El tiempo pasó, desde ese día que me había animado a hablar…
Cuatro meses exactos.
- Mi amor… -Dije acercándome a él que estaba en mi living.-
- ¿Qué Pau?
- ¿Me acompañas a hacer algo?
- ¿Qué?
- ¿Me acompañas? –Le pregunté otra vez, dándole mi mano.-
- Sí, obvio.
Se levantó y lo hice caminar detrás de mí, fuimos hasta la cocina de donde saqué una bolsa y luego nos dirigimos al baño.
- No te entiendo Pau.
- Vos solo quedate conmigo.
- ¿Qué pasa?
- Que sola no puedo. –Suspiré.-
Abrí el cajón donde tenía todos esos elementos cortantes y los saqué, uno por uno.
- Con esto lo hacía, o lo hago, o ya no sé. –Dije mirándolo.- No quiero tenerlo más acá.
-Sonrió y me besó.- Está perfecto eso.
-Suspiré y abrí la bolsa, tirando uno por uno allí. Cerré la bolsa y me aflojé.- Listo.
- No, todavía no. –Me dijo.-
- ¿Por qué?
- Ahora veni vos conmigo.
Me llevó de la mano hasta donde tirábamos la basura cada uno de los de mi piso del edificio.
- Dame la mano. –Me dijo.-
Con nuestras manos unidas, dejamos la bolsa allí y cerramos con fuerza el agüero. Él no me dijo más nada y me abrazó.
- Gracias. –Le dije.-
- Nada que agradecer, estoy muy orgulloso de vos. –Dijo haciéndome caminar hacia atrás.-
- Vos me ayudaste muchísimo. –Y entramos a mi departamento.-
- Pero vos lo hiciste.
- Sola no hubiese podido.
- ¿Hace cuánto no te lastimas?
-Suspiré.- Hoy hace un mes.
-Sonrió y me besó.- Me hace muy bien saberlo.
-Sonreí.- A mí me haces bien vos. –Lo besé y nos abrazamos.- Gracias, de verdad.
- Te amo tanto. –Besó mi cuello y sonreí.-
- Te amo mi amor.
Nos separamos un poco y nos besamos.
Ir a las sesiones me destruía, remover todo eso otra vez me hacía mierda… Pero me di cuenta que sacándolo todo afuera, que exteriorizando lo que me pasaba, podía comenzar a sanar.
Claro que fue y es un proceso demasiado complicado, pero hoy hace un mes que no me hago daño.
Pedro prácticamente vivía en mi casa y estábamos por quedarnos dormidos.
- Pau. ¿Te puedo hacer una pregunta?
- Sí.
- A pesar de haber dejado de lastimarte... ¿Te seguís odiando como antes?
-Suspiré.- Es una pregunta difícil de responder.
- ¿Por qué?
- Porque no sé, aunque creo que no.
- ¿Te estás dando cuenta, por fin, que sos hermosa?
-Sonreí.- No sé si tanto.
- Sí, tanto. –Me besó.-
Con nuestras manos unidas, dejamos la bolsa allí y cerramos con fuerza el agüero. Él no me dijo más nada y me abrazó.
- Gracias. –Le dije.-
- Nada que agradecer, estoy muy orgulloso de vos. –Dijo haciéndome caminar hacia atrás.-
- Vos me ayudaste muchísimo. –Y entramos a mi departamento.-
- Pero vos lo hiciste.
- Sola no hubiese podido.
- ¿Hace cuánto no te lastimas?
-Suspiré.- Hoy hace un mes.
-Sonrió y me besó.- Me hace muy bien saberlo.
-Sonreí.- A mí me haces bien vos. –Lo besé y nos abrazamos.- Gracias, de verdad.
- Te amo tanto. –Besó mi cuello y sonreí.-
- Te amo mi amor.
Nos separamos un poco y nos besamos.
Ir a las sesiones me destruía, remover todo eso otra vez me hacía mierda… Pero me di cuenta que sacándolo todo afuera, que exteriorizando lo que me pasaba, podía comenzar a sanar.
Claro que fue y es un proceso demasiado complicado, pero hoy hace un mes que no me hago daño.
Pedro prácticamente vivía en mi casa y estábamos por quedarnos dormidos.
- Pau. ¿Te puedo hacer una pregunta?
- Sí.
- A pesar de haber dejado de lastimarte... ¿Te seguís odiando como antes?
-Suspiré.- Es una pregunta difícil de responder.
- ¿Por qué?
- Porque no sé, aunque creo que no.
- ¿Te estás dando cuenta, por fin, que sos hermosa?
-Sonreí.- No sé si tanto.
- Sí, tanto. –Me besó.-
- Para, de verdad… Me estoy dando cuenta que no soy
tan mierda como pensaba.
-Acarició mi mejilla.- Te cambió la mirada.
- ¿De verdad?
- Sí, esos ojitos tristes ya no están.
-Sonreí.- Me salvaste. –Lo besé.-
- No, no fui yo.
- Sí, fuiste vos.
- No, para mí no. Sola no hubiese podido y lo sé muy bien.
- Yo solo te di la mano.
-Lo llené de besos.- Hoy hice algo raro.
- ¿Qué cosa?
- Me compré una remera de color. –Reí.-
- Ah, bueno… ¡Me muero por verte con eso!
-Volví a reír.- Y me parece que voy a hacer otra cosa.
- ¿Qué?
- Me compré una crema para las cicatrices, eso es una boludes en realidad,
porque las marcas las voy a tener siempre…
- ¿Pero qué vas a hacer?
- Teñirme, aclararme el pelo. ¿Me quedará bien?
- Hermoso te va a quedar.
-Sonreí.- ¿De verdad?
- Sí… -Acarició mi pelo.- Pero te lo tenes que soltar un poco.
- Lo sé, es una excusa para sacarme el rodete. –Reí.-
- Me encanta, me encanta.
- Quiero verme mejor también, no solo estarlo.
- Está perfecto, yo te apoyo en todo… Hasta que te quieras hacer un arcoiris en
la cabeza.
-Largué una carcajada.- Sos un tarado.
- Respeto che.
- Bueno, bueno. –Lo besé.- Vos mañana tenes que trabajar.
- Y vos que ir a la universidad.
- Es la última semana. –Suspiré.-
- ¿La semana que viene rendís?
- Sí, nunca rendí tantos finales.
- ¿Pero viste qué ibas a poder?
-Sonreí.- Regularicé todas las materias, es una locura.
- Solo tenías que confiar en vos.
-Lo besé.- Vos confías en mí y eso me hace confiar en mí misma.
-Sonrió y me besó.- Tengo un plan.
- ¿Cuál?
- Después de que termines de rendir… Puedo pedirme unos días en el laburo y nos
vamos a algún lado, bien lejos, a pasar año nuevo juntos. ¿Queres?
-Sonreí.- Me encantaría. Hace años que no festejo.
- Creo que esta vez tenes motivos para festejar. ¿No?
- Muchísimos. –Nos besamos.- Pero dale, dormí nene.
- No me dejas.
- ¿Yo no te dejo?
- Me estás besando y no puedo negarme.
-Reí y le di un beso.- Listo, ahora dormí.
- Mmm…
- ¡Dale!
-Rio.- Bueno che, no me retes. –Reímos y nos dimos otro beso.-
Yo apagué la luz y nos acomodamos para dormir.
- Que descanses Pepe.
- Vos también Pau.
Cada noche que me dormía sin llorar sentía que era un logro. La noche era mi
momento preferido para hacerme daño y siempre que pasaba un día limpia de
heridas, me dormía con una sonrisa… Y más, si él estaba a mi lado.
Mi alarma sonó y Pedro ni se enteró. Reí y me acosté sobre su cuerpo.
- Buen día señorito. –Dije llenándolo de besos.-
- Mmm…
- Dale que vamos a llegar tarde.
- Si llegar tarde es consecuencia de que mi mujer me llene de besos, poco
importa.
Sonreí muerta de amor y llené de besos su cara y su cuello. Me abrazó y reí.
- Pepe, en serio. ¡Despertate!
-Rio.- ¿Desayunamos juntos?
- Obvio, dale.
- Ya voy.
-Reí.- Voy al baño, cuando vuelvo tenes que estar levantado.
- Okei, okei.
Le di un último beso y me levanté para buscar mi ropa y fui al baño. Me cambié,
con mi remera nueva, y me acomodé un poco.
Cuando salí del baño, era obvio, Pedro seguía acostado.
- ¡Pedro! –Dije agarrando una almohada.-
- ¡Paula! –Dijo haciéndome burla.-
Sin decir nada, comencé a golpearlo con la almohada.
- Abrí los ojos por lo menos.
Pedro me miró y sonreí.
- Pero qué linda estás.
-Sonreí.- Te espero en la cocina. Cinco minutos te doy.
- Bueno.
Reí y me fui a preparar el desayuno, él me sorprendió abrazándome por la
espalda y besando mis hombros.
- Buen día. –Dijo.-
- Buen día remolón. –Respondí riendo.-
- Estás muy linda.
-Sonreí.- Gracias mi amor.
Desayunamos juntos y luego fuimos hacia la parada, ya que él trabajaba cerca de
mi universidad y viajábamos juntos.
- Qué tengas un buen día. –Me dijo en la puerta de la universidad.-
- Gracias, vos también. –Sonreímos y nos dimos un beso.-
Y nos separamos, para cada uno seguir su día.
Tiro todo eso y con la ayuda de Pepe va a mejorar aun mas. Abrirse con el sobre lo que le paso ya habia sido un gran paso, y esto es otro paso gigante mas. Juntos van a lograr superar esto que atormenta a Paula.
ResponderEliminarQue bueno que se esté recuperando!!!
ResponderEliminarQue bueno que se esté recuperando!!!
ResponderEliminar