martes, 5 de abril de 2016

Vuelvo a vos III.

Abrí la puerta y ni bien la vi, la abracé lo más fuerte que pude.

- Gracias por venir.
- No iba a dejarte solo. –Dijo abrazándome con fuerza.-

Nos quedamos allí durante varios minutos y luego ingresamos en mi casa.

- ¿Qué pasó al final?
- Hasta mañana no entregan los cuerpos. Ya le avisé a todos y hablé con una funeraria. –Dije con un hilo de voz.-
- ¿Y tus viejos?
- Están volviendo.
- ¿Siguen viviendo en Brasil?
- Sí. –Suspiré.-
- ¿Puedo quedarme esta noche con vos? No quiero que estés solo.
- Me haría muy bien.
- ¿No comiste nada, no?
- No.
- ¿Qué te parece si te das una ducha y mientras yo preparo algo?
- No tengo hambre.
- Te va a hacer mal Pepe.
- De verdad, no quiero.
- ¿Ni aunque haga la salsa que tanto te gustaba?
- ¿Seguís haciéndola?
- Obvio, y no podes negarte. ¿Tenes fideos?
- Sí.
- ¿Y espárragos?
- También.
- Entonces te vas a bañar y yo cocino. No acepto un no de respuesta.

No pude evitar que se me escapara una risita y me fui a bañar.

Cenamos juntos y más tarde, yo estaba en mi cama, sin poder dejar de llorar. Paula se acercó a mí, se arrodilló en el suelo y acarició mi pelo.

-

- Me mata que llores así. ¿No puedo hacer nada por vos?
- Estás haciendo demasiado.
- Yo no lo siento así.
- Pero es así.
- ¿Te incomoda que me acueste con vos?
- Nunca me incomodaría eso.

Yo me quité mis zapatillas, me acosté frente a él y acaricié su cara con mis dedos.

- Gracias por estar, me gustaría hablar de muchas cosas con vos, pero sinceramente en este momento no puedo.
- A veces las palabras sobran Pepe.

Me acerqué aún más a él y llené de besos su cara, empezando por su frente, siguiendo por sus mejillas, su nariz y su mentón. Luego, besé detrás de sus orejas y terminé en su cuello. Apoyé mi cabeza en su pecho y cerré mis ojos. Sentir el latido de su corazón otra vez era lo que necesitaba. Todo seguía como siempre.

- Dormí que no das más. –Dijo acariciando mi pelo.-
- ¿Y vos?
- Dudo que pueda dormir.

Subí mi mano desde mi hombro hasta su sien.

- Dale, trata de dormir, al menos un rato. –Besé su pecho y lo miré.- Veni…

Me acomodé e hice que apoyara su cabeza en mi pecho.

- Trata de descansar, dale.

-

Sentí sus manos comenzando a masajear mi cabeza y en ese momento sentía que el tiempo no había pasado.

- Ojala no te vayas nunca más. –Dije acurrucándome en ella.-
- Ojala vos no me sueltes nunca más.

Nos abrazamos y supongo que al rato nos quedamos dormidos.

Me desperté en medio de la madrugada y me fui a la cocina para no molestarla, tomé un poco de agua y volví al cuarto. Me senté frente a ella y acaricié su pelo.

Claramente había aparecido en el momento que más la necesitaba. Me dolía el cuerpo, el corazón y el alma. Era un dolor físico y psíquico realmente insoportable, pero tenerla a mi lado me tranquilizaba.

- Pepe… -Dijo entre dormida.-
- Seguí durmiendo Pauchi.
- ¿Qué hora es?
- Cinco y media.
- Mmm… ¿No queres que desayunemos?
- Dormí un rato más, dale.

Se sentó frente a mí y refregó sus ojos.

- Mejor comemos algo y me voy al laburo.
- ¿Segura?
- Sí, dale.

Desayunamos juntos y cuando estábamos en la puerta. No pude evitar besarla y arrinconarla contra la pared.

- ¿Qué haces? –Rio.-
- Lo que siento. ¿Está mal?
- Mmm…

Me abrazó por el cuello y escondió su cara en el hueco de mi hombro.

- Me encanta. –Dijo a mi oído.-

Me separé de ella y volví a besarla.

- Te extrañé demasiado… Nunca creí que iba a volver a verte. –Dijo.-
- Me pasa lo mismo. –Sonreímos y nos besamos.- No te dejaría ir otra vez.
- Tengo miedo de que estemos siendo muy impulsivos.
- ¿Y cuándo no lo fuimos?
- Por eso nos separamos Pedro.
- Estamos más grandes, distintos.
- Puede ser.
- Si no nos olvidamos en todo este tiempo, dudo que haya algo que pueda romper nuestro amor. ¿No crees?
- Tenes razón.

Volvimos a besarnos y sentirla otra vez no podía ser tan hermoso.

- Anda que no quiero que llegues tarde. –Le dije.-
- Si lo necesitas. ¿Me prometes que me llamas?
- Te lo prometo.
-Sonrió.- Acordate eh.
- Me acuerdo.

Nos dimos un último beso y abrazados caminamos hasta la puerta. Nos besamos otra vez y ella se fue.

-

Luego de trabajar toda la mañana, le escribí a Pedro.

“No quiero molestar, pero… ¿Cómo estás Pepe?”

“No molestas nunca Pauchi. ¿La verdad? Hecho mierda.”

“Llora si lo necesitas.”

“No puedo dejar de hacerlo.”

“¿Con quién estás?”

“Con mis viejos.”

“Entonces anda con ellos.”

“Estamos por ir al velorio, no sé cómo sostenerlos ni como sostenerme.”

“Hay veces que no se puede, simplemente hay que atravesar el dolor.”

“Tenes razón.”

“Aunque duela, es la verdad.”

“¿Esta noche podemos vernos?”

“Si queres.”

“Por favor.”

“Puedo ir a tu casa si queres.”

“Te voy a estar esperando.”

“Ahí voy a estar.”

“Gracias, en serio.”

“Un beso enorme y fuerzas.”

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