajo de su camisa.

Sin despegar nuestros labios, terminamos de desnudarnos y la dejé caer sobre la cama. Amaba llenar su cuerpo desnudo de mis besos y sabía que ella lo disfrutaba también.

Caí sobre su cuerpo y ella sonrió con sus ojos cerrados, busqué sus manos y entrelacé nuestros dedos.

- Sos tan hermosa. –Dije besando su cuello.-
- Vos sos hermoso. –Dijo suspirando.-
-Mordí su oreja y ella rio.- No te relajes que todavía falta.
-Rio.- Das muchas vueltas amor.

Yo reí y comencé a hacerlo, amaba estar así de unido con ella.

Cerca de las cinco de la mañana, Paula se puso su bombacha y mi remera. Fue al baño y volvió con un rodete en el pelo.

- ¿Qué me miras así?
- Sos muy linda. ¿Sabías?
- Anda, soy un desastre.
- Cuando estás así, es cuando más me gustas.
- Estás loco. –Dijo sentándose en la cama.-
- Sí, por vos.

La abracé por la espalda y ella se acomodó sobre mi pecho, flexionó sus rodillas dejando sus pies sobre la cama y unimos nuestras manos en su abdomen.

- Te amo loquita linda. –Besé su mejilla.-
- Y yo te amo a vos. –Dijo y cerró sus ojos.- Fue muy importante que estés hoy conmigo, de verdad. Gracias.
- Voy a estar para siempre con vos y lo sabes.
- Pero… Que hayas estado hoy fue especial e importante para mí, año nuevo siempre fue una fiesta que siempre organicé con mi hermano y no sé… Gracias.
-Besé su sien.- Me vas a tener siempre mi amor.
- Y vos a mí, te lo prometo. –Besó mi mano y suspiró.-

Pasó un ratito y estábamos allí aún.

- Dormí eh…
- ¿Tanto se me nota que me estoy quedando dormida?
-Reí.- Por eso te digo que duermas.
- ¿No estás incómodo?
- No amor, no te preocupes.
- No, dale. Veni.

Se acostó en su cama y yo me acosté frente a ella.

- Feliz año mi amor, te amo. –Susurró.-
-Besé su frente.- Feliz año, te prometo que este va a ser feliz. Te amo, lo sabes.

Ella sonrió y cerró sus ojos.

- Dale, descansa. –Y comencé a llenar de besos su cara.-
- ¿Y vos?
- Quiero que te duermas mientras te lleno de besos. ¿Está mal?
-Sonrió.- Sos muy tierno, pero estás loco.
- Cumplime el primer deseo del año.
-Rio.- Está bien… Pero después descansa.
- Sí, vos no te preocupes. Descansa…

Y así fue como estuve más de 20 minutos llenándola de besos, hasta que se quedó dormida.