sábado, 29 de agosto de 2015

Ser uno mismo I.


Yo estaba encerrada en una habitación completamente blanca. No veía nada más que no sea de ese color. Estaba vestida con un vestido blanco, descalza y con el pelo suelto, completamente revuelto. Tenía el maquillaje totalmente corrido y me temblaba el cuerpo, de pies a cabeza. Corría en círculos, de un lado al otro… Bah, no sé en qué dirección… Solo sé que corría, tratando de encontrar una salida. ¡Y no la encontraba!

Después de un tiempo que no sé cuánto fue, me dejé caer vencida al suelo. Creyendo que nunca iba a poder salir de ahí… Pero, cuando me senté en el piso, miré hacia arriba y había una reja. Podía salir de ahí, el problema sería cómo.

Trepé por una pared y me enganché de la reja, la abrí y salí.

La luz del sol me encadiló.

El cielo estaba completamente pintado de colores anaranjados y los árboles se veían negros. Refregué mis ojos y pestañeé varias veces seguidas para poder acostumbrar mi vista. Seguía con mi vestido blanco, descalza y con el pelo suelto… Todo idéntico.

Creí que estaba amaneciendo, pero no… Estaba atardeciendo y en pocos minutos todo se oscureció. Empecé a caminar, a correr tratando de encontrar… ¡Algo! Pero no, claramente la suerte no estaba de mi lado.

De repente estaba perdida en medio de un bosque que estaba aún más oscuro que el lugar anterior, seguía corriendo y tenía lastimados mis pies. Las copas de los árboles tapaban la poca luz que daba la luna y yo no tenía ni idea por dónde estaba corriendo.

Cuando pude salir de ahí, era de día… O al menos, el cielo se estaba aclarando. Sentía mis pies mojados y fue cuando me dí cuenta que estaba cerca de un río en picada.

Corriendo, me caí en el agua y quedé empapada.

Salí, como pude y no daba más. Me senté en una piedra y traté de recuperar un poco el aire. Me sentía mal, estaba desesperada, no entendía nada.

Cuando pude, continué mi camino, pero caminando porque me dolían demasiado los pies.

Después de eso no me acuerdo de nada.

- ¿De nada más?
- No. –Suspiré y posé mis manos en mi panza, tratando de tranquilizarme.-
- ¿Y cómo podes interpretarlo?
- No sé.
- ¿No sabes?
- No.
- ¿Y por qué crees que lo soñaste?
- No sé.
- Trata de sacarte el no sé de la cabeza y pensar un poco más allá.
-Cerré mis ojos, intentando encontrar alguna respuesta.- No entiendo nada. –Dije.-
- Estás pasando por un proceso complicado.
- ¿Y qué se supone que tengo que hacer?
- Romper esas corazas que te impiden avanzar.
- Como si fuese tan simple.
- Ya sé que no es tan simple… Por eso venís acá.
- Eso creo.
- ¿Crees?
-Reí.- Fue una manera de decir, me sirve mucho venir acá. –Crucé mis pies.- Pero a veces no sé qué decir… Por ejemplo, ahora.
- ¿Y puedo decir algo yo?
- Mmm… Sí.
- Es una interpretación mía nada más.
- No es solo una interpretación, estudiaste para esto.
-Rio.- Tenes razón.
- ¿Me la decís?
- Yo creo que esos sueños que tenes, tienen que ver con lo que te pasa a vos. –Hizo una pausa.- Me explico mejor… ¿Te diste cuenta que siempre en tus sueños estás encerrada?
- Ahora que lo decís, sí…
- Es la manera que tiene tu inconciente de decirte que te sentís encerrada.
- ¿En dónde?
- Eso vas a tener que descubrirlo vos Paula.
-Suspiré.- Me da un poco de miedo.
- Mientras más miedo tengas, más lento va a ser todo.
- ¿Y qué tengo que hacer?
- Inspeccionarte.
- Para eso vengo acá.
- Pero tenes que aprender a hacerlo sola también, con dos horas a la semana no alcanza…
- Puede ser.
- Confía en vos, confía en lo que te pasa… Confía en las señales que te da tu cabeza.
- Me siento encerrada.
- ¿En dónde?
- En mí misma.
- ¿Y por qué crees que puede ser?
- No lo sé.
- Sí que lo sabes.
- No, no lo sé.
- Hace dos años venís a terapia… Ya podes darte cuenta de algunas cosas.
-Suspiré, nerviosa y froté mis manos.- Me pone nerviosa esto.
- No tenes que ponerte nerviosa, no voy a hacerte nada malo.
-Reí.- Encerrada es encerrada.
- ¿El miedo te encierra?
- Sí, eso creo.
- ¿Miedo a qué?
- A mí… -Hice una pausa bastante larga.- Bah, no sé si a mí…
- Trata de aclarar lo que pensas.

Hice otra pausa y mantuve mis ojos cerrados, me costaba aceptarlo…

- Es algo que tengo hace semanas en la cabeza y me da miedo ponerlo en palabras.
- Estás en el lugar ideal para hacerlo.
- Es que… -Dejé que mis ojos se llenaran de lágrimas.-
- Paula... –Dijo con su voz baja.- Acá no va a pasarte nada malo, poner eso que te atormenta en palabras te va a ayudar, te va a aflojar.
- Perdón.
- ¿Por qué?
- Por ser así, no quiero llorar.
- No tenes que pedir perdón por eso y permitite llorar…

Y ni bien me dijo eso, mis lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas.

- Tenes que permitirte estar mal, romper con esa coraza que te armaste.
- Me da miedo.
- Es lógico que te dé miedo.
- Me da miedo que la gente me conozca.

Y lo largué de una maldita vez.

- Me da miedo dejar que la gente que me conozca como soy, que descubra mis defectos que son demasiados… Me da pánico que la gente se desilusione.

E hice una pausa, secando mis lágrimas.

- Miedo de… De todo. –Suspiré.-
- Bueno, está bien… Está bien que te des cuenta y puedas ponerlo en palabras, también está bien que llores, porque eso te descarga.
- Me siento una tarada llorando.
- Llorar demuestra un sentimiento, igual que cuando te reís… Está bien hacerlo.
-Suspiré.- ¿Te puedo pedir un vaso de agua?
- Por supuesto.

Pedro se paró y me sirvió un vaso de agua, se acercó al diván y me lo dio.

- Gracias. –Dije y lo agarré, tomé un poco y suspiré.-
- No es nada.

Pedro volvió a sentarse en su silla.

- ¿Algo más que quieras decir?
- Quiero desaparecer, pero no sé si es una opción. –Reí.-
- No pienses así, aprende a valorarte.
- Me cuesta un poco.
- ¿Solo un poco?
-Reí.- Bueno, demasiado.
- Vos una vez me contaste que estuviste en pareja… ¿No?
- Sí, hasta los 25.
- ¿Y ahora tenes 28?
- Sí, exacto.
- ¿Y cómo fue la relación con él?
- En el momento creía que era feliz, pero cuando nos separamos se me vino toda la realidad encima. Me dí cuenta que nos separamos porque no lo dejé conocerme… -Hice una pausa.- Creo que la única persona que me conoce de verdad sos vos.
- ¿Y por qué conmigo podes?
- Porque sé que no va a salir de estas cuatro paredes y porque sos mi analista… Me costó abrirme con vos igual, eso lo sabes.
- ¿Y qué fue lo que te hizo cambiar?
- Que me das confianza.
- ¿Y no crees que podrías confiar en otra persona?
- No…
- ¿Y por qué?
- Porque me da miedo que me traicionen.
- Por lo que te pasó con tu novio…
- Eso creo.

-Me senté.- ¿Falta mucho para que termine la sesión?
-Rio.- Diez minutos.
- Prefiero irme… -Dije poniéndome mi saquito.- Fue demasiado por hoy, necesito pensar un poco.
- Está bien. –Dijo Pedro y se levantó de su silla, dejando a un lado el cuaderno donde anotaba lo que sucedía en la sesión.- Fue un avance muy grande lo que hiciste…
-Suspiré y me paré.- Espero no volver a estancarme.
- Confía en vos.
- Eso trato, te juro que lo trato.
- En algún momento vas a poder…
- Eso espero. –Me encogí de hombros y comencé a caminar hacia la puerta.-
- Nos vemos la próxima Paula.

Asentí y quise salir…

- ¿No me saludas?
-Reí.- Perdón. –Lo saludé y luego el abrió la puerta.-
- Nos vemos Paula.
- Nos vemos…

Y salí del consultorio.


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