lunes, 8 de febrero de 2016

Un poco rotos IV.


Estaba decidido pero eso no quitaba que no me sintiera más nervioso que nunca.

Caminaba de una punta a la otra del pasillo de su casa (o nuestra casa, ya no sabía), mientras ella me estaba esperando en el cuarto. En la cocina estaba su madre, eso hacia todo más tedioso, pero aún así sabía que iba a necesitar algo que la contenga.

María tenía una enfermedad muy extraña que en este último tiempo la estaba desbastando.

Ingresé en la habitación y ella estaba en la cama, muy tranquila.

- ¿Podemos hablar? –Le pregunté.-
- Sí Pedro.

Cerré la puerta y me senté a los pies de su cama.

- ¿Qué pasa? –Me preguntó.-
- ¿Sabes por dónde viene la conversación, no?
- Lo supongo.
- No puedo más así… -Dije y suspiré.- Y no es por tu enfermedad, viene desde antes ya.
-Bajó su mirada.- Lo sé.
- Yo intenté Maru, te juro que lo intenté.
- ¿Me estás dejando, no?
- Sí. –Hice una pausa y se me llenaron los ojos de lágrimas.- Perdón, pero sí.
- Supuse que este momento iba a llegar… Y si no reacciono es porque no tengo fuerzas.
- Perdoname, lo que más quiero es que estés bien… Pero, también sé que estando así con vos te lastimo.
- ¿Estás con otra, no?

Y en ese momento no pude responderle.

- Era obvio Pedro, nunca estuviste enamorado de mí. –Dijo ya llorando.-
- Sí, estuve enamorado de vos.
- Pero, apareció otra mejor.
- No, no es así.
- ¿Y cómo es? ¡Porque no entiendo!
- No sé si está bueno que la conversación vaya para este lado.
- Necesito saber la realidad Pedro.
- ¿Qué realidad?
- ¿Hace cuánto estás con la otra?
- No importa eso.
- ¡Sí importa!
- No, no importa.
- ¡Pedro, decímelo!
- Años… -Dije con mi vista hacia abajo.-
- ¿Alguna vez me amaste Pedro?

Yo suspiré y posé mi mano en su hombro.

- Tranquila, te vas a poner mal y te va a hacer peor.
- ¡Ya estoy mal Pedro!

Y en ese momento, se levantó de la cama y comenzó a empujarme.

- ¡Andate Pedro! ¡Andate!
- Acostate que te va a hacer mal.
- Vos me haces mal. ¡Andate!
- Yo me voy, pero vos anda a la cama, dale.

-

Volví a mi casa luego del trabajo y me dí una ducha porque me sentía medio mal, me puse el pijama. Me preparé un té y me fui al living con mi celular, prendí la tele solo para que hiciera un poco de ruido y allí me quedé.

No tenía ganas de nada.
“Gorda. ¿Estás en tu casa?”

“Sí, ya estoy acá.”

“¿Sola?”

“Sí. ¿Por qué?”

“¿Puedo ir?”

“Pero… ¿Hoy?”

“Te necesito mi amor.”

“Está bien, te espero.”


-

Hacia días que había tenido esa charla con María que terminó con gritos por parte de su mamá y demás. En esos días no había hablando con Paula porque quería tener algo concreto para decirle, pero en ese momento la necesitaba más que nunca.

Pau me abrió la puerta y yo lo único que pude hacer fue abrazarla, llorando.

- ¿Qué pasa amor? –Preguntó.-
- No puedo más.
- ¿Pero qué pasó? –Preguntó cerrando la puerta.-
- Te necesito.
- Yo estoy acá mi amor. –Besó mi mejilla.- Veni…

Paula me llevó hasta su habitación y me acosté en la cama.

- ¿Queres un poco de agua? ¿Un té? ¿Algo?
- Agua.
- Ahora te traigo, tranquilo.

Ella besó mi frente y luego se fue a buscarme un vaso de agua, cuando volvió nos sentamos frente a frente y yo tomé un poco, dejé el vaso y Paula tomó mis manos.

- ¿Me podes contar qué pasa?
- Hace cuatro días hablé con María…
- ¿Cuatro días?
- Sí, para, no te enojes. –Suspiró.-
- ¿Por qué no me lo dijiste?
- Porque quería tener algo concreto, fue horrible, con María y con la mamá.

Pau secó mis lágrimas y me dí cuenta que estaba temblando cuando me soltó las manos.

- La internaron, anoche. –Dije con un hilo de voz.-
- Bueno, pero eso no es tu culpa.
- Sí, es mi culpa. La internaron porque no dejaba de llorar y eso le bajó las defensas.
- No, no es tu culpa mi amor. –Me besó.- Tranquilizate un poco, por favor.
- No puedo, porque todavía no te conté el final.
- ¿Qué pasó?

Yo me largué a llorar como un nene y no podía hablar.

- Falleció Paula, falleció. ¡Por mi culpa! ¡Yo la maté!

Pau suspiró y me abrazó por el cuello, arrodillándose frente a mí.

- Vos no mataste a nadie. –Dijo acariciando mi nuca.- Tranquilo mi amor, por favor.
- No sé cómo voy a convivir con esta culpa.
- No es tu culpa mi amor.
- Yo la dejé y la maté de tristeza.
- Pero antes, teniéndote como te tenía… ¿Era feliz?
- Por lo menos estaba viva.

Se separó un poco de mí, secó mis lágrimas y me besó.

- No es tu culpa mi amor.
- Sí, lo es.
- No… Vos no hiciste nada malo.
- La dejé y eso terminó de matarla. –Hice una pausa.- Y ya sé que de otra manera el mal te lo hubiese hecho a vos, de hecho te lo hice… -Suspiró.- Empecé haciendo todo mal cuando me enganché con vos.
- ¿Te arrepentís de haberte enamorado de mí?
- No, eso no.
- ¿Y entonces?
- Pero, hice todo mal.
- Perdón, pero eso no es noticia.
- Ya sé… Pero esto no tiene solución.
- Pero, ya va a pasar.
- No, la culpa no se pasa.
- ¡No es tu culpa Pedro!
- Sí Pau, no me discutas esto…
- No te lo discuto. –Suspiró.- Solo quiero que te sientas un poquito mejor.
- ¿Vos de verdad crees que no es mi culpa?
- Su enfermedad no lo es…
- Pero, la maté yo.
- ¡No Pedro! ¡Vos no la enfermaste!
- Pero le hice mucho mal.
- Veni mi amor…

Paula hizo que me acueste en la cama y ella se arrodilló en el suelo, frente a mí.

- Trata de tranquilizarte un poco amor, dale… -Dijo acariciando mi pelo.- Yo me quedo acá con vos.
- Te necesito mucho.
- Y yo estoy acá. –Besó mi frente.- Te amo. ¿Sabes?
- Te amo.
-Besó mis labios.- Dale, tranquilo.




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