domingo, 4 de octubre de 2015

Patines III.


Pedro se acercó a mí y me dio la mano, para que vuelva a sentarme. Ubicó mi pie sobre los almohadones y se sentó a mi lado.



- Vos no vas a dejar que una lesión arruine todo esto.

- Pero me duele Pedro.
- Ya lo sé Pau… Pero es solo un simple esguince, sabes muy bien que con una infiltración podes hacerlo perfecto.
- Me da bronca, no quiero cagarte a vos tampoco.
- No, vos no pienses en mí. Pensa en vos, en qué es lo que queres vos, en qué deseas…
- Ganar.
- ¿Entonces?
- Voy a poder.
-Sonrió.- Así me gusta escucharte.

Se levantó y me dio la mano otra vez.

- Camina un poco más, mientras más te muevas mejor.

Asentí e hice lo que me dijo, hasta que volví a sentarme.

Me moría por besarlo, pero no me animaba. No terminaba de entender qué era lo que había pasado hacia apenas unos minutos. No lo entendía a él, siempre me había costado demasiado descifrarlo. Demasiado. Y esta no era la excepción.

Volvió del baño y me miró, yo no había quitado la vista de mi celular… Estuve a punto de contarle a mi mamá lo de mi pie, pero prefería no preocuparla.

Se sentó a mi lado y lo miré de reojo. Bloqueé mi celular y mordí mi labio inferior, nerviosa.  

Él también me miró y cuando cruzamos miradas, nos reímos.

- Me muero por besarte.

Le dije sin importar las consecuencias. Era impulsiva y no podía evitarlo.

- ¿Está mal? –Le pregunté nerviosa.-
- ¿Te dije alguna vez que sos muy linda? –Reí y se acercó aún más a mí.- Hacelo si es lo que queres…
- ¿Vos no queres?
-Sonrió.- Averigue señorita…

Sonreí y lo besé, tomándolo por la nuca.

 - Tengo miedo de que me despierten y sea un sueño. –Le dije con mi vista baja.-
-Acarició mis brazos y luego hizo que lo mire, tomándome por el mentón. Me besó.- No pienses en esas cosas.
- No quiero ilusionarme con algo que no va a pasar, no sé si puedo soportarlo.
-Acarició mi espalda.- ¿Vos queres que te proponga casorio?
-Largué una carcajada.- ¡Sos un tarado!
-Me besó.- Deja de pensar y planificar un poco.
- Me cuesta… -Reí y apoyé mi cabeza en su pecho, sin pedirle permiso.-

Él me abrazó y yo cerré mis ojos.

- ¿Te duele el pie?
- Bastante. –Suspiré.- Tengo miedo.
- No, tranquila. Vas a ver que va a estar todo bien y ese premio va a ser tuyo.
-Suspiré.- Ya no sé si me importa tanto el premio, me importa poder participar.
- Vas a poder. 
- ¿Te quedas conmigo? No quiero estar sola, me voy a maquinar demasiado.
- No tengo mejor plan que este.
-Sonreí.- Gracias.
- No me lo tenes que agradecer. 
-Lo miré.- Quiero dormir y despertarme con el pie bien.
- Dormí…
- ¿Y lo otro?
- Mmm… No soy mago. –Dijo riendo y yo también reí.- 

Me acomodé en la cama, mirándolo.

- Dormí si queres. –Acarició mi pelo.-
- ¿Me despertas para cenar?
- Dale, comemos y hacemos un poco de ejercicio con el pie.
- Bueno, dale. 
- ¿Queres que me quede?
- Mmm… Si queres.

Besó mi frente y yo sonreí.

- Me quedo hasta que te duermas y después me voy a bañar.
- Gracias. –Lo miré.- De verdad.
- ¿Por qué?
- Porque si no estuvieras acá… Ya me hubiese deshidratado de tanto llorar. –Reí.-
- Tenes que ser positiva.
- Lo sé, pero en este momento me duele demasiado.
- Pasaste lesiones peores.
- Pero no en estas circunstancias.
- Sí, eso ya lo sé. Pero, prefiero pensar en positivo. 
- Yo ahora prefiero dormir.
- Entonces dormí…

-

Paula se quedó dormida y yo no podía dejar de mirarla. Era tan raro lo que me pasaba con ella… La conozco desde que es una nena, siempre fue una de mis mejores alumnas y cuando entró en la adolescencia, comencé a darle clases particulares porque tenía demasiado futuro. Tiene talento y eso es innegable.

Pero… Me costaba verla como una mujer, por algunos momentos la sentía la misma nena que patinaba de mi mano cuando recién comenzó… Y por otros, la mujer más linda del planeta.

No entendía lo que me pasaba con ella, pero sabía que si había dejado a mi mujer por lo que me pasaba con Paula, era algo real.

Acaricié su frente y ella se movió, sonreí y acomodé la manta que tenía sobre su cuerpo.

- Descansa hermosa. –Besé sentidamente su frente.-

Y me levanté, para irme a mi cuarto. Allí me duché y luego salí al balcón a sacar fotos, era increíble como la nieve cubría toda la vista.

Luego, entré a la habitación y me dejé caer en la cama. Me preocupaba demasiado que Paula no pudiera competir, no tanto por el premio… Sino por ella, sabía lo autoexigente que era consigo misma y no poder presentarse la haría mierda.

Suspiré, quería ser positivo… Sabía que ese esguince no era nada, pero a veces el dolor corporal nos deja ciegos.

Se hizo la hora de la cena y fui hasta el cuarto de Paula, en donde ingresé porque tenía la tarjeta de acceso. Pero, cuando entré, no estaba durmiendo.

Desde el hall de la habitación, le dije:

- Pau… ¿Estás? ¿Se puede pasar?
- Sí… -Dijo y vino caminando desde el baño.- Quería bañarme.
- ¿Podes caminar bien?
- Mmm… Más o menos, ya no me duele tanto.
- Eso es bueno.
- Sí. –Sonrió.-
- ¿Te espero y bajamos a comer?
- Dale.

Paula terminó de cambiarse y cenamos juntos en el restaurant del hotel, volvimos a su habitación y ella inmediatamente se quitó su zapatilla y subió su pie a la cama.

- Lo siento hecho una pelota. –Dijo.-
- A ver… -Me acerqué a su pie y lo masajeé un poco, algo tenía que saber por ser entrenador.- No lo tenes tan hinchado igual.
- ¿Mañana puedo infiltrarme?
- Mañana no, mañana haces reposo otra vez.
- Quiero practicar.
- Pasado…
-Suspiró.- ¿Por qué?
- Porque tenes que esperar a que termine de deshincharse.
- ¡Ufa!
-Reí.- No seas caprichosa.
- Siento que no voy a llegar.

Me acerqué a ella y me senté al costado de la cama, frente a ella.

- Si que vas a llegar, confía en vos.

Se encogió de hombros e hizo pucherito con sus labios, yo reí.

- Me matas de ternura.
- ¿Soy muy nena todavía, no? 
- ¿Por qué preguntas eso?
- Respondeme…
- Mmm… Sos una mujer muy linda.
- Pero con actitudes de pendejita.
- Todos tenemos actitudes inmaduras.
- Eso no me consuela.
-Reí y la besé.- ¿Esto te consuela?
- Mmm… Puede ser.
- ¿Sí?
- Sí. 

Sonreímos y volvimos a besarnos.

-Acomodé el pelo detrás de su oreja y ella sonrió.- ¿No te molesta que sea más chica?
- Si me molestara, no estaría chapándote ahora.
-Rio.- ¿Qué te pasa conmigo? Quiero que me seas sincero, aunque la respuesta no sea la que espere.






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