viernes, 22 de abril de 2016

Desequilibrio.

Caminaba de un lado al otro, temblando y con la cajita vacía en mi mano.

Pensaba y estaba segura de que en ese último tiempo solo había estado con ese chico, aquella vez que estábamos bastante pasaditos de alcohol.

Suspiré antes de ingresar al baño y al ver el test tan nítido me sostuve con la pared para no caerme al suelo.

¿Positivo? ¡Positivo y de un tipo que vi un par de veces en mi vida!

Sí, me gusta y siempre me gustó... Por eso esa noche estuve con él, para sacarme las ganas, pero claro estábamos tan en pedo que lo hicimos sin forro.

¡La puta madre! Pensé y me largué a llorar, llamé por teléfono a Male y le rogué que viniera a mi casa.

- ¿Qué pasa Paula?
- Esto pasa. -Dije mostrándole el test.-
- ¿De quién?
- Pedro.
- ¿No tenes dudas?
- No estuve con nadie más.
- ¿Segura?
- Sí boluda.
- Tenes que decírselo.
- Para que pueda procesarlo yo primero.
- Procesenlo juntos.
- Es un pibe que me calienta, nada más. -Suspiré.- Es cualquier cosa esto.
- ¿Queres que lo llame?
- ¡No! Te llamé para tratar de tranquilizarme, no para que me pongas más nerviosa.
- Bueno, pero para un poco, porque negarlo no sirve de nada.
- No lo estoy negando.
- Pedro tiene que saberlo.
- Más adelante.

¿Más adelante? Esa misma noche estaba en su casa, con una crisis de llanto que no podía controlar.

En realidad, nunca me podía controlar. Desde los 15 años (o sea hace 10) que vivo con unos cambios de estado anímico constantes, tomo pastillas de todo tipo y color, pero aún así cuando la situación me supera no sirven de nada. Tomo anti depresivos, ansiolíticos, tranquilizantes y demás.

No, no era una mujer normal, más bien todo lo contrario. Vivía con un desequilibrio constante.

No, no podía tener un hijo siendo así.

Y allí estaba, tocando desesperadamente el timbre de la casa de Pedro. ¿Quién era Pedro? Un compañero de la facultad, que resultó ser amigo de Male... Pero, solo eso. Sí, siempre me había encantado, pero nada más. Además, yo no podía enamorarme de nadie, no sabía cómo hacerlo y mucho menos alguien podía enamorarse de esta mierda que intento ser.

Pedro abrió la puerta y sin decirle nada, entré en su casa. Él cerró la puerta y me miró.

- ¿Qué pasa Pau? -Preguntó con una calma que me ponía aún más nerviosa.-
- Necesito decirte algo.
- Primero tranquilizate un poco. -Dijo posando su mano en mi brazo.-
- No puedo.
- ¿Queres un poco de agua?
- Estoy embarazada y es tuyo.
- ¿Eh? ¿Qué decís?
- Lo que es.
- No, no puede ser.
- Ojala, pero es Pedro.
- ¿Y estás segura de que es mío?
- No estuve con nadie más, te lo juro.
-Suspiró.- Bueno, para, tranquilizate un poco.
- No pensaba decírtelo tan pronto, pero me salió venir. -Le dije secando mis lágrimas.-
- ¿Cuándo te enteraste?
- Hoy me hice el test.
- ¿Y no fuiste al médico, no?
- Apenas puedo mantenerme de pie.

Pedro me abrazó e internamente se lo agradecí.

- Tranquila. -Dijo acariciando mi espalda.-
- No puedo estar tranquila.
- Pero no te sirve de nada ponerte así.
- Es que vos no sabes nada de mí, yo no puedo hacerme cargo de un bebé... Con demasiada voluntad y ayuda, con viento a favor, puedo hacerme cargo del desequilibrio emocional que soy.

Me separé un poco de él.

- Mejor me voy.
- No Pau, mira como estás. -Secó mis lágrimas.- Además, es muy tarde.
- Me voy a ir igual.
- ¿No me aceptas ni un poco de agua?

Y al final no sé como pasó, pero me quedé dormida en su casa, aunque no volvimos a tocar el tema.

Me desperté al día siguiente y luego de mandarle un mensaje a Male, estaba decidida a hacerlo.

Caminé en medio de un llanto que me ahogaba y temblando de pies a cabeza, a lo que me pasaba había que sumarle que la noche anterior no había tomado mi medicación.

Caminé, caminé y caminé. Me sentía mareada y mi celular no dejaba de sonar, de no ser que la plata no me sobraba, lo hubiese tirado abajo de un auto.

Seguí caminando tratando de evadir esa maldita canción que tenía de ringtone y frené en un kiosko a comprarme una gaseosa porque de verdad sentía que me caía redonda al piso, mientras esperaba el vuelto silencié el celular y continué caminando.

(No, no me había dado cuenta que era tan lejos)

Aún así, continué caminando hasta que por fin llegué. Temblaba cada vez más, no sabía ni como me llamaba en aquel entonces.

Revoleé la gaseosa vacía a la calle y un auto la pasó por encima, destruyéndola.

"Lo voy a hacer, esto es un error Male."

Y cuando estaba guardando el celular en mi bolsillo, sentí una mano en mi brazo.

- Llevate todo flaco. -Le dije pensando que me iba a robar.-
- Soy yo Paula.

¿Pedro? ¿Qué? ¿Qué hacía acá?

- ¡Dejame Pedro! -Le dije tratando de evadirlo.-
- No, vos te venís conmigo.

Me hizo caminar con él hasta su auto e ingresamos allí.

- ¿Qué ibas a hacer Paula?
- No me hagas decirlo.
- ¿Qué ibas a hacer Paula? -Repitió.-
- Sacármelo.
- ¿Abortar?
- Sí. -Dije tapando mi cara con mis manos.-
- ¿Por qué Paula? -Me preguntó con lágrimas en los ojos.-
- Porque no puedo.
- ¿Por qué no podes?
- Basta.
- Ya lo sé igual, solo pretendo que seas sincera.
- ¿Cómo lo sabes?
- Male me avisó y me contó muy por encima, sino no te estaría tratando con tanta calma.
- Tengo un desequilibrio anímico desde los 15 años.
- ¿Debido a?
- Cuando descubrí que mi vieja tenía un amante empezó todo. Vivo empastillada Pedro. ¡No puedo tener un hijo! Encima con vos que todo bien, pero casi ni nos conocemos.

Pedro me abrazó y besó dulcemente mi cuello.

- Tranquilizate Pau.
- Me siento flotando en el medio del vacío.
- No estás sola.
- Casi no nos conocemos Pedro.

Se separó un poco de mí y secó mis lágrimas con sus dedos.

- Pero, podemos conocernos... Como papás de un bebé, como amigos, como una mujer y un hombre y... ¿Quién te dice nos terminamos enamorando? -Reí.- Tranquila. -Besó sentidamente mi frente.-
- ¿Enamorarnos?
- ¿Quién te dice?
- Dudo que alguien pueda enamorarse de este desequilibrio andante que soy.
- Yo te considero una persona muy linda.
- No me conoces.
- Pero te digo que quiero conocerte.

Yo sonreí y se hizo un silencio

- ¿Te puedo invitar a desayunar?
- Mmm... Sí, podes.
- Entonces te invito.

Nos pusimos los cinturones de seguridad y Pedro arrancó el auto.

Fuimos hasta su casa y allí desayunamos al lado del ventanal, eso me había tranquilizado bastante.

Pedro tomó mis manos y dio un beso en cada una de ellas.

- Vamos a poder, te lo prometo.
- No puedo equilibrarme sin pastillas.
- Yo sé que podes.
- Voy a ser siempre un desequilibrio.
- No estés tan segura de eso, dale.

Se acercó a mí y me refugié en sus brazos.





-





Un corto que escribí en el verano y me gusta mucho, espero que a ustedes también. ♥

4 comentarios:

  1. Re lindo pero me deja intrigada como es realmente el final. Me quede con ganas de leer mas.

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    1. El final es a libre interpretación de ustedes, jaja! Gracias!

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  2. Cuando va a hacer el día que hagas una novela de cada uno de tus cortos Cami :( ahre ♡

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    1. Jajajaja, últimamente no tengo ni tiempo de escribir cortos, imaginate novelas :(

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