lunes, 21 de septiembre de 2015

Reencontrarse V.


Entré a la habitación de Pedro y él estaba sentado en la silla de su escritorio, con sus brazos sobre el mismo y su mentón apoyado en sus brazos… Mirando una foto de su papá. Yo ingresé y lo abracé por atrás, besé su mejilla y él suspiró.

- Estoy segura de que él te hizo volver.
-Sonreí.- Te juro que no sé cómo pedirte perdón, sé que te hice mucho mal.
- Ya está, ya pasó.
- Pero…
- Ya te lo dije, si te quedas conmigo para siempre te perdono todo.
- Me vas a tener como una garrapata, te vas a cansar de mí. –Dije y lo llené de besos.-
-Posó sos manos sobre las mías, las cuales estaban sobre su pecho.- Nunca me cansaría de vos.
- ¿Nunca?
- Jamás mi amor.

Sonreí y lo solté para sentarme sobre sus piernas y lo besé mientras lo abrazaba por su cuello.

- Quiero que te quedes todo el día encima mío.
-Sonreí.- Sos tan lindo. –Besé toda su cara y luego sus labios.-
- Vos sos linda.

Volvimos a besarnos y nos abrazamos. Lo escuché llorar y lo abracé más fuerte.

- Perdón…
- Hey. ¿Por qué? –Pregunté separándome un poco de él.-
- No quería llorar.
-Sequé sus lágrimas con una de mis manos y despeiné su pelo.- No tenes que pedir perdón, es lo que sentís y está bien que lo expreses.
-Suspiró.- No sé cuánto tiempo va a pasar hasta que pueda dejar de llorar.
- Capaz sea mucho o capaz sea poco… Pero, yo voy a estar con vos. –Lo besé.- Llora si lo necesitas. –Volví a abrazarlo y me quedé con él durante un largo rato.-

-

Más tarde, estábamos en mi cama… Ella sentada contra la pared y yo contra el respaldo, mis piernas estaban estiradas sobre la cama y las suyas, sobre las mías.

- Pienso que no hubiese podido volver a sonreír tan rápido si no fuese por vos.
-Sonrió.- Me alegra que te haga sentir bien.
- ¿Es novedad eso?
-Rio.- No, no sé… Pero me alegra igual. Sé todo lo que sufriste y saber que te hago un poquito bien, me hace bien a mí.
- A mí me hace bien el habernos reencontrado.
- Sinceramente, no sé si aguantaba demasiado más estando lejos tuyo.
- Yo tampoco. –Reímos.- Pero apareciste en el momento justo.
- Te juro que lo dudé demasiado, pero no podía no estar con vos. –Flexionó sus piernas y se acercó a mí.- Ya sé que no puedo hacer mucho, pero al menos no estás solo.
- Estoy segura de que mi papá te convenció. –Sonrió.- Te adoraba, es más… Hoy quise ir para contarle que estamos juntos otra vez.
- Sos tan lindo. –Me besó.-
- Vos sos linda. –La besé.-
- Una pregunta igual…
- ¿Qué pregunta?
- ¿Volvimos de novios otra vez? –Preguntó con una sonrisa.-
- Mmm… ¿A vos te gustaría? –Pregunté abrazándola por la cintura.-
- Me encantaría.
-Me acerqué a ella y acaricié su cuello con la punta de mi nariz, ella me abrazó con fuerza por el cuello.- ¿Queres ser mi novia otra vez bonita?
-Hizo que nos miremos.- No hay nada que quiera más en el mundo. –Y unimos nuestros labios en un beso.-
- Te amo… ¿Sabes?
-Sonrió.- Yo también te amo.

Nos besamos y ella se tiró sobre mí, quedamos acostados… O bueno, yo acostado en la cama y Paula sobre mi cuerpo.

- Sos tan hermosa… -Dije corriendo el pelo de su cara.-
- Vos también sos hermoso. –Me besó.- Y quiero sacarte esa tristeza que tenes en la mirada.
- Va a llevar tiempo.
- Lo sé… -Besó mi mentón.- Pero va a pasar…
- Eso quiero creer.
- Vas a ver que sí.

Ella no dijo nada y escondió su cara en mi hombro, cayendo con fuerza sobre mí. La abracé, posé mis manos en su cintura y suspiramos a la par.

- Me hace muy bien sentirte tan cerquita. –Susurré en su oído.-
- Por eso estoy así, te conozco… -Besó mi cuello.-

Y nos quedamos un largo rato así, sin decir más.

- ¿Queres comer algo? –Preguntó levantándose un poco, posando sus manos en mi pecho.-
- A vos…
-Rio y me dio un beso.- Te hablo en serio tarado.
- ¿Queres preparar algo?
- Quiero que pasemos una linda noche… -Sonreí.- Dale. ¿Preparo algo?
- Dale, yo mientras me doy una ducha.

-

Preparé algo de comer con lo que encontré en su cocina y un rato más tarde…

Él estaba sentado en el sillón y yo me senté sobre sus piernas.

- ¿Qué pasa Pau?
- Te dije que quería que pasemos una linda noche… -Y besó mi mejilla.-
- Te juro que no te puedo amar más.
-Sonreí y lo besé.- Te juro que yo tampoco. –Me abrazó.- Quiero que por un ratito te sientas bien de verdad.
- Me siento bien cuando te tengo cerca.
-Besó mi cuello.- Vení…
- ¿A dónde?
-Se levantó.- Conmigo. –Me ofreció su mano y yo se la di.-

Caminamos hasta mi cuarto y nos acostamos en la cama, mirando el techo y tomados de la mano.

-Besó mi hombro y me miró.- Podes llorar si queres.
-Suspiré.- Me conoces mucho. –Dije abrazándola.- Pero yo también quería que pasemos una linda noche.

Ella se acostó sobre mí y comenzó a llenar de besos mi cara. La abracé por la cintura y cerré mis ojos.

-Besó mis labios y la miré.- Te amo bonito.
-Sonreí.- Y yo te amo a vos. –La besé.- Vení…

Se acostó a mi lado, apoyando su cabeza en el hueco de mi hombro y me abrazó por la cintura, yo por su espalda.

- A veces pienso en que sería lindo pasar todas las noches de mi vida así. –Dijo y me sorprendió.-
- Ay… -Besé su frente.- Sería hermoso.
-Suspiró.- Quiero poder amarte sin miedo.
- Yo te voy a ayudar, te lo prometo. –Acaricié su cara.- Nunca te haría mal.
-Se acurrucó aún más en mí.- Ayudame mi amor, por favor.
-La abracé con fuerza- Te amo chiquitita.
- Yo también te amo.

Nos quedamos un rato allí, sin decir nada, abrazados y mimándonos.

-Acaricié su cuello con mi nariz.- ¿Te quedas conmigo esta noche?
-Rio.- Creí que ya estaba invitada.
- Pregunto por las dudas.
- Sí, obvio que me quedo. –Tomó una de mis manos y me dio un beso allí.- Es más, podríamos ir metiéndonos en la cama.
- ¿Estás muy cansada?
-Rio.- Sí…
- Mmm… Yo pensaba en ir a tomar un helado. ¿No queres?
- Sí, dale. Vamos.
- No podes negarte al helado eh.
- No, no es eso.
- ¿Y qué es?
- Que me estás proponiendo salir con todo lo que te está pasando y te hace bien salir un poco. –Besó mi mejilla.-
- Sos tan linda mi amor.
- Vos sos lindo amor, vos.

Nos besamos y nos sonreímos.

- ¿Vamos? –Me preguntó.-
- Dale.

Nos levantamos y salimos de la casa, para caminar abrazados hasta la heladería que estaba a un par de cuadras... Y tenerla así, abrazada y pegada a mí era todo lo que necesitaba.

El helado ya se había terminado y estábamos sentados en un banco al aire libre, ella apoyó su cabeza en mi hombro y yo la abracé por el costado.

- ¿Queres volver? –Le pregunté.-
- No, no sé.
-Besé su frente.- Ya sé que tenes frío.
-Rio.- Pero si queres que nos quedemos…
- Ya te dije que cualquier me gusta con vos.
-Se levantó sonriendo y me besó.- ¿Por qué sos tan lindo? ¡Explicame! –Y volví a besarlo.-
- Vos sos linda. –Me besó.- Dale, vamos.

Caminamos juntos hasta mi casa y nos sentamos en mi cama.

- ¿Te puedo hacer una pregunta Pau?
- Sí Pepe, obvio.
- ¿Tus viejos?
- Mmm… Me costó, me costó que me entiendan. –Suspiró.- Sé que no lo hacen de malos, solo es que son muy sobreprotectores. –Encogió sus hombros.- Pero entendieron que te amo y que no puedo estar lejos tuyo. –Tomó mis manos.- Se quedan allá hasta que se le termine el contrato a papá y vuelven.
- ¿Y vos?
- ¿Yo qué?
- ¿Qué vas a hacer?
- ¡Me voy a quedar acá! Pensé que había quedado claro. –Rio y yo sonreí.- En mi casa… Asique arrancamos el cuatrimestre juntos.
- ¿En serio?
- En serio. –Me besó.-
- ¿Queres?
-Sonreí.- Obvio que quiero. –La besé.-
- Nunca más me voy a ir. –Se acurrucó en mi pecho y me abrazó por la cintura.- Te lo prometo.
-Besé su frente.- Te amo mi amor.
-Me miró y sonrió.- Te amo Pepe.

Me acerqué a ella y la besé… Sus labios, su piel, su cuerpo.

Esa noche nos habíamos reencontrado de verdad.


domingo, 20 de septiembre de 2015

Reencontrarse IV.


Me desperté y ya no estaba allí, suspiré y fui a buscarlo. Lo escuché llorar en el baño y toqué la puerta, como no dijo nada, entré.


Pedro estaba apoyado en el lavatorio, en cuero. Llorando frente al espejo. Sin decirle nada, caminé hasta estar detrás de él y lo abracé por la espalda posando mis manos sobre su pecho. Besé su espalda varias veces y apoyé mi mejilla allí.



- Gracias. –Dijo posando sus manos sobre las mías.-
- Yo estoy con vos. ¿Sabes?
- Perdón.
- ¿Por qué?
- Por lo de hoy.
- Ya pasó mi amor.
- No quiero que volvamos a pelearnos.
- Eso no va a pasar, tranquilo. Y la que te tiene que pedir perdón, soy yo.

- Perdón mi amor, pero tengo que irme.
- ¿Por qué tenes que irte? ¿Por qué tenes que dejarme acá solo? ¿Por qué me haces esto Paula? 
-Suspiré y deje caer algunas lágrimas.- No puedo quedarme sola.
- ¿Sola? ¿Sola? ¿Yo que soy?
- No es por vos Pedro.
- ¿Y por qué es?
- Mis viejos no quieren que me quede sola.
- ¿No te parece que sos lo suficientemente grande ya?
- ¡Pero mi viejo tiene que ir a laburar ahí!
- Está bien Paula, hace lo que quieras. –Secó sus lágrimas.-
- Perdón mi amor.
- ¡No me digas más mi amor!
- Me duele todo esto.
- Porque a mí no eh. –Dijo irónico.-

Me acerqué a él y sequé sus lágrimas con mis dedos.

- Ojala puedas olvidarte de mí, no quiero que sufras.
- Me enamoré de vos Paula.
- Lo sé, yo también me enamoré de vos.
- ¿Entonces por qué carajo haces esto?
- Porque no puedo quedarme.
- ¿Tan poco soy para vos?
- ¿Por qué decís eso?
- Porque me estás dejando solo y en el peor momento de mi vida.
- Sabes como son mis viejos…
- Y también sé como sos vos.
- ¿Y cómo soy?
- Cuando queres algo, te plantas y lo conseguís.
- Pero esta vez no puedo.
- ¿Lo intentaste?
- Obvio que lo intenté Pedro.
- Prefiero que te vayas ahora, no quiero verte más.

Lo tomé por sus mejillas y lo besé… Sentí sus manos en mi cintura y una respuesta por parte de él en el beso.

- Perdón Pepe… -Susurré entre lágrimas.- Te deseo todo lo mejor.
- No me alcanza que me pidas perdón ni que me lo desees.
- Es lo que puedo hacer en este momento.

Pedro me abrazó y se largó a llorar, aún más.

- No te vayas, te lo ruego.
- No puedo quedarme, no tengo plata, no tengo laburo…
- Quedate acá conmigo.
- No digas boludeces.
- No es una boludes. –Se separó un poco de mí.- Quedate.
- No puedo, te juro que no puedo.
- ¡Por favor!
- No llores más porque me matas. –Dije y sequé sus lágrimas.-
- Y vos no te vayas.
- No puedo no irme. –Volví a abrazarlo.- Esta es la última vez que vamos a vernos.
- No, no. Por favor. ¡No!
- Al menos por seis meses no voy a estar en el país… Cuando vuelva ya vas a estar en otra.
- Mi amor… Nunca voy a poder estar en otra.
-Me separé un poco de él.- Olvídate de mí, te mereces ser feliz.

Y le dí un último beso.

- Por favor… -Rosé mi nariz con la suya.- Gracias por haber sido mi primer gran amor. 

Y sin decir más nada, salí corriendo. No soportaba más esa situación.

- Voy a hacer todo lo que tenga que hacer para cuidar esta relación. –Dije y besé su hombro.- Te lo prometo.
-Me miró por el espejo y yo le sonreí.- ¿Me acompañas a un lugar?
- ¿A dónde?
- Al cementerio… -Suspiró.- No pude ir en esta semana y siento que eso me va a ayudar a aceptarlo.
- ¿No pudiste por…?
- Porque no puedo solo y llevarla a mamá la iba a destruir.
- Yo te acompaño.
- Gracias.
- Nada que agradecer. -Besé su hombro.-

-

Caminamos de la mano luego de bajarnos del colectivo y ninguno de los dos decía nada, solo sabía que tenerla de la mano me tranquilizaba… Al menos un poco.

Llegamos y frenamos en la puerta.

- ¿Queres ir solo o queres que te acompañe? –Me preguntó tomando mis manos con fuerza.-
- ¿Me esperas acá?
- Sí amor. –Me besó.- Anda tranquilo y tomate todo el tiempo que necesites.
- Gracias, de verdad. –La besé.-
- No me lo tenes que agradecer. –Acarició mi mejilla.- Dale, anda que yo te espero acá.

Yo le dí un último beso y entré.

Caminé inestable hasta estar frente a él. Me senté en el suelo, con mis piernas cruzadas y respiré hondo mirando al cielo… No pude evitar llorar.

Miré la tumba y sequé mis lágrimas.

- Te juro que no puedo creer tener que venir a verte acá. –Dije con un hilo de voz.- Hola viejo. –Suspiré.- No sé muy bien cómo es esto, pero necesitaba hacerlo… Sé que fue hace poco, pero necesito terminar de soltarte y empezar a aceptarlo, aunque me duela en el alma. –Hice una pausa.- Sé que me va a doler incluso más de lo que me duele en este momento, pero quiero creer que la tristeza no es infinita… Aunque el extrañarte posiblemente lo sea. 

Y me mantuve varios segundos en silencio, un silencio que me perforó el alma.

- Quiero contarte algo… -Dije secando mis lágrimas.- Vine con Pau. –Sonreí.- Sé que eso va a ponerte contento, sé cuánto la querías o la queres, no sé. –Hice una pausa.- Estar con ella es lo que me permite seguir de pie, o como puedo. Mamá se va al campo unos días, sé que eso va a hacerle bien… Pero estoy seguro de que va a ser la próxima en visitarte. 

Sequé mis lágrimas y abracé mis rodillas.

- No soporto estar acá. –Dije entre lágrimas.- Pero te prometo que la próxima vez que venga voy a estar más entero, o eso quiero creer. –Me paré.- Te amo viejo y te extraño.

Y salí casi corriendo, me acerqué a Pau y la abracé con las pocas fuerzas que me quedaba. Ella me abrazó por el cuello y besó mi mejilla.

- Sacame de acá Pau. –Supliqué.-
- Veni mi amor…

Me llevó abrazándome por el costado hasta una plaza que estaba a un par de cuadras. Nos sentamos debajo de un árbol, uno al lado del otro y contra el tronco. Tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos, apoyó su cabeza en mi hombro.

- Mi amor… -Dijo.-
- ¿Qué? –Pregunté y cerré mis ojos.-
- ¿Está bien este lugar?
- Sí. –Besé su frente.- Cualquier lugar con vos está bien.
-Sonrió.- Quiero que estés tranquilo, o lo más tranquilo que puedas.
- Quiero quedarme acá y con vos.

Pau me abrazó por el cuello e hizo que apoye mi cabeza en su pecho.

- ¿Así está mejor? –Preguntó riendo.-
-La abracé por la cintura.- Mucho mejor.
-Besó mi cabeza.- Podemos quedarnos acá todo el tiempo que quieras. –Dijo y con una mano comenzó a jugar con el pelo de mi nuca, con su otro brazo me abrazó.-
- Me tranquiliza escuchar como late tu corazón.
-Sonrió y me abrazó más fuerte.- Sos tan lindo y tierno.
-Sonreí.- Te lo digo de verdad.
- Puedo abrazarte así para siempre si te tranquiliza.
- Gracias.
- Shh…

Cerré mis ojos y me dejé mimar por ella.

Luego de un largo rato.

- ¿Tenes frío, no?
-Rio.- Sí…
- Tenes la piel de pollo.
- Hay mucho viento.
-Me levanté.- Vamos a casa…
- ¿Seguro?
- Sí, dale.

Me levanté y la ayudé a levantarse.

- ¿Estás más tranquilo? –Me preguntó y me besó.-
- Mucho más tranquilo. –La besé.- Gracias.
- Nada que agradecer. –Nos dimos un beso y comenzamos a caminar hasta la parada de colectivos.-
- Igual… Hay algo que me dejaría mucho más tranquilo.
- ¿Qué cosa?
- Saber que no vas a volver a irte.
- No voy a tropezar dos veces con la misma piedra. 

Sonreí y sin que me importe nada que estábamos en medio de la calle, la tomé por la cintura y la besé en medio de la vereda. Ella rio y me abrazó por el cuello.

- Estamos en la calle mi amor.
- Pero te amo y quiero que lo sepa el mundo entero.
-Sonrió.- ¿Me perdonas por haber sido tan idiota?
- Si te quedas conmigo para siempre…
- Para siempre. –Nos besamos y nos abrazamos.- Te amo Pepe.
- Te amo mi amor, te amo. 

Nos abrazamos más fuerte.


sábado, 19 de septiembre de 2015

Reencontrarse III.


- Tranquilizate. –Dijo abrazándome por la espalda.-
- No puedo amor.-Suspiró y besó mi nuca.- Va a estar todo bien.

- No sé Pau, no sé. –Me senté en una de las sillas de la sala de espera.-

- No te sirve de nada estar así. –Se agachó frente a mí y tomó mis manos.- 

- Me da miedo.

- ¿Qué te da miedo?

- Que pueda darle mi riñón y que no.
-Se sentó a mi lado, me abrazó por el costado y besó mi mejilla.- No pienses porque no sabes que va a pasar.
- ¿Vos vas a estar conmigo?
- ¿Qué pregunta es esa?
- Tengo miedo de poder darle mi riñón y no salir, y tengo miedo de no poder y de que mi viejo no salga.
- Hey, hey, hey. ¡Para un poco la máquina! –Me besó.- Para un poco.
- No puedo Pau.
- Sí que podes. 
- No amor, te juro que no. –Dije con lágrimas en los ojos.-

Pau se sentó en mis piernas y me abrazó por el cuello, mi mejilla quedó sobre su pecho y la abracé por la cintura.

- Siempre voy a estar con vos. –Besó mi cabeza..- No te hagas el duro y largate a llorar.
-Reí.- Me conoces mucho.
- Mmm… Puede ser. -Me abrazó más fuerte y me largué a llorar.-
- Tranquilo mi amor, yo me quedo con vos. 




- No pude Pau, no pude. –Dije en mi cama, llorando.-
-Estaba sentada a mi lado.- No podías hacer nada contra eso.

- No sé.

- No Pepe, no podías. –Acarició mi pelo.- ¿Qué podías hacer?

- Capaz si no estaba tan cagado por la operación, si no era tan egoísta…

-Suspiró.- No digas boludeces.

- No son boludeces.

- Sí Pepe, no eran compatibles y no podías hacer nada contra eso.


- Lamento tener que comunicacarles que no son compatibles, hacer la donación sería en vano. –Dijo el médico y mientras lo escuchaba sentía que me desvanecía.- Lo vamos a introducir en la lista de espera, pero no sabemos cuánto tiempo puede estar ahí. –Hizo una pausa.- Los dejo, permiso.

