jueves, 3 de septiembre de 2015

Ser uno mismo VI.


Entramos en su casa, más precisamente estábamos en su living. Yo sentía mis manos transpirar y mis piernas inestables. Todavía no me acostumbraba a estar así con él.

- Sacame esa cara de susto que no te voy a secuestrar eh.
-Reí.- Perdón.
- No pasa nada. Sentate, ponete cómoda.
- Permiso.
- Dale Pau.

Yo reí y me senté en el sillón, Pedro se sentó frente a mí.

- Contame algo de vos… Porque vos sabes mucho de mí…
-Rio.- Tenes razón. ¿Qué queres saber?
- No sé, lo que vos tengas ganas de que sepa.
-Volvió a reír.- Me llamo Pedro, soy psicólogo.
-Reí.- Dale nene.
- No sé qué queres que te cuente.
- Tenes que describirte, como yo hice el otro día.
- Bueno, a ver… -Pensó algunos segundos.- Me considero una persona muy paciente y trasparente. Así como ves que soy en las sesiones, soy con el resto del mundo… O sea, mi modo de hablar, pensar y expresarme. ¿Se entiende?
- Sí, se entiende.
- No es que vivo analizando a la gente. –Reímos.- Pero soy siempre igual.
- Tenes pinta de ayudar mucho a la gente.
- Es mi trabajo…
- Pero digo, por fuera de eso.
- Por fuera de eso ahora te tengo a vos y quiero que sepas que sos mi paciente preferida.
-Reí.- ¿Voy a seguir siendo tu paciente? –Pregunté extrañada.-
- Mmm… Podemos ver como lo arreglamos. –Reímos.-
- Contame algo más. ¿Tu familia?
- Mis viejos, soy hijo único también.
- Uy, es todo un mundo eso… Vos lo debes saber mejor que yo.
-Rio.- No sé, puedo saber mucho de Psicología, pero uno no siempre lo puede aplicar a uno mismo.
- ¿Tenes muchos problemitas ahí adentro? –Pregunté acariciando su sien.-
- Ahora tengo un único problema.
- ¿Cuál?
- Que estás muy lejos.

Mordí mi labio sonriendo y se acercó a mí, para darme un beso.

- Te juro que no quiero interrumpir… Pero si no cierro las ventanas, mi casa se va a inundar.
-Reí.- ¿Te ayudo?
- No, no te preocupes.

Pedro cerró las ventanas de su departamento y volvió al sillón. Sin decir nada, hizo que me acueste y que apoye mi cabeza en sus piernas.

- ¿Qué pasa? –Le pregunté.-
- Mmm… Nada.
-Reí.- ¿Y por qué esto?
- ¿Estás incómoda?
- No, para nada. –Sonreí.-
- Entonces… Sh.

Reímos y besó mi frente.

- A veces quisiera meterme en esa cabecita loca. –Dijo acariciando mi pelo.-
- No, por favor no. –Le respondí.-
- ¿Por qué?
- Me da pánico que alguien pueda conocerme más de lo que yo quiero, lo sabes.
-Acarició mi frente con sus dedos.- Tenes que dejar que la gente te conozca.
- No quiero desilusionarlos…
- Ser vos misma es la mejor manera de no desilusionar a nadie… Siendo vos misma, sobre todo, no te desilusionarías a vos.
-Suspiré.- No sé, es algo que todavía no puedo procesar o aceptar.
- Me gustaría poder seguir conociéndote. ¿Me dejarías?
- Te tengo cerca y te dejo hacer cualquier cosa. –Dije con bastante vergüenza.
- Ay, sos muy linda. –Besó mi nariz y reí.-
- Pero igual, me da miedo. ¿A vos no?
- ¿Qué debería darme miedo?
- Estar enganchándote con una mina tan problemática.
-Rio.- Vos no te das una idea de las cosas que yo veo Pau, lo tuyo puede que sea un problema… Pero es algo que con tiempo se soluciona, no es la muerte de nadie che. –Reí.- Y me gustas así, no puedo evitarlo.
- Vos sos muy tierno. –Acaricié su mejilla y me besó.-
- Vos me haces poner tierno.
- ¿No es que sos siempre igual?
-Rio.- Pero creo que uno es varios a la vez.
- ¿Cómo sería eso?
- Yo no soy el mismo cuando estoy con mis viejos, que cuando estoy con mis amigos o ahora… Cada uno tiene un rol dentro de un grupo o al lado de una persona, uno tiene varias versiones y saca la conveniente en el momento indicado… Pero, todas esas versiones son las que nos hacen ser quienes somos.
- Puede ser, nunca lo había pensado así. ¿Eso de qué libro lo sacaste?
-Rio.- Puede que de alguno, pero es algo que pienso yo igualmente.
- Me gusta mucho escucharte hablar.
- ¿Por qué?
- Admiro tu forma de pensar, creo que eso es lo que más me gusta de vos.
- Nunca me habían dicho algo tan lindo.
-Sonreí.- Es lo que me pasa.
-Me besó.- A mí lo que más me gusta de vos es que sonrías.
-Sonreí y lo tomé por la nuca, para que vuelva a besarme.- No das más de tierno, en serio te lo digo.

