viernes, 26 de febrero de 2016

Excesos IV.


- ¿Podes parar un poco Pedro? ¡Para!

Y quise sacarle la botella de whisky que tenía delante de él.

- ¡Es mía Paula! –Dijo agarrándola con fuerza.-
- ¿Sabes qué es tuyo? Tu cuerpo, el que estás haciendo mierda. Tu vida, a la que estás destruyendo.
- Soy así. –Dijo y tomó lo que quedaba en su vaso.-
- No, vos no sos este.
- Esta es mi versión más auténtica. –Respondió y cargó nuevamente su vaso.-
- ¡No Pedro!
- ¡Sí Paula! Soy esto, aceptalo.
- No acepto un carajo, porque conozco todo el resto y es mucho mejor que esto.
- Esto es lo único que me hace sentir bien.
- ¿Lo único? –Le pregunté con lágrimas en los ojos.-
- Sí.
- ¿Y yo?
- Ay no Paula, no estoy para fumarme tus celos.
- No son celos, estoy tratando de mostrarme que si queres, hay otro camino.
- ¿Y si no lo quiero?
- Así como estás, no podes pensar en nada.

Intenté sacarle otra vez la botella de su mano y en medio del forcejeo, se rompió el vaso y me corté la muñeca.

- ¡La puta madre! ¿Te das cuenta, no? ¿Te das cuenta? –Le grité llena de bronca.-

Corrí al baño porque me sangraba demasiado e intenté curarme, pero la herida era demasiado profunda. Me la vendé con unas gasas y salí sin ni siquiera mirarlo.

Terminé en una guardia y me dieron tres puntos. Genial, lo que me faltaba.

Ingresé en mi casa y Pedro no estaba, al menos en la cocina. Para ser sincera, no tenía ganas de verlo. Estaba llena de bronca, impotencia y dolida… No por mi muñeca, sino por él.

Así ya no podíamos más. Ni él, ni yo.

Me tomé un analgésico porque la verdad era que la muñeca me dolía y me preparé para dormir, no fui a mi cuarto, sino al escritorio. No quería dormir con él.

Estaba a oscuras y llorando.

- ¿Cómo estás? –Preguntó en la puerta.-
- No te importa. –Le respondí.-
- ¿Tu muñeca?
- Me dieron tres puntos.
- ¿De verdad?
- Sí. ¿Por qué te mentiría?
- Perdón, soy un tarado.
- Dejame sola.
- No Pau.
- ¡Dejame sola!
- ¿Por qué?
- No quiero tratarte mal.
- Capaz me lo merezco.
- Bastante mal te haces vos solo.

Pedro ingresó en el cuarto y se sentó a los pies de la cama.

- No te mereces estar con alguien como yo.
- Vos no te mereces hacerte esto Pedro y no solo te lastimas a vos, sino también que me lastimas a mí. –Suspiré.- Y no lo digo por mi muñeca.

Me senté en la cama y sin querer rocé mi muñeca con la sábana.

- ¡La puta madre! –Dije sosteniendo mi muñeca.-
- ¿Te duele mucho?
- Sí. –Suspiré.-
- Perdoname.
- No podes seguir así Pedro.
- Ya sé.
- ¿Y entonces?
- No sé.
- Anda, de verdad.
- ¿Por qué?
- No quiero tratarte mal.
- Me lo merezco.
- Pero te amo demasiado como para hacerlo sin que me duela.

Me volví a acostar y me tapé, por alguna extraña razón tenía frío aunque no lo hiciera.

- ¿Me puedo quedar hasta que te duermas?
- ¿Para qué?
- ¿Puedo?
- Hace lo que quieras.

Pedro se arrodilló en el suelo y yo le estaba dando la espalda. Sentí su mano acariciar mi cabeza y suspiré.

- Sos demasiado importante para mí como para hacerte daño.
- ¿Y vos no sos importante para vos?
- No lo sé.
- Si te haces daño a vos, me haces daño a mí.
- Perdón.
- Aprende a quererte.
- ¿Cómo?
- Ya no sé qué hacer para ayudarte.
- ¿Estás segura que no queres que nos separemos?
- ¿Eso es lo que vos queres?
- No.
- Bueno, yo tampoco. Que ahora esté enojada y dolida no quiere decir que me quiera separar de vos.
- Siento que no puedo avanzar.
- Tenes que hacer algo, reaccionar.
- Como si eso fuera fácil.

Me dí vuelta para poder mirarlo.

- Yo no digo que sea fácil, solo digo que tenes que hacerlo.

Yo tomé su mano con mi mano sana y entrelacé mis dedos con los de él.

- Va a costar, pero tenes que hacerlo.
-Suspiró.- ¿Venís a dormir conmigo?
- No, hoy no. Aprovecha que mañana podes dormir hasta tarde y pensa.
- ¿En?
- Sabes muy bien en qué.
- No quiero tomar ninguna decisión solo.
- Solo te dije que pienses… Qué queres hacer, cómo hacerlo… En lo que decidas te voy a apoyar y sino, fijate cuales son las mejores opciones y si queres yo te ayudo a elegir.
- ¿Pero me puedo quedar hasta que te duermas?
- Si queres…
- Quiero.
- Bueno, quedate.

Yo cerré mis ojos y sentí sus dedos acariciar mi cuello.

- ¿Me decís que te dijeron de la muñeca?
- Me dieron tres puntos, me dijeron que me la tengo que desinfectar y vendar de nuevo todos los días y que en una semana vuelva, seguramente ahí me saquen los puntos.
- Perdón, soy una bestia.
- No te preocupes.
- Perdón, en serio.
- No es nada, solo me duele un poco… -Volví a mirarlo.- Por esto no me tenes que pedir perdón.
- Te amo. –Dijo y besó mi frente.-
- Yo también te amo.

Se hizo un silencio en el que yo volví a cerrar mis ojos e intenté relajarme con sus caricias.

- Confía en vos. –Susurré.-
- Eso intento.
- Vas a poder.
- Gracias mi amor, no entiendo como todavía no te fuiste corriendo.
- Es simplemente porque te amo y porque todavía creo en que vas a poder salir de todo esto.

Llenó de besos mi cara y por último, mis labios.

- Dale Pedro…
- ¿Qué?
- Quiero dormir.
- No creí que te iban a molestar mis besos.
- Me molesta que evadas el hecho de irte a dormir solo.
- No voy a poder.
- ¿Por qué?
- Voy a terminar con una botella en la mano.
- No hay más alcohol.
- Puedo ir a comprar.
- No Pedro, dale.
- ¿Qué?
- Necesito que pienses en lo que te pasa.
- Puedo pensar con vos al lado.
- Necesitas un momento de intimidad, dale.
-Suspiró.- Está bien.
- No hagas nada malo, solo pensa.
- Lo voy a intentar.
- Antes de tomar, despertame.
- Mmm…
- Prometemelo.
- Está bien.
- ¿Está bien qué?
- Te lo prometo.


4 comentarios:

  1. Que lindo corto, tanto que me dan ganas que sea una novela. Me encanta como escribís cami @foreverwithpepe :)

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  2. Sinceramente es una santa pau!! mimiroxb

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  3. Que lindo capitulo!! me gusta mucho la historia

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  4. Que lindoo! Pobre de los dos, el que no puede superar y ella q no sabe como ayudarlo. Ya debo ser pesada diciendote siempre lo mismo pero q genia sos Cami no podes escribir tan bien ❤

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