domingo, 6 de diciembre de 2015

Mangas largas IV.


Lo sentí abrir la puerta y yo estaba hecha un bollito, en el suelo.


- Es eso Pedro, nada más ni nada menos. –Dije dándole la espalda.- Si queres irte a la mierda, te juro que te voy a entender. Hace 7 años que lo hago, hace 7 años que me detesto y es algo que ya no puedo revertir.


Él no dijo nada y me extendió su mano.

- Veni… -Me susurró.-
- ¿A dónde?
- Te quiero dar un abrazo. ¿Me dejas?

Sonreí a medias y tomé su mano, me levanté y lo abracé escondiendo mi cara en su hombro y rodeando su cintura casi sin fuerza, llorando como pocas veces en mi vida. Sus brazos me rodearon protectores y tiernos a la vez, por mi espalda.

Yo me sentía caminando en medio del abismo, inestable y al desnudo. 

- Perdón. –Le dije.-
- No, shh… -Acarició mi espalda y besó reiteradas veces mi cuello.- Primero trata de tranquilizarte. ¿Sí? –Rozó mi cuello con su nariz.- Porque así, no podemos hablar de nada.
-Suspiré.- Gracias.
- ¿Por qué?
- Por no dejarme sola.
- Nunca te voy a dejar sola.

Sonreí y me abrazó aún más fuerte. Cerré mis ojos con fuerza e intenté inhalar profundo. 

Al contrario de lo que creía que iba a suceder, me sentía liberada.

No sé cuánto tiempo pasó y tampoco me importaba. Me llevó abrazada a la cama y prendió el velador, ya que estábamos a oscuras. 

Nos sentamos en la cama y sin decirle nada, me quité mi buzo, quedándome solo con mi musculosa negra y bajé la mirada.

- Esta es la realidad. –Dije y la realidad era que no podía mirarlo a los ojos.-

Pedro tomó mis manos y llenó de besos mis brazos, luego llegó a mi cuello y luego a mi boca.

- ¿Por qué lo haces? –Preguntó acariciando mi mejilla.-

Yo no respondí, solo volví a ponerme el buzo.

- No sé.
- ¿No sabes?
-Suspiré.- Porque me odio.
- ¿Por qué tanto odio? 
- Porque soy una mierda.
- Para mí sos hermosa.
- Solo para vos.
- ¿Solo para mí?
- Sí. –Suspiré y me acosté en la cama, mirando al techo. Él se sentó a mi lado, con su espalda contra la pared. Yo estaba a lo largo de la cama.- Perdón, pero si queres la verdad, no soporto mirarte. Me muero de vergüenza.
- No me pidas perdón. –Tomó una de mis manos y la posó sobre mi panza, entrelazando nuestros dedos.- Yo te escucho.
- Todo empezó en el secundario, vos sabes que me trataban horrible.

Llegar a la escuela otra vez y tener que enfrentarme con ese grupo tan asqueroso. Entrar al aula oscura y sentarme en el primer banco contra la ventana, ese era mi banco y claro que no lo compartía con nadie. Dejar de la mochila en la silla de al lado y esperar a que venga el profesor con mi cabeza escondida entre mis brazos, que estaba sobre la mesa.

- ¡Parece que se quedó toda la noche deseando tener una vida de verdad! –Dijo Jerónimo.-
- Para mí, que se quedó toda la noche hablando con su novio imaginario. –Agregó Joaquín.-
- ¡Tengo una mejor! –Dijo Agustina.- Para mí, que no durmió porque la mamita la bañó.

Y todos se morían de risa.

- ¿No te aburrís de esa cara de orto Paulita? –Dijo Dominique.-
- ¡Qué vida de mierda tenes morsa! –Gritó Lucía.- ¿Por qué no tratas de bajar de peso mamut? ¿Tu mamita no te enseña a comer bien? ¡Ah, no! Cierto que es igual de gorda que vos.
- ¡Y encima de gorda, una nerda y chupa culo de los profesores! –Gritó Micaela.- ¿De verdad no te aburrís ballenato?

Escuchar, escuchar todas esas palabras que entraban a mi cuerpo como si fuesen balas.

- El primer día lo hice para desquitarme, empezó como algo momentáneo… Pero con el tiempo descubrí que eso me hacía sentir bien.
- ¿Te hace bien? –Preguntó sorprendido.-
- En el momento sí, porque me olvido del dolor interno y de todo el odio, solo me concentro en el dolor y en el placer que me genera esa idea. –Hice una pausa.- No pretendo que me entiendas, sé que es raro. 
- Seguí… -Dijo apretando mi mano.-
- Mi vieja era superprotectora al mango y nunca entendí por qué, solo lo hacía para el afuera, porque en mi casa no me hablaba ni siquiera. Aunque no suene lindo, mis viejos no me quieren, les caí de casualidad y me tuvieron solo porque tienen un poco de buenas personas… 
- ¿Cómo podes estar tan segura?
- Me lo dijeron Pedro. –Suspiré.- Y no tengo más familia.
- Pau… -Acarició mi mejilla.-
- Dejame seguir.
- Está bien.
- Nadie me quería, nadie me daba la mano, nadie me enseñó a quererme… Todos me incitaban a odiarme y de hecho, lo lograron. Te juro que me miro al espejo y me doy asco, me detesto. Me miro al espejo y me odio, no me gusta lo que veo. –Hice una pausa porque el llanto no me dejaba seguir.- Lograron que me desprecie, lograron que todos los días tenga que convivir con el ser que más odio en este mundo, que soy yo.
- ¿Y la comida? ¿No te hiciste daño de esa manera?
- No, eso no. Soy así de desordenada y como sano, pero no, nunca hice nada. De verdad. –Sequé mis lágrimas con mi mano libre.- Pero me odio y no puedo evitarlo, así como tampoco puedo evitar lo que hago. Estoy enferma, te juro que lo sé, pero no sé cómo revertirlo. Sola no puedo.
- Yo voy a ayudarte.
- Te vas a cansar.
-Me obligó a que lo mire.- Te amo Paula. Te amo. –Susurró y me besó.- Y si nunca nadie te extendió la mano, yo voy a ser el primero.
- Te amo mucho. ¿Sabes? –Lo besé.- Pero perdón si desconfío, es que mi ex cuando se la vio venir fea, desapareció.
- ¿Se lo contaste?
- No, siempre me escondí los brazos.
- ¿Pero estuviste con él?
- Sí, nunca dejé que me sacara la remera. ¿Ves que estoy enferma?
- Ay, mi chiquitita. Veni…

Hizo que me sentara a su lado y me acostó sobre su cuerpo, haciendo que mi cabeza quede sobre su pecho y que su mano libre llené de pequeñas caricias mi cuello y mi nuca.

- No estás más sola, te lo prometo.
-Besé su brazo.- Gracias, de verdad.
- Sh… Intenta relajarte, te va a hacer bien dormir.
- Mmm… Creo que me va a costar.
- Yo me quedo con vos.
- ¿Estás cómodo así?
- Sí. ¿Vos?
- También.

Besó mi frente y sonreí.

- Vale mucho para mí que no te hayas ido a la mierda, de verdad mi amor.
-Me abrazó fuerte.- Nunca te voy a dejar sola, te lo prometo.
- Es que no sé cómo frenar.
- Ya vas a poder.
- Mi cuerpo está lleno de marcas.
- Ya te dije que te amo por lo que sos, no por tu cuerpo.
- ¿Ves que tenía razón?
- ¿Con qué?
- Con que no soy linda.
-Rio y me besó.- Sos la mujer más linda de todas… -Volvió a besarme.- Pero me refiero a que si tenes los brazos llenos de marcas o si el día de mañana tu piel se arruga. –Reí.- Yo te voy a amar igual y siempre vas a ser hermosa para mí.
- Sos muy tierno, muy increíble y muy irreal. –Dije riendo.-
- No, soy de verdad eh. 
- Gracias.
- Shh… -Llenó de besos mi cuello.-
- Te juro que no sé cómo hacer para dejar de odiarme.
- Yo te voy a enseñar.
- ¿Vos?
- Sí, así como aprendí a amarte yo a vos… -Me besó.- Vos podes amarte a vos misma.
- Lo veo complicado.
- ¿Alguna vez intentaste mirarte al espejo sin escuchar lo que otros dicen? ¿Alguna vez intentaste conocerte a vos misma silenciando todo y escuchándote solo a vos?
- Mmm… No.
- Ya vas a poder hacerlo.
- Te juro que creí que cuando terminara el secundario todo iba a pasar, pero no… No solo que no pasó, sino que empeoró. Lo mal que me va en la universidad me frustra y me hace odiarme aún más.
- Date tiempo.
- ¿Cuánto?
- Todo el que necesites.
- Creo que va a ser demasiado.
- Poco o mucho, mi mano siempre va a estar acá. –Dijo uniendo su mano a la mía.-
- Ay, te amo. –Lo besé.- No te das una idea de cuánto.
-Sonrió y me besó.- Te amo bonita. –Volvió a besarme.- No te olvides de que podes contar conmigo. –Negué con mi cabeza y me abrazó.-



4 comentarios:

  1. Es lo mas este Pedro!!! mimiroxb

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  2. Que bueno que Pau pueda abrirse con el que tanto la quiere y la respeta ♡

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  3. Que amor Pedro! Un gran paso haberle contado para que la pueda ayudar!
    Escribis genial! ;)

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  4. Que lindo capitulo! Me encanta la historia!❤

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