Me levanté y nos besamos.

- ¿Queres que almorcemos?
- Mmm… Dale.
- ¿Qué te gusta?
- Un poco de todo.
- La verdad es que, como en casa de cualquier hombre soltero, mi heladera está bastante vacía.
-Reí.- ¿Puedo ver?
- Obvio, vení.

Fuimos hasta la cocina y abrimos la heladera.

- ¡Te cagas de hambre!
-Rio.- Tampoco tanto che… Tengo mucho congelado, lo tiras en la sartén y listo.
- Sos tremendo.
- Soy hombre, entende. –Reímos.-
- ¿Tenes patitas de pollo?
- Son mis preferidas.
- Las mías también.
- Entonces no se habla más… -Abrí el freezer y saqué la bolsa.- Salen patitas de pollo. –Reímos.-

Cocinamos varias y las dejamos en un plato, servimos aderezos y dos vasos de jugo. Así volvimos al living y dejamos la comida en la mesa ratona.

Almorzamos juntos y la realidad era que tenía sueño.

- Se te cierran los ojitos.
-Reí.- Dormí horrible anoche.
- ¿Se puede saber por qué?
- No podía dejar de pensar.
- ¿En…?
- Vos. –Sonreí y me besó.-
- ¿No queres dormir un rato?
- ¿Decís?
- Yo también tengo sueño. Digamos que dejar de pensar en vos tampoco fue fácil. –Reímos y nos dimos un beso.- Pero, capaz te incómoda.
- No, no es eso.
- ¿Dónde quedó la vergüenza?
-Reí.- No sé, igual es solo dormir… ¿O no?
- Dormir es dormir. –Reímos.-

No sé muy bien cómo, pero estábamos en su cama. Acostados, enfrentados. Yo tenía mis ojos cerrados y sentí su mano acariciar mi mejilla y mi cuello.

- ¿Seguro estás bien?
- Sí, estoy bien. –Lo miré.- Me haces sentir bien.
- No quiero que estés incómoda.
- No te preocupes, no lo estoy.
-Me sonrió.- Entonces trata de descansar.
- Vos también.

Y cerré mis ojos… No recordaba cuándo había sido la última vez que me había dormido tan en paz.

- Pau… -Susurró en mi oído.- Perdón que te despierte, pero no deja de vibrarte el celular.
-Abrí mis ojos y lo miré súper dormida.- ¿Qué hago acá?
-Rio.- Nos quedamos dormidos… Toma. –Dijo dándome el celular.-
- Es del laburo. –Dije sentándome.-
- Mmm… Depresión.
- ¿Depresión? ¿Tan mal estoy? –Pregunté riendo.-
- Tuviste un ataque de pánico.
-Reí.- Sos tremendo eh.
- Dale, responde che.

Reí y respondí la llamada, les prometí que le llevaba el certificado médico y me perdonaron el faltazo.

- Me llevas por el mal camino. –Dije riendo una vez que había cortado.-
-Rio y me besó.- Cualquier cosa con tal de que te quedes conmigo.
-Sonreí.- Dijimos que pasábamos el día juntos. ¿Qué hora es?
- Cuatro y media.
- Mmm… Dormimos bastante. ¿No?
- Sí. –Reímos.- Ya paró de llover.
- ¿Eso que quiere decir?
- No, no sé. Nada. –Reímos.-
- ¿Y qué vamos a hacer ahora?
- Besarnos me parece la mejor opción. –Dijo acercándose a mi boca.-


10 comentarios: