miércoles, 13 de enero de 2016

Algo más que piel.


Caminaba sola por la peatonal desbordada de gente. ¿De verdad podía haber tanta gente en un solo lugar?

Había terminado allí, literalmente, a dedo. Estaba parando en un camping y todo lo que tenía, estaba en la mochila que colgaba de mi espalda. Bah, obvio que la carpa y la bolsa de dormir estaban en el camping.

La cuestión era que había terminado en una ciudad de playa y no tenía ninguna malla... Asique, estaba en busca de una. Ya había caminado muchas cuadras y no había visto ninguna que me gustara, digamos que era bastante rara para elegir ropa.

Cuando la peatonal casi terminaba, encontré un negocio que parecía bastante accesible y que tenía lindos modelos, asique ingresé.

Saludé a la chica que estaba detrás del mostrador y luego de mirar las mallas que estaban en el perchero, elegí una e ingresé en el probador.

- ¿Y? ¿Cómo va? -Preguntó un hombre y me extrañé.-
- ¿Tendras un talle más? Es la negra con lunares blancos.

Me asomé por la cortina del probador y él estaba agachado, buscando la malla en una caja. Cuando se puso de pie y me miró, no podía creerlo.

- Acá hay un talle más Pau. -Dijo dándome la malla en la mano.-
- ¿Pedro? ¿Y la chica?
- Ya terminó su horario laboral. ¿Te molesta que te atienda yo?
- No. ¿Puedo probarme esa?
- Sí, obvio.

Yo agarré la malla y nos quedamos mirando algunos segundos, ingresé en el probador nuevamente y noté que estaba temblando.

Suspiré y mientras me ponía la malla, noté que las luces del negocio comenzaban a apagarse. Terminé de ponerme el corpiño y le dije riendo:

- Ya salgo, no me eches.

Y en ese momento, noté que abrió la cortina, yo estaba frente al espejo.

- Es todo lo contrario a echarte. -Dijo y posó sus manos en mi cintura, yo suspiré y cerré mis ojos.-
- ¿Qué haces?
- ¿Te acordas de lo bien que la pasábamos juntos, no?
- Imposible olvidarlo. -Bajó un poco sus manos y besó mi cuello.- Podríamos volver a pasarla así de bien. ¿No te parece? 

- No sé qué tenes, pero desde que te conozco que cualquier cosa que me pidas, la hago. 
-Sonrió.- Yo creo que no deberíamos desaprovechar esta noche que nos regala la vida. Me hizo girar y quedamos frente a frente. - El negocio está cerrado, asique no tenes que preocuparte por eso. 
- ¿No estás en pareja?
- ¿Acaso eso importa? 
-Reí.- No. 

Sus manos me tomaron con fuerza por la cintura y me besó con esa pasión que siempre lo había caracterizado. Me hizo caminar hacia atrás hasta que quede contra el espejo y él continuó besándome. 

- Si supieras cuantas veces deseé que vuelvas a besarme así. -Dije en sus labios.-

Con Pedro nunca fuimos nada, pero a la vez habíamos sido todo. 

Sentí como sus manos bajaron hasta mi cola y sonreí en medio del beso.

- Me parece que acá hay desigualdad de condiciones. -Dije y quité su remera.- 


Acaricié su espalda con mis dedos y lo tomé por la nuca, intensificando el beso que aún continuaba. Sus manos ejercieron presión en mi cola y ya lo sentía despertar. 

Llevé mis manos a su pantalón y lo desabroché dejando que caiga al suelo, quité sus zapatillas y estaba en boxer negro frente a mí. No podía seguir siendo igual de lindo que 4 años atrás. 

- No puedo creer estar así otra vez. -Dijo besando mi cuello.-
-Sonreí.- Yo tampoco, pero la verdad es que me gusta mucho.
- Vos me gustas. 

-Me besó.- Me encantas, me fascinas. 
- Vos a mí Pedro. 

Hice que volviera a besarme y clavé mis dedos en su cola. Sus manos subieron hasta el nudo del corpiño de la malla y comenzó a desatarlo. 

- La malla te queda muy linda, pero... 
- ¿Pero qué? 
- Pero, me impide algunas cosa. 

Terminó de desanudarlo y lo dejó caer al piso.

Besó mis labios y bajó con besos por mi cuello hasta llegar a mis pechos y recorrerlos con besos muy húmedos, mientras mis manos lo despeinaban. Mis ojos se mantenían cerrados, mi piel comenzaba a transpirar y no podía evitar suspirar cada vez que sus labios se encontraban con mi piel. 

Sus besos se convirtieron en suaves mordidas e inevitablemente mis suspiros mutaron a gemidos. 

