sábado, 7 de mayo de 2016

El poder del amor II.

Pau se quedó dormida luego de un largo rato y yo seguía allí, con ella en mis brazos, mirándola y tratando de entender un poco algo.

Era conciente de que muchas veces me cegaba con mi carrera y solamente ponía mis energías en eso, pero nunca creí que ella se sentía así. Muchas veces me lo había dicho, pero siempre creí que eran celos y nada más.

Acababa de caerme la ficha y sentía bronca e impotencia contra mí mismo.

Esa mujer era lo más importante que tenía… Y saber que había una probabilidad de embarazo me ponía la piel de gallina, también claro que me llenaba de miedo…

Pau giró y me miró.

- ¿Qué pasa gorda? –Pregunté acariciando su cara.-
- ¿No dormís?
- Estoy desvelado.
- Veni, acostate conmigo.

Paula se acomodó boca abajo y yo me acosté a su lado, en la misma posición y posé mi mano en su espalda.

- No quería despertarte, perdón.
- No pasa nada, tampoco estaba durmiendo tan profundo.
- Relajate un poco. –Le dije acariciando su espalda.-
- Complicado en este momento.

Me erguí un poco para llenar de besos su cuello y ella sonrió.

- Dale amor, descansa.
- No te olvides.
- No gorda, te prometo que no.
- No aguanto más con la duda.
- Yo mañana le digo a Clarita, que es la más confiable, que vaya a la farmacia y te lo haces.
- ¿Vos vas a estar conmigo?
- Obvio que sí mi amor.
-Suspiró.- Ay, no sé… No quiero pensar.
- Cerra los ojos y trata de dormir, dale.

Besé desde su cintura hasta su nuca e hice ese recorrido varias veces.

- Te amo. ¿Sabes? –Susurré en su oído.-
-Sonrió.- Te amo.
- Descansa, dale. –Acaricié su mejilla.-
- Vos también.

Besé su frente y al rato, se quedó dormida.

Yo también logré dormir un rato y ni bien me desperté, le pedí a Clarita si por favor podía ir a comprar un test. Confiaba en ella y en su confidencialidad… Si la prensa se enteraba Paula me mataría y con justa razón.

Me lo dio en la mano y yo lo dejé en mi mesita de luz, volví a acostarme al lado de mi mujer y ella abrió sus ojos.

- Buen día gorda. –Le dije.-
- Mmm… Hola. ¿Qué hora es?
- Las once.
- ¿Ya?
-Reí.- Sí.
- Creo que dormí mucho.
- ¿Descansaste?
- Sí, me hizo bien hablar con vos.
-Besé su frente.- ¿Queres desayunar?
- ¿Ya lo compró?
- Sí, acá lo tengo.
- ¿Leíste las instrucciones?
- No.
- ¿Las lees?

Yo asentí y las leí.

- Te lo podes hacer en cualquier momento. –Le dije.-
- ¿Me lo hago ahora?
- Me parece lo mejor.
-Suspiró.- Me muero de miedo.
- Tranquila, yo estoy acá con vos.

Pau se sentó en su cama y se hizo una colita con su pelo.

- ¿Me esperas acá?
- Sí gorda, anda tranquila.

Le dí la cajita y ella la agarró.

- ¿Queres que te acompañe?
- No, prefiero ir sola.
- ¿Segura?
- Sí, esperame acá.
- Bueno, dale.

Le dí un beso en la frente y ella se fue.

-

Entré en el baño y cuando miré el test en mis manos noté que estaba temblando.

Hice lo que indicaban las instrucciones y luego, lavé mis manos, mi cara y mis dientes. Salí y Pedro estaba parado en la puerta.

Sin decir nada, me abrazó por los hombros haciendo que yo quedé contra su pecho y yo lo abracé por la cintura.

No dijimos nada durante los minutos que había que esperar y cuando pasaron, me separé un poco de él y lo miré.

- Tiene que estar. –Dije nerviosa.-
-Me besó.- Veni.

Me tomó de la mano e ingresamos juntos al baño, sinceramente no quería mirar, me moría de miedo sin saber por qué.

- Gorda… -Susurró en mi oído.-
- ¿Qué? No des vueltas.
-Rio.- Vamos a ser papás mi amor, estás embarazada.

Y cuando Pedro dijo eso, mis piernas se aflojaron por completo. Me sentí caer en un vacío extraño, no era feo… Pero sí extraño.

Pedro me abrazó por la cintura y yo me largué a llorar.

- Quedate con nosotros Pedro, te lo suplico.
- Toda la vida mi amor, te lo prometo.

Nos abrazamos con fuerza y él besó mi cuello.

- ¿Estás feliz? –Pregunté.-
- Muy feliz, ya te dije que con vos quiero todo.
-Sonreí.- A veces lo dudaba.
- No lo dudes nunca. ¿Vos estás feliz?
- Sí, es lo que quise toda la vida.

Se separó un poco de mí y me besó.

- Entonces deja de temblar y sonreí.
- Ay, perdón. –Dije secando mis lágrimas.-
- No tenes que pedir perdón. –Volvió a besarme.- Veni conmigo.

Me llevó de las manos a la habitación y nos sentamos frente a frente.

- Tenes que estar tranquila. –Me dijo.- Tenes que cuidar a nuestro bebito.
- Si vos estás cerca, yo voy a estar tranquila.
- Muy cerca voy a estar.
- Te lo suplico.
-Me besó.- No dudes.
- Me siento una nena indefensa que no sabe qué hacer.
- Por lo pronto, deja de llorar. –Dijo acomodando mi pelo y yo reí.- Segundo, vamos a desayunar y tercero voy a llamar a mi médico para que me recomiende alguien de su confianza para que venga y te revise. ¿Te parece?
- Mmm… Sí.
- Tranquila mi amor. Voy a pedir el desayuno y vengo. ¿Dale?
- Está bien.

Pedro besó mi frente y se fue, yo me acosté en la cama y acaricié mi vientre suavemente.

Era algo raro, nuevo… Y lindo.

Cuando volvió a ingresar en la habitación, se acercó a mí, se arrodilló en el suelo y levantó la remera de mi pijama. Unimos nuestras manos allí y nos sonreímos.

- Vamos a estar siempre los tres juntos, te lo prometo mi amor. –Dijo él.-
- Ojala este bebé termine de unirnos.
- Estoy seguro de que así va a ser.

Besó dulcemente mi panza y yo volví a emocionarme.




-

Hola a todos! Aquí la segunda parte de la historia. Me alegra que les haya gustado el primer capítulo.

No se olviden de comentar ☺☺

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