Me acerqué a Pedro que estaba en la computadora y lo abracé por la
espalda.
- ¿Qué haces? –Le pregunté.-
- Mmm… Nada. –Dijo cerrando la computadora.-
- ¿Nada?
- No, nada.
Yo suspiré y me senté en la cama que estaba detrás del escritorio, lo hice girar sobre su silla y quedamos frente a frente.
- Si no confías en mí, nunca voy a poder ayudarte.
- Si ya sabes lo que estoy haciendo. ¿Para qué preguntas?
- Porque quiero que me lo cuentes vos.
Pedro suspiró y tomó mis manos.
- Estaba investigando sobre centros de adicciones…
- ¿Y qué leíste?
- Un poco de todo. ¿La verdad? Estoy bastante perdido.
- Podemos ir a los que te hayan parecido más interesantes.
- ¿Para?
- Averiguar, ver cómo son, qué atención ofrecen.
- Puede ser.
Yo me acosté en la cama, la cual era pequeña, de una sola plaza.
- ¿Venís?
- Vamos a estar un poco incómodos. –Rio.-
- Tenerte cerca no me parece para nada incómodo.
Él sonrió y se acostó a mi lado. Quedamos frente a frente y lo besé.
- Me gusta mucho ver que estás empezando a hacer algo. –Dije jugando con su barba.- No te mereces lo que te pasa, no te mereces hacerte mierda así.
- Es que… -Suspiró.- Sabes el motivo.
- ¿Tu familia?
- Es como si necesitara tapar esa herida con algo.
- El alcohol no va a sanar esa herida, todo lo contrario, te hace peor.
- Ya sé, pero en el momento me calma.
- ¿Y no crees que podrías calmar todo eso de otra manera?
- ¿Por ejemplo?
- ¿Nunca pensaste en formar una familia? –Y no pude evitar que se me escapara una sonrisa.- Te juro que lo pienso todos los días.
- Yo así no puedo formar nada.
- Lo sé… -Dije aún jugando con su barba.- Pero, cuando estés recuperado.
- ¿Y si nunca me recupero?
- Confío en vos, en las ganas que tenes de vivir bien… Y en las ganas que sé que están de que tengamos un hijo.
- Me da pánico.
- ¿Qué cosa?
- No poder salir nunca.
Yo suspiré y lo abracé contra mi pecho.
- Vas a poder mi amor, estoy segura.
- Contagiame esa positividad que tenes.
-Reí.- Yo te contagio de todo lo que quieras.
- Te amo. –Dijo acurrucándose aún más en mí.-
- Te amo. –Respondí y besé su frente.-
Nos quedamos un rato en silencio hasta que yo comencé a acariciar su cuello, por debajo de su remera.
- ¿Qué pasa amor?
-Reí.- Pasa que te extraño.
- Ay, sos muy linda. –Dijo comenzando a besar mi cuello.-
- ¿Vos no?
- ¿Qué cosa?
- ¿Qué haces? –Le pregunté.-
- Mmm… Nada. –Dijo cerrando la computadora.-
- ¿Nada?
- No, nada.
Yo suspiré y me senté en la cama que estaba detrás del escritorio, lo hice girar sobre su silla y quedamos frente a frente.
- Si no confías en mí, nunca voy a poder ayudarte.
- Si ya sabes lo que estoy haciendo. ¿Para qué preguntas?
- Porque quiero que me lo cuentes vos.
Pedro suspiró y tomó mis manos.
- Estaba investigando sobre centros de adicciones…
- ¿Y qué leíste?
- Un poco de todo. ¿La verdad? Estoy bastante perdido.
- Podemos ir a los que te hayan parecido más interesantes.
- ¿Para?
- Averiguar, ver cómo son, qué atención ofrecen.
- Puede ser.
Yo me acosté en la cama, la cual era pequeña, de una sola plaza.
- ¿Venís?
- Vamos a estar un poco incómodos. –Rio.-
- Tenerte cerca no me parece para nada incómodo.
Él sonrió y se acostó a mi lado. Quedamos frente a frente y lo besé.
- Me gusta mucho ver que estás empezando a hacer algo. –Dije jugando con su barba.- No te mereces lo que te pasa, no te mereces hacerte mierda así.
- Es que… -Suspiró.- Sabes el motivo.
- ¿Tu familia?
- Es como si necesitara tapar esa herida con algo.
- El alcohol no va a sanar esa herida, todo lo contrario, te hace peor.
- Ya sé, pero en el momento me calma.
- ¿Y no crees que podrías calmar todo eso de otra manera?
- ¿Por ejemplo?
- ¿Nunca pensaste en formar una familia? –Y no pude evitar que se me escapara una sonrisa.- Te juro que lo pienso todos los días.
- Yo así no puedo formar nada.
- Lo sé… -Dije aún jugando con su barba.- Pero, cuando estés recuperado.
- ¿Y si nunca me recupero?
- Confío en vos, en las ganas que tenes de vivir bien… Y en las ganas que sé que están de que tengamos un hijo.
- Me da pánico.
- ¿Qué cosa?
- No poder salir nunca.
Yo suspiré y lo abracé contra mi pecho.
- Vas a poder mi amor, estoy segura.
- Contagiame esa positividad que tenes.
-Reí.- Yo te contagio de todo lo que quieras.
- Te amo. –Dijo acurrucándose aún más en mí.-
- Te amo. –Respondí y besé su frente.-
Nos quedamos un rato en silencio hasta que yo comencé a acariciar su cuello, por debajo de su remera.
- ¿Qué pasa amor?
-Reí.- Pasa que te extraño.
- Ay, sos muy linda. –Dijo comenzando a besar mi cuello.-
- ¿Vos no?
- ¿Qué cosa?
- ¿No me extrañas?
- Siempre mi amor. –Dijo levantándose un poco para poder mirarme.-
- A veces siento que ya ni me miras.
- ¿Vos estás loquita? –Preguntó haciéndome cosquillas.-
-Reí.- No, no sé…
-Me besó.- Sos a lo único que me gusta mirar.
-Reí.- No hace falta que me chamulles igual.
- Es que… -Suspiró.- ¿Ves por qué odio lo que me pasa?
- ¿Por qué?
- Porque lo que menos quiero es que vos te sientas mal, o que no me importas, o no sé…
- Yo no dije eso. Solo dije que extraño que me mires con un poco de deseo…
- ¿Y qué queres?
- ¿Te hago un dibujito o podes deducirlo solo?
Reímos y nos besamos.
- A los dos nos hace bien no pensar por un rato… ¿No te parece?
- En eso tenes razón. –Me besó.- Igual… Hay algo que me hace mejor.
- ¿Qué?
- Vos mi amor.
Yo sonreí y volvimos a besarnos.
Realmente amaba a ese hombre, no me importaba cuántos problemas tenía ni cuan difícil podía ser todo.
Cada vez que me hacia sentir su mujer me daba cuenta de por qué lo seguía eligiendo todos los días. Y no, no pasaba solo por algo carnal, pasaba también porque de verdad sentía el amor que nos teníamos.
Mi cuerpo estaba sobre el suyo, ambos tapados con una sábana y yo con mis ojos cerrados.
Sentí sus dedos acariciar mi espalda y sonreí.
- ¿En qué pensas?
-Reí.- ¿Cómo sabes que estoy pensando?
- Hace muchos años estamos juntos mi amor.
- O capaz soy muy predecible.
-Rio.- No sé, pero siempre que estamos así, estás pensando en algo.
- Pienso en que… -Suspiré.- No me importa todo lo que tengamos que pasar, porque siempre que estamos así me doy cuenta de por qué te amo y por qué te elijo… Porque siempre que estamos así siento el amor que nos une y eso es todo lo que me importa.
-Besó mi frente y me abrazó con fuerza.- No podes ser más hermosa.
- Vos sos hermoso. –Besé su pecho.-
- Quedate acá conmigo.
- No pensaba ir a ningún lado.
- Me da mucha paz tenerte cerca.
Yo sonreí y nos quedamos el resto de la tarde allí.
-
Pau estaba preparando la cena cuando yo me acerqué a ella y la abracé por la espalda.
- Al final estuvo más divertido que salir a caminar. ¿No?
-Rio.- Sí… -Giró su cabeza y nos dimos un beso.-
- ¿Pongo la mesa?
- Dale.
Yo puse la mesa y Pau sirvió la comida, cenamos en medio de una charla muy relajada y con muchas risas. Sinceramente, hacia mucho que no era así y me había hecho muy bien.
Pedimos helado y lo comimos en el balcón, la noche estaba hermosa.
Pau se arrodilló detrás de mí y comenzó a hacerme masajes en el cuello.
- Relajate… -Dijo y besó mi cabeza.-
- ¿Tanto se nota que no doy más de la contractura?
- Me gusta cuidarte…
- Y a mí me gusta que me cuides.
Después de un rato, tomé sus manos e hice que me abrazara por el cuello, estando aún detrás de mí.
-Besó mi mejilla y apoyó su mentón en mi hombro.- ¿Vamos a acostarnos?
- Es temprano amor.
-Rio.- ¿Y si vemos una peli?
- Mmm… Eso puede ser.
- ¿Hacemos pochoclos?
-Reí.- Dale.
Hicimos pochoclos dulces y los pusimos en un pote, nos cambiamos para dormir y nos metimos en la cama con el aire acondicionado.
Pusimos una película de comedia que teníamos grabada.
- Amo escucharte reír así. –Dijo y besó mi hombro.-
- Y yo amo que te rías vos.
Los dos nos sonreímos como dos boludos y nos besamos. La película había terminado y a decir verdad, pocas cosas eran tan interesantes como sus labios.
Su cuerpo estaba sobre el mío y yo comencé a subir la remera de su pijama.
- Una de las sensaciones más lindas del mundo es sentirme tu mujer. –Dijo en mis labios.-
- Y que seas mi mujer no sabes lo hermoso que es.
Sonreímos y volvimos a besarnos mientras yo quitaba su remera.
- Siempre mi amor. –Dijo levantándose un poco para poder mirarme.-
- A veces siento que ya ni me miras.
- ¿Vos estás loquita? –Preguntó haciéndome cosquillas.-
-Reí.- No, no sé…
-Me besó.- Sos a lo único que me gusta mirar.
-Reí.- No hace falta que me chamulles igual.
- Es que… -Suspiró.- ¿Ves por qué odio lo que me pasa?
- ¿Por qué?
- Porque lo que menos quiero es que vos te sientas mal, o que no me importas, o no sé…
- Yo no dije eso. Solo dije que extraño que me mires con un poco de deseo…
- ¿Y qué queres?
- ¿Te hago un dibujito o podes deducirlo solo?
Reímos y nos besamos.
- A los dos nos hace bien no pensar por un rato… ¿No te parece?
- En eso tenes razón. –Me besó.- Igual… Hay algo que me hace mejor.
- ¿Qué?
- Vos mi amor.
Yo sonreí y volvimos a besarnos.
Realmente amaba a ese hombre, no me importaba cuántos problemas tenía ni cuan difícil podía ser todo.
Cada vez que me hacia sentir su mujer me daba cuenta de por qué lo seguía eligiendo todos los días. Y no, no pasaba solo por algo carnal, pasaba también porque de verdad sentía el amor que nos teníamos.
Mi cuerpo estaba sobre el suyo, ambos tapados con una sábana y yo con mis ojos cerrados.
Sentí sus dedos acariciar mi espalda y sonreí.
- ¿En qué pensas?
-Reí.- ¿Cómo sabes que estoy pensando?
- Hace muchos años estamos juntos mi amor.
- O capaz soy muy predecible.
-Rio.- No sé, pero siempre que estamos así, estás pensando en algo.
- Pienso en que… -Suspiré.- No me importa todo lo que tengamos que pasar, porque siempre que estamos así me doy cuenta de por qué te amo y por qué te elijo… Porque siempre que estamos así siento el amor que nos une y eso es todo lo que me importa.
-Besó mi frente y me abrazó con fuerza.- No podes ser más hermosa.
- Vos sos hermoso. –Besé su pecho.-
- Quedate acá conmigo.
- No pensaba ir a ningún lado.
- Me da mucha paz tenerte cerca.
Yo sonreí y nos quedamos el resto de la tarde allí.
-
Pau estaba preparando la cena cuando yo me acerqué a ella y la abracé por la espalda.
- Al final estuvo más divertido que salir a caminar. ¿No?
-Rio.- Sí… -Giró su cabeza y nos dimos un beso.-
- ¿Pongo la mesa?
- Dale.
Yo puse la mesa y Pau sirvió la comida, cenamos en medio de una charla muy relajada y con muchas risas. Sinceramente, hacia mucho que no era así y me había hecho muy bien.
Pedimos helado y lo comimos en el balcón, la noche estaba hermosa.
Pau se arrodilló detrás de mí y comenzó a hacerme masajes en el cuello.
- Relajate… -Dijo y besó mi cabeza.-
- ¿Tanto se nota que no doy más de la contractura?
- Me gusta cuidarte…
- Y a mí me gusta que me cuides.
Después de un rato, tomé sus manos e hice que me abrazara por el cuello, estando aún detrás de mí.
-Besó mi mejilla y apoyó su mentón en mi hombro.- ¿Vamos a acostarnos?
- Es temprano amor.
-Rio.- ¿Y si vemos una peli?
- Mmm… Eso puede ser.
- ¿Hacemos pochoclos?
-Reí.- Dale.
Hicimos pochoclos dulces y los pusimos en un pote, nos cambiamos para dormir y nos metimos en la cama con el aire acondicionado.
Pusimos una película de comedia que teníamos grabada.
- Amo escucharte reír así. –Dijo y besó mi hombro.-
- Y yo amo que te rías vos.
Los dos nos sonreímos como dos boludos y nos besamos. La película había terminado y a decir verdad, pocas cosas eran tan interesantes como sus labios.
Su cuerpo estaba sobre el mío y yo comencé a subir la remera de su pijama.
- Una de las sensaciones más lindas del mundo es sentirme tu mujer. –Dijo en mis labios.-
- Y que seas mi mujer no sabes lo hermoso que es.
Sonreímos y volvimos a besarnos mientras yo quitaba su remera.
Que lindo capitulo!❤ me encanto! Que lindo como Pau se preocupa y cuida a pepe!
ResponderEliminarQue lindo capitulo! escribis muy lindo! hoy te olvidaste de pasarme el corto!!! jajajajjaja
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