Salí de encima de su cuerpo agitada y me tapé con la sábana, cerré mis
ojos y suspiré.
Nos quedamos un rato en silencio hasta que sentí su mano en mi hombro.
- ¿Qué pasa gorda?
- No preguntes cosas que ya sabes.
Se metió por debajo de la sábana y comenzó a besar mi cuerpo.
- No, dale Pedro.
- ¿Qué? –Preguntó apoyando su cabeza en mi brazo.-
- Que basta.
- ¿Por qué?
- Porque sí.
Pedro se acostó a mi lado y quedamos frente a frente.
- No soporto tener que compartirte.
- Yo te amo a vos.
- Pero… Seguís con ella.
- Sí, ya sé.
- Perdón, pero no sé cuánto tiempo más puedo pilotear esto.
Me senté en la cama mientras me ponía mi bata y me crucé de brazos.
- Dale gorda, no te pongas así.
- Pedro, dale.
- ¿Qué?
- No soy un robot, no soy solo una mina que quiere garcharte.
- No digas eso, no sos eso.
- Es lo que me haces sentir, lo único que hacemos cuando nos vemos es garchar. ¿Vos te crees que no te necesito?
- No amor, no. –Dijo queriendo acercarse a mí y yo me corrí.-
- Amor nada. –Le dije enojada.-
- No te enojes.
- Tarde, ya me enojé.
- ¿Por qué?
- ¡Porque no soy tu putita Pedro!
Me levanté al borde del llanto de la cama y corrí hasta el baño, en donde me encerré.
- Amor, abrime.
- ¡Deja de decirme amor!
- Es lo que sos, mi amor.
- No Pedro, no confundas las cosas.
- No confundo nada.
Abrí la puerta llena de bronca y me asomé para poder mirarlo, las lágrimas ya saltaban de mis ojos.
- Sí, confundís. Me haces creer que me amas cuando solo me queres cerca porque conmigo tenes buen sexo.
- ¡No es así Paula!
- Sí, es así. –Suspiré.- Por algo nunca dejas a tu mujer, si no te la jugas por mí es porque no me amas.
- Yo te amo y lo sabes muy bien.
- ¿Entonces por qué lo único que haces es buscar todo el tiempo coger?
- No es así.
- ¡Es así Pedro! ¿Recién cómo trataste de aflojarme?
Él bajó su mirada y suspiró.
- ¿Ves? ¡La única manera de la que sabes tratarme es esa!
Quise cerrar la puerta, pero él me lo impidió.
- Para un poco Pau.
- No, no puedo parar porque me vengo tragando esto hace meses y no lo aguanto más.
- ¿Podemos hablar bien?
- Estamos hablando bien.
- Pau, dale. –Tomó mi mano.- Veni, vamos a hablar al cuarto, tranquilos, como dos personas grandes.
- No sé si quiero.
- Dale gorda, veni.
- Me vas a aflojar y no es lo que quiero.
- ¿Por qué decís eso?
- ¿Para qué vamos al cuarto?
- ¿Queres que vayamos a otro lado?
-Suspiré.- No, está bien.
- Lavate la cara, tranquilizate un poco y veni. –Dijo y acto seguido besó sentidamente mi frente.-
- Ahora voy.
- Te espero, dale.
Pedro se fue y yo cerré la puerta, suspirando. Lo único que tenía en claro era que quería decirle todo lo que sentía, no soportaba más con tanta angustia adentro.
Me lavé la cara varias veces y me hice una colita en el pelo, acomodé mi bata, atándola y salí de la habitación.
Luego, pasé por la cocina a tomar un poco de agua y recién en ese momento, volví al cuarto. Pedro estaba sentado en la cama, con sus piernas cruzadas y con un short. Me senté frente a él, en la misma posición.
- ¿Estás un poco más tranquila?
- Sí, pero eso no quiere decir que terminé.
- Yo te escucho, pero si te tranquilizas… Sabes muy bien que ponerte así no te hace bien.
- Que me tengas de amante tampoco me hace bien Pedro.
- Lo sé.
- ¿Sabes qué siento? –Y tomé aire para poder decirle lo que más me dolía.- Que vos me tenes acá, así, como la minita que te garchas por el problema que tengo… Sabes muy bien que para mí es imposible tener hijos, entonces claro, la pasas bien un rato y no corres ningún riesgo. –Hice una pausa y comencé a temblar.- De verdad que me siento como tu putita y no lo aguanto más.
Pedro tomó mis manos y noté sus ojos llenos de lágrimas.
- No es así.
- Lo siento así.
- ¿Puedo darte un abrazo?
- Me haría muy bien.
Él me abrazó y me quebré allí, en sus brazos.
- ¿Te das cuenta que nunca me abrazas? ¿Qué nunca me das un beso que no esté lleno de ganas de llevarme a la cama? ¿Qué nunca me mimas? ¡Y encima de todo eso ni siquiera soy tu mujer!
- Sh… Sos mucho más que mi mujer.
- No Pedro, no me vas a convencer así.
- ¿Podes tranquilizarte un poco?
- No, no puedo.
- Dale gorda.
- ¿Sabes qué es lo peor de todo? ¡Que me hago mierda yo sola! –Suspiré nerviosa.-
- Dale, tranquilizate.
Me separé de él secando mis lágrimas.
- ¡Te digo que no puedo!
- Te va a hacer mal gorda, dale.
- ¡Vos me haces mal Pedro!
- ¿Queres que me vaya?
- ¿Ves que no entendes nada?
- ¿Qué tengo que entender?
- Que quisiera que me trates como a tu mujer, que me contengas, que estés conmigo, que me cuides… ¡No que solo me uses para tener un orgasmo y ya!
Él suspiró y acarició mi mejilla.
- Veni, acostate.
- ¿Qué queres?
- ¿Te acostas?
Yo suspiré y me acosté dándole la espalda, él se arrodilló en el suelo, frente a mí y corrió el pelo de mi cara.
- Te juro que nunca me dí cuenta que te sentías así.
- O soy muy buena disimulando o vos sos flor de pelotudo.
-Besó mi sien.- Para un poco gorda.
- No puedo, tengo esto
acumulado hace meses.Nos quedamos un rato en silencio hasta que sentí su mano en mi hombro.
- ¿Qué pasa gorda?
- No preguntes cosas que ya sabes.
Se metió por debajo de la sábana y comenzó a besar mi cuerpo.
- No, dale Pedro.
- ¿Qué? –Preguntó apoyando su cabeza en mi brazo.-
- Que basta.
- ¿Por qué?
- Porque sí.
Pedro se acostó a mi lado y quedamos frente a frente.
- No soporto tener que compartirte.
- Yo te amo a vos.
- Pero… Seguís con ella.
- Sí, ya sé.
- Perdón, pero no sé cuánto tiempo más puedo pilotear esto.
Me senté en la cama mientras me ponía mi bata y me crucé de brazos.
- Dale gorda, no te pongas así.
- Pedro, dale.
- ¿Qué?
- No soy un robot, no soy solo una mina que quiere garcharte.
- No digas eso, no sos eso.
- Es lo que me haces sentir, lo único que hacemos cuando nos vemos es garchar. ¿Vos te crees que no te necesito?
- No amor, no. –Dijo queriendo acercarse a mí y yo me corrí.-
- Amor nada. –Le dije enojada.-
- No te enojes.
- Tarde, ya me enojé.
- ¿Por qué?
- ¡Porque no soy tu putita Pedro!
Me levanté al borde del llanto de la cama y corrí hasta el baño, en donde me encerré.
- Amor, abrime.
- ¡Deja de decirme amor!
- Es lo que sos, mi amor.
- No Pedro, no confundas las cosas.
- No confundo nada.
Abrí la puerta llena de bronca y me asomé para poder mirarlo, las lágrimas ya saltaban de mis ojos.
- Sí, confundís. Me haces creer que me amas cuando solo me queres cerca porque conmigo tenes buen sexo.
- ¡No es así Paula!
- Sí, es así. –Suspiré.- Por algo nunca dejas a tu mujer, si no te la jugas por mí es porque no me amas.
- Yo te amo y lo sabes muy bien.
- ¿Entonces por qué lo único que haces es buscar todo el tiempo coger?
- No es así.
- ¡Es así Pedro! ¿Recién cómo trataste de aflojarme?
Él bajó su mirada y suspiró.
- ¿Ves? ¡La única manera de la que sabes tratarme es esa!
Quise cerrar la puerta, pero él me lo impidió.
- Para un poco Pau.
- No, no puedo parar porque me vengo tragando esto hace meses y no lo aguanto más.
- ¿Podemos hablar bien?
- Estamos hablando bien.
- Pau, dale. –Tomó mi mano.- Veni, vamos a hablar al cuarto, tranquilos, como dos personas grandes.
- No sé si quiero.
- Dale gorda, veni.
- Me vas a aflojar y no es lo que quiero.
- ¿Por qué decís eso?
- ¿Para qué vamos al cuarto?
- ¿Queres que vayamos a otro lado?
-Suspiré.- No, está bien.
- Lavate la cara, tranquilizate un poco y veni. –Dijo y acto seguido besó sentidamente mi frente.-
- Ahora voy.
- Te espero, dale.
Pedro se fue y yo cerré la puerta, suspirando. Lo único que tenía en claro era que quería decirle todo lo que sentía, no soportaba más con tanta angustia adentro.
Me lavé la cara varias veces y me hice una colita en el pelo, acomodé mi bata, atándola y salí de la habitación.
Luego, pasé por la cocina a tomar un poco de agua y recién en ese momento, volví al cuarto. Pedro estaba sentado en la cama, con sus piernas cruzadas y con un short. Me senté frente a él, en la misma posición.
- ¿Estás un poco más tranquila?
- Sí, pero eso no quiere decir que terminé.
- Yo te escucho, pero si te tranquilizas… Sabes muy bien que ponerte así no te hace bien.
- Que me tengas de amante tampoco me hace bien Pedro.
- Lo sé.
- ¿Sabes qué siento? –Y tomé aire para poder decirle lo que más me dolía.- Que vos me tenes acá, así, como la minita que te garchas por el problema que tengo… Sabes muy bien que para mí es imposible tener hijos, entonces claro, la pasas bien un rato y no corres ningún riesgo. –Hice una pausa y comencé a temblar.- De verdad que me siento como tu putita y no lo aguanto más.
Pedro tomó mis manos y noté sus ojos llenos de lágrimas.
- No es así.
- Lo siento así.
- ¿Puedo darte un abrazo?
- Me haría muy bien.
Él me abrazó y me quebré allí, en sus brazos.
- ¿Te das cuenta que nunca me abrazas? ¿Qué nunca me das un beso que no esté lleno de ganas de llevarme a la cama? ¿Qué nunca me mimas? ¡Y encima de todo eso ni siquiera soy tu mujer!
- Sh… Sos mucho más que mi mujer.
- No Pedro, no me vas a convencer así.
- ¿Podes tranquilizarte un poco?
- No, no puedo.
- Dale gorda.
- ¿Sabes qué es lo peor de todo? ¡Que me hago mierda yo sola! –Suspiré nerviosa.-
- Dale, tranquilizate.
Me separé de él secando mis lágrimas.
- ¡Te digo que no puedo!
- Te va a hacer mal gorda, dale.
- ¡Vos me haces mal Pedro!
- ¿Queres que me vaya?
- ¿Ves que no entendes nada?
- ¿Qué tengo que entender?
- Que quisiera que me trates como a tu mujer, que me contengas, que estés conmigo, que me cuides… ¡No que solo me uses para tener un orgasmo y ya!
Él suspiró y acarició mi mejilla.
- Veni, acostate.
- ¿Qué queres?
- ¿Te acostas?
Yo suspiré y me acosté dándole la espalda, él se arrodilló en el suelo, frente a mí y corrió el pelo de mi cara.
- Te juro que nunca me dí cuenta que te sentías así.
- O soy muy buena disimulando o vos sos flor de pelotudo.
-Besó mi sien.- Para un poco gorda.
- No quiero que te dé un ataque.
- Yo tampoco, pero vos me pones así.
- Cerra los ojos y trata de tranquilizarte.
- No quiero que esta charla quede acá.
- Podemos seguir hablando después, ahora lo importante es que te tranquilices.
Y aunque me diera bronca, tenía que darle la razón. Siempre que me angustiaba me daban unos ataques bastante horribles en los que no me reconocía ni yo, en medio de esos ataques había roto hasta vidrios de ventana.
Sí, llevo años yendo al psicólogo… Y cuando me detectaron esa maldita enfermedad que me lleva a no poder tener hijos fue la gota que rebalsó el vaso.
Pedro intentaba ser una balsa en medio de ese océano, pero la verdad es que estaba bastante quebrada.
Después de un rato ya estaba más tranquila y sentí sus dedos paseándose por mi cuello.
- Gorda. ¿Me escuchas?
- Sí. –Suspiré.-
- Podes decirme lo que quieras y si te sentís así, sé que es mi culpa… Pero, por favor, no dudes de que te amo con locura.
- A veces lo dudo. –Dije con un hilo de voz.-
-Besó reiteradas veces mi cuello.- Te amo mi vida, te amo.
- Quisiera sentirlo.
- ¿Me dejas acostarme con vos?
- Sí, veni.
Pedro se acostó a mi lado y me abrazó, a pesar de todo, seguía sintiendo que sus brazos eran el único lugar seguro.
-
¡Hola a todos! Nuevo corto, 6 capítulos... Espero que les guste ☺
Ya me atrapó este corto!! Necesito ya el próximo capitulo!❤
ResponderEliminarGracias♥
EliminarBuenisimo, ya me copé con este corto
ResponderEliminarGracias ;)
EliminarMuy buena esta historia! ! Ya quiero leer el siguiente! mimiroxb
ResponderEliminarGracias♥
EliminarYa me gusto te cuento, son tan adictivas tus novelas y cortos ❤ me pasas los cortos tambien? @pepeypaulove
ResponderEliminarGracias ♥ ♥ Dale, te los paso ;)
ResponderEliminarAaahhhiii veo q va ser fuerte esta historia. Pero ame el primer cap. @peturroalfonsoo
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