lunes, 18 de abril de 2016

Coincidir.

Salió de aquel departamento con una furia que sinceramente desconocía en ella. Antes de hacerlo, revoleó su juego de llaves sobre la mesa ratona de vidrio. La mesa no se rompió de casualidad, simplemente.

Quería romper cualquier cosa que se le cruzara. Quería romperlo a él.

Pegó un portazo que posiblemente haya retumbado en todo el edificio y decidió bajar por las escaleras, corriendo… Tratando de desquitarse, al menos un poco.

Ya en la vereda, miró llena de bronca el edificio y especialmente aquel balcón.

“No vas a volver a entrar, nunca más.” Se dijo a sí misma.

Comenzó a caminar (o a correr) en ninguna dirección. Solo necesitaba que su cabeza no estallara en mil pedazos.

Fueron varias cuadras, no las contó. Llegó a una plaza y se dejó caer en un banco, el lugar estaba lleno de gente, pero la realidad era que eso no le importaba demasiado y tampoco les estaba prestando atención.

Se sentía aislada.

Y ahí estaba, con sus calzas negras y sus zapatillas deportivas. Un buzo violeta largo y ancho, con sus manos sostenía los puños. Notó que su maquillaje estaba corrido al secarse sus lágrimas con aquellos. En su pelo tenía un rodete, o al menos eso tenía antes de salir. Quizás ahora era otra cosa.

Él, salió de aquel edificio con una decepción y un odio hacia sí mismo que nunca había creído posible.

Lo que siempre tanto había temido estaba sucediéndole y era mucho peor de lo que había podido imaginar, incluso en sus peores noches.

De alguna manera lo presentía, digamos que siempre había tenido esa particularidad de poder percibir algunas cosas del futuro… Como si fuera un sentimiento muy fuerte en su pecho que no podía negar aunque quisiera.

Había que empezar todo de cero. Otra maldita vez.

Pasó por un kiosko a comprarse un atado de cigarrillos. Hacia mucho no fumaba, pero en ese momento lo necesitaba. Cuando quiso prenderse el primero notó que no tenía encendedor, asique se compró uno en el siguiente kiosko y por fin pudo volver a sentir ese humo recorriendo su cuerpo.

Ese humo que podía calmarlo, al menos un poco.

Caminó desganado y sin rumbo mientras disfrutaba de aquel grandioso humo.

Dio varias vueltas por la ciudad mientras continuaba fumando uno a uno los cigarros.

Estaba cansado, asique decidió frenar en una plaza. Se paró a un costado, contra un poste y visualizó el lugar.

Siempre le había parecido increíble como cada uno vivía en su mundo llevándose por delante a todo y a todos.

El egoísmo humano era demasiado.

Vio a una chica sentada en un banco, con sus piernas cruzadas sobre él y aunque estaba lejos, la notaba llorar. Se acercó lentamente hasta quedar delante de ella.

- ¿Un pañuelo o un pucho? ¿Qué preferís?

La chica rio un poco y levantó su mirada hacia él.

- No hace falta, no te preocupes.
- Estás llorando.
- Sí. ¿Y?
- ¿No puedo preocuparme?
- Mmm… No me conoces.
- ¿Y eso qué tiene que ver?
- Le importo poco a los que me conocen, no me quiero imaginar a vos.
- Pensar así es un error. ¿Te puedo ayudar en algo?
- Un pucho.
- Toma, el último. –Dijo dándoselo.-
- Si es el último, no.
- Me acabo de fumar todo el resto, agarralo, dale.
-Sonrió.- Bueno, gracias.

Ella agarró el cigarrillo y él lo encendió.

- ¿Puedo?
- Sí, sentate. –Y probó el cigarrillo por primera vez.-
-Se sentó a su lado.- ¿Cómo te llamas?
- Paula. ¿Vos?
- Pedro.

Se hizo un silencio y Paula dio la segunda pitada de su cigarrillo.

- ¿Se puede saber por qué lloras?
- Digamos que me acaban de dejar después de casi 4 años de relación con quién creí que era el amor de mi vida.
- Ufff, heavy.
- Nunca creí que iba a pasarme.
- ¿Te puedo dar una simple opinión?
- Sí.
- Si las cosas no tiene que ser, no son… Y eso no es algo que uno pueda cambiar, muchas personas se van y otras vienen, la vida es así. Algunos dejan cosas lindas, otros cosas feas, pero todo es enseñanza.
- ¿Decís?
- Eso me gusta creer.
- No lo sé.

Paula se encogió de hombros y se hizo un silencio entre ambos.

- Vos tampoco estás bien. ¿No?
- Acaban de echarme por tercera vez del trabajo.
- ¿A qué te dedicas?
- Se supone que soy diseñador de interiores, pero empiezo a aceptar que no sirvo para esto.
- ¿Por qué? No digas eso.
- Es la tercera vez que me echan.
- Quizás porque no conocieron tu potencial.
- No creo tener potencial.
- Todos tenemos un potencial para algo, y ese algo es lo que nos gusta.
- ¿Y a vos? ¿Qué te gusta?
- En este momento me encantaría dejar de llorar.

Tiró el resto de su cigarrillo a la vereda y lo apagó con su pie.

- ¿Puedo hacer algo para que te tranquilices un poco?
- ¿Algo como qué?
- ¿Puedo?
- Mmm… Sí, pareces bueno.

Los dos rieron tímidamente y Pedro se acercó a ella para abrazarla.

- Gracias. –Susurró ella.-
- Nada que agradecer, abrazar siempre hace bien.
- Nunca creí que un desconocido podía acercarse y preocuparse por mí.
- Que feo prejuicio.
- ¿No crees que la gran mayoría somos así?
- Sí, pero la gran mayoría no son todos.
- En eso tenes razón.

Se quedaron en silencio y abrazándose durante varios minutos, o al menos eso fue lo que percibieron ellos.

- Gracias. –Dijo Paula separándose un poco de él.-
- Nada que agradecer Paula.

Y aunque quizás era un poco desubicado, él se animó a secar las lágrimas de aquella chica con sus dedos.

Paula tomó las manos de él y entrelazaron sus dedos, sin darse cuenta.

- ¿Es la primera vez que alguien se va de tu vida?
- No. –Respondió ella.-
- ¿Y nunca te diste cuenta de que siempre que se va alguien llega otro?
- Mmm…

Paula se detuvo algunos segundos y recordó algo que le había dolido demasiado. Hacia dos años se había peleado demasiado fuerte con su mejor amiga de toda la vida, a la
que consideraba su hermana y sabía muy bien que no había vuelta atrás…

Y ahí pudo notar que justo en aquel momento cuando aquella amiga se había ido, había llegado a su vida alguien demasiado importante. Al entrar en la universidad conoció a Malu (como ella la apodaba) y realmente la sorprendía como se habían hecho tan cercenas en tan poco tiempo. Sinceramente nunca ninguna de sus amigas la había conocido ni bancado tanto.

Quizás no era tan errada aquella frase que decía que… “Un clavo saca otro clavo.”

- Ahora que lo pienso, tenes razón. –Dijo ella.-
- ¿Sí?
- Sí. –Sonrió.-

Él volvió a secar sus lágrimas, acariciando suavemente sus mejillas.

Se acercaron lentamente (muy lentamente quizás) hasta que por fin la distancia que había entre sus labios se acortó por completo.

Era bastante loco como hasta hacia algunos minutos los dos tenían la necesidad de destruir al mundo para poder desquitar tanta bronca e impotencia… Y como ahora los dos se habían tranquilizado tanto.

La vida a veces es demasiado rara.

¿Nunca se pusieron a pensar que quizás si no coincidían en ese momento exacto con esa persona ahora las cosas serían distintas?

¿Nunca pensaron cómo serían sus vidas si hubiesen nacido a algunos kilómetros de donde lo hicieron?

¿Hubieran conocido a las mismas personas?

¿Ustedes serían las mismas personas?



-



¡Hola! Otra historia cortita, prometo que cuando pase la primer etapa de parciales subo una historia más larga. Espero que les guste y comenten.



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14 comentarios:

  1. Muy linda historia! mimiroxb

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  2. Me encanto este corto!!! Muy lindo! ❤

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  3. Que lindo! Es muy loca la historia pero siempre todos coincidimos en un lugar, nuestros caminos se cruzan y ya no sos el mismo que antes!

    "Fue un placer coincidir en esta vida... 💖"

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    1. Justamente lo escribí pensando en esa frase! Gracias 💕

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  4. Que lindo corto Cami!!! me gusto mucho la historia. Extraño un monton tus novelas, te juro :(. Besos

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    1. Gracias! Supongo que en algún momento volveré, o eso intentaré (: Un beso!

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