Yo me dejé caer a una de las sillas y me largué a llorar. Mi mamá no estaba. Paula se sentó a mi lado y me abrazó por el costado, apoyó su mentón en mi hombro y me habló al oído.

- Era una posibilidad. –Me dijo.- Y no es la única.
- Me siento horrible.
- ¿Por qué?
- Porque quería salvarlo.

Paula no dijo más nada y me abrazó.

- No es tu culpa mi amor… Podía pasar que no lo sean.
- Quedate conmigo. –Hice una pausa.- Tengo miedo de reaccionar mal, te juro que quiero romper todo.
-Sentí que me abrazó más fuerte.- Yo me quedo acá mi amor, yo me quedo.
- Gracias.
- Te amo. ¿Sabes?
- Te amo… -Nos dimos un beso y volvimos a abrazarnos.-



- Se murió mi viejo. ¿Lo entendes?
- Sí que lo entiendo…
- No, no lo entendes. –Me senté con bronca.- Nadie me entiende.
-Tomó mis manos.- No te enojes.
- No sé qué hacer.
- ¿Queres que me vaya?
- No, por favor no. 
- ¿Y qué queres que hagamos?
- No sé.
- ¿Queres bañarte? Te va a tranquilizar.
-  Mmm…
- Dale y después salimos, aunque sea un ratito.
- ¿Salir?
- Si queres que me quede acá, voy a tener que ir a mi casa a buscar algunas cosas. Tengo todo en la valija.
- Te puedo prestar mi ropa.
-Rio.- Dale, no seas así.
- De verdad, hoy no quiero salir.
- Bueno, está bien. ¿Y no queres bañarte?
- ¿Tengo mal olor?
-Rio.- No tonto.
- Entonces no, prefiero quedarme con vos.
- ¿Por qué no vas un rato con tu vieja?
- No quiero ponerla mal.
- Le va a hacer bien que vayas con ella.
-Suspiré.- ¿Me esperas acá?
- Dale, te espero. ¿Puedo enchufar mi celular?
- Obvio Pau. –Me sonrió.- En un rato vengo.
- Te espero. –Me paré y besó mi mano, le sonreí tímidamente y fui a buscar a mi mamá.-

- Vieja, permiso. –Dije entrando a su cuarto.-
- Hijo, pasa. ¿Pau se fue?
- No, está en mi cuarto. –Me senté a su lado.- ¿Cómo estás?
- ¿Cómo queres que esté Pepe?
-Suspiré.- Es una pregunta muy boluda.
- La tía me invitó a irme unos días para allá.
- ¿Y vas a ir?
- No quiero dejarte solo.
- Yo no estoy solo.
- ¿Volvieron con Pau?
- No, no sé… Pero sé que si la necesito, va a estar.
- Tenes que recuperar a esa chica.
-Sonreí.- Cuando pase todo esto, lo voy a hacer. –Mi vieja me sonrió.- Anda, te va a hacer bien.
- Son solo unos días.
- Los que necesites, siempre te hizo bien ir al campo.
- ¿De verdad?
- Sí ma, vas a estar mejor allá. Yo no puedo hacer mucho por vos, ni siquiera puedo hacer algo por mí.
- Por vos sí podes.
- ¿Qué?
- Paula, esa chica es para vos hijo.
-Sonreí.- Ya vas a volver a ser su suegra. -Mamá me abrazó y ambos nos largamos a llorar.-
- Te amo hijo y quiero que seas feliz.
-Suspiré y besé su mejilla.- Te amo viejita, esto va a pasar.

-

Estaba hablando con mi vieja por WhatsApp, cuando Pedro volvió a entrar en el cuarto. Quise levantarme de su cama, pero no me dejó.

- Quedate. –Me dijo.-
-Sonreí y me senté.- Veni conmigo.

Pepe se sentó frente a mí y suspiró.

- Mi vieja se va con mi tía, unos días.
- ¿Y? ¿Te pega mal?
- No, sé que le va a hacer bien.
- ¿Y a vos?
- ¿A mí qué?
- ¿Qué es lo que te hace bien?
- Que estés acá conmigo.

Sonreí y sin pensarlo demasiado, lo tomé por sus mejillas y besé suavemente sus labios.

- Pau…
- ¿Qué?
- No quiero perderte otra vez.
-Acaricié su nariz con la mía.- No pienses en eso.
- Fuimos dos idiotas.
- No pienses en eso ahora, de verdad.
- Pero…
-Suspiré.- ¿Qué? –Volví a besarlo y me abrazó por la cintura.- ¿Qué pasa?
- Te amo.
-Sonreí.- Yo también te amo.

Nos sonreímos y su cuerpo cayó sobre el mío, sin dejar de besarme.

- Me recordas que estoy vivo, que a pesar de todo, tengo que seguir adelante. –Dijo dejando caer una lágrima.-
-Sequé su lágrima.- Sos muy lindo. ¿Sabías?
-Sonrió.- Vos sos linda. –Nos besamos.-
- Veni…

Hice que apoyara su cabeza en mi pecho y él cerró sus ojos.

- Quiero hablar con vos.
- Después Pepe.
- ¿Por qué?
- Porque no quiero que tapes lo que te pasa, el dolor tenes que pasarlo.
-Suspiró.- Puede ser.
- Dale, yo me quedo acá con vos. –Besé su frente.-
- Me cansé de estar en la cama llorando.
- ¿Eso quiere decir que vas a aceptar mi invitación de salir?
- Con una condición.
- ¿Cuál?

Él se separó un poco de mí y me miró.

- ¿Qué pretensión tenes Alfonso?
- Mmm…
- Me das miedo. –Reí.-
- Que te quedes acá cuando mi vieja no esté, claro que si podes… Sino, no importa.
- Nunca tendría un mejor plan que acompañarte.
- ¿Segura?
- Muy segura.

Él sonrió y yo acaricié su nariz.

- ¿Eso quiere decir que salimos? –Pregunté.-
- Después.
-Reí.- Dale nene.
- ¿Dale qué?
- ¿Vamos o no?
- Mmm…
- Tengo una idea.
- ¿Cuál?
- Vamos a la plaza, nos quedamos un rato ahí y después vamos a mi casa así me traigo algo de ropa.
- ¿Me voy a perder de verte con mi ropa?
-Reí.- Sos tremendo eh.
- Te extraño, no te das una idea de cuánto… -Dijo besando mi cuello y yo sonreí.-
- Yo también te extraño mi amor, muchísimo.
- Entonces podemos salir después… ¿No te parece?
- Mmm… Podría ser eh. –Dije acariciando su nuca.-
-Me besó.- No sé cómo aguanté tanto tiempo lejos tuyo.
-Sonreí.- Te juro que yo tampoco mi amor. –Lo besé, nos besamos.-
- Estás cada día más hermosa.
-Reí.- Me encanta que me chamulles.
- No te chamullo. -Mordí mi labio, riendo.- Te amo bonita.
- Y yo te amo a vos… -Lo besé.- Quiero sacarte toda esa tristeza que tenes adentro, al menos por un ratito.
-Sonrió y le devolví la sonrisa.- ¿Ves que sos hermosa?
- Vos sos hermoso.

Y unimos nuestros labios para luego unir nuestros cuerpos.




viernes, 18 de septiembre de 2015

Reencontrarse II.


Me estaba quedando dormida, cuando sentí que él se dio vuelta y acarició suavemente mi mejilla, sonreí, sin mirarlo.


- Ya sé que no dormís. –Dijo acariciando mi pelo.- Te conozco.

-Reí y abrí mis ojos.- ¿Qué pasa?


Y no dijo nada, tan solo se acercó a mí y me besó por un largo rato y con muchísima suavidad. 

- Pau… -Susurró.-
-Posé mis dedos en su boca.- A veces las palabras no hacen falta.

Ninguno de los dos dijo más nada, tan solo nos abrazamos y escondí mi cara en su hombro. 

Me estaba por explotar el corazón, lo amaba con una locura difícil de explicar y ese beso me había movido todo lo que tenía dentro, tanto a nivel psíquico como físico.

Sentirlo respirar en mi cuello me tranquilizaba, quería quedarme ahí para siempre.

- Pau… -Susurró otra vez.-
- ¿Qué? –Susurré también.-
- Yo sí quiero decirte algo. –Dijo separándose un poco de mí.-
- Decime. 

Pedro prendió la luz.

- Quiero verte a los ojos mientras te lo digo. 
-Sonreí, muerta de amor.- Te escucho… 
-Volvió a besarme y sonreí. Su mano acarició suavemente mi mejilla y yo no dejaba de mirar sus ojos color café.- Es que… -Hizo una pausa.-
- ¿Qué Pepe?
-Suspiró.- Es que me estoy dando cuenta de todo lo que te amo en este momento.
- ¿Por qué? 
- Porque es la primera vez que estoy tan tranquilo desde que pasó lo que pasó. –Suspiró.- Me siento un pelotudo por haberte dejado ir.
- Eso es viejo y fue culpa mía además… –Le dije.-
- Me arrepentí todos los días de no haberte frenado.
- Pero no fue tu culpa Pepe. –Suspiré.- Y eso no es lo que importa ahora, vine porque sabía que te iba a hacer bien… No sé si lo que pasó entre nosotros ahora no es lo que importa.
- Sí que importa.
- Pepe… -Suspiré.- No es momento de hablar.
- Pero nos besamos.
- ¿Está mal? –Le pregunté.-
- No. ¿No?
- No, obvio que no. –Lo besé yo ahora.- ¿Por qué no dormimos?
- Pero…
- ¿Qué?
- No, nada.
-Reí.- No hace falta hablar con vos.
- Quedate conmigo.
- Sí, me voy a quedar con vos. –Besé su nariz y él sonrió.- Dale, dormí que estás pasado de rosca.

Él volvió a abrazarme y yo también lo abracé, acaricié su nuca y cerré mis ojos.

- Necesitas dormir.
- Te necesito a vos.
-Sonreí y le di un beso en su cuello.- Pero yo duermo con vos.
-Se separó un poco de mí y chocó su frente con la mía.- Quedate cerquita.
-Sonreí.- Te digo que pienso dormir acá. –Sonrió y apagué la luz y nos acomodamos, abrazados.-
- ¿Estás cómoda?
- Sí, tranquilo. ¿Vos?
- Sí… -Besó mi cabeza.-
- Dale, descansa Pepe.

-

Dormí como hacía mucho tiempo no dormía, no podía hacer demasiado ya, las cosas no tenían vuelta atrás… Dolían, sí, dolían mucho más de lo que hubiese podido imaginar, pero, haber dormido con ella me había generado una paz interna que me hacía bien.

- Pepe… -Susurró dormida.- 
- Perdón, no quería despertarte.
- ¿Qué hora es?
- Las ocho.
- Mmm… Seguí durmiendo. –Rio.-
-Reí.- Si queres seguí durmiendo, no me pienso mover de acá.
-Abrió sus ojos y me miró.- Es muy temprano.
-Acaricié su mejilla.- Dale, dormí.
- ¿Y vos?
- No sé…
- Mmm… -Despeinó mi pelo.- Veni.

Y nos quedamos dormidos otra vez.

-

Me desperté cerca del mediodía y fui al baño, cuando volví me crucé a Ali en el pasillo.

- Pau… No sabía que estabas.
-Reí.- Dormí acá.
- Por eso, no sabía.
- ¿Molesto?
- No Pau, nunca molestas vos.
-Sonreí.- ¿Vos no dormiste nada, no?
- No, no puedo dormir… No puedo dejar de pensar.
-Suspiré.- Te va a hacer bien descansar.
- Con Pepe no dormimos desde lo que pasó.
- Lo sé, pero anoche logré que duerma, es más, creo que sigue.
-Tomó mis manos.- Vos le haces muy bien a mi hijo. –Sonreí.- Que estés ahora con él me alivia muchísimo.
- No podía no estar.
- Mira, no me quiero meter en lo que pasó entre ustedes, pero nunca va a haber una mejor chica para mi hijo… -Sonreí.- De verdad Pau.
- Bueno, gracias.
- Ojala puedan arreglar las cosas.
-Suspiré.- La verdad es que no hablamos de eso.
- Es solo un deseo.
- ¿Te cuento un secreto? Yo deseo lo mismo. –Le sonreí y la abracé.- Te quiero Ali.
- Yo también te quiero Pau. –Me abrazó con fuerza.-
- Pronto todo va a pasar, vas a ver.
-Suspiró.- Es todo muy difícil.
- Lo sé, pero con el tiempo todo pasa.

-

Caí en la cuenta de que ya era de día cuando sentí que Pau acariciaba mi pelo.

- Buen día. –Susurró y besó mi frente.- O buenas tardes.
- Mmm… ¿Qué hora es?
- La una y media.
- ¿Todo eso dormí?
-Reí.- Sí, ahora te toca comer.
- Pau…
- No, no hay posibilidad de que te niegues.
- No tengo hambre.
- No comes nada hace un día o más.
- Pau, de verdad.
- Tengo un plan.
- ¿Cuál?
- Ir a la plaza de la vuelta de la uni y comprarnos los churros rellenos y bañados en chocolate.
- Me encantó, pero no tengo ganas de salir.
- Dale, te va a hacer bien respirar un poco de aire puro, estar al sol.
- No quiero, de verdad.
- ¿Por qué?
- ¿De verdad preguntas?
- Un ratito, chiquitito.
- No Paula.
-Suspiró.- Por favor, te va a hacer bien.

Me levanté, molesto.

- Anda vos si queres. –Dije caminando por el pasillo.-
- Hey, Pepe… -Me siguió.-
- Quiero estar solo Paula. –Dije conteniendo las lágrimas.-
-Suspiró y posó sus manos en mis hombros.- No voy a dejarte solo.
- ¿Ni aunque te lo pida?
- No, me dijiste que te hacia bien estar conmigo.
-Suspiré y choqué mi frente contra la pared.- No puedo estar bien. –Dije ya llorando.-
- No te estoy pidiendo que estés bien. –Me abrazó por la espalda.-
- ¿Y entonces?
- Solo te estoy proponiendo algo para que te distraigas un poco, nada más.

Me solté de ella y volví a mi cuarto, me senté en la cama y me largué a llorar como un nene otra vez. Ella entró a la habitación, cerró la puerta y se sentó en el suelo, frente a mí. Tomó mis manos.

- Hey… -Besó mi mano.-
- No pude hacer nada Pau y eso me mata.
- Pero lo intentaste…
- ¡Pero no pude!
- No te sirve de nada llenarte de culpa.
- Es lo que me sale.

Paula se sentó a mi lado y me abrazó por el costado.

- La culpa no te va a llevar a nada bueno.
- Esto que pasa no me llevar a nada bueno.
- Que sientas dolor claro que es normal, pero la culpa no. No es tu culpa.
- Sí, porque no pude hacer nada.
- Uno es demasiado débil ante esas situaciones.
- Pero capaz hubiese podido.
- ¡Pero lo intentaste! ¿O no?
- Sí…
- Entonces no te sientas culpable. –Me abrazó con fuerza.- No es tu culpa.
- No puedo no sentirme así.
- Perdón, no quería que te pongas así.
- Ya sé, no me la quería agarrar con vos.
- ¿Qué queres que hagamos?
- Ahora nada.
- ¿Nada?
- No, solo que te quedes conmigo.
- Me quedo con vos entonces.

Volvimos a acostarnos, quedando frente a frente. Ella secó mis lágrimas y yo besé su mano.

- Nunca creí que iba a volver a tenerte así de cerca. –Le dije.-
- Yo tampoco… -Besó mi frente.- Pero no es momento de pensar en eso.
-Suspiré.- Gracias.
- No me lo tenes que agradecer.
- Sí, sí que tengo. –Ella negó con su cabeza y yo la abracé.- 
- Siempre voy a estar para vos, pase lo que pase. –Hizo una pausa.- No sé como pedirte perdón.
-La abracé más fuerte.- No tenes que hacerlo.
- Pero…
-La interrumpí.- No digas nada, solo quedate cerca mío.




jueves, 17 de septiembre de 2015

Reencontrarse I.


Nerviosa, toqué la puerta de su habitación, esperando del otro lado, con mi mano sobre el picaporte.


- Pasa vieja. –Dijo desanimado y suspiré.-



Ingresé a la habitación y cerré sigilosamente la puerta, caminé algunos pasos hacia él, quien estaba de espaldas mirando por la ventana y con sus brazos apoyados allí.


- No soy tu vieja. ¿Puedo quedarme igual? –Pregunté temerosa.-

Él giró y tan solo me abrazó, yo también lo abracé y lo sentí desarmarse en mis brazos.

- Gracias por estar acá.
-Lo abracé con fuerza.- No me lo tenes que agradecer, sentía que necesitaba estar con vos. –Besé sentidamente su sien y lo abracé más fuerte.-

Lo sentía llorar, porque lo estaba haciendo en mi hombro, pero a su vez lo sentía llorar desde lo más profundo de su ser y me partía al medio. Entendía que lo que estaba pasando era espantoso, pero necesitaba sanarlo, al menos un poco. 

Después de excesivos minutos sin soltarlo, hice que nos sentáramos en su cama. Me senté contra la pared, con mis piernas estiradas y él se acostó, haciéndose un bollito y apoyando su cabeza en uno de mis brazos, el cual yacía sobre mis piernas. Pasé mi mano libre por su pecho y besé su frente.

- Ya sé que es una pregunta muy obvia, pero… ¿Cómo estás? –Acaricié su brazo lentamente.- Te va a hacer bien decirlo, aunque sea más que claro.
-Suspiró.- Te juro que no puedo hablar. –Dijo ahogado en lágrimas y lo abracé con fuerza.-
- Te va a aliviar al menos un poco Pepe.
- Es que… -Hizo una pausa.- Te juro que trato de hacerme el fuerte delante de mi vieja, pero ahora que estás vos siento que me estoy desarmando. No puedo dejar de llorar.
-Suspiré y sequé sus lágrimas.- Llora todo lo que necesites, yo me quedo acá con vos.
- Gracias Pau, de verdad.
- No, no me lo tenes que agradecer. –Volví a secar sus lágrimas.- No importa lo que pasó entre nosotros, vos seguís siendo igual de importante que siempre para mí y poder contenerte en este momento me hace bien. –Acaricié su nariz.- Y sé que te hace bien que esté con vos. 
- Por eso te lo agradezco.
- Sh… Llora que yo estoy acá con vos.

Sus ojos no dejaban de despedir lágrimas y no sabía qué hacer para contenerlo, aunque en realidad, no podía hacer más de lo que ya estaba haciendo. Estar con él y abrazarlo.

Y es eso, abrazarlo otra vez, lo que me estaba por desarmar a mí. Hacía exactamente tres meses que no nos veíamos a raíz de un viaje que tuve que hacer con mi familia y ese viaje fue el que había dado por terminado nuestro noviazgo. Tres meses en los que intenté olvidarlo y no pude. Tres meses en los que intenté sacarlo de mi corazón y fue imposible.

Cuando me enteré de lo que había pasado fue casi un impulso el hecho de volver y venir a su casa, no podía evitarlo… Lo había acompañado tanto durante este “proceso” (si es que así puede llamarse) que no estar ahora no me lo hubiese podido perdonar. 

Le hacía bien a él y me hacía bien a mí.

-

Sinceramente, me tomó por sorpresa el hecho de que estuviera acá, pero lo agradecí infinitamente. Su abrazo era el que más necesitaba, sentirme rodeado por sus brazos y contenido por su cuerpo me calmaba. Sentirla cerca de mí me aliviaba  un poco todo el  dolor que sentía

Mi corazón y mi cuerpo seguían enloquecidos con ella, pero sinceramente no podía detenerme a pensar en eso en un momento como este.

Solo sabía que tenerla conmigo era lo único que necesitaba.

-

Cuando estuvo un poco más calmado, se sentó a mi lado y yo sequé sus lágrimas suavemente con mis dedos.

- ¿Queres tomar un poco de agua? –Le pregunté.-
- Mmm… Sí.
- Te voy a buscar.
- Voy yo si no.
-Me levanté.- Voy yo y vengo así hablamos. ¿Queres?

Él asintió y yo sonreí, besé su frente y fui a la cocina. Ali no estaba allí, asique le serví un vaso de agua a él y otro para mí. Volví al cuarto.

- Toma. –Dije ofreciéndole un vaso y sentándome frente a él.-
- Gracias. –Respondió agarrando el vaso.-
- De nada. –Tomamos un poco y dejamos los vasos sobre el suelo.-

Mis manos tomaron la suya y sentía su mirada perdida.

