martes, 31 de mayo de 2016

Sola V.



Tocó timbre y algo inestable, fui a abrir. Ni bien nos vimos, nos abrazamos por impulso o necesidad. Aún no lo sé.
- Hola Pau. –Dijo en mi oído y besó mi mejilla.-
-Suspiré.- Hola. –Lo abracé más fuerte.-
- ¿Cómo estás?
- No sé. –Reí.- Veni, pasa.

Nos separamos y cerré la puerta, él dejó la bolsa que había dejado en el piso sobre la mesada y comimos hablando de boludeces, riéndonos como dos nenes… Realmente, hacia mucho que no pasaba eso.

- Hacia mucho no estábamos así… Los últimos meses nos las pasamos peleando, llorando. –Dije un poco dudosa de decírselo.-
- Es verdad…
- ¿No crees que la relación está muy rota ya?
- Capaz un poco, pero también creo que si queremos, podemos arreglarla.
- No sé. –Me encogí de hombros.-
- Estos 20 días sin verte fueron demasiado negros.
- En eso coincido. –Sonreímos.-
- ¿Venís?
- ¿A dónde?
- Un poco más cerca.

Yo reí y me senté frente a él, sin la mesa ratona de por medio. Pedro me tomó por las mejillas y besó sentidamente mi frente.

- Para Pepe…
- Tranquila. –Tomó mis manos.-
- ¿Y si nunca se me pasa lo que me pasa?
- ¿Y si confías un poco en vos?
- ¿Y si no puedo?
- ¿Te puedo abrazar?

Yo no respondí y él lo tomó como un “sí”

- No quiero llorar. –Dije refugiada en él.-
- Hacelo si lo necesitas.
- No quiero lastimarte. –Le dije con un hilo de voz.- Si te pedí que nos separáramos fue por eso, porque no quiero lastimarte, no te lo mereces.
- Me lastima estar lejos tuyo.

Me separé un poco de él y quedamos muy cerca.

- No sé si puedo seguir soportando lo que me pasa.
- ¿Por qué no empezas terapia? Te lo digo de verdad.
- Me da miedo.
- ¿Qué te da miedo?
- Terminar peor.
- Necesitas tocar fondo, para poder empezar otra vez.
- ¿Puedo estar más abajo que ahora?
- No lo sé.
-Suspiré.- Tengo miedo de que te canses.
- ¿De qué me voy a cansar?
- De mí.
- ¿Qué? ¿Vos estás loca?
- Te hablo en serio.
- Yo también… -Besó mi nariz.- Jamás me cansaría de vos mi amor.
- ¿Y podes hacer algo por mí ahora?
- Lo que quieras.
- Besame, te lo suplico.

Pedro sonrió y me tomó suavemente por las mejillas, me besó muy dulce, pero apasionado a la vez.

De alguna manera podía notar en ese beso que me había extrañado de verdad.

- No puedo volver a pasar tanto tiempo sin chaparte.
-Reí.- No digas nada y seguí.
- Ay, sos tan hermosa. –Me besó.-
- Vos sos hermoso. –Dije tomándolo por la nuca con mis manos.-

Me subió al sillón tomándome por la cintura, ya que estábamos en el suelo e hizo que me acueste allí. Él quedó sobre mí.

- Ni se te ocurra volver a dejarme, otra vez no voy a dejar que pase. –Dijo mirándome a los ojos.-
- Veni… -Dije abrazándolo por el cuello.-

Pedro posó su mejilla en mi pecho y los dos suspiramos a la par.

- Yo sé que soy una boluda, te juro que lo sé… También sé que es una mierda lo que me pasa, y sé que evito a la gente que me quiere, que la alejo de mí… Sé que está mal lo que me pasa, sé que no está bien querer que el resto llene mi vida y también sé que está mal alejarlos… Encima es demasiado contradictorio. –Suspiré.- Pero, aún así, vos me haces bien y quiero estar bien con vos. Necesito estar bien con vos, necesito aprender a amarte sanamente porque sé que nunca nadie me va a amar como me amas vos.
-Besó mi pecho.- Te amo y lo único que quiero es llenarte de amor todos los días de mi vida. –Se levantó un poco para poder mirarme.- Y yo sé que si te lo propones, vas a poder amar de otra manera.
- ¿Me ayudas?
- Toda la vida mi amor.

Sonreí y volvimos a besarnos.

- Te amo con una locura hermosa que no puedo explicarte… -Me besó.-
- Te amo y quiero amarte toda mi vida.

Pedro posó sus manos a los costados de mi cintura y sonreí. Volvimos a besarnos y busqué con mis manos sus omoplatos.

Sus labios capturaban a los míos y juraba poder vivir así. Besándolo.

Mis manos quitaron su remera y sus manos quitaron mi camisa. Quedamos sentados, él en el sillón y yo frente a él, encima de él y con mis piernas a los costados de su cuerpo.

- Aunque queramos, hay algo que nos une. ¿Te das cuenta?
- ¿Me perdonas?
- Te amo demasiado como para ser tan boludo de dejarte ir.
-Sonreí.- Te amo mi amor.

Volvimos a besarnos y sus manos subieron por mi piel, quitando mi remera. Sus manos subieron por mi espalda y desabrocharon mi corpiño. Sonreí y volví a besarlo mientras él terminaba de quitar mi ropa interior.

- ¿Vos estás segura que tus papás no van a venir, no? –Me preguntó riendo.- Estamos en el living.
- Demasiado segura, no frenes…
- Bueno señorita… -Dijo recorriendo mi espalda con su mano.-

Un rato después, estábamos en mi cama, aún desnudos y frente a frente. Tapados por una manta.

Pedro buscó mi mano y entrelazamos nuestros dedos.

- ¿Estás mejor?
- Sí, me haces muy bien.

Él me sonrió y besó mi frente.

- ¿Y si ahora descansas un rato?
- ¿Por qué me decís eso?
- Te conozco y supongo que en estos días no dormiste demasiado.
-Reí.- Me conoces demasiado vos.
- Ya te dije que sí.

Yo volví a reír y cerré mis ojos.

- Descansa, dale. –Besó mi cuello.-
- Bueno, pero vos también.
- Sí amor, tranquila.
- Veni cerquita.

Lo sentí sonreír y se acercó aún más a mí. Acomodó las mantas y apretó mi mano.

- Te amo mi amor…
- Yo también te amo amor. –Le respondí.-

Nos sonreímos con los ojos cerrados… Sabíamos que nos estábamos sonriendo.

Esos 20 días de verdad habían sido demasiado… Demasiado para estar lejos de él.

Volver a sentirme su mujer, volver a sentirme como siempre. Volver a sentir el amor que nos unía.

Era real… Yo intentaba de mil maneras escapar, estar sola… Me sentía sola, pero también me buscaba eso. Era consciente de que me aislaba… Y ahora notaba como, a pesar de aislarme, la vida siempre volvía a unirme con ciertas personas.

Ahora quizás quedaba la parte más tediosa. Aprender a amar y a amarme a mí misma. Aprender que nadie puede transformarse en mi vida entera y aprender que el hecho de amar es de a dos, no de a uno.

Que si nos amamos… Nos amamos los dos, no uno solo, sino las cosas no funcionan. Y no hablo solo del amor en pareja, hablo de cualquier tipo de amor. Las cosas siempre son de a dos y muchas veces no está mal reclamar.




-

Fin... Espero que les guste y comenten ☺☺







lunes, 30 de mayo de 2016

Sola IV.


“¿Nos vemos esta noche entonces?”

Suspiré, dudaba demasiado.

“¿Estás seguro Pedro?”

“Siempre estoy seguro de querer verte.”

“¿Y si nos hacemos mal?”

“Nunca me harías mal, jamás.”

“Ojala pudiera estar segura de eso.”

“Nadie en el mundo es capaz de hacerme tan bien como vos.”

“Ojala pudiera creerte.”

“¿No confías en mí?”

“Más que en mí misma?”

“¿Entonces?”

“No sé, perdón.”

“¿Nos vemos o no?”

“Elijo creer y confiar en vos.”

“¿En tu casa?”

“Dale, te espero.”

“¿Tipo nueve está bien?”

“Sí, si queres trae cerveza o algo, porque no tengo.”

“Dale, llevo eso y helado.”

“Me conoces demasiado.”

“Mucho más de lo que crees me parece.”

“Gracias por no mandarme a cagar.”

“Te amo demasiado como para hacer eso.”

“Te espero a las nueve.”

“Ahí voy a estar.”


Dejé caer mi torso en el colchón y suspiré, miré al techo y tapé mi cara con mis manos… Llorando otra vez.

“Viene hoy a la noche, tengo miedo de estar equivocándome.”

“Si haces lo que te dice el corazón, es imposible que te equivoques.”

“No sé Meli."

“Tranqui hermosa, va a estar todo bien.”

“Gracias por bancarme.”

“Siempre amiga, siempre.”


Sonreí por un par de segundos y las lágrimas volvieron a invadirme.

Era sábado y recién eran las tres de la tarde, abracé una de mis almohadas y me hice un bollito en la cama. Necesitaba llorar y dormir. Era fin de semana largo y mis padres no estaban.

Me estaba quedando dormida cuando verdaderamente sentí las manos de Pedro tomándome por la cintura y me desarmé. Fue como sentirlo real. Lo extrañaba, lo necesitaba… Eso no había forma de negarlo.

No sabía cómo iba a reaccionar aquella noche, no sabía ni siquiera si iba a poder reaccionar.

“¿Y si mejor no venís?”

“¿Por qué?”

“Tengo miedo Pedro, no lo puedo evitar.”

“Quiero darte un abrazo que te quite el miedo.”

“Ojala pudieras abrazarme todo el día.”

“No lo hago porque no me dejas.”

“Lo sé…”

“No me niegues ese abrazo.”

“Perdón.”

“¿Por qué?”

“Por ser tan histérica.”


Dejé el celular a un lado y me fui a bañar, ya eran las seis de la tarde. Tardé demasiado tiempo debajo de la ducha, tratando de tranquilizarme, de actuar como una persona normal. (Aunque yo no sintiera que fuera precisamente “una persona normal”)

Salí de la ducha y me miré al espejo, mis ojos hinchados de tanto llorar me daban ganas de seguir llorando.

Toda mi vida había llorado demasiado, creo que esa era mi manera de desahogarme.

Lavé varias veces mi cara y fui a mi habitación envuelta en un toallón, y con una toalla en mi cabeza.

¿Qué ponerme? Otro dilema. No quería parecer provocativa porque si bien (para ser sincera) me moría porque esa noche termináramos en la cama, tampoco quería confundirlo, ni confundirme. También era real que Pedro ya conocía toda mi ropa… Y me conocía a mí, demasiado… A esta altura no podía ocultarle demasiado.

Opté por un jean bien achupinado (todos mis jeans eran así), una remera color natural con una estampa en verde y una camisa de jean. En los pies borcegos.

Me sentía como si fuese mi primera cita y era la cita número mil… Y con mi ex.

Okei Paula, okei.

Comí un sándwich improvisado de queso porque caí en la cuenta de que no comía nada desde muy temprano y luego sequé mi pelo. Me delineé un poco y me dejé caer en el sillón.

“Tiemblo como un papel, como si no lo conociera…”

“Me das ternura Pau.”

“¿Por qué?”

“Es imposible que lo ames más, deja de hacer boludeces y termina la noche con una reconciliación.”

“Una parte de mí quiere eso…”

“¿Y la otra?”

“Ya sabes…”

“Hacele caso a lo que sentís, deja tu cabeza de lado.”

“Eso intento.”

“Mucha suerte amiguita.”

“Gracias Mel."


Suspiré y dejé mi celular a un lado, pero ni bien lo apoyé en la mesita ratona, vibró.

“¿No te arrepentiste?”

“¡No me hagas dudar Pedro!”

“Está bien, perdón. Estoy yendo.”

“Te estoy esperando.”


Tiré mi cabeza hacia atrás hasta que cayó sobre el respaldo del sillón. Deseaba muy profundamente no estar equivocándome.

No nos habíamos peleado, simplemente nos habíamos tomado un tiempo (o algo así, no sé)… Pero, no estaba convencida de que ese tiempo haya sido suficiente.

Tenía miedo de que sea noche terminara todo… O empezara todo otra vez.




-


Mañana termina... Comenten por favor ☺

domingo, 29 de mayo de 2016

Sola III.


- ¿Pero por qué decidieron separarse?
- No, no decidimos. Decidí.
- ¿Por qué?
- Porque sí. –Me encogí de hombros.-
- No fue muy inteligente tu decisión.
- Es lo que pude hacer.
- No, no es lo que pudiste… Es lo que quisiste, siempre buscas quedarte sola.
- Decime algo que no sepa.
- ¿Por qué sos tan boluda? Te lo pregunto de verdad.
- No daba para más.
- Vos no das para más.
- Puede ser. –Me encogí de hombros.-
- Paula, ese chico te ama con locura.
- ¿Y qué hacemos con eso Mel?
- ¿Cómo qué hacemos? ¿Sabes lo que cuesta encontrar alguien que nos ame y nos acepte?
- Ya está, le corté.
- Pero, en el fondo no es lo que querías.
- No me enrosques.
- No, no te enrosco. ¡Trato de que abras los ojos!
- Los tengo abiertos.
- ¡Te vas a quedar sola Paula!
- Capaz es lo que quiero.
- No, no es lo que queres.
- Capaz sí.
- Sé muy bien cómo amas a ese pibe.
- Por eso.
- ¿Por es qué?
- Por eso esta conversación se queda acá.

Quise levantarme para irme, pero Melanie me frenó tomándome del hombro.

- Cagame a gritos, llora, golpeame. Hace lo que quieras. ¡Pero de alguna manera tenes que reaccionar Paula!
- ¡Dejame en paz!

Intenté abrir la puerta, pero me lo impidió.

- Deja de boicotearte todo el tiempo.
- ¿Podes dejarme en paz?
- ¡No! Porque soy tu amiga y no voy a dejar que te hagas mierda, aunque me odies. A veces el papel de las amigas es poner a la otra en un lugar incómodo, para que reaccione.
- No rompas.
- Anda a mi cuarto Paula.
- No rompas Melanie.
- No vas a ganar esta vez.
- Nunca gano nada, siempre pierdo todo eh.
- ¿Podes ir a mi cuarto?
- ¡No!
- ¡Vas a ir!

Casi me empujó hasta su habitación y me hizo sentar en la cama.

- ¿Queres tomar algo? –Me preguntó.-
- ¡Irme quiero!

Melanie suspiró, cerró la puerta y se sentó frente a mí.

- ¿De verdad crees que dejarlo estuvo bien?
-Suspiré.- No lo sé.
- ¿No lo sabes o no lo queres reconocer?
- Ay, no me hagas sentir peor.
- Necesito que reacciones.
- Ya sé que soy una boluda, no hace falta que me lo digas.
- ¿Dejarlo estuvo bien?
- No. –Dije ahogada en lágrimas.- Pero con él tampoco estaba bien.
- ¿Por qué?
- Porque no.
- ¿Podes confiar en mí?
- Me da vergüenza.
- Te conozco desde que usábamos pañales Paula. ¿Cómo vas a tener vergüenza conmigo?
- No sé. –Reí.-
- Dale, contame. –Tomó mis manos.-
- Todo el tiempo siento que lo amo más de lo que me ama a mí y no puedo seguir soportando eso. No puedo seguir con algo que no siento equitativo, me hace mierda. –Hice una pausa, tratando de tomar aire.- Y eso me pasa con él y con todos. Siempre siento que me amo más de lo que me aman, que estoy más de lo que el resto está para mí… Y no es culpa de los demás, es culpa mía, por esperar que el otro reaccione como reaccionaría yo y por estar tan vacía. Tan vacía estoy que a cualquier persona que me llena un poquito la hago sentir mi vida entera y no, tengo que aprender que las personas no son tu vida entera, sino un pedazo. –Sequé mis lágrimas.- Siempre quiero entender y asumir que todas las relaciones que tenemos son importantes, como las fichas de un rompecabezas que encajan a la perfección… Pero, la ficha más importante soy yo. Y como yo no me amo, ni me cuido, ni me acepto… Hago eso con todo el resto, de manera desmedida.
- Ay amiga, me partís el alma. –Dijo secando mis lágrimas.-

Yo no le dije nada, solo me acosté en la cama y apoyé mi cabeza en sus piernas.

- No puedo seguir así, le hago mal a él y no lo soporto.
- ¿Él sabe lo que sentís?
- Sí, pobre me insistió tanto que un día exploté.
- ¿Y no hizo nada?
- Sí, pero no es algo del resto. Es algo mío.
- ¿Y por qué no tratas de cambiar?
- No es tan fácil eh.
- ¿Lo intentaste?
- Supongo.
- ¿Supones?
- Ay, no sé. –Dije y volví a sentarme.-

Y en ese momento, sentí vibrar mi celular.

- Es él. –Dije mirando a Mel.- Nos separamos hace una semana y todos los días me pregunta cómo estoy.
- ¿De verdad vas a ser tan boluda de perder a un hombre así?
- No sé qué hacer.
- ¿Estás convencida de que vas a poder sin él?
- No.
- Entonces hace algo amiga.
- Repito: ¿Qué?
- Hablale, siendo sincera.
- No sé. –Me encogí de hombros.-

“Hola Pau. ¿Cómo estás?”

“Hola Pepe… Acá ando, con Mel. ¿Vos?”

“Bien, aunque te extraño.”

“Yo también…”


- No es que nos separamos con pelea ni portazo, fue una decisión que se supone que tomamos juntos porque creemos que estar alejados nos va a hacer bien.
- ¿De verdad lo creen?
- No sé.
- No te quedes esperando a que se vaya.

“Me gustaría que nos veamos, aunque sea a tomar mate, jaja”

“Nos va a hacer mal.”

“A mí vos me haces bien.”

“No creo que sea el momento.”

“¿Más adelante?”

“Quizás…”

“No quiero perderte, aunque no seamos más pareja.”

“Si te veo ahora, me desarmo.”

“Igualmente, no quiero perderme.”

“No me vas a perder.”

“Vos a mí tampoco.”


- No poder perderte a un hombre así Pau.
- Ya sé.

Y dejé caer mi cara contra el colchón.

- Está bien que te tomes un tiempo si lo necesitas, pero no la alargues mucho… Puede cansarse de esperarte.
- Sí, ya sé.

Mel acarició mi espalda y se tiró encima mío.

- Te amo amiga y todo lo que hago o digo es tratando de ayudarte a que estés mejor.
- Lo sé, y te lo agradezco. Yo también te amo amiga.
- ¿Salimos a dar una vuelta? No quiero que sigas llorando.
- Mmm…
- Dale, un ratito por lo menos.
- Ya sé que no te vas a cansar de insistir.
- Me conoces. –Rio.- Dale. ¿Vamos?
- Un ratito.
- Un ratito, lo prometo.


sábado, 28 de mayo de 2016

Sola II.


Nos quedamos dormidos y me despertó a besos. Terminamos haciendo el amor. Amaba sentirme su mujer.

- ¿Tus viejos no vienen hasta mañana? –Me preguntó cuando yo venía del baño, ya vestida.-
- No.
- ¿Puedo quedarme?
- Si queres…
- ¿Cómo no voy a querer?
-Reí.- No sé.
- Obvio que quiero quedarme, veni.

Me senté en sus piernas y él me besó.

