domingo, 20 de septiembre de 2015

Reencontrarse IV.


Me desperté y ya no estaba allí, suspiré y fui a buscarlo. Lo escuché llorar en el baño y toqué la puerta, como no dijo nada, entré.


Pedro estaba apoyado en el lavatorio, en cuero. Llorando frente al espejo. Sin decirle nada, caminé hasta estar detrás de él y lo abracé por la espalda posando mis manos sobre su pecho. Besé su espalda varias veces y apoyé mi mejilla allí.



- Gracias. –Dijo posando sus manos sobre las mías.-
- Yo estoy con vos. ¿Sabes?
- Perdón.
- ¿Por qué?
- Por lo de hoy.
- Ya pasó mi amor.
- No quiero que volvamos a pelearnos.
- Eso no va a pasar, tranquilo. Y la que te tiene que pedir perdón, soy yo.

- Perdón mi amor, pero tengo que irme.
- ¿Por qué tenes que irte? ¿Por qué tenes que dejarme acá solo? ¿Por qué me haces esto Paula? 
-Suspiré y deje caer algunas lágrimas.- No puedo quedarme sola.
- ¿Sola? ¿Sola? ¿Yo que soy?
- No es por vos Pedro.
- ¿Y por qué es?
- Mis viejos no quieren que me quede sola.
- ¿No te parece que sos lo suficientemente grande ya?
- ¡Pero mi viejo tiene que ir a laburar ahí!
- Está bien Paula, hace lo que quieras. –Secó sus lágrimas.-
- Perdón mi amor.
- ¡No me digas más mi amor!
- Me duele todo esto.
- Porque a mí no eh. –Dijo irónico.-

Me acerqué a él y sequé sus lágrimas con mis dedos.

- Ojala puedas olvidarte de mí, no quiero que sufras.
- Me enamoré de vos Paula.
- Lo sé, yo también me enamoré de vos.
- ¿Entonces por qué carajo haces esto?
- Porque no puedo quedarme.
- ¿Tan poco soy para vos?
- ¿Por qué decís eso?
- Porque me estás dejando solo y en el peor momento de mi vida.
- Sabes como son mis viejos…
- Y también sé como sos vos.
- ¿Y cómo soy?
- Cuando queres algo, te plantas y lo conseguís.
- Pero esta vez no puedo.
- ¿Lo intentaste?
- Obvio que lo intenté Pedro.
- Prefiero que te vayas ahora, no quiero verte más.

Lo tomé por sus mejillas y lo besé… Sentí sus manos en mi cintura y una respuesta por parte de él en el beso.

- Perdón Pepe… -Susurré entre lágrimas.- Te deseo todo lo mejor.
- No me alcanza que me pidas perdón ni que me lo desees.
- Es lo que puedo hacer en este momento.

Pedro me abrazó y se largó a llorar, aún más.

- No te vayas, te lo ruego.
- No puedo quedarme, no tengo plata, no tengo laburo…
- Quedate acá conmigo.
- No digas boludeces.
- No es una boludes. –Se separó un poco de mí.- Quedate.
- No puedo, te juro que no puedo.
- ¡Por favor!
- No llores más porque me matas. –Dije y sequé sus lágrimas.-
- Y vos no te vayas.
- No puedo no irme. –Volví a abrazarlo.- Esta es la última vez que vamos a vernos.
- No, no. Por favor. ¡No!
- Al menos por seis meses no voy a estar en el país… Cuando vuelva ya vas a estar en otra.
- Mi amor… Nunca voy a poder estar en otra.
-Me separé un poco de él.- Olvídate de mí, te mereces ser feliz.

Y le dí un último beso.

- Por favor… -Rosé mi nariz con la suya.- Gracias por haber sido mi primer gran amor. 

Y sin decir más nada, salí corriendo. No soportaba más esa situación.

- Voy a hacer todo lo que tenga que hacer para cuidar esta relación. –Dije y besé su hombro.- Te lo prometo.
-Me miró por el espejo y yo le sonreí.- ¿Me acompañas a un lugar?
- ¿A dónde?
- Al cementerio… -Suspiró.- No pude ir en esta semana y siento que eso me va a ayudar a aceptarlo.
- ¿No pudiste por…?
- Porque no puedo solo y llevarla a mamá la iba a destruir.
- Yo te acompaño.
- Gracias.
- Nada que agradecer. -Besé su hombro.-

-

Caminamos de la mano luego de bajarnos del colectivo y ninguno de los dos decía nada, solo sabía que tenerla de la mano me tranquilizaba… Al menos un poco.

Llegamos y frenamos en la puerta.

- ¿Queres ir solo o queres que te acompañe? –Me preguntó tomando mis manos con fuerza.-
- ¿Me esperas acá?
- Sí amor. –Me besó.- Anda tranquilo y tomate todo el tiempo que necesites.
- Gracias, de verdad. –La besé.-
- No me lo tenes que agradecer. –Acarició mi mejilla.- Dale, anda que yo te espero acá.

Yo le dí un último beso y entré.

Caminé inestable hasta estar frente a él. Me senté en el suelo, con mis piernas cruzadas y respiré hondo mirando al cielo… No pude evitar llorar.

Miré la tumba y sequé mis lágrimas.

- Te juro que no puedo creer tener que venir a verte acá. –Dije con un hilo de voz.- Hola viejo. –Suspiré.- No sé muy bien cómo es esto, pero necesitaba hacerlo… Sé que fue hace poco, pero necesito terminar de soltarte y empezar a aceptarlo, aunque me duela en el alma. –Hice una pausa.- Sé que me va a doler incluso más de lo que me duele en este momento, pero quiero creer que la tristeza no es infinita… Aunque el extrañarte posiblemente lo sea. 

Y me mantuve varios segundos en silencio, un silencio que me perforó el alma.

- Quiero contarte algo… -Dije secando mis lágrimas.- Vine con Pau. –Sonreí.- Sé que eso va a ponerte contento, sé cuánto la querías o la queres, no sé. –Hice una pausa.- Estar con ella es lo que me permite seguir de pie, o como puedo. Mamá se va al campo unos días, sé que eso va a hacerle bien… Pero estoy seguro de que va a ser la próxima en visitarte. 

Sequé mis lágrimas y abracé mis rodillas.

- No soporto estar acá. –Dije entre lágrimas.- Pero te prometo que la próxima vez que venga voy a estar más entero, o eso quiero creer. –Me paré.- Te amo viejo y te extraño.

Y salí casi corriendo, me acerqué a Pau y la abracé con las pocas fuerzas que me quedaba. Ella me abrazó por el cuello y besó mi mejilla.

- Sacame de acá Pau. –Supliqué.-
- Veni mi amor…

Me llevó abrazándome por el costado hasta una plaza que estaba a un par de cuadras. Nos sentamos debajo de un árbol, uno al lado del otro y contra el tronco. Tomó mi mano y entrelazó sus dedos con los míos, apoyó su cabeza en mi hombro.

- Mi amor… -Dijo.-
- ¿Qué? –Pregunté y cerré mis ojos.-
- ¿Está bien este lugar?
- Sí. –Besé su frente.- Cualquier lugar con vos está bien.
-Sonrió.- Quiero que estés tranquilo, o lo más tranquilo que puedas.
- Quiero quedarme acá y con vos.

Pau me abrazó por el cuello e hizo que apoye mi cabeza en su pecho.

- ¿Así está mejor? –Preguntó riendo.-
-La abracé por la cintura.- Mucho mejor.
-Besó mi cabeza.- Podemos quedarnos acá todo el tiempo que quieras. –Dijo y con una mano comenzó a jugar con el pelo de mi nuca, con su otro brazo me abrazó.-
- Me tranquiliza escuchar como late tu corazón.
-Sonrió y me abrazó más fuerte.- Sos tan lindo y tierno.
-Sonreí.- Te lo digo de verdad.
- Puedo abrazarte así para siempre si te tranquiliza.
- Gracias.
- Shh…

Cerré mis ojos y me dejé mimar por ella.

Luego de un largo rato.

- ¿Tenes frío, no?
-Rio.- Sí…
- Tenes la piel de pollo.
- Hay mucho viento.
-Me levanté.- Vamos a casa…
- ¿Seguro?
- Sí, dale.

Me levanté y la ayudé a levantarse.

- ¿Estás más tranquilo? –Me preguntó y me besó.-
- Mucho más tranquilo. –La besé.- Gracias.
- Nada que agradecer. –Nos dimos un beso y comenzamos a caminar hasta la parada de colectivos.-
- Igual… Hay algo que me dejaría mucho más tranquilo.
- ¿Qué cosa?
- Saber que no vas a volver a irte.
- No voy a tropezar dos veces con la misma piedra. 

Sonreí y sin que me importe nada que estábamos en medio de la calle, la tomé por la cintura y la besé en medio de la vereda. Ella rio y me abrazó por el cuello.

- Estamos en la calle mi amor.
- Pero te amo y quiero que lo sepa el mundo entero.
-Sonrió.- ¿Me perdonas por haber sido tan idiota?
- Si te quedas conmigo para siempre…
- Para siempre. –Nos besamos y nos abrazamos.- Te amo Pepe.
- Te amo mi amor, te amo. 

Nos abrazamos más fuerte.


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