domingo, 28 de febrero de 2016

Excesos VI.

Me desperté y me sentía rara, como sucia… Enojada y dolida, conmigo misma.

Comprendí todo al darme cuenta que estaba desnuda y que el hombre que estaba a mi lado no era Pedro.

- Alex… -Dije tratando de despertarlo.- ¡Alex!
- ¿Qué? ¿Qué pasa?
- ¡Andate!
- ¿No me vas a invitar ni con un café?
- No, andate por favor. –Dije haciendo fuerza para no llorar.-
- ¿Qué te pasa flaca?
- Me quiero quedar sola.

Él comenzó a cambiarse y yo me puse una bata.

- ¡Apurate! ¡Dale!
- ¡Sos una histérica eh!
- No me importa lo que pienses de mí, solo necesito estar sola.
- Ya me voy, bancame que no me puedo ir en bolas. –Dijo irónico.-

Yo revoleé mis ojos y cuando estuvo listo, le abrí la puerta y literalmente, lo eché.

Volví corriendo a mi habitación y me dejé caer en la cama, llorando con una angustia que desconocía… Una angustia que desbordaba de culpa.

Le acababa de ser infiel al amor de mi vida por una simple calentura, solo por la necesidad de tener sexo.

Hacia ocho meses que estaba internado en ese maldito lugar que parecía no devolvérmelo nunca… Y ahora lo había perdido yo, sola.

Pasé horas llorando allí, odiándome… Preguntándome cómo pude ser tan fría, creo que hasta me daba asco a mí misma. Me sentía horrible por no haber podido cumplir con esa promesa de esperarlo y bancarlo.

Me odiaba por ser tan asquerosa. ¿De verdad me había acostado con un cualquiera solo por la necesidad de tener sexo? ¿Qué clase de mujer era?

El celular sonó y en ese momento me dí cuenta que eran las cinco de la tarde. Genial, hacia demasiado tiempo estaba allí llorando y ahora entendía por qué tanto dolor de cabeza.

- Hola… -Dije tratando de evadir mi voz llorosa.-
- Amiga. ¿Qué es esa voz?
- Nada… ¿Pasa algo que me llamas?
- ¿Ganas de verte capaz?
- No me siento bien.
- ¿Qué pasa?
- No quiero hablar.
- ¿Por qué?
- Hice algo horrible.
- ¿Qué hiciste gorda?
- Te estoy diciendo que no quiero hablar.
- Sos terca eh.
- Te voy a cortar.
- Voy a estar en tu casa en quince minutos.
- No dale, no rompas.
- No rompo, solo te escucho mal.
- Necesito estar sola.
- ¿Cuántas horas llevas en ese estado?
- No importa.
- Voy a ir, te guste o no.

Y fue ella quien me cortó.

Me levanté y me mareé… Claro, no había comido nada en todo el día. Aún en bata y sin ni siquiera ropa interior, comí un sándwich por obligación y me tomé una aspirina para que se me pasara al menos un poco el dolor de cabeza.

Me dí una ducha y volví a la cama. Me seguía sintiendo igual de horrible.

Mi amiga tocó timbre y no me quedó otra que ir a abrirle.

Terminé por contarle todo, de principio a fin.

- No puedo más de la culpa. –Dije ahogada en llanto.-
- ¿Se lo vas a decir?
- No me banco tenerlo adentro.
- ¿Estás segura de decírselo?
- Se merece la verdad.
- Está bien, eso es decisión tuya.
- Me tengo que hacer cargo de lo horrible que soy.
- Fue un error, nos puede pasar a cualquiera.
- No, a cualquiera no… Hace años estamos juntos y no pude ser capaz de bancarlo con esto que le pasa.
- Te la estás bancando demasiado bien.
- Me la estaba bancando…
- No Pau.
- Por favor, no intentes convencerme de que no soy una mierda, porque lo soy. Me siento sucia, no sé, es horrible.
- No te odies tanto.
- No puedo, lo traicioné.
- Es entendible lo que te pasa.
- Es que vos no entendes, lo amo demasiado… Me duele mucho lo que le hice, no se lo merece.
- No están pasando por algo fácil.
- Aún así, no se merecía que me acueste con otro.
- ¿Y qué onda el otro?
- ¿Qué onda con qué?
- ¿Garchaba bien por lo menos?
- ¡No seas idiota! –Le revoleé un almohadón.- Me siento mal de verdad.

-

Como todas las noches, lo único que deseaba era tenerla a mi lado y abrazarla.



Cada día era más complicado estar lejos suyo.

Salí de mi habitación porque me sentía un poco ahogado y quise ir al parque.

- Pedro. ¿Estás bien? –Me preguntó uno de los médicos.-
- Sí, solo quiero salir un rato.
- Sabes que a esta hora no se puede.
- Me siento como ahogado, angustiado.
- ¿Queres que hablemos un poco?
- Mmm…
- Te va a hacer bien, dale.
- ¿Puede ser un poco de agua primero?
- Obvio, dale. Veni.

Fuimos juntos hasta su consultorio y él me sirvió un vaso de agua. Yo lo tomé y lo dejé a un lado.

- ¿Qué pasa Pedro?
- Tengo una sensación fea.
- ¿De angustia?
- Sí, como si algo malo estuviera pasando.
- ¿Con qué o quién?
- Con mi novia. –Dije un poco asustado.-
- ¿Y se puede saber qué presentís?
- Que está triste.
- Mañana se ven. ¿O no?
- Sí.
- Bueno, mañana podes hablar con ella de esto que sentís que capaz sea cierto, o capaz no.
- Ojala no lo sea.
- Ojala Pedro.

Me puse de pie y lo miré.

- Prefiero irme al cuarto.
- Anda tranquilo.
- Gracias.
- Nada que agradecer.

Volví a mi cuarto y me dejé caer en la cama, me moría por comunicarme con ella y no tenía cómo.

No dormí en toda la noche y al día siguiente nunca vino. Pedí por favor de llamarla y accedieron a mi pedido.

- Hola… -Dijo del otro lado con una voz bastante afónica.-
- Hola mi amor. ¿Cómo estás? Estaba esperándote.
- Hola, perdón que no fui… No me siento muy bien.
- ¿Qué te pasa?
- Me duele la cabeza, la panza… No sé.
- ¿Fuiste al médico?
- No, ya se me va a pasar.
- Tenía ganas de verte.
- Perdón. –Dijo con un hilo de voz.-
- ¿Pasa algo más?
- No, no… No te preocupes.
- Te conozco mi amor.
- Debe ser que no dormí en toda la noche…
- ¿No dormiste?
- No.
- ¿Estás sola?
- No, estoy con Gime.
- Bueno, decile de mi parte que te cuide… Que te mejores.
- Gracias.
- Te dejo porque me sacan el teléfono. Mejorate, un beso grande. Te amo.
- Gracias, yo también.

Corté y me quedé extrañado… Nunca respondía con un “yo también.”




-

¡No me maten!

Mañana termina...



2 comentarios:

  1. No lo podes dejar ahí...Igual me encant el cap

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  2. Nooooo Camila!!!!!! jajaja decime que no va a tener un final triste!

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