sábado, 27 de febrero de 2016

Excesos V.

Intenté con algunos tratamientos ambulatorios, pero no funcionaron.

Decidieron (y decidí) comenzar con un tratamiento que incluía una internación. Llevaba ahí un par de semanas y ya sentía que era una eternidad. La misma cantidad de semanas que no veía a Paula.

Hoy, por primera vez, me permitían una visita y sabía que ella vendría.

Estaba en mi habitación, en la cual dormía solo, y a pesar de que estaba entusiasmado por verla… Realmente la extrañaba y la necesitaba, me estaba quedando dormido.

- Permiso… -Dijo con su voz tan dulce y no pude evitar sonreír.-

Caminé hacia ella y los dos nos sonreímos algo emocionados. Paula cerró la puerta y yo la tomé por las mejillas, la hice caminar hasta que quedó contra la pared y la besé.

- Ay, te extrañaba mucho. –Dije en sus labios.-
-Sonrió.- Yo también mi amor. –Dijo posando sus manos en mi cintura.-
- Estás muy linda. –Dije mirándola.-
-Rio.- Estoy como siempre.
- Muy linda.

Nos abrazamos y nos quedamos varios minutos allí, abrazados y en silencio.

- ¿Estás bien mi amor? –Me preguntó.-
- Muy sensible. –Reí.-
-Besó mi cuello.- ¿Nos sentamos?
- Dale.

Pau se sentó en la cama, con su espalda contra la pared y sus piernas estiradas en el colchón.

- Veni mi amor. –Dijo buscando mi mano.-

Yo me senté en la cama y ella hizo que apoye mi cabeza en su pecho. Me abrazó por el cuello y comenzó a jugar con mi pelo.

- Te conozco y tus ojos me dicen que no estás bien. –Dijo.-
- No lo estoy.
- ¿Queres que hablemos de algo?
- Ahora me quiero quedar así con vos.
- Me preocupas mi amor.
- Perdón, no quería recibirte así.
-Suspiró.- No tenes que pedir perdón mi amor. –Besó mi cabeza.-
- Es que… No nos vemos hace un mes y medio… Y mírame como estoy.
- No me importa, lo único que me importa es que estamos cerquita otra vez.
- Sos hermosa. –Besé su pecho.-
- Vos sos hermoso.

Nos abrazamos con más fuerza y cerré mis ojos.

- Ahora nos quedamos acá y después salimos un ratito. ¿Queres? –Me preguntó.-
- Sí, dale, por favor.

Sin darme cuenta, me largué a llorar como si fuera un nene.

- Me preocupas mi amor. ¿Estás bien acá?
- Sí, no es eso.
- ¿Y qué es?

- Me cuesta mucho estar aislado.
- Mmm… Ahora me tenes acá.
- Y no sabes lo lindo que se siente.

Pau hizo que me levante un poco y secó mis lágrimas.

- ¿Seguro estás bien acá? ¿Te tratan bien?
- Sí, tranquila. –Acaricié su mejilla.-
- No te veo bien, me angustia.
- Es difícil.
- Pero si no te sentís cómodo acá…
- No, no es eso. –Tomé sus manos.- Es que es difícil para un adicto mantenerse lejos de eso que según su psicología, le hace bien y sobre todo, me está costando mucho estar lejos tuyo mi amor.
- Ahora nos vamos a poder ver cada tanto… -Dijo presionando mis manos.-
- Tengo miedo de no poder.
- ¿No poder qué cosa?
- Salir de acá.
- Hey… Vas a poder mi amor. –Me besó.- Tranquilo.
- Me muero de miedo.
- El miedo no te sirve de nada, solo te paraliza.
- Así me siento, paralizado.
- ¿Lo hablas con tu psicólogo?
- Todos los días.
- ¿Y qué te dice él?
- Que es normal sentirse así, que al principio uno está entusiasmado y cree que todo va a ser rápido, aunque en el fondo sabe que no es así… Y cuando caes en que no es así, te paralizas… Y dice que hay que pasar esta situación de estar paralizado, para poder empezar con el tratamiento de verdad.
- Recién estás empezando mi amor, tene un poco de paciencia.
- No sé cuánto voy a aguantar estando lejos tuyo.
- Vamos a aguantar mi amor.
- ¿Y si no?
- ¿Y si sí?

Yo suspiré y bajé mi mirada.

- Dale mi amor.
- Perdón. –Dije secando mis lágrimas.-
- No pidas perdón. –Me besó.- ¿Por qué no salimos un poco?
- Mmm…
- Dale, así la pasamos bien un ratito… Lo que me puedo quedar.
- ¿A qué hora te tenes que ir?
- No importa eso, dale.


Se puso de pie y me dio las manos.

- Veni amor.

Yo sonreí y me puse de pie, ella me besó y nos sonreímos.

- No llores más, dale. –Me dijo mientras terminó de secar mis lágrimas.-

No le dije más nada y volví a abrazarla.

- Dale amor, pensé que te iba a hacer bien verme.
- Me hace demasiado bien que estés acá conmigo.
- ¿Seguro?
- Muy seguro.

Me separé un poco de ella y la besé.

- No dudes de eso.
- Te amo. ¿Sabes?
- Lo sé y lo siento. Yo también te amo.

Nos dimos otro beso y ella llenó de besos mi cara.

- Dale… ¿Salimos?
- Dale, vamos.

Salimos al parque que había en el lugar, nos sentamos debajo de un árbol, yo contra un árbol y ella sobre mis piernas.

- Ay, te extraño mucho. –Dijo besándome.-
- Yo también mi amor.
- Quisiera dormir con vos todas las noches. –Dijo haciendo puchero.-
- No me hagas esa carita que me matas. –Dije acariciando su mejilla.-
- Perdón, se supone que yo tengo que darte fuerzas a vos. –Suspiró.-
- No tenes que pedir perdón, tonta. –La besé.-
- Me dijeron que ahora voy a poder venir cada 15 días… Algo es algo. ¿No?
- Antes que nada.
- Y después… Una vez por semana, pero cuando el tratamiento esté avanzado.
- Gracias por bancarme así, de verdad.
- No lo tenes que agradecer mi amor.

Nos besamos y nos sonreímos.

- Dale, hagamos algo divertido… -Me dijo.-
- ¿Qué queres hacer?

Ella revoleó sus ojos y comenzó a hacerme cosquillas…

- ¡No Paula! ¡Dale! –Dije riendo.-
- ¿Qué? Necesitas reírte un poco…
- A vos te necesito.

Caí sobre el pasto y ella cayó sobre mí.

- Acá me tenes mi amor. –Y me besó.-
- Sos la mujer más increíble de todas. –Dije corriendo el pelo de su cara.-

Nos besamos y reímos. 

- Tengo algo para vos. –Me dijo.-
- ¿Qué cosa?
- Veni, sentate.

Nos sentamos los dos en el pasto y ella sacó del bolsillo de su pantalón, un sobre. Lo abrió y allí dentro había un anillo

- Quiero que me tengas con vos todo el tiempo de alguna manera. –Dijo poniéndome el anillo.-
- Sos tan linda, gracias. –La besé.-
- Te amo. –Susurró.-
- Te amo.

Sonreímos y volvimos a besarnos.



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