viernes, 25 de diciembre de 2015

Navidad.


Salí de la habitación y me quedé allí, parada contra la pared. Sequé mis lágrimas y suspiré.

- Yo no quería que las cosas terminen así. –Dijo desde la habitación.-
- Yo tampoco. –Sequé mis lágrimas.- No sé en qué momento se fue todo tan a la mierda.
- Los dos nos hicimos mal.
- Nos comportamos como dos pendejos de mierda.

Sentí su mano en mi hombro y suspiré.

- Yo te sigo amando como siempre Paula.
-Suspiré y cerré mis ojos.- Yo a vos Pedro, pero se ve que eso no es suficiente.
- ¿Te puedo dar un abrazo?

Yo asentí tímidamente y él se acercó a mí, nos abrazamos y nos largamos a llorar como dos nenes. Habíamos decidido separarnos y era todo muy horrible.

- Yo no quería esto para nosotros. –Dijo en mi oído.-
- Yo tampoco, nunca lo imaginé. –Dije casi sin voz.-
- Tranquila. –Respondió acariciando mi espalda.- Y perdón.
- No tenes que pedir perdón, es culpa de los dos.

Nos separamos y nos quedamos mirando algunos segundos.

- ¿Cuándo vamos a hablar con los chicos? –Pregunté.-
- Dejemos que pasen algunos días, al menos para que podamos hablarles sin llorar.
- Sí, tenes razón. –Sequé mis lágrimas.-



La mesa larga, llena de gente. Comida a más no poder. El arbolito enorme, repleto de adornos. Las lucecitas de colores. Un papá noel enorme colgado de la escalera. Gente yendo de acá para allá. Mis hijos corriendo de un lado al otro, ya no sabía cómo frenarlos. Sus rulitos rubios saltaban sin parar. Me paré delante de ellos y los frené, me agaché a su altura y los miré seria.

- ¿Pueden parar un poco?
- ¡No mamá! –Me respondió Uma.-
- Queremos jugar mamá. –Me dijo Ciro cruzado de brazos.-
- Pero, hay mucha gente, se pueden chocar, lastimar… Frenen un poquito, por favor.
- ¡Nos aburrimos! –Me dijeron a la par y reí.-
- Ay, son tremendos eh. –Me puse de pie y tomé sus manos.- Vengan conmigo.

Caminé con mis mellizos de la mano hasta que nos sentamos a un costado, en el suelo.

- ¿No trajeron rompecabezas? –Les pregunté.-
- ¡Sí! –Dijo Uma.-
- ¿Quieren que armemos uno?

Y no respondieron, salieron corriendo en busca de sus rompecabezas. Comenzamos a armar uno, mientras en la cocina estaban sirviendo el plato principal o eso creo.

Uma estaba en mis piernas y Ciro frente a nosotras, ellos ponían las piezas y yo solo los ayudaba o los alentaba.

Subí mi mirada y suspiré al verlo allí, aún me sentía incómoda cuando lo tenía en frente.

- ¡Papi! ¡Veni a jugar! –Le dijo Uma.-
- ¿Puedo? –Les preguntó.-
- Obvio pa. –Le respondió Ciro.-

Y Pedro se unió al juego, no sé cómo hacíamos, pero interactuábamos solo con ellos y ni siquiera cruzábamos la mirada. Me dolía que así sea.

No entendía cómo todo se había ido tan a la mierda. 3 años de novios, 2 casados sin hijos y hacía 6 años habíamos tenido a nuestros mellis… De esos once años, 2 llevábamos separados. Nunca supe por qué, nunca hubo un motivo. Peleábamos todos los días como dos nenes y decidimos que lo mejor era separarnos, pero aún dudaba de que eso sea ciertamente lo mejor. Aún así, era la realidad.

Cuando la comida estuvo en la mesa, Pedro fue con Ciro a cococho y yo con Uma a upa. Comimos y Uma se estaba quedando dormida.

- No te duermas mi amor… ¿No queres esperar a Papá Noel?
- Tengo sueño mami.
- ¿Y los regalos?
- Me dijiste que falta. ¿Podemos ir a otro lado?
- ¿A dónde?
- A dormir.
- Está bien.

Me levanté con ella en brazos y fuimos hasta un cuarto. Nos acostamos juntas y comencé a jugar con sus rulitos.

