domingo, 29 de mayo de 2016

Sola III.


- ¿Pero por qué decidieron separarse?
- No, no decidimos. Decidí.
- ¿Por qué?
- Porque sí. –Me encogí de hombros.-
- No fue muy inteligente tu decisión.
- Es lo que pude hacer.
- No, no es lo que pudiste… Es lo que quisiste, siempre buscas quedarte sola.
- Decime algo que no sepa.
- ¿Por qué sos tan boluda? Te lo pregunto de verdad.
- No daba para más.
- Vos no das para más.
- Puede ser. –Me encogí de hombros.-
- Paula, ese chico te ama con locura.
- ¿Y qué hacemos con eso Mel?
- ¿Cómo qué hacemos? ¿Sabes lo que cuesta encontrar alguien que nos ame y nos acepte?
- Ya está, le corté.
- Pero, en el fondo no es lo que querías.
- No me enrosques.
- No, no te enrosco. ¡Trato de que abras los ojos!
- Los tengo abiertos.
- ¡Te vas a quedar sola Paula!
- Capaz es lo que quiero.
- No, no es lo que queres.
- Capaz sí.
- Sé muy bien cómo amas a ese pibe.
- Por eso.
- ¿Por es qué?
- Por eso esta conversación se queda acá.

Quise levantarme para irme, pero Melanie me frenó tomándome del hombro.

- Cagame a gritos, llora, golpeame. Hace lo que quieras. ¡Pero de alguna manera tenes que reaccionar Paula!
- ¡Dejame en paz!

Intenté abrir la puerta, pero me lo impidió.

- Deja de boicotearte todo el tiempo.
- ¿Podes dejarme en paz?
- ¡No! Porque soy tu amiga y no voy a dejar que te hagas mierda, aunque me odies. A veces el papel de las amigas es poner a la otra en un lugar incómodo, para que reaccione.
- No rompas.
- Anda a mi cuarto Paula.
- No rompas Melanie.
- No vas a ganar esta vez.
- Nunca gano nada, siempre pierdo todo eh.
- ¿Podes ir a mi cuarto?
- ¡No!
- ¡Vas a ir!

Casi me empujó hasta su habitación y me hizo sentar en la cama.

- ¿Queres tomar algo? –Me preguntó.-
- ¡Irme quiero!

Melanie suspiró, cerró la puerta y se sentó frente a mí.

- ¿De verdad crees que dejarlo estuvo bien?
-Suspiré.- No lo sé.
- ¿No lo sabes o no lo queres reconocer?
- Ay, no me hagas sentir peor.
- Necesito que reacciones.
- Ya sé que soy una boluda, no hace falta que me lo digas.
- ¿Dejarlo estuvo bien?
- No. –Dije ahogada en lágrimas.- Pero con él tampoco estaba bien.
- ¿Por qué?
- Porque no.
- ¿Podes confiar en mí?
- Me da vergüenza.
- Te conozco desde que usábamos pañales Paula. ¿Cómo vas a tener vergüenza conmigo?
- No sé. –Reí.-
- Dale, contame. –Tomó mis manos.-
- Todo el tiempo siento que lo amo más de lo que me ama a mí y no puedo seguir soportando eso. No puedo seguir con algo que no siento equitativo, me hace mierda. –Hice una pausa, tratando de tomar aire.- Y eso me pasa con él y con todos. Siempre siento que me amo más de lo que me aman, que estoy más de lo que el resto está para mí… Y no es culpa de los demás, es culpa mía, por esperar que el otro reaccione como reaccionaría yo y por estar tan vacía. Tan vacía estoy que a cualquier persona que me llena un poquito la hago sentir mi vida entera y no, tengo que aprender que las personas no son tu vida entera, sino un pedazo. –Sequé mis lágrimas.- Siempre quiero entender y asumir que todas las relaciones que tenemos son importantes, como las fichas de un rompecabezas que encajan a la perfección… Pero, la ficha más importante soy yo. Y como yo no me amo, ni me cuido, ni me acepto… Hago eso con todo el resto, de manera desmedida.
- Ay amiga, me partís el alma. –Dijo secando mis lágrimas.-

Yo no le dije nada, solo me acosté en la cama y apoyé mi cabeza en sus piernas.

- No puedo seguir así, le hago mal a él y no lo soporto.
- ¿Él sabe lo que sentís?
- Sí, pobre me insistió tanto que un día exploté.
- ¿Y no hizo nada?
- Sí, pero no es algo del resto. Es algo mío.
- ¿Y por qué no tratas de cambiar?
- No es tan fácil eh.
- ¿Lo intentaste?
- Supongo.
- ¿Supones?
- Ay, no sé. –Dije y volví a sentarme.-

Y en ese momento, sentí vibrar mi celular.

- Es él. –Dije mirando a Mel.- Nos separamos hace una semana y todos los días me pregunta cómo estoy.
- ¿De verdad vas a ser tan boluda de perder a un hombre así?
- No sé qué hacer.
- ¿Estás convencida de que vas a poder sin él?
- No.
- Entonces hace algo amiga.
- Repito: ¿Qué?
- Hablale, siendo sincera.
- No sé. –Me encogí de hombros.-

“Hola Pau. ¿Cómo estás?”

“Hola Pepe… Acá ando, con Mel. ¿Vos?”

“Bien, aunque te extraño.”

“Yo también…”


- No es que nos separamos con pelea ni portazo, fue una decisión que se supone que tomamos juntos porque creemos que estar alejados nos va a hacer bien.
- ¿De verdad lo creen?
- No sé.
- No te quedes esperando a que se vaya.

“Me gustaría que nos veamos, aunque sea a tomar mate, jaja”

“Nos va a hacer mal.”

“A mí vos me haces bien.”

“No creo que sea el momento.”

“¿Más adelante?”

“Quizás…”

“No quiero perderte, aunque no seamos más pareja.”

“Si te veo ahora, me desarmo.”

“Igualmente, no quiero perderme.”

“No me vas a perder.”

“Vos a mí tampoco.”


- No poder perderte a un hombre así Pau.
- Ya sé.

Y dejé caer mi cara contra el colchón.

- Está bien que te tomes un tiempo si lo necesitas, pero no la alargues mucho… Puede cansarse de esperarte.
- Sí, ya sé.

Mel acarició mi espalda y se tiró encima mío.

- Te amo amiga y todo lo que hago o digo es tratando de ayudarte a que estés mejor.
- Lo sé, y te lo agradezco. Yo también te amo amiga.
- ¿Salimos a dar una vuelta? No quiero que sigas llorando.
- Mmm…
- Dale, un ratito por lo menos.
- Ya sé que no te vas a cansar de insistir.
- Me conoces. –Rio.- Dale. ¿Vamos?
- Un ratito.
- Un ratito, lo prometo.


6 comentarios: