domingo, 3 de abril de 2016

Vuelvo a vos I.

- Buen día. -Dije entrando a mi nueva oficina de trabajo.-
- Buen día. -Respondió y levantó su mirada.- ¿Pedro Alfonso? -Preguntó sorprendida.-
- ¿Paula Chaves? -Pregunté de la misma manera y reímos.- ¡Wow!
- ¿Vos sos mi nuevo compañero de trabajo?
- Efectivamente.
- ¡Bien ahí! Veni, sentate.

Yo la saludé con un beso en su mejilla y me senté frente a ella.

- ¿Cómo estás tanto tiempo Pepe? ¿Te siguen diciendo así? -Reí.
- Sí. ¿A vos Pauchi?
- Ajam. -Sonreímos.- No me respondiste como estás.
- Como se puede. ¿Vos?
- Igual...
- ¿Qué te parece si ahora trabajamos y después almorzamos juntos?
- Dale, acepto.
- ¿Me contas un poco qué onda acá?

Paula comenzó a comentarme sobre el trabajo en aquella redacción y sinceramente no podía despegar mis ojos de ella, particularmente de sus ojos y de sus labios. Era muy raro estar nuevamente frente a ella, pero sin dudas era hermoso. Un mimo entre tantas negativas.

Redactamos un par de crónicas de la sección policial del diario. (Ambos éramos especialistas en la materia)

Luego, un rato después del mediodía, nos dirigimos a un bar cercano para cumplir con nuestro almuerzo pactado.

- ¿No abandonaste la vida vegetariana? -Rio.-
- No. ¿Vos seguís siendo fan de los asados?
- Exacto.
-Reímos.- Me imagino que seguís escuchando tu música zen y seguís con tus clases de yoga.
- Y seguro vos seguís con tus bandas metaleras.
-Reímos y nos quedamos mirando.- Bueno, por algo nos separamos Pepe. Chocábamos demasiado y no por esas boludeces.
- Es cierto.

Nos quedamos en silencio y comenzamos a comer.

- ¿Queres contarme por qué estás como podes?
- Mmm… Problemas amorosos. ¿Vos?
- Uf, lo mismo. ¿Quién empieza?
- Primero las damas.
-Rio.- Nada, básicamente creo que no paso por la puerta de los cuernos que tengo.
- ¿Tanto?
- Sí, y no me da orgullo decirlo.
- No tiene que ver con vos eso.
- Sí, no le fui suficiente.
- Dudo que así sea.
- ¿Por qué lo decís?
- Porque sos mucho más de lo que un hombre busca.
- ¿Y no crees que en este tiempo puedo haber cambiado?
- La esencia de uno nunca cambia.
- ¿De verdad crees eso?
- Sí. ¿Vos no?
- No sé, en este momento no sé nada. Ese tipo me dejó muy confundida.
- No te merecía.
- ¿Alguien me merece?
- Yo creo que sí.
- No sé. –Se encogió de hombros.- Ahora te toca a vos.
- ¿Qué cosa?
- Contarme…
- Ah, cierto. –Reímos.- En realidad, no hay mucho que contar.
- No, ahora me contas.
- Es que se fue, desapareció… De un día para el otro.
- ¿Sin decirte nada?
- Nada. Dos años de relación.
- Capaz es como habíamos dicho aquella vez.
- ¿Qué dijimos?
- Que no estábamos hechos para el amor.
- Éramos dos pendejos Pauchi.
- Lo sé, pero esa frase sigue retumbando en mi cabeza.
- ¿Por qué?
- No importa.
- Mmm… Sí, importa.
- No, no quiero que lo sepas.
- ¿Por qué?
- No me indagues Pedro.
- Está bien, perdón.
- Mejor pido la cuenta.

Paula pidió la cuenta y aunque no quiso, invité yo. Volvimos a la oficina en silencio y ella se sentó frente a la computadora.

- No quise incomodarte. ¿Me perdonas?
- No pasa nada.
- ¿Segura?
- Sí.

Pero nunca me miró.

- ¿Me miras?

Ella suspiró y giró su cabeza.

- ¿Qué pasa? –Preguntó.-
- ¿Es raro volver a vernos, no?
- Muy, no sé si estaba preparada.
- Creo que yo tampoco.
- Igual, no es que no me guste… Bah, no sé.

Bajó su mirada.

- No voy a hacerte nada malo.
- Lo sé Pedro, no es eso.
- ¿Y qué es?
- No quiero que lo sepas.
- ¿Por qué?
- ¡Basta!

Volvió su mirada a la computadora y suspiró. Noté sus miradas llenas de lágrimas, yo cerré la puerta de la oficina y caminé hasta estar detrás de ella. Posé mis manos en sus hombros y ella suspiró profundamente.

- Yo tampoco te olvidé Pauchi.
- ¿Tanto hablan mis ojos?
-Reí.- Sé leerlos todavía.

Paula posó sus codos en el escritorio y escondió su cara en mis manos.

- Estoy muy rota en este momento como para que te aparezcas de repente.
-Reí.- Capaz, esto tenga un por qué.
- ¿Cuál es la razón de tus manos en mis hombros?
- ¿Te molesta?
- No sé…
- ¿Qué no sabes?
- Nada en este momento.

Besé su mejilla, estando detrás de ella y sus ojos se cerraron.

- Pepe…
- ¿Qué Pauchi? –Pregunté en su oído y se le escapó una sonrisa.-
- No hagas esto.

Hice que girara, ya que estaba en una silla de computadora y quedamos frente a frente. Apoyé mis manos en los posa-brazos de la silla y ella me miró inclinando su cabeza hacia arriba.

- No te pases. –Me dijo.-
- Si no fuese mi primer día de trabajo…
- Pero, lo es.

Me acerqué a ella y besé sentidamente tu frente.

- Mejor volve a tu lugar Pepe.
- Está bien, tenes razón.

Volví a mi silla e intenté leer lo que habíamos escrito, pero no podía. Tomé su mano sobre la mesa y la acaricié.

- Capaz de verdad nos cruzamos por algo.
- No es momento de hablar. –Me respondió.-
- Es verdad.
- Mejor trabajemos, dale.
- Es que tenes los ojos llorosos.
- Perdón.
- No pidas perdón tonta.
- Mejor me voy.
- ¿A dónde te vas a ir?
- Tengo que llevarle esto al jefe de la redacción.
- No te escapes.
- Trabajamos en la misma oficina, creo que va a estar complicado.

-

Agarré los papeles y me levanté. Sí, mi jefe aún tenía la manía de leer todo en papel. Odiaba lo digital.

Subí por las escaleras, solo para tratar de poner mi mente en blanco… Pero sí que era una tarea complicada. Le dejé los papeles y salí de la oficina. Me apoyé contra la pared y suspiré profundo. Me sentía mareada y confundida.

No entendía nada.

¿Qué hacía acá y ahora?




-

Nuevo corto, 6 capítulos. Espero que les guste y comenten ☺

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