- Yo sé, te juro que sé que es obvio como te sentís, pero si lo decís te va a hacer bien Pepe.
-Suspiró.- No sé cómo ponerlo en palabras.
- Intentalo…
- Dolor. –Respondió y bajó su mirada.- Dolor, el más inmenso que sentí en mi vida.
- ¿Y qué más?
- Bronca de no haber podido hacer nada, impotencia también. Dolor de saber que nunca más nada… -Suspiró.- Ganas de llorar hasta cuando estoy durmiendo. –Hizo una pausa.- Siento que me estoy desarmando, que nunca voy a poder salir de acá. 
-Solté una de mis manos y acaricié su cara.- Todo pasa.
- No Pau, esto no.
- Decirlo ahora sé que no tiene sentido, pero todo se transforma, incluso el dolor. Yo sé que ahora lo único que queres es llorar y está perfecto que lo hagas, porque es necesario que saques todo esto afuera. –Dije tocando su pecho.- Pero va a llegar un día en el que vas a dejar de llorar y ese dolor va a empezar a transformarse. 
- ¿Cuándo?
-Me encogí de hombros.- Te juro que si lo supiera, te lo diría. 
- Ojala sea así.
- ¿Confías en mí?
- Sí.
- Entonces creeme. –Besé su mano y suspiramos a la par.- Con el tiempo, va a estar todo bien. 

Se hizo un silencio.

- Tengo una idea… -Le dije.-
- ¿Cuál? –Preguntó sin ganas.-

Me senté a los pies de la cama, apoyando mi espalda contra la pared y con las piernas cruzadas.

- Acostate. –Le dije.-

Él me sonrió de costado y se acostó en la cama, con su cabeza en mis piernas y mirando al techo.

Mis manos hicieron que cierre los ojos y luego apagué la luz, estaba atardeciendo asique no entraba demasiada luz natural a la habitación.

Mis manos se ubicaron sobre su pecho.

- Respira hondo, mantenelo y larga todo el aire. Yo lo hago con vos.

Y así lo hicimos varias veces juntos, mis manos salieron de su pecho y él continuó respirando profundo mientras mis dedos masajearon su cara, su cabeza y sus sienes.

- Gracias. –Dijo.-
- Sh… Relajate. –Susurré.-

Y bajé con mis manos sobre su nuca y su cuello. Le hice masajes durante un largo rato y se había quedado dormido. Sonreí.

Cuando me quise levantar, me tomó de la mano.

- No, no te vayas.
-Me arrodillé a su lado.- Voy al baño y vengo.
- Apurate.
- Dale, me apuro.

Besé su frente y fui al baño. Cuando volví, eran casi las nueve de la noche.

- Pepe… -Susurré sentada a su lado.- Es tarde, tengo que irme.
- No, por favor. Quedate.
- Se me va a hacer tarde para volver y no va a haber trenes. –Dije y suspiré.- Yo también quiero quedarme, pero…
-Tomó mi mano.- Quedate a dormir.
- ¿Acá?
- Sí.
- ¿Seguro?
- ¿No queres?
- No, no es eso. Es que…
- Te juro que no tengo segundas intenciones, bah, no es que no las tenga. –Reí.- Pero no tengo fuerzas.
- No es por eso igual.
- ¿Y por qué es?
- ¿En carácter de qué me quedo?
- En carácter de que lo único que puede aliviarme es tu abrazo.
- Yo sé que todo lo que pasó entre nosotros es mi culpa, me siento un poco incómoda.
- ¿Incómoda conmigo?
- Con la situación.
- La situación es que te necesito cerca… -Besó mi mano.- Quedate, por favor. Te lo ruego.
-Sonreí y acaricié su frente.- Me compras eh.
- Por favor. –Repitió.-
- Bueno, está bien. Me quedo.
- Gracias. 
- Nada que agradecer…

Y nos quedamos algunos segundos en silencio.

- ¿Mi vieja?
- No sé, la vi solo cuando llegué. Creo que está en su habitación, no quise molestarla.
- Está peor que yo. –Suspiró.-
- ¿Queres ir con ella?
- No, porque me pongo peor y lo que necesito hoy es dormir en paz, ya sé que suena egoísta pero…
- ¿Hace cuántas noches no dormís?
- Tres. –Dijo.-
- ¿Queres dormir?
- Con vos.
-Sonreí.- Bueno, dale.

Sin decir más, nos sacamos las zapatillas y nos acostamos en su cama. Era verano, asique el aire estaba prendido y no necesitábamos taparnos.

Lo abracé por la espalda, sin que me importe el calor que hacía y besé su nuca.

- Descansa, que yo me quedo con vos.
-Besó mi mano.- No sé cómo agradecerte que estés acá.
- No me lo tenes que agradecer.
- No te vayas sin avisarme.
- Me quedo hasta mañana. ¿No quedamos en eso?
-Sonrió.- Es verdad.






domingo, 6 de septiembre de 2015

Ser uno mismo IX.


Algunas semanas después, yo acababa de llegar a su casa y me senté en el diván, pero mirándolo. Suspiré y escondí mi cara en mis manos. Él se sentó a mi lado y me abrazó por el costado.

- Odio tener miedo cada vez que estamos lejos.

Corrió mis manos de mi cara y las besó.

- Tranquila… -Me besó.- ¿No ves que estamos bien?
-Reí.- Me siento una nena y es horrible. –Hice una pausa.- ¿Me das un abrazo?
- ¿Pero qué pregunta es esa?

Reímos y nos abrazamos.

- No quiero reclamarte nada, no estamos juntos hace mucho tiempo… Pero, tengo miedo.
- Me haces muy bien como para arruinar esto que tenemos.
-Me separé un poco de él.- No, pero no es por vos… Es por mí.
-Acarició mi mejilla.- Lo sé. Pero, vuelvo a decirte lo mismo, tenemos que poder ir en contra de ese miedo.
-Suspiré.- Ya sé.
- Dale che. –Y empezó a hacerme cosquillas.-
- No, no vale. –Dije riendo.-
- Lo que no vale es que siempre terminemos en lo mismo. –Y me besó.-
- ¿Cómo pretendes terminar vos? –Pregunté riendo, pero nerviosa.-
- Ah, no sé… Fijate vos.

Tomó mis manos, entrelazando nuestros dedos y besó mi cuello.

- Sos muy hermosa. ¿Sabías? –Susurró en mi oído.-
-Sonreí.- Vos también sos muy hermoso.

Busqué su boca con la mía y nos besamos.

- Tranquila, que no voy a hacer nada que vos no quieras.
-Reí.- Perdón…
- No pidas perdón tonta.
- Hace mucho no estoy así con alguien.
- ¿Te confieso algo?
- ¿Qué?
- Hace mucho tiempo que no estoy con una mujer.

Reímos y nos quedamos en silencio, mirándonos. Él me abrazó y agradecí que lo haga, sus manos recorrieron mi espalda y cerré mis ojos.

- Pero me encantaría estar con vos, porque siento que nos une algo muy lindo…
- No es que no quiero tonto.
-Me abrazó más fuerte.- Ya sé… -Besó mi cuello.- Solo te dije lo que me pasa.
- Es muy lindo lo que te pasa y que me lo digas me encanta. –Me separé un poco para poder mirarlo.-
- A mí me encantas vos.
-Sonreí y lo besé.- Te quiero…
-Sonrió.- Y yo te quiero a vos Pau. –Nos besamos y nos quedamos mirando otra vez. Sus manos apretaron las mías y reímos.- Pienso que sería lindo que podamos seguir con esto. ¿O no?
- ¿Esto? –Reí.-
- Esto, lo que tenemos… Que podamos seguir enfrentando este miedo que tenemos los dos.
- Me cuesta un poco.
- Lo sé, por eso te lo propongo.

Subí mis piernas al diván, flexionadas y apoyé mi mejilla allí. Mirándolo.

- ¿Por qué sos tan paciente conmigo?
- Te dije que era muy paciente.
- Pero… Debes tener a un montón de minas.
- No te creas eh.
- ¡Dale Pedro!
- Puede que tenga muchas opciones, pero yo te elijo a vos.
-Sonreí.- Me matas…
- No, no te mueras. 
-Reímos y cerré mis ojos.- Quiero poder…
- ¿Poder?
- Dejar el miedo atrás.
- Yo puedo ayudarte en eso…
- ¿Cómo?
- Mmm… Así.

Se sentó detrás de mí y me abrazó, hundiendo su boca en mi cuello. Sonreí y busqué sus manos con las mías.

Sus labios subieron con besos por mi mejilla y yo lo miré, girando mi cabeza.

- Me encantan tus besos. –Susurré.-
- A mí me encanta besarte.

Sonreímos y me arrodillé, delante de él. Lo busqué con mis brazos, ubicándolos alrededor de su cuello y lo besé. Sus brazos rodearon mi cintura y nos sonreímos.

- No tiembles…
-Reí.- Siempre que me pasa algo fuerte, empiezo a temblar.
- Ya me dí cuenta. –Reímos y él acarició mi cara con una de sus manos.- Pero no va a pasar nada malo.
-Sonreí.- Lo sé… -Lo besé.- Pero prefiero que me beses.
-Sonrió y me besó.- Sos tan linda…

Y volvimos a besarnos, él cayó sobre mi cuerpo y reímos. Nuestros labios volvieron a unirse y sus labios recorrieron toda mi cara, también mi cuello.

- Pepe… -Susurré.-
- ¿Qué? –Preguntó y me miró.-
-Sonreí.- Nada, solo quería mirarte a los ojos.
- Ay, me vas a matar de amor. –Y me besó.-
-Reí.- Vos me vas a matar a mí. –Volvimos a besarnos.- Quiero confesarte algo que me da vergüenza.
- ¿Qué cosa?
- Siempre quise que estemos juntos en el diván. –Dije con mis mejillas ardiendo.-
- Ay, qué lindo lo que decís.
- ¿Vos nunca lo imaginaste? –Pregunté extrañada.-
- Demasiadas. –Dijo acariciando mis brazos.- Y me gustaría mucho hacerlo realidad en este momento.
- A mí también. –Dije sonriendo y volvimos a unir nuestros labios.-

Su cuerpo caía con fuerza sobre el mío y no solo que no me molestaba, sino que amaba sentirlo tan cerca.

Sus manos subieron por mis brazos hasta mis hombros y yo posé mis manos en su espalda.

Separamos nuestras bocas, solo un poco y sonreímos.

- Ay, sos muy lindo. –Dije y ahora acaricié sus mejillas.-
- Basta de ser tan tierna. –Reímos y nos besamos.-

Me abrazó por mi espalda e hizo que nos sentáramos, yo sobre sus piernas. Mis brazos pasaron por debajo de los suyos y mi boca recorrió su cuello y detrás de su oreja. Él mantenía sus ojos cerrados y tenía una leve sonrisa en su rostro, la cual borré cuando lo besé. Sus manos presionaron con fuerza mi espalda y me obligó a estar más cerca de él, rodeé su cuerpo con mis piernas y acaricié su nuca con mis manos.

Me sentía algo nerviosa, pero sabía que estar con él iba a ayudar al hecho de quitarme el miedo. Además… Claro que lo deseaba.

Mis manos se deslizaron por debajo de su remera y acaricié su espalda, a medida que se la quitaba. Mis dedos recorrieron su pecho hasta sus brazos y lo llené de besos, no me dejó seguir… Porque ahora fue él quien quitó mi remera. Yo acomodé mi pelo en un rodete y cerré mis ojos, como le había dicho… Amaba sus besos.

Besó desde mi cuello hasta mis hombros y todo mi pecho, acariciando mi piel con su barba. Sus manos se dirigieron a mi espalda y desabrocharon mi corpiño, cerré mis ojos y lo ayudé a quitármelo… Sus besos continuaron por allí y ya sentía la temperatura de mi cuerpo elevarse.

Sus labios volvieron a los míos y nos abrazamos con fuerza.

Terminamos de desnudarnos en medio de infinitos besos y a pesar de que en el ambiente hacia frío, sentía mi piel hervir.

Sus manos buscaron las mías y entrelazamos nuestros dedos, su cuerpo estaba sobre el mío y yo me sentía a punto de explotar.

Después de un rato… Estábamos envueltos en una manta, enfrentados y mirándonos. Su mano acarició mi mejilla y sonreí. Tomé su mano y besé sus dedos.

- Quisiera sentirme así para siempre. –Dije y suspiré.-
- Yo quisiera que no tengamos más miedo.
-Sonreí.- Y yo quisiera que me abraces.

Pedro sonrió y me abrazó contra su pecho, rodeando mi cuerpo con sus brazos. Posé mi mano en su pecho y cerré mis ojos suspirando.

- Me estás enseñando que querer no es tan malo como creía.
-Rio y besó mi frente.- ¿Tan malo?
-Reí.- Bueno… Que es hermoso querer, no querer no… -Apoyé mi mentón en su pecho para poder mirarlo.- Quererte.
-Sonrió y acarició mi mejilla.- Qué hermosa que sos.
-Sonreí.- Me siento muy segura con vos, es como que… Cuando estoy con vos no tengo miedo. Quererte me gusta mucho, también me gusta que me quieras.
- Te juro que es mutuo.

Sonreímos y nos acercamos a darnos un beso.

- Ser yo misma estaba más bueno de lo que creía. –Dije.-
-Me abrazó fuerte por la cintura, yo estaba sobre su cuerpo.- Me gustas mucho más siendo auténtica.
-Sonreí.- Gracias…
- ¿Por qué?
- Por ayudarme, siempre.
- Quiero hacerlo durante mucho tiempo…
-Lo besé.- Yo también quiero ayudarte.
- No te das una idea de cuánto me estás ayudando.
- ¿En qué?
- En aprender que querer a una mujer es hermoso… Quererla sin miedo.
-Sonreí.- Ay, me encanta que nos pase lo mismo.

Y volvimos a acercarnos, para besarnos durante un largo rato.