domingo, 6 de septiembre de 2015

Ser uno mismo IX.


Algunas semanas después, yo acababa de llegar a su casa y me senté en el diván, pero mirándolo. Suspiré y escondí mi cara en mis manos. Él se sentó a mi lado y me abrazó por el costado.

- Odio tener miedo cada vez que estamos lejos.

Corrió mis manos de mi cara y las besó.

- Tranquila… -Me besó.- ¿No ves que estamos bien?
-Reí.- Me siento una nena y es horrible. –Hice una pausa.- ¿Me das un abrazo?
- ¿Pero qué pregunta es esa?

Reímos y nos abrazamos.

- No quiero reclamarte nada, no estamos juntos hace mucho tiempo… Pero, tengo miedo.
- Me haces muy bien como para arruinar esto que tenemos.
-Me separé un poco de él.- No, pero no es por vos… Es por mí.
-Acarició mi mejilla.- Lo sé. Pero, vuelvo a decirte lo mismo, tenemos que poder ir en contra de ese miedo.
-Suspiré.- Ya sé.
- Dale che. –Y empezó a hacerme cosquillas.-
- No, no vale. –Dije riendo.-
- Lo que no vale es que siempre terminemos en lo mismo. –Y me besó.-
- ¿Cómo pretendes terminar vos? –Pregunté riendo, pero nerviosa.-
- Ah, no sé… Fijate vos.

Tomó mis manos, entrelazando nuestros dedos y besó mi cuello.

- Sos muy hermosa. ¿Sabías? –Susurró en mi oído.-
-Sonreí.- Vos también sos muy hermoso.

Busqué su boca con la mía y nos besamos.

- Tranquila, que no voy a hacer nada que vos no quieras.
-Reí.- Perdón…
- No pidas perdón tonta.
- Hace mucho no estoy así con alguien.
- ¿Te confieso algo?
- ¿Qué?
- Hace mucho tiempo que no estoy con una mujer.

Reímos y nos quedamos en silencio, mirándonos. Él me abrazó y agradecí que lo haga, sus manos recorrieron mi espalda y cerré mis ojos.

- Pero me encantaría estar con vos, porque siento que nos une algo muy lindo…
- No es que no quiero tonto.
-Me abrazó más fuerte.- Ya sé… -Besó mi cuello.- Solo te dije lo que me pasa.
- Es muy lindo lo que te pasa y que me lo digas me encanta. –Me separé un poco para poder mirarlo.-
- A mí me encantas vos.
-Sonreí y lo besé.- Te quiero…
-Sonrió.- Y yo te quiero a vos Pau. –Nos besamos y nos quedamos mirando otra vez. Sus manos apretaron las mías y reímos.- Pienso que sería lindo que podamos seguir con esto. ¿O no?
- ¿Esto? –Reí.-
- Esto, lo que tenemos… Que podamos seguir enfrentando este miedo que tenemos los dos.
- Me cuesta un poco.
- Lo sé, por eso te lo propongo.

Subí mis piernas al diván, flexionadas y apoyé mi mejilla allí. Mirándolo.

- ¿Por qué sos tan paciente conmigo?
- Te dije que era muy paciente.
- Pero… Debes tener a un montón de minas.
- No te creas eh.
- ¡Dale Pedro!
- Puede que tenga muchas opciones, pero yo te elijo a vos.
-Sonreí.- Me matas…
- No, no te mueras. 
-Reímos y cerré mis ojos.- Quiero poder…
- ¿Poder?
- Dejar el miedo atrás.
- Yo puedo ayudarte en eso…
- ¿Cómo?
- Mmm… Así.

Se sentó detrás de mí y me abrazó, hundiendo su boca en mi cuello. Sonreí y busqué sus manos con las mías.

Sus labios subieron con besos por mi mejilla y yo lo miré, girando mi cabeza.

- Me encantan tus besos. –Susurré.-
- A mí me encanta besarte.

Sonreímos y me arrodillé, delante de él. Lo busqué con mis brazos, ubicándolos alrededor de su cuello y lo besé. Sus brazos rodearon mi cintura y nos sonreímos.

- No tiembles…
-Reí.- Siempre que me pasa algo fuerte, empiezo a temblar.
- Ya me dí cuenta. –Reímos y él acarició mi cara con una de sus manos.- Pero no va a pasar nada malo.
-Sonreí.- Lo sé… -Lo besé.- Pero prefiero que me beses.
-Sonrió y me besó.- Sos tan linda…

Y volvimos a besarnos, él cayó sobre mi cuerpo y reímos. Nuestros labios volvieron a unirse y sus labios recorrieron toda mi cara, también mi cuello.

- Pepe… -Susurré.-
- ¿Qué? –Preguntó y me miró.-
-Sonreí.- Nada, solo quería mirarte a los ojos.
- Ay, me vas a matar de amor. –Y me besó.-
-Reí.- Vos me vas a matar a mí. –Volvimos a besarnos.- Quiero confesarte algo que me da vergüenza.
- ¿Qué cosa?
- Siempre quise que estemos juntos en el diván. –Dije con mis mejillas ardiendo.-
- Ay, qué lindo lo que decís.
- ¿Vos nunca lo imaginaste? –Pregunté extrañada.-
- Demasiadas. –Dijo acariciando mis brazos.- Y me gustaría mucho hacerlo realidad en este momento.
- A mí también. –Dije sonriendo y volvimos a unir nuestros labios.-

Su cuerpo caía con fuerza sobre el mío y no solo que no me molestaba, sino que amaba sentirlo tan cerca.

Sus manos subieron por mis brazos hasta mis hombros y yo posé mis manos en su espalda.

Separamos nuestras bocas, solo un poco y sonreímos.

- Ay, sos muy lindo. –Dije y ahora acaricié sus mejillas.-
- Basta de ser tan tierna. –Reímos y nos besamos.-

Me abrazó por mi espalda e hizo que nos sentáramos, yo sobre sus piernas. Mis brazos pasaron por debajo de los suyos y mi boca recorrió su cuello y detrás de su oreja. Él mantenía sus ojos cerrados y tenía una leve sonrisa en su rostro, la cual borré cuando lo besé. Sus manos presionaron con fuerza mi espalda y me obligó a estar más cerca de él, rodeé su cuerpo con mis piernas y acaricié su nuca con mis manos.

Me sentía algo nerviosa, pero sabía que estar con él iba a ayudar al hecho de quitarme el miedo. Además… Claro que lo deseaba.

Mis manos se deslizaron por debajo de su remera y acaricié su espalda, a medida que se la quitaba. Mis dedos recorrieron su pecho hasta sus brazos y lo llené de besos, no me dejó seguir… Porque ahora fue él quien quitó mi remera. Yo acomodé mi pelo en un rodete y cerré mis ojos, como le había dicho… Amaba sus besos.

Besó desde mi cuello hasta mis hombros y todo mi pecho, acariciando mi piel con su barba. Sus manos se dirigieron a mi espalda y desabrocharon mi corpiño, cerré mis ojos y lo ayudé a quitármelo… Sus besos continuaron por allí y ya sentía la temperatura de mi cuerpo elevarse.

Sus labios volvieron a los míos y nos abrazamos con fuerza.

Terminamos de desnudarnos en medio de infinitos besos y a pesar de que en el ambiente hacia frío, sentía mi piel hervir.

Sus manos buscaron las mías y entrelazamos nuestros dedos, su cuerpo estaba sobre el mío y yo me sentía a punto de explotar.

Después de un rato… Estábamos envueltos en una manta, enfrentados y mirándonos. Su mano acarició mi mejilla y sonreí. Tomé su mano y besé sus dedos.

- Quisiera sentirme así para siempre. –Dije y suspiré.-
- Yo quisiera que no tengamos más miedo.
-Sonreí.- Y yo quisiera que me abraces.

Pedro sonrió y me abrazó contra su pecho, rodeando mi cuerpo con sus brazos. Posé mi mano en su pecho y cerré mis ojos suspirando.

- Me estás enseñando que querer no es tan malo como creía.
-Rio y besó mi frente.- ¿Tan malo?
-Reí.- Bueno… Que es hermoso querer, no querer no… -Apoyé mi mentón en su pecho para poder mirarlo.- Quererte.
-Sonrió y acarició mi mejilla.- Qué hermosa que sos.
-Sonreí.- Me siento muy segura con vos, es como que… Cuando estoy con vos no tengo miedo. Quererte me gusta mucho, también me gusta que me quieras.
- Te juro que es mutuo.

Sonreímos y nos acercamos a darnos un beso.

- Ser yo misma estaba más bueno de lo que creía. –Dije.-
-Me abrazó fuerte por la cintura, yo estaba sobre su cuerpo.- Me gustas mucho más siendo auténtica.
-Sonreí.- Gracias…
- ¿Por qué?
- Por ayudarme, siempre.
- Quiero hacerlo durante mucho tiempo…
-Lo besé.- Yo también quiero ayudarte.
- No te das una idea de cuánto me estás ayudando.
- ¿En qué?
- En aprender que querer a una mujer es hermoso… Quererla sin miedo.
-Sonreí.- Ay, me encanta que nos pase lo mismo.

Y volvimos a acercarnos, para besarnos durante un largo rato.


12 comentarios: