domingo, 6 de diciembre de 2015

Mangas largas III.

- ¿Cocinamos algo? –Me preguntó.-
- Mmm… ¿Qué?
- No sé. ¿Qué tenes?
-Reí.- Sabes que en mi casa no hay mucho.

- ¿Puedo abrir la heladera?

- Obvio tonto.


Pedro abrió la heladera mientras yo lo miraba y acomodaba mis puños.

- ¿Vivís del aire?
-Reí.- Como muy mal.
- No pensé que tanto.
-Volví a reír.- Como mucha fruta, hoy me comí lo último que quedaba.
- ¿Y qué comemos entonces?
- Mmm… Hay milanesas en el freezer.
- Ah, por lo menos algo tenes.
-Reí otra vez.- ¡No seas malo!
-Me besó.- ¿Queres milanesas?
- Sí, dale.

Pusimos las milanesas al horno y cuando quise ir al living, me abrazó por la espalda. Besó mi nuca.

- ¿Qué pasa?
- Tenía ganas de abrazar a mi novia. –Sonreí y posé mis manos sobre las suyas.- Hoy no te escapas.
- ¿De qué? –Pregunté asustada.-
- No te hagas la tonta.
- ¿De qué? –Reiteré.-
- De que hablemos.
-Suspiré y me solté de él.- Me puedo escapar si quiero.
- Mmm…
- ¿Mmm qué?
- No seas así.
- No quiero enojarme.
-Suspiró.- ¿Ponemos la mesa mejor?
- Sí.

Sin decir más nada, puse la mesa mientras él daba vuelta las milanesas.

Estaba preocupada. Muy preocupada, no quería hablar. No quería mostrarme vulnerable frente a alguien, no quería que supiera cuánto me odiaba ni cuánto daño me hacía.

Comí, sin ganas y con un nudo en el pecho que no me dejaba respirar.

Él lavó los platos mientras yo estaba acomodando la cocina.

- Tengo sueño. –Dije.-
- Dormimos toda la tarde.
-Me encogí de hombros.- ¿Y?
- Te conozco… Te estás escapando.
- No voy a hablar. –Sentencié.-
- ¿Por qué sos así?
- No voy a hablar. –Repetí.-
- No puedo estar con vos si no sé lo que te pasa… Veo tus ojitos tristes y no me gusta, quiero ayudarte. –Acarició mi mejilla.-
-Mis ojos se llenaron de lágrimas y me crucé de brazos.- Es que nadie puede ayudarme.
- ¿Por qué estás tan segura?
- Porque lo sé. –Bajé mi mirada.-
- ¿No confías en que yo puedo hacerte bien?
- Vos me haces bien… Creo que solo estoy bien cuando estás cerca de mí.
- ¿Y entonces? –Preguntó tomándome por el mentón, para que lo mire.-
- Entonces quedate conmigo, sin hacer preguntas.
- Llevamos meses juntos.
- Lo sé.
- Siento que el hecho de que no quieras estar conmigo es por eso que te pasa.
-Suspiré.- Soy una mina complicada… Ya te lo dije, si no queres estar conmigo prefiero que te vayas. –Hice una pausa.- Vos me importas de verdad y si sufrís al lado mío, prefiero que nos separemos, vas a sufrir un tiempo y después vas a olvidarte.
- Separarme de vos no es una opción. 
- Hablar para mí tampoco lo es.
- ¿Por qué?
- ¡Porque no!
- No seas chiquilina.
- Vos no te metas en lo que no te importa.
- Vos sí me importas.
- Pero es algo mío.
- Justamente por eso.
- Me siento como el orto en esta situación. –Dije ya llorando, muerta de miedo.-
- ¿Por qué mierda no confías en mí?
- No es que no confíe en vos.
- ¿Entonces qué es?
- Que no confío en mí.
- ¿Podes decirme que te pasa?
- No.
- Dale mi amor, te lo suplico.
- No. –Repetí.-
- ¡Paula!
- ¿Qué?
- Te pones en actitud de pendeja.
- Quizás lo sea.

Corrí a mi habitación y allí me encerré. Trabé la puerta y me dejé caer al suelo, ahogada en llanto. Temblando.

- Siempre haces lo mismo. –Dijo del otro lado de la puerta.- Cuando no queres hablar, te encerras. –Suspiró.- Pero esta vez va a ser distinto, porque no pienso moverme de acá.
- En algún momento te vas a cansar de hacerlo.
- Puede que me canse de esperar.
- ¿Ves?
- Pero no me voy a cansar de amarte, y si me quedo acá es justamente porque te amo.
- No podes amar esta mierda que soy.
- ¿Por qué sos así con vos?
- Porque es la verdad. –Sequé mis lágrimas.-
- Te amo como nunca lo hice con nadie.
- No seas novelero.
- Te juro que es así.
- Perdón, pero no puedo entender como alguien puede amarme tanto cuando yo me odio tanto.
- Mi amor… ¿Me abrís? Por favor.
- ¡No!
- Quiero abrazarte.
- Me vas a llenar de preguntas que no quiero responder.
- ¿Por qué?
- Porque me da vergüenza.
- ¿Y así?
- ¿Así cómo?
- Sin mirarnos… Capaz te sea más fácil.
- No, no quiero que lo sepa nadie.
- Tarde o temprano, por más que no lo cuentes, lo voy a descubrir.
- ¿Por qué decís eso?
- Porque cada día te conozco más.
- ¿Y eso que tiene que ver?
- ¿Me contas?
- Basta Pedro.
- No me voy a mover de acá.

Escuché que se sentó en el suelo y golpeé con fuerza el piso, lo cual hizo que me ardiera demasiado la nueva herida, aquella que me había generado esa tarde.

Las lágrimas salían sin piedad de mis ojos y eso reflejaba mi estado interior. Me estaba terminando de destruir, sentía que si alguien más lo sabía iba a ser eso: terminar de destruirme.

Prefería esconderme detrás de mi coraza y de mis mangas largas.

- Mi amor… -Dijo.-
- Basta Pedro.
- ¿Me abrís al menos?
- Te dije que no.
- Quiero darte un abrazo.
- Ya me dijiste eso.
-Suspiró.- Estás llorando demasiado.
- Ya lo sé.
- Por eso quiero abrazarte. Me parte el alma que llores así.
- ¿Ves? Si hablo voy a hacerte mal y no quiero.
- La incertidumbre me hace peor.
- Andate a tu casa, te juro que es lo mejor.
- Te dije que no voy a moverme de acá. En algún momento vas a tener que salir.
- No me expongas así.
- Lo único que quiero es ayudarte, estar con vos. ¡Lo único que quiero es que confíes en mí!
-Suspiré y sequé mis lágrimas.- Me hace mierda esto.
- ¡Por eso Paula!
- No voy a hablar, no me vas a convencer.
- ¿Es tan grave lo que pasa?
- Sí, es horrible.
- ¿Involucra a alguien más?
- No, solo a mí.
- ¿Entonces por qué no podes contarme?
- Porque no quiero cagarte la vida y no quiero que lo sepas. Fin.
- Nunca me cagarías la vida.
- No te lo voy a contar. No sé en qué idioma queres que te lo diga.
- ¿Lo vas a esconder toda la vida?

Me quedé en silencio.

- Yo quiero estar con vos para siempre.
- No podes decir eso, me conoces hace apenas unos meses y ni siquiera intimaste conmigo.
- No me importa eso, porque no amo tu cuerpo… Amo lo que sos, tu alma.
-Suspiré, muerta de amor.- Sos muy tierno.
- Dale. ¿Me contas?
- ¡Basta Pedro!
- Eso me lo dijiste muchas veces.
-Reí, pero a los segundos me llené de furia… Sí, así de ambivalente era. Revoleé un almohadón a la ventana y me puse de pie, destrabé la puerta, pero sin dejarlo pasar.- ¿Queres saber qué me pasa? –Grité temblando.-
- Por favor mi amor.
- Me corto Pedro. ¡Me hago mierda! –Dije y me dejé caer al suelo, sin que me importara más nada.-

4 comentarios: