Al día siguiente, yo ya estaba en mi oficina, había sucedido un accidente muy grave aquella mañana a primera hora y estábamos tapados de laburo.
- Buen día Pepe, buscate unos cafés y veni que tenemos un día heavy. –Le dije sin mirarlo.-
Pero, él no me respondió. Se sentó frente a mí como desganado y nunca levantó su mirada. Lo miré y me extrañé.
- ¿Pasa algo?
- ¿Hay alguna lista de heridos o fallecidos?
- Todavía no. ¿Por qué?
Y cuando me miró noté sus ojos desbordados de lágrimas.
- Mi hermana estaba en ese tren. –Dijo temblando.-
Yo tomé su mano sobre la mesa y la presioné.
- Tranquilo, todavía no hay nada.
- No me responde las llamadas, nada… No sé qué hacer.
- Venir es lo mejor que pudieras haber hecho, acá vas a saber qué pasó.
- Pero siento que necesito estar allá.
- Estar allá no sirve de nada. ¿Queres un poco de agua?
- Por favor.
Yo me puse de pie, le serví un vaso de agua del dispenser y se lo dí. Me senté en el escritorio, frente a él.
- Tranquilo Pepe, confía en que está bien.
- Tengo una sensación horrible. –Dijo y tomó un poco de agua.-
- Tenes que ser positivo. –Acaricié su pelo.-
- No sé si puedo.
- Hagamos algo.
- ¿Qué?
- Yo subo y pregunto si hay alguna lista, porque la verdad es que yo estaba tratando de reconstruir y no me fije en eso.
- Por favor.
- Ahora vengo, tranquilo. ¿Sí?
- Eso intento.
Salí de mi oficina y fui hasta la oficina de mi jefe.
- Rubén, perdoname que te moleste, pero… ¿Hay alguna lista de heridos o fallecidos?
- ¿Para qué la necesitas?
- ¿Viste Pedro? ¿El chico que arrancó a trabajar ayer?
- Sí.
- Bueno, su hermana estaba en el tren y no saben nada.
- Es una lista no oficial.
- No te preocupes, no la voy a usar para el diario.
- Confío en vos Paulita. –Dijo dándome los papeles.-
- Gracias.
Agarré la lista y no me animé a mirarla sin Pedro, volví a mi oficina y él estaba en un sillón de dos cuerpos que había a un costado. Allí solía hacer entrevistas. Me senté frente a él y tomé su mano.
- Acá la tengo.
- ¿Y?
- No me animé a leerla Pepe.
- Hacelo, por favor.
Yo comencé a leer, rogando no encontrar su nombre, pero cuando la leí entre los fallecidos sentí un nudo en la garganta y mis ojos se llenaron de lágrimas.
- ¿Está ahí Paula? –Me preguntó temblando.-
Yo asentí mirándolo, dejé los papeles a un lado y sin decirle más, lo abracé contra mi pecho. Lo sentí largarse a llorar, con una angustia que nunca había sentido en una persona.
- No puede ser Paula, no puede ser.
- Lo siento mucho, de verdad.
Pedro se aferró aún más a mí, rodeando mi cintura con sus brazos y yo lo abracé más fuerte.
- Trata de respirar Pepe, por favor. –Le dije después de un rato.-
- Te juro que no puedo.
Hice que se separara un poco de mí, tomándolo por sus mejillas. Sequé sus lágrimas e hice que cerrara sus ojos, pasando mi mano sobre ellos. Llevé mi mano a su corazón y tomé su mano con mi otra mano libre.
- Respira, seguime a mí. –Dije y respiré profundo.-
Pedro lo hizo un par de veces conmigo y luego abrió sus ojos.
- Gracias. –Dijo.-
- Hey, nada que agradecer.
- ¿Podes avisar que me voy? Si me quieren echar, no sé, que lo hagan.
- ¿Cómo te van a echar?
- Es mi segundo día.
- No te preocupes, yo aviso que te fuiste y hago el laburo de los dos.
- ¿Segura?
- Sí, no pienses en eso ahora. ¿Tenes el mismo número de siempre?
- Sí.
- ¿Te molesta si a la noche te llamo?
- Todo lo contrario.
Le sonreí de costado y lo abracé por el cuello.
- Yo sé que ahora no podes hacer más que llorar, pero tranquilo, confía en que el tiempo a veces cura…
- Gracias, de verdad.
- Sh… -Besé su mejilla.- Anda, dale.
Nos separamos un poco y quedamos muy cerca.
- Ahora estoy convencido de que apareciste en el momento indicado. –Dijo temblando.-
-Acaricié su mejilla.- Tranquilo, porque así no te dejo ir manejando a ningún lado.
- No sé cómo tranquilizarme.
- ¿Queres que te acompañe?
- ¿Podes?
- No, pero no importa.
- No pongas en riesgo tu laburo.
- No importa eso ahora Pedro.
- Pero…
Me puse de pie y agarré mi cartera.
- Dale, así no podes ir solo a ningún lado.
Él asintió, se puso de pie y lo abracé de costado, por los hombros. Salimos del lugar y caminamos hasta su auto.
- ¿Queres que maneje yo?
- ¿Lo harías?
- Obvio, dame las llaves.
Nos subimos a su auto, él en el asiento del acompañante y yo en el del conductor. Manejé hasta el hospital en donde llevaban a las víctimas y cuando estacioné, casi por impulso lo tomé por la nuca y le dí un suave beso en sus labios.
- Ay, perdón. –Dije separándome de él, con vergüenza.-
Él no dijo nada, solo me tomó por las mejillas y volvió a besarme.
- Gracias Pauchi. –Acarició mi nariz con la suya y mi estómago estaba enloquecido.-
- Soy una desubicada.
- Todo lo contrario. –Volvió a besarme.-
- Anda mejor, y cualquier cosa llamame. Ahora te mando un Wap para que me agendes.
- Yo tampoco te borré de mis contactos eh.
Yo reí tímidamente y le dí otro beso.
- Dale, anda Pepe.
Él asintió, bajó del auto y yo también lo hice. Le dí las llaves y nos dimos un último beso.
- Tranquilo. ¿Sí?
- Intento.
- ¿Queres que entre con vos?
- No, anda que te matan.
- ¿Seguro?
- Sí, ya hiciste mucho.
- Puedo hacer más.
- Anda, de verdad.
- Te voy a llamar.
- Está bien.
Besé sentidamente su mejilla y me fui. Volví a la redacción antes de que me mataran y trabajé todo el día, pero en el fondo nunca pude dejar de pensar en él.
Salí de allí cerca de las 8 de la noche.
“Pepe, por fin pude salir de la redacción. ¿Dónde estás? ¿Cómo estás?”
“En mi casa.”
“¿Estás solo?”
“Sí.”
“¿Queres que vaya?”
“Me haría muy bien.”
“¿Me pasas la dirección?”
Que feo lo que le paso a la hermana de Pepe :c y ellos no dan más ♡
ResponderEliminarQue triste! Pobre pepe
ResponderEliminarTriste la noticia pero hizo que los uniera más!!!
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