- Faltan dos horas para que venga Papá Noel. ¿Te despierto?
- Cuando haya turrones.
-Sonreí.- Dale. –Besé su frente.- Cerra los ojitos mi amor…

Y me quedé mimándola, a los pocos minutos, entró Pedro con Ciro en brazos. Sin decir nada, lo acostó al lado de su hermana y ellos se tomaron su mano. Me mataban de amor. Los dos estaban por quedarse dormidos. Lo miré a Pedro de reojo y suspiré, sabía que él estaba haciendo lo mismo.

Cuando los peques estuvieron completamente dormidos, me levanté y salí de la habitación. Pedro me siguió.

- ¿No te parece que sería un buen regalo de navidad para nuestros hijos que volvamos a por lo menos mirarnos a la cara? –Me preguntó.-
- Vos sos el que no me dirige la palabra.
- Vos tampoco lo haces Paula.
- Capaz por algo es.

Quise volver a la mesa, pero me lo impidió.

- Para un poco Pau.
- ¿Qué pare que?
- No podemos seguir así.
- Nunca podemos seguir nosotros, de ningún modo. –Dije molesta.-
- ¿No podes hacer un intento?
- ¿Un intento de qué?
- De llevarnos mejor.
- No sé.

Y esta vez continué mi camino. Volví a la mesa y me senté al lado de mis viejos y mis hermanos. Pedro se sentó con su familia, en realidad estábamos todos juntos. No había problema entre ellos y siempre decidíamos pasar las fiestas todos así de juntos para poder estar con Uma y Ciro, aún eran los únicos niños de la familia.

Intenté distraerme, pero no podía dejar de pensar en él. No sabía en qué estábamos pensando cuando decidimos separarnos, pero tampoco sabíamos cómo seguir. Era todo tan raro… Nada tenía razón de ser, pero era.

Cuando comenzaron a cortar los turrones, me acerqué al cuarto donde estaban mis hijos y me acosté en medio de ellos, para comenzar a llenarlos de mimos y besos. Sí, no podía despertarlos de otro modo.

- Arriba que en un ratito viene Papá Noel… -Susurré.- Dale mis amores.

Ellos refregaron sus ojos y terminaron encima mío. Yo reí.

- ¿No quieren los regalos che? –Pregunté haciéndoles suaves cosquillas.-
- ¿Papá? –Preguntó Uma.-
- Con los abuelos, dale… ¿Vamos a buscarlos?
- Mmm… -Dijo Ciro acurrucándose en mí.-
- Dale que ya no me dan los brazos para llevarlos a los dos a upa.

Pero, no me estaban prestando mucha atención. ¡No podían ser tan remolones!

- ¡Miren que Papá Noel no viene eh!

Y esa fue la frase indicada para que se levantaran como dos resortes, yo reí. A veces extrañaba tener esa inocencia. Nos levantamos, Ciro tomó mi mano derecha y Uma mi mano izquierda, así fuimos nuevamente hasta la mesa, en donde se sentaron con su papá y yo fui a ayudar en la cocina. Servimos la mesa dulce y las copas, para poder brindar.

Hicimos todos juntos la cuenta regresiva y a las 12 brindamos. Nos saludamos entre todos, la única diferencia fue que con Pedro solo choqué mi copa. Nos estábamos mirando, cuando mi mamá avisó que Papá Noel ya había llegado y fuimos detrás de nuestros hijos.

Era increíble la cantidad de regalos que había, creo que no iban a entrar en mi casa. Estuvimos alrededor de una hora reloj abriendo y acomodando los regalos. Ya los peques no daban más, yo estaba secando platos cuando Uma se acercó a mí y me tironeó de la remera.

- ¿Qué pasa hija?
- Quiero dormir.
- ¿Me esperas un ratito?
- No, ahora. –Bufó.-
- Anda Pauli. –Me dijo la hermana de Pedro.-
- ¿Seguras?
- Sí, nosotras terminamos.
- Bueno, dale. Gracias.

Alcé a Uma y ella se acurrucó en mí.

- ¿Estás muy cansada?
- Sí.
- ¿Y tu hermano?
- Quería dormir con papá.
- ¿Vos queres dormir conmigo?
- Sí mami.

Besé su frente, la acompañé al baño en donde se lavó los dientes y luego fuimos hasta la habitación en donde íbamos a dormir aquella noche. Habíamos alquilado todos aquella quinta, nos quedaríamos hasta mañana. Entramos en la habitación y Uma se tiró en la cama, yo reí y me acerqué a ella.

- ¿Pensas dormir vestida?
- Cambiame vos.
- Mmm… Ya no sos un bebé.
- Dale ma. –Suplicó y yo reí.- ¿No es que somos tus bebés?
-Revoleé mis ojos y besé su mejilla.- Siempre.

Busqué su pijama en el bolso y la cambié, llenándola de besos.

- Te amo hija. –Dije y besé su frente.-
-Sonrió.- Te amo mami.

Hizo que me sentara a su lado y se acomodó sobre mí.

- Y quiero dormir acá.
-Sonreí.- ¿Estás bien mi amor?
- Sí, solo quiero dormir con vos.
- Entonces dale, dormí.
- Mimitos. –Dijo ya con sus ojos cerrados y yo reí.-
- Sos tremenda eh.
- Me hubiese gustado que Papá Noel me regale otra cosa.
- ¿Qué cosa mi amor?
- Que papá y vos estén juntos otra vez.
-Suspiré y acaricié su espalda.- ¿Y si dormimos?
- Bueno.
- Descansa hija… -Besé su frente.-
- Quedate.
- Me quedo hasta que te duermas, dale.

Estaba tratando de que Uma se duerma, cuando entró Pedro con Ciro. Ciro se acostó a nuestro lado y Pedro buscó su pijama en el bolso.

- ¿Te cambias hijo? –Le preguntó susurrando.-
- Acá pa.
- ¿Queres dormir con mamá?
- Con vos y acá.

Pedro no dijo nada, solo lo cambió y Ciro seguía a nuestro lado. Se paró en la cama y le dio las manos a su padre, para que se siente a mi lado y Ciro en sus piernas. Eran tan chantas cuando querían.

- Que sueñes lindo hijo. –Dije y acaricié su espalda.-

Nuestros hijos unieron sus manos y al rato se quedaron dormidos, casi juntos. Era real eso de que los mellizos tenían una relación más especial que el resto de los hermanos.

Los dejamos durmiendo en aquella habitación y esperé a que Pedro saliera, me quedé haciendo tiempo y salí cuando supuse que ya no estaría… Pero, me estaba esperando.

- Paula. ¿Podemos hablar?
- ¿De qué?
- No podemos seguir así. ¿Te das cuenta?
- Está lleno de gente como para hablar.
- En donde voy a dormir yo, está vacío.
- Igual.
- Va a llegar un punto en el que no me vas a poder evitar más.
- Bueno… Quiero ir a tomar el helado que no pude. ¿Me dejas?
- ¿Puedo caminar al lado tuyo o te molesta?
- No te hagas el boludo.

Revoleé mis ojos y volví a la mesa. Comimos el helado y luego ayudamos a ordenar todo, fuimos poco a poco al baño para poder irnos a dormir y así cada uno fue hacia la habitación en donde dormiría aquella noche.

Yo me quedé para el final, tomé un vaso de agua y me lavé los dientes. Revisé que estuviera todo cerrado y emprendí el camino hacia la habitación en donde estaban mis hijos, pero cuando quise entrar, Pedro posó su mano en mi cintura y no me dejó abrir la puerta.

- Ahora todos duermen y podemos hablar tranquilos.
- ¿Y si yo no quiero hablar Pedro?
- No seamos boludos.
- Me hace mal esto.
- ¿Te crees que a mí no?
- No sé, últimamente te reconozco.
- Dale. ¿Venís?
- ¿A dónde?
- A mi cuarto, así estamos tranquilos.
- ¿Y si los chicos se despiertan?
- Saben en donde está mi cuarto, dale. No pongas excusas.

Suspiré y asentí. Caminamos hasta la habitación y él cerró la puerta, nos sentamos frente a frente en la cama matrimonial. Él contra el respaldo y yo a los pies de la cama. Ambos con nuestras piernas cruzadas.

- ¿Puedo preguntarte algo?
- Sí.
- ¿Por qué sos tan fría conmigo? ¿Por qué me evitas Pau?
-Suspiré.- Porque me duele demasiado todo lo que pasó. –Hice una pausa.- Me sigue doliendo como el primer día, todavía no le encuentro razón de ser a todo esto.
- A mí me pasa igual. –Me dijo mirándome a los ojos.-
- ¿Por qué dejamos que todo se fuera tan a la mierda?
- Te juro que me lo pregunto todos los días.

Suspiramos a la par.

- Pasábamos el día peleando por boludeces, fuimos dos idiotas. Arruinamos nuestra familia. –Y no pude evitar las lágrimas en mis ojos.- Recién cuando estaba con Uma, antes de que vinieran, me dijo que le hubiese gustado otro regalo de Papá Noel… Que sus papás estén juntos otra vez. –Cerré mis ojos y dejé caer una lágrima.-

Sentí su mano en mi pierna y se me puso la piel de gallina.

- Pedro…
- No estoy haciendo nada malo.
- ¿A qué queres llegar con todo esto?
- A vos.
- ¿Para qué?
- Porque me dí cuenta que no puedo más sin vos…

Tapé mi cara con mis manos y me largué a llorar.

- Veo que seguís igual de llorona que siempre. –Me dijo riendo y me contagió la risa.-
- Perdón.
- No tenes que pedir perdón, me enamoré de vos así como sos.
- ¿Y seguís enamorado? –Pregunté mirándolo.-
- Como el primer día. ¿Vos?
- Me duele tenerte cerca y no poder tocarte. –Confesé.-
- Yo sé que nos mandamos millones de cagadas, pero todas fueron cosas insignificantes…
- Fueron muchas y se armó una bola enorme que no pudimos frenar.
- Lo que nos pasa también es una bola enorme que no podemos frenar.
- ¿No podemos?
- Si hubiésemos podido… No seguiríamos enamorados.
-Suspiré.- Es verdad.

Pedro se acercó a mí y sin pedirme permiso, secó suavemente mis lágrimas con sus dedos.

- No sigas, por favor. –Supliqué.-
- Necesito seguir mi amor. –Susurró a milímetros de mis labios.-
- Nos vamos a hacer mucho mal.
- Vos me haces bien.

Y no me dejó hablar, porque sus labios estaban sobre los míos. Sus manos se posaron a los costados de mi cuerpo y las mías en sus hombros. Sentirlo otra vez estaba a punto de hacerme explotar.

Nos separamos un poco y no supe muy bien qué decir, escondí mi cara en su hombro y él me rodeó con sus brazos.

- Te amo Paula y entendí que nunca voy a poder dejar de hacerlo.
- Yo también te amo, con cada parte de mí. –Dije ahogada en lágrimas.- Pero, no sé si tengo fuerzas para esto.
- No tiembles. –Dijo acariciando mi espalda.-
- Como verás sigo siendo la misma sensible, llorona y tarada de siempre.
-Besó mi mejilla.- La más hermosa de todas sos. ¿Salimos un ratito?
- ¿A qué?
- A tomar un poco de aire, veni.
- No, me da cosa salir.
- ¿Por qué?
- Porque te conozco y no quiero que nos vean.
-Rio.- ¿Eso qué quiere decir?
- Lo que digo.

Pedro me tomó de las manos e hizo que caiga sobre su cuerpo. Me besó y subió sus manos por mi espalda.

- Nos hicimos mucho mal. –Dijo corriendo el pelo de mi cara.- Pero, capaz estemos a tiempo de remediarlo.
- No sé… Me aflojaste muy rápido. –Reí.-
- Pensé que me iba a costar más.
- Es que hace semanas que vengo queriendo hablar con vos, pero no me animaba.
- ¿Por qué?
- Tenía miedo de que me rechaces.
- Pensé que mis ojos gritaban.
-Reí.- No sé…

Y llené de besos su cara mientras él acariciaba mi espalda.

- Me muero por volver a hacerte el amor… -Dijo en mi oído.- Por volver a sentir eso que nos une, que es más fuerte que todo.
-Cerré mis ojos y dejé caer mi cara en el hueco de su hombro.- Tengo miedo de que esto nos haga mal, de verdad te lo digo.
- Los dos venimos dando vueltas hace meses.
- Ya sé.
- ¿Por qué no nos atrevemos de una vez por todas?
- ¿Atrevernos a qué?
- A amarnos como nos merecemos.

Yo suspiré y no dije más nada, sentí sus besos en mi cuello y sabía que ya no había vuelta atrás.

- Extrañaba mucho tu piel, tu olor… Tus risitas mientras te lleno de besos el cuello.
- Yo te extraño a vos, entero.
- Podes dejar de extrañarme ahora.

Me tomó por el mentón e hizo que volvamos a besarnos, esta vez sin pudores como hacia algunos minutos. Sus manos acariciaron la piel de mi espalda por debajo de mi camisita y los dos sabíamos muy bien cómo terminaba esto.

Hacia dos meses que veníamos amagando y creo que todo el champagne que habíamos tomado aquella noche nos había desinhibido por completo.

Sus manos subieron por el costado de mi cuerpo, quitando la remera, lo ayudé moviendo mis brazos y lo tomé por las mejillas, para volver a besarlo.

- ¿No nos vamos a arrepentir? –Pregunté dudosa.-
- Te prometo que no.

Me besó y desabrochó mi corpiño, yo sonreí porque después de mucho tiempo volvía a sentirme mujer… Y lo que era mejor: SU mujer. Dio media vuelta para quedar sobre mí y se deshizo de mi sostén, el cual terminó en el suelo sobre mi camisa. Quité su remera y esta le hizo compañía a mi ropa en el suelo. Lo tomé por los hombros y lo obligué a caer sobre mi cuerpo, para poder besarlo. Había extrañado demasiado sus labios.

Sus besos bajaron muy lentamente por mi cuello, se pasearon por mis hombros y mis clavículas, para luego bajar hasta mi abdomen y también llenarlo de besos. Subió con sus dedos por mis brazos y luego lo hizo con sus labios hasta mis pechos, los cuales también llenó de besos muy lentos, como disfrutándome. Y claro que yo también lo disfrutaba a él. En cada beso que depositaba en mi piel sentía cuánto me había extrañado. Subió por mi cuello hasta mi boca y volvió a mis labios.

- Yo también extraño mucho tu piel… -Dije haciéndolo girar.-
- Mmm… Y yo tus besos. –Dijo cerrando sus ojos.-

Yo sonreí e hice lo mismo que él conmigo. Besé detrás de sus orejas porque sabía que amaba que lo hiciera, y bajé por su cuello pasando por sus hombros y sus brazos, para luego llenar de suaves besos su pecho y su abdomen.

Inhalé profundo y me inundé de su olor. Quité sus bermudas y volví a su boca.

- Sabía que te había extrañado, pero no tanto… -Reí en sus labios.-
- Te amo, como siempre y como nunca…
- Te amo mi amor. –Lo besé.- Pero, creo que no es momento de hablar…
- Ay, sos tan linda.
- ¿Por qué?
- Porque te pones colorada.
-Reí.- Te extraño. ¿Está mal?
- No, está perfecto, porque yo también te extraño.

Sentí sus manos queriendo desabrochar mi short y sonreí, lo ayudé cuando quiso quitármelo y reímos, nos sentíamos dos tarados de 18 años. Hice que nos sentáramos y volvimos a besarnos, abrazándonos. Terminamos de desnudarnos sonriendo y volver a sentirme tan suya era lo único que necesitaba para terminar de confirmar que no podía seguir viviendo sin él.

Estábamos frente a frente, enroscados en una sábana.

- No sé en qué estaba pensando cuando te dejé ir… -Dijo acariciando mi cara.-
-Reí.- Fuimos los dos muy idiotas, pero prefiero que no hablemos ahora.
- ¿Y qué preferís?
- No pensar, solo disfrutarte.

Me acerqué aún más a él y lo besé.

- Además, es muy tarde y creo que si no dormimos, mañana nos vamos a querer matar y también pienso que no deberíamos dormir juntos porque llegan a venir los chicos y no sé muy bien qué vamos a explicarles.
- Mmm… Tenes razón en todo, tengo un plan.
- ¿Cuál?
- Nos cambiamos y vamos al cuarto de los chicos.
- ¿Para?
- Quiero quedarme llenándote de mimos hasta que te quedes dormida, así no te maquinas.
-Reí.- Me conoces mucho.
-Rio.- ¿Aceptas?
- Acepto.

Nos cambiamos y fuimos hasta la habitación. Los chicos dormían en la cama matrimonial y yo me acosté en una cama de una plaza que había allí.

- Prometeme algo. –Le dije.-
- Lo que quieras.
-Suspiré.- Nos vamos a cuidar, pero… Sobre todo vamos a cuidar a los chicos, por favor. No soportaría seguir haciéndoles mal.
- Te lo prometo.
- De verdad.
- De verdad. ¿Confías en mí?
- Eso creo.
- ¿Crees?
-Reí.- Pasaron muchas cosas.
- Yo sé que es complicado, pero deberíamos poder dejar el pasado…
- Sí, lo sé.
- Pero dale, ahora dormí. –Besó mi frente.-
- Quedate.
- Te dije que me quedo.
- ¿Me das un beso antes?
- ¿Qué es esa pregunta?

Nos dimos un beso y me acomodé para dormir.

- Descansa hermosa.
- Gracias.
- ¿Por qué?
- Porque la noche terminó de la mejor manera posible.
- Te amo, nunca lo dudes.
- Vos tampoco dudes de que te amo.

Nos sonreímos y cerré mis ojos. Sentí sus caricias hasta que me quedé dormida.

Y sentí las caricias de mis hijos cerca de las once de la mañana.

- Buen día mis amores. –Dije abriendo mis ojos.-
- Al fin mamá. –Me dijo Ciro y yo reí.-
- Estamos acá hace un montón. –Se quejó Uma.-
- Perdón che… ¿Papá no se despertó?
- No fuimos. –Dijo Uma.-
- Ah… ¿O sea que solo me despiertan a mí? –Pregunté haciéndoles cosquillas.- ¿Quieren desayunar?
- ¡Sí! –Dijeron a coro.-
- Vengan.

Me levanté y fuimos juntos hasta la cocina, saludamos a mi mamá que estaba allí y les preparé la chocolatada con unas galletitas.

- ¿Qué pasa Pau?
- ¿Por qué ma?
- Estás muy sonriente.
- No digas boludeces.
- No son boludeces, te conozco hija.
- ¡Mamá!
- ¿Qué?

Me acerqué a ella y le dije a su oído:

- Anoche estuve con Pedro, pero decís algo y te mato.
-Rio.- Me hace bien verte tan sonriente. Ojala puedan arreglar las cosas, de verdad.
- Es lo que más quiero.

Al rato, se acercó Pedro a desayunar con nosotros y los chicos estaban muy insistentes con ir a la pileta, asique nos cambiamos los cuatro y fuimos un rato antes de comer.

Los chicos tenían puestos sus flotadores, regalos de Papá Noel y yo lo ayudaba a Ciro y Pedro a Uma, los llevábamos hasta el fondo y volvían. Se quedaron solos, mojándose entre ellos en la parte más bajita y con Pedro estábamos apoyados en el borde con nuestros brazos.

- Me muero por besarte. –Susurró Pedro.-
-Reí.- No seas tarado.
- No lo haría.
- Lo sé.

Y de repente, teníamos a Ciro y Uma detrás nuestro, empujándonos por la espalda y acercándonos.

- Hey, hey… ¿Qué hacen? –Pregunté riendo.-
- ¡Nuestro regalo de navidad! –Dijo Uma.-
- Si tuvieron un montón de regalos ayer… -Les dijo Pedro.-
- Nos falta uno. –Agregó Ciro.- Queremos volver a ser una familia.

Nosotros nos miramos tratando de escapar de la situación, pero no nos dejaban.

- A ver… -Dijo Pedro y los subió a los dos al borde de la pileta.- ¿Nos escuchan una cosa?
- ¿Qué? –Preguntaron a coro.-
- Mamá y yo vamos a tratar de arreglar las cosas, para que ustedes estén mejor.
- No se hablan. –Dijo Uma cruzada de brazos.-
- Por eso, vamos a arreglar las cosas de grandes nosotros. –Dijo Pau.- Siempre vamos a cuidarlos y van a ser nuestra prioridad. –Le dí un beso en la pierna a Uma y otro a Ciro.-
- Van a ver que las cosas van a estar mejor… -Dijo Pedro.-
- Se los prometemos… Y los amamos, mucho.
- Muchísimo. –Agregó Pedro.-
- ¿Y nos pueden hacer un regalo? –Preguntó Uma.-
- ¿Cuál? –Pregunté.-
- Un abrazo los cuatro. –Dijo Uma.-

Nosotros sonreímos, alcé a Ciro y Pedro a Uma, y nos abrazamos los cuatro, con fuerza.

Finalmente, contra todos los pronósticos… Había sido una 
feliz navidad.





-

Hola! Bueno, no soy Papá Noél, pero quería dejarles un regalito de navidad yo también. Espero que les guste y que por favor comenten... ☺

Feliz navidad para todos... ♥

7 comentarios:

  1. Hermoso Feliz Navidad. Rita

    ResponderEliminar
  2. Que lindo corto! Me encanto esta sorpresita de navidad.

    ResponderEliminar
  3. Lo que me emocione con este corto! Me encanto! Super lindo! ♥

    ResponderEliminar
  4. Gracias por el regalo de navidad! !! mimiroxb

    ResponderEliminar
  5. Que lindo regalito de Navidad! Mucho amor! (Como nos tenes acostumbradas)

    Pd: Feliz Navidad! ;)

    ResponderEliminar