- Hagamos algo… -Dijo acomodando mi pelo.-
- ¿Algo como qué?
- ¿Vamos al super y compramos para hacer una picada con cerveza?
- Mmm… Dale, compro el plan.
- Hay que ir ahora porque va a cerrar.
- Me da un poco de paja salir con esta lluvia.
- ¿Queres que vaya yo?
- No, te acompaño.
- ¿Segura?
- Mmm… Sí.
- ¿Eso es estar segura?
-Reí.- Bueno eh. –Lo besé y me levanté.- Dale, vamos.

Fuimos a comprar y cuando volvimos no nos quedó otra que cambiarnos, estábamos empapados. Habíamos comprado snakcs, salchichitas, fiambres y cerveza. Preparamos la picada y nos sentamos en el sillón, con la comida en la mesita ratona. Pedro puso música de fondo y comimos.

Cuando terminamos, lavamos todo y me acosté en el sillón. Él estaba en el baño.

- ¿Te sentís bien? –Me preguntó sentándose a mi lado.-
- Sí. ¿Por?
- Como te acostaste.
- Me duele la cabeza.
- ¿La cerveza?
-Reí.- No sé.
- A ver… -Dijo comenzando a hacerme masajes.-
- Cuántas pagarían por tener un novio así. –Le dije riendo.-
- Pero, me tenes vos.
- Y no te merezco.
- ¿Cómo vas a decir eso?
- No sé. Es lo que siento.
- No digas esas cosas, nunca podría estar con una mujer más hermosa que vos.
- Mmm…

Pedro no dijo más nada y pasó un rato haciéndome masajes, luego hizo que me sentara y me besó.

- No pienses esas cosas, no quiero estar con nadie más que con vos y no creo que nadie me merezca tanto como vos.
- Perdón. –Dije encogiéndome de hombros.-
- Te amo… -Me besó.-
- Te amo, con locura. –Lo besé.-

Y sí, me quedé esperando a que me respondiera, pero él solo me besó y prendió la tele, abrazándome.

Me sentía una nena, una idiota. Pero, no soportaba sentir que lo amaba más que él a mí. Se supone que una relación tiene que ser mutua, equilibrada… No así.

O en realidad, nunca sé como son las cosas.

Me levanté sin decirle nada y me fui a mi habitación, allí me puse el pijama y me metí en la cama.

- Pau… ¿Qué pasa?
- Quiero dormir. –Dije sin mirarlo.-
- Podrías avisarme.
- No hace falta que vengas, hace lo que quieras.
- La idea es pasar la noche juntos.
- No sé cual es la idea.
- ¿Por qué decís eso?
- Dejame sola mejor.
- ¿Vamos a empezar otra vez con lo mismo?
- Capaz.

Pedro se sentó detrás de mí y me destapó un poco.

- No te entiendo Pau.
- Deja, yo tampoco me entiendo.

Me tomó del hombro e hizo que quede acostada boca arriba, mirándolo.

- ¿Qué pasa?
- Lo que te dije hoy.
- ¿Qué?
- No quiero que te rías de mí.
- No me voy a reír.
- Es que es una cosa de nena lo que me pasa.
- Pero te pasa y quiero saberlo.
- No sé si importa.
- A mí sí, me importa.

Me senté contra la pared, con mis piernas flexionadas y abrazándolas.

- Es lo que te dije hoy.
- ¿Qué de todo?
- No me gusta amarte más de lo que vos me amas, y no es un reproche… Bah, en realidad sí, pero para conmigo.
- ¿Por qué decís eso?
- ¿No me escuchaste hoy?
- Sí, pero quiero entenderte.
- Es lo que te dije. –Suspiré.- Estoy harta de amar desmedidamente para tapar mis propias falencias y saber que amo más de lo que me aman.
- Perdón si no te doy lo que necesitas.
- ¿Ves por qué prefiero estar sola? ¿No hablar? No quiero que vos te sientas mal por mis mambos.
- Quiero poder ayudarte.
- No sé si alguien puede ayudarme.
- ¿Vos queres que nos separemos?
- No.
- Entonces, dejame que te ayude.
- Yo tengo que aceptar que tengo algo que aleja a todos de mí, vos no tenes nada que ver en eso.
- No es así.
- Sé sincero. ¿Vos no sentís que todo el tiempo me alejo de vos?
- Sí. –Suspiró.-
- Y no es lo que quiero hacer, sin embargo lo hago.
-Acarició mi mejilla.- Yo te amo, como nunca amé a nadie y como no quiero amar a nadie más, quiero todo con vos… Y eso lo sabes. –Asentí.- No quiero estar lejos tuyo, pero no sé si esto te hace bien.
- Yo no estoy bien.
- ¿Por qué no te animas a hacer terapia?
- ¿Para qué?
- Para tratar de mejorar amor.
- No sé. –Me encogí de hombros.-
- ¿Y qué queres?
- Estar sola.
- ¿Por qué te encerras?
- Porque soy así.

Pedro me besó, pero yo lo separé de mí.

- No quiero contaminarte con mi mierda.
- ¿Por qué no me dejas ayudarte?
- Nadie puede ayudarme.
- No seas así de terca.
- Supongo que con todo el tiempo que llevamos juntos ya me conociste, sabes que soy terca.
- ¿Tan poco te interesa cambiar?
- ¿Para qué queres que cambie?
- Para estar mejor.
- Yo no puedo estar mejor.
- No podes porque no queres.
- No sé. –Me encogí de hombros.-
- ¿Te puedo abrazar?

Yo volví a encogerme de hombros y él me abrazó.

- No te escapes, por favor. –Besó mi hombro.-
- Perdón. –Dije escondiendo mi cara.-
- Te amo, muchísimo.
- Yo también te amo. –Suspiré.- Y odio que nunca me retruques los te amo, me siento una nena.
-Rio.- Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo. –Dijo llenando de besos mi cuello.-
- ¿Es mucha molestia que me lo recuerdes más seguido?
- Me vas a matar de amor. –Dijo abrazándome más fuerte.-
- De verdad que lo necesito.
- Así va a ser entonces.
- Gracias y perdón por estos planteos idiotas.
- Nada de lo que te pase me parece una idiotez, nada.
-Sonreí.- Gracias.
- Sh, nada que agradecer…

Se separó un poco de mí y me besó, nos sonreímos y volvimos a besarnos.

- ¿Puedo quedarme o tengo que irme?
-Reí.- Quedate, por favor.






-


Dejo por aquí el segundo capítulo...

viernes, 27 de mayo de 2016

Sola I.



La gente que menos amor tuvo o recibe es la que más amor da, siempre. Esos que sentimos la carencia de amor, esos que sentimos que no le importamos a nadie, los que sentimos que si nos fuéramos de la vida de todos ellos estarían mejor.. Creo yo, somos los que más amor damos. Los que más pendientes estamos de todos, los que siempre queremos hacer sentir mejor al otro. ¿Por qué? Porque nos da pánico que la otra persona se sienta igual que nosotros, no queremos que el otro sienta eso que sentimos, no queremos que se sientan tan poco importantes y tan invisibles como nosotros.
Pero, llega un punto en el que te cansas. Te cansas de estar siempre atrás de alguien que no te devuelve nada. El tiempo y esa falta de amor, esa carencia de sentirse importante, te convierte en una persona fría. A veces es mejor callar, callar lo que sentimos. Simplemente aislarnos, aislarnos porque si nadie va a estar cuando lo necesitamos. ¿Para qué vamos a estar nosotros?


Ahora ya no sé si es que no se preocupan por mí o que yo intento escaparme, porque no, no quiero que sepan lo mal que me siento.

- ¿Te das cuenta que si te encerras no puedo ayudarte?
- ¡Bueno Pedro! ¡Soy así!
- ¡Vas a terminar quedándote sola!
- ¡Decime algo que no sepa por lo menos!
- Y vos hablame bien, nadie te está atacando eh.
- ¿No? ¡Me estás cagando a gritos nene! –Le dije con lágrimas en los ojos.-
- Estoy tratando de que reacciones Paula.
- Dejame mejor.
- No quiero dejarte.
- Me dijiste que voy a terminar sola.
- Yo no quiero dejarte, pero ya no sé más qué hacer.
- Dejame entonces.

Me encogí de hombros y le dí la espalda, cruzándome de brazos. Claro, comencé a llorar. Sentí sus manos en mis brazos y su mentón en mi hombro.

- No podes seguir así.
- No sé qué hacer ya.
- Dejar de encerrarte, acepta que no estás sola.
- Lo estoy.
- No lo estás.
- Así me siento. –Suspiré.-

Él me abrazó y me dio un beso en el cuello.

- Vos elegís estar sola.
- No.
- Sí Pau.
- Capaz no sirvo para establecer alguna relación.
- No digas boludeces.
- No son boludeces, es lo que siento.
- No me gusta lo que sentís.
- A mí tampoco, pero lo siento.
- ¿Te puedo dar un abrazo?
- Si queres…
- Obvio que quiero.

Hizo que me dé vuelta y me abrazó contra su pecho. No pude evitar quebrarme.

- Siempre voy a estar, no seas tonta. –Dijo acariciando mi espalda.-
- Es que nadie entiende como me siento.
- ¿Y no podemos hablar una vez de cómo te sentís en vez de pelear?
- Me da mucha vergüenza.
- Nunca me reiría de vos.
- Ya sé.
- ¿Y entonces?

Me encogí de hombros y me separé de él.

- No, no voy a dejar que te vayas. –Tomó mi mano.-
- Me voy a lavar la cara, esperame en mi cuarto.
- Está bien. –Me dio un beso.- Te espero ahí.
- Gracias, supongo.

Me dirigí al baño y lavé varias veces mi cara.

Sí, él era mi novio y en muchos puntos creía que era la persona que más me conocía… Pero, aún así, nadie me conocía por completo.

Siempre esquivaba este tipo de conversaciones (las esquivaba hacia más de un año) y ya no daba para más… O hablaba o me separaba, y en realidad no quería ninguna de las dos. Optaba por la menos dolorosa: hablar.

Me hice una colita en el pelo porque se me pegaba el pelo en la cara debido a las lágrimas. (No hay que negarlo, a todos nos pasa)

Caminé lentamente a mi habitación y Pedro estaba sentado en mi cama, con sus piernas cruzadas, esperándome, con una paz en su cara que muchas veces le envidiaba.

- Veni amor… -Dijo mirándome.-

Yo suspiré, cerré la puerta y me senté frente a él, en su misma posición. Tomó mis manos y sonreí de costado.

- No es fácil esto para mí.
- Tranquila. ¿Si?
- Eso intento. –Reí.-
- Veni más cerca.
- ¿Para?
- Vos veni.

Me acerqué aún más a él y me besó.

- Tengo todo el tiempo del mundo para escucharte.
- Es que es eso, me siento sola.
- No es solo eso…
- Es que… -Bajé mi mirada.- No importa.
- Sí, importa. –Dijo tomándome por el mentón para que lo mire.-

Yo hice una pausa manteniendo mis ojos cerrados, tratando de encontrar las fuerzas para hablar y volví a mirarlo.

- Me pasa que siempre siento que yo quiero más que el otro a mí, siento que yo soy solo una parte en la vida de gente que para mí es mi vida entera… Me pasa con vos, sí. –Suspiré.- Pero, me pasa con todos, aunque no sean muchas las personas que están en mi vida. –Me encogí de hombros.- Y no es algo que sea culpa de los demás, es algo mío… Es mío porque me pasa por no aceptarme, ni quererme ni saber cuidarme. –Hice una pausa.- Siento que por más que pasen millones de personas en mi vida voy a seguir sintiéndome sola y eso es porque me entrego por completo. ¿Y sabes por qué es eso? Porque no soy lo suficiente para mí misma, entonces necesito gente que llene mi vida… Y no, tengo que aprender y aceptar que nadie va a llenar una vida que es mía y solo mía. –Y ya estaba llorando otra vez.- Pero soy tan poca cosa que necesito gente a mi alrededor que me haga sentir mejor, que me haga olvidar de que me siento una mierda.
- No sos poca cosa, ni sos una mierda.
- Me siento así, no puedo hacer nada contra eso.
- Para mí sos la persona más importante de todas.
- Ponele. –Me encogí de hombros.-
- Hey, no… Es la verdad.
- No sé.

Pedro hizo que me acostara hecha un bollito, puso un almohadón en sus piernas y yo apoyé mi cabeza allí.

- Tenes que aprender a quererte y mimarte… -Dijo jugando con mi pelo.-
- Como si eso fuese simple.
- No es simple… Aún así, sos hermosa mi amor.
- ¿Y eso a qué viene?
- A que sos hermosa conmigo y con los demás.
- Lo dudo.
- No lo dudes. -Besó mi sien.- ¿Qué es lo que no te gusta de vos?
- Nada. –Cerré mis ojos porque moría de vergüenza.-
- ¿Nada?
- No Pedro, nada.
- Así como siempre estás para los demás, tenes que aprender a estar para vos misma.
- No sé cómo.
- ¿Si te digo algo me escuchas?
- Sí…
- Sos una persona y una mujer muy hermosa, y no hablo solo de lo que vemos todos, hablo de lo que conocemos solo los que estamos cerca tuyo.
- ¿Qué tengo de hermosa? Y no me chamulles.
-Rio.- No te chamullo.
- Hablame en serio, por favor.
- Está bien. –Dijo acariciando mi cuello.-  Creo que una de tus mayores virtudes es que sos muy trasparente, se te nota todo y aunque sea algo lindo o algo feo lo que te pasa, me encanta que seas así… No tenes la capacidad de mentir.
- Nunca te había contado esto.
- Pero cuando estás mal se te nota en los ojos… Y cuando estás bien también. –Besó mi frente.- También me gusta mucho lo tierna que sos, que le decís todo lo que sentís a la otra persona sin filtro, a veces me gustaría ser como vos y no tener vergüenza con esas cosas.
-Reí.- Vos sos muy tierno conmigo.
- Bueno, pero muchas veces me gustaría poder tener esa capacidad que tenes vos… -Hizo una pausa.- También me gustan mucho los consejos que das, consejos que por cierto deberías seguir vos misma. –Volví a reír.- Me gusta ver como sos con tus viejos, con tus amigos y como sos conmigo… Sos hermosa con todos y cumpliendo todos tus roles.
- Mmm…
- En serio… Y así como sos hermosa con todos, deberías ser hermosa con vos misma.
- Quizás eso sea lo complicado.
- También me gusta mucho tu sonrisa, siento que cuando sonreís me haces feliz a mí también.
-Mordí mi labio, muerta de amor.- Sos muy lindo.
- Vos sos linda, y tenes que aprender a verlo.
- ¿Cómo?
- Quiero ayudarte, pero cuando te encerras me dan ganas de matarte.
- Perdón. –Reí.-
- ¿Vos sabes que podes confiar en mí, no?
- Sí, lo sé… Es que no quiero molestar.
- ¿Cómo vas a molestarme?
- No sé. –Suspiré.-
- Nunca me molestas, nunca mi amor.
- ¿Venís conmigo? Necesito que me abraces.

Pedro se acostó detrás de mí y me abrazó por la espalda.

- Te amo, siempre mi amor… -Besó mi nuca.-
- Te amo mucho más de lo que puedo explicarte.




-


Buenas tardes ♥ Nuevo corto de 5 capítulos, espero que les guste y comenten ☺

miércoles, 25 de mayo de 2016

Primer amor.


Ya habían pasado exactamente cinco semanas desde aquel día y la angustia en la boca de mi estómago parecía estar muy cómoda, las lágrimas en mis ojos al parecer también.

No entendía muy bien cómo había pasado, pero ese tal Pedro se había convertido en algo así como el guardia de mi corazón, no, no pretendo sonar cursi ni nada de eso.

Con "guardia de mi corazón" me refiero a que si él no está cerca, las pequeñas partes de mi corazón comenzaban a esparcirse por todos lados.



Y ahora no estaba.

Cerré con fuerza mis ojos y dejé varias lágrimas en libertad.

- ¡Es siempre lo mismo con vos Paula!
- No, estás muy equivocado. ¡Acá el que siempre hace lo mismo sos vos!
- ¿Qué se supone que hago?
- Me boludeas todos los putos días. ¡No soy tu muñeca Pedro!
- ¿Pero qué hago? -Preguntó desafiante.-
- ¿Me estás jodiendo nene? Todos los días andas rodeado de minitas que son unos gatos asquerosos. ¿No se supone que tu mujer soy yo?
- ¿Mujer? ¡Una pendeja sos Paula!
- Aún así, si soy tu pareja, deberías cuidarme. ¿No te parece?
- ¿Yo no te cuido?
- No Pedro, para nada.
- ¿Crees que vas a estar mejor sola?
- No lo sé.
- No me histeriquees.
- De verdad que no lo sé.
- ¿Ves que sos una pendeja?
- Seré una pendeja, pero por lo menos sé cuidar a la gente que quiero.
- ¿Estás segura de eso?
- Muy segura.
- Por lo menos aceptas que sos una pendeja.
- Vos acepta también que te la das de hombre maduro y sos un pendejo, incluso más que yo.

Y allí estaba, llorando como una idiota por ese pendejo que me dolía tanto amar.

Realmente ya no sabía qué hacer para dejar de llorar. Estaba encerrada en mi cuarto desde que había vuelto de su casa el día de aquella discusión.

"El primer amor siempre se olvida."

¡Me había cansado de escuchar esa frase! Tenía 16 años. ¿Y? Eso no me quitaba las posibilidades de enamorarme.

Pedro no solo había sido (o es, ya no sé) solo un noviecito para pasar el rato. Verdaderamente él se había convertido en mi vida entera. Me había entregado completa a él. Gracias a Pedro había descubierto un mundo repleto de sensaciones y emociones que ahora entendía, no eran todas lindas.

Con el primer amor también llega la primera desilusión.

Lloré aún más al descubrir la fecha que era aquel día. Hacia seis meses que me había propuesto ser su novia y que habíamos hecho el amor por primera vez.

Siempre teníamos roces, pero con solución. Esta vez de verdad que sentí todo distinto, raro. No iba a permitir que me pasara por encima, aunque lo amara en cuerpo y alma.

Estaba harta de que su facebook estuviese lleno de fotos con minitas varias. Sí, yo entendía que laburaba en un boliche, pero... ¿Tanto? ¿Era necesario?

Sí, yo era celosa y lo sabía. Pero entrar en su facebook y ver minas tocándole el culo fue mi límite. No pretendía que deje de laburar de eso, solo pretendía que me cuide, al menos un poco. ¡Era su novia!

Sabía que facebook era solo una red social, pero me hacia quedar como una pelotuda y ya no lo soportaba.

Tu mujer sí, tu muñeca no.

Eran vacaciones de invierno y mis viejos se habían ido de viaje, por lo tanto estaba sola. Por primera vez decidí salir de mi casa, asique me abrigué y busqué algo de la plata que mis papás me habían dejado. Pretendía ir a comprar chocolates, muchos.

Caminaba de regreso a mi casa cuando siento que alguien me toma del brazo. Sí, ese alguien era Pedro. ¿Mis ganas de verlo? Nulas.

- Hola Pau. -Me dijo.-
- ¿Qué queres?
- Hablar con vos.
- Bueno, esta pendeja no quiere hablar con vos.
- No seas así.
- Soy como quiero.

Y como estaba a dos cuadras de mi casa, comencé a caminar rumbo allí. Él, insistente como siempre, me siguió.

En la puerta de mi casa.

- ¿Tus viejos no están, no?
- No.
- ¿Podemos hablar por favor?

Yo ingresé en mi casa y dejé la puerta abierta para que él también pasara. Dejé los chocolates en la mesa ratona junto con las llaves y me saqué la campera, la cual dejé en el sillón. Pedro hizo lo mismo.

Se acercó a mí y besó mi frente.

- Veni.

Se sentó en el sillón e hizo que me sentara en sus piernas.

- Primero, no llores. -Dijo acariciando mis mejillas.-
- No soporto más esto Pedro.
- Renuncié.
- No, no era eso lo que quería.
- ¿Y que queres?
- Sentirme cuidada por vos, simplemente.
- Por eso lo hice, porque no estoy dispuesto a perderte, aunque seas una pendeja celosa y caprichosa. -Reí.- Te amo así, me enamoras así.
- Pero, ahora no tenes laburo.
- ¿Quién te dijo eso?
- Si renunciaste...
- ¿Viste que tenía la posibilidad de entrar a Relaciones Públicas de la empresa de gaseosas?
- Sí.
- Bueno, me tomaron.
- ¿En serio?
- Sí amor. -Respondió con una sonrisa.-
- Ay, te felicito. -Y no, no pude evitar besarlo.-
- ¿Me perdonas mi amor?
- Te amo tanto que... -Suspiré.- Voy a tratar de no ser tan pendeja, pasa que lo único que quiero es sentirme cuidada por mi novio. ¿Está mal?
- No, en estos días pensé mucho y me dí cuenta de que fui un tarado muchas veces.
- Yo sé que soy muy pendeja e insegura, pero me das motivos.
- Lo sé. -Dijo acomodando mi pelo.-
- Yo te perdono, pero si me prometes que al menos un poquitito vas a cambiar.
- Por vos haría cualquier cosa. -Me besó.- Te amo. ¿Sabes?
- Yo también te amo.

Nos besamos por un largo rato y luego nos abrazamos.

- ¿Cuándo arrancas en la empresa?
- La otra semana.

Me separé un poco de él y lo besé.

- ¿Te quedas acá? Tengo la casa sola hasta que vuelvan mis viejos.
- Ya estoy yendo a buscarme algo de ropa a mi casa. -Sonreí.- Te necesito cerca.
- ¿Pasa algo?
- Que te amo. -Lo besé.-
- Yo también te amo mi amor.

Nos besamos y fuimos a su casa a buscar algo de ropa para que se quedara conmigo.

Más tarde, estábamos los dos desnudos en mi casa y se había largado a llover.

Pedro me abrazó contra su pecho y besó mi frente. Yo suspiré y besé su pecho.

- Sos el amor y la pendeja de mi vida.
-Reí.- Sos un tarado.
-Me abrazó más fuerte.- Te amo mi amor.
-Me levanté un poco para poder mirarlo a los ojos.- Te amo amor. -Y lo besé.-
-Acarició mi espalda desnuda y me aferró a su cuerpo.- Quiero que esto sea así siempre.
- Yo sé que el hecho de que yo sea chica limita algunas cosas.
- ¿Eh? No digas boludeces.
- Más de una vez me dijiste que te gustaría que vivamos juntos y...
- ¿Y? Yo sé que primero tenes que terminar el secundario Pau, te queda solo un año y medio.
- ¿Solo?
- Solo... -Me besó.- Y mis planes son mudarme el año que viene solo, así podemos empezar a hacer ese lugar nuestro lugar y cuando termines el colegio, te mudas oficialmente conmigo.
- ¿Me hablas en serio?
- Muy en serio.

Yo sonreí y lo besé.

- Me encantó tu plan.
- ¿Sí?
- Sí, igual hay otra cosa que me encanta más.
- ¿Qué?
- Vos mi amor. -Dije y llené de besos su cuello.-
-Rio.- Ay, sos tan linda. -Y giró para quedar sobre mí.-
- Vos sos lindo. -Nos besamos y en ese momento un relámpago y a continuación un trueno, nos asustó.-
- Te amo cagona.
-Reí.- Ay, el valiente. -Y volví reír.- Te amo.

Reímos y volvimos a besarnos.

- Creo que la lluvia y vos en mi cama completan el plan ideal.
- ¿Qué plan ideal?
- Dormir.

Pedro rio y yo me acomodé hecha un bollito frente a él.

- Descansa mi amor, conociéndote supongo que no dormís hace días.
-Reí.- Diste en la tecla.

Él rio y luego de taparme se acostó frente a mí y besó mi nariz, yo sonreí y nos besamos.

Nos acercamos aún más y así nos quedamos dormidos.




-


Simple, cortito... Pero cataloga como regalito de feriado. 😂 Espero que les guste! 

viernes, 20 de mayo de 2016

Fantasía.




Ella era rara, o al menos todo el mundo la definía con aquel adjetivo: “rara.”

Todos creían que llevaba una vida muy solitaria, y si bien eso era cierto, ella no lo sentía así. Tenía la mejor compañía que cualquiera pudiera pedir: sus libros y su gato.

Los libros que sin tener que pagar ningún pasaje la transportaban a otros mundos increíblemente maravillosos y Berto, su gato, la única compañía que necesitaba.

Su vida se pasaba en medio de libros, tazas de café y Berto. Ese era su mundo, su habitación, su espacio, su manera de ser.

Del otro lado de la puerta de su habitación vivían sus padres, con quienes tenía una buena relación, pero era bastante reservada. Ahora que estaba en vacaciones de invierno era real que no hacia otra cosa que leer. En su habitación los libros llegaban hasta el techo.

17 años. Último año del secundario.

Había tenido una relación de casi ocho meses con un compañero de la escuela, pero con esa relación notó que si para algo no servía era para eso: para relacionarse con la gente.

Era reservada, callada, tímida y no soportaba que alguien estuviera atrás de ella. Lo sentía como un control. Sabía que no tenía el “don” de establecer relaciones duraderas de ningún tipo de vínculo, por eso vivía entre libros.

Aunque no lo admitía, soñaba con enamorarse, pero sabía que los personajes de los libros eran solo eso: personajes de ficción.

Eran las doce y media de la noche y le parecía muy extraño que Berto no hubiese vuelto. Era un gato que durante el día callejeaba bastante, pero a la noche siempre descansaba en los pies de la cama de su dueña.

Salió a buscarlo con miedo a que le haya pasado algo. Caminó hasta la esquina y allí vio a un chico con su gato en brazos.

- ¿Es tuyo, no?
- Sí. –Dijo tomando a su gato en brazos.- Gracias, lo estaba buscando.
- Se quedó atrapado en una planta de mi patio, pero creo que no se hizo nada.
- Gracias. –Repitió.-

Él la veía pasar a ella todos los días, le parecía una chica demasiado bonita, pero aún así no se animaba a nada. Incluso esta era la primera vez que estaban hablando.

- No es nada, supuse que era el tuyo.
- ¿Por qué? –Preguntó extrañada ella.-
- Porque siempre te veo salir de tu casa a la mañana, y el gato sale con vos. Es que paso por en frente y bueno.
- Ah…

Ella nunca se había percatado de la presencia de él.

- Bueno, muchas gracias. –Dijo y le dio un beso a su gato.-
- Nada que agradecer.
- Me voy porque ya es tarde para andar por la calle.
- La verdad es que sí. Un gusto.
- Igualmente.

Él se animó a saludarla y luego la vio irse. Se quedó parado allí hasta que ella ingresó en su casa. Luego, continuó su camino hasta la suya.

Se cambió para dormir y se metió en su cama. No podía dejar de pensar en aquella corta conversación, de verdad su voz lo había enloquecido. Sabía que no era una chica como todo el resto, no aparentaba serlo, claramente no.

Ella volvió a su casa y luego de servirle leche a su gato, se puso su pijama y se preparó una taza de café.

Otra madrugada sumergida en medio de aquella saga que tan expectante la tenía.

Cuando el reloj marcó las cinco de la madrugada, se levantó de su cama para dejar sobre la biblioteca su libro y lavarse los dientes. Abrió su cama y se metió allí, cerró sus ojos y su gato se acercó a ella. Sonrió y dejó que se acomodara a su lado. Volvió a cerrar sus ojos y algo muy extraño sintió en su cuerpo. De un segundo al otro volvió a recordar a aquel chico que le había devuelto a su gato.

Hacia demasiado tiempo no se sentía atraída por un chico y no sabía muy bien si lo que sentía en ese momento era atracción, pero sí era real que hacia días había un pensamiento que siempre que podía volvía a su cabeza: recordaba a su novio, más precisamente a ella junto a su ex novio en la cama. Le quería atribuir aquel pensamiento a que estaba leyendo la saga de 50 sombras de Grey, pero algo sentía raro. Nunca había sido una chica desesperada por tener sexo, incluso lo había hecho con su novio solo para darle el gusto a él. Lo disfrutaba, pero tampoco para tanto.

Notó que no era solo un pensamiento aislado cuando al despertarse soñó estar con un chico (no recordaba quién). Confirmó aún más que no era un capricho cuando notó su ropa interior húmeda.

¡Fuck! Pensó para sus adentros. Esa saga le estaba haciendo demasiado mal. No podía evitar imaginar cada una de las situaciones que sucedían en aquellos libros. Y lo peor es que no lo imaginaba en personajes, lo imaginaba en ella con alguien más.

Estaba sola en su habitación (y en su casa), nunca había entendido por qué con su novio no había podido sentir tanto como lo que leía en los libros o en Internet. Quizás era que él no sabía hacerlo, o quizás que su cuerpo no estaba preparado.

Siempre se había preguntado eso, y siempre era un tema que la había atormentado.

Sin pensarlo demasiado, se quitó el pantalón del pijama y luego la ropa interior. Había leído en Internet que conocerse era una buena manera para acceder de una manera mejor al placer, aunque no le pareció demasiado genial hacerlo.

Se bañó, comió algo y salió de su casa. Necesitaba caminar un poco, poner su cabeza en blanco. Terminó sentada en una plaza, mirando a la gente pasar. Alguien se sentó a su lado y después de un rato, notó que era el mismo chico de la noche anterior.

- ¿Estás bien? –Le preguntó.-
- Sí. ¿Por?
- No sé, estás acá sola y…
- Estoy bien, no te preocupes.
- Mmm… Bueno.

Pasaron varios segundos en silencio hasta que él volvió su vista a ella.

- ¿Te puedo invitar un café o tenes algo que hacer?
- Si queres...
- Por algo te invito.

Ambos rieron.

- Tenes razón. ¿Vamos en frente?
- Dale.

Cruzaron la calle e ingresaron en el bar que había en frente. Se pidieron unos Lattes de chocolate y un alfajor cada uno. Ella de dulce de leche. Él de fruta.

Merendaron casi en silencio, en realidad él intentaba sacar algún tema de charla y ella le respondía sin demasiado entusiasmo.

- ¿Estás bien? -Le preguntó él.-
- No, perdón.
- ¿Puedo ayudarte en algo?
- No, no importa.
- Quizás sí importe.
- No te conozco.
- En eso tenes razón, pero si puedo ayudarte en algo.

Ella pidió la cuenta y sin decir más, salieron. Caminaron juntos hasta la cuadra donde vivían y primero llegaron a la casa de ella.

- ¿Queres pasar? Mis viejos no están.
- Si no es molestia.
- No, veni. Pasa.

Aunque quería negarlo, ella sabía con qué intenciones lo estaba invitando. Ingresaron en la casa de ella y directamente fueron a su habitación.

- Sí, hay muchos libros. -Dijo ella riendo.-

Él miraba todos los títulos fascinado.

- Leí la gran mayoría de todos estos.
- ¿Te gusta leer? -Le preguntó sorprendida.-
- Sí, paso demasiadas horas haciéndolo.
-Ella rio.- Es difícil encontrar gente así.
- ¿Decís?
- En la vida digamos, en internet hay muchas comunidades, yo estoy en una comunidad.
- ¿En cuál?
- Goodreaders. ¿Por?
-Rio.- ¿Cómo es tu usuario?
- Shittygirl.
-Volvió a reír.- Soy defectiveboy.
- ¿Me estás jodiendo? -Preguntó riendo.-

Sin saberlo vivían en la misma manzana. Había pasando madrugadas enteras chateando en aquella comunidad. No se conocían las caras, pero si se conocían bastante.

Ninguno hubiese imaginado así al otro.

Sus miradas hablaban, sus cuerpos se deseaban. Así, sin más.

Él sin mucho pensar, se acercó a ella y la tomó por la cintura para besarla y hacerla caminar hasta la pared y trabarla contra ella.

- Sinceramente, nunca creí que la chica hermosa que veía salir de su casa todas las noches iba a ser la misma con la que hablé tantas madrugadas.
- Y yo nunca creí que el chico con el que tanto hablé iba a ser tan hermoso.

Los dos volvieron a besarse y ella se separó un poco de él.

- ¿Te acordas que una vez te conté mi fantasía? -Le preguntó.-
- Sí.
- ¿Me la cumplís? -Preguntó sonriendo pícaramente.-

Y no hizo falta una respuesta hablada de él, le respondió besándola y aprisionándola más contra su cuerpo.

Ella quería ser Anastasia, quería que él sea su Grey, al menos por esa noche.




-


Cortito que no sé muy bien de donde salió porque ni siquiera leí esos libros... Jajaj! Aún así, espero que les guste ☺