En cada uno de sus movimientos notaba que no se había olvidado de nada. 

Lo obligué a subir a mi boca y clavé mis dedos en su cadera, para bajar lentamente su boxer y observarlo. 

Mordí mi labio inferior mirándolo hacia arriba y le sonreí de costado. 

Volví a besarlo aprisionándolo contra una de las paredes del probador y bajé con besos hasta su zona más íntima. Lo miré como buscando su aprobación y sonreí al ver que lo tenía a mis pies. 

Mi boca hizo el resto mientras lo sentía explotar. 

Desesperado hizo que volvamos a besarnos y me aprisionó contra la pared de enfrente, sus manos bajaron por los costados de mi cuerpo y se deshicieron de la última prenda de la malla, sus dedos sin pedir permiso comenzaron a acariciarme y era cierto eso que le había dicho, él conmigo podía hacer lo que quisiera. 

Sus dedos me regalaron varios minutos de un placer infinito que le hice notar mediante gemidos y gritos en su oreja. 

Ninguno de los dos aguantaba más, me hizo subir una de mis piernas al banquito que había en el probador y sin previo aviso, lo sentí dentro mío. 

Gemí con fuerza en su oído y clavé mis uñas en su espalda, él se aferró a mi cuerpo y comenzó a moverse, tan increíble como siempre. 

Nuestra piel transpiraba y no solo lo notábamos en nuestros cuerpos, sino también en el espejo empañado. 



- ¿Me aceptas un café? -Le pregunté mientras ella intentaba acomodar su pelo.- Y no te acomodes el pelo, no hay nada más lindo que una mujer post garche. 
-Rio.- Te acepto el café. 
-Sonreí.- Veni. 

Apagué la luz que aún quedaba prendida en el negocio y fuimos hacia atrás. 

Preparé dos cafés en una cocinita que tenía detrás del negocio y ella con su taza en la mano, dijo: 

- Permiso. -Y se sentó sobre la mesada.-

Yo me senté en un banquito de plástico, también con mi taza de café. 

- ¿Qué fue de vos todos estos años? 
- Mmm... Ir por donde me llevó el viento. 
- ¿Ya recorriste todo el país? 
-Sonrió.- Sí, digamos que este es mi último destino y justo vengo a encontrarte. -Tomó un café.- 
- ¿Qué queres decirme con eso? 
- Lo que digo. 

Ambos terminamos nuestros cafés y yo me acerqué a ella, hasta quedar parado entre sus piernas, con las cuales me abrazó por la cadera. La besé y nos abrazamos con fuerza. 

- ¿Siempre estás acá? -Me preguntó.- 
- Todas las noches. 
- Mmm... La pasé muy bien con vos. 
- Y yo con vos. -Besé su cuello.- 
- Deseé mucho volver a encontrarte, pero me daba miedo. 
- ¿Miedo? -Pregunté separándome un poco de ella.- 
- Miedo de que lo nuestro sea solo piel. 
- Yo creo que lo nuestro es mucho más que eso. 
- Ojala. -Suspiró.- 
- Estoy seguro de eso. 

Y la besé por un largo rato. 

- Yo te acepté el café, ahora vos aceptame algo. 
- Lo que quieras. 
- Está por amanecer. ¿Vamos a la playa? 
- Sí, dale.

Sonreímos y nos besamos, salimos de la cocina y yo busqué su malla y la metí en una bolsa.

- Cortesía de la casa.
-Rio.- ¿Seguro?
- Muy seguro.
- Bueno, gracias.

Sonrió y la guardó en su mochila.

- ¿Qué gracias? ¡Por lo menos un beso!

Paula rio y me besó.

Salimos del negocio y caminamos hasta la playa.

Nos sentamos contra un tamarisco, uno al lado del otro y ella dejó caer su cabeza en mi hombro. Besé su frente y ella sonrió. 

Miramos el amanecer en silencio, con el viento y el mar de fondo. 

De un momento al otro, se sentó en mis piernas y me besó. 

- Me voy. -Dijo.- 
- ¿Ya? 
- Si queremos volver a vernos, sé donde encontrarte. -Me besó.- Pienso quedarme varios días acá. -Hizo una pausa.- Bah, salvo que no quieras. 
- Mmm... Creo que ya sabes la respuesta. 

Paula me dio un último beso y se puso de pie, comenzó a caminar para salir de la playa y yo le grité mientras la seguía: 

- ¡Pau!

 Ella frenó y dio media vuelta, me acerqué algunos pasos más a ella para decirle una última cosa. 

- Ah, sí estoy de novio... Pero el que nos hayamos reencontrado cambie las cosas. ¿No te parece? 

Sonrió y dio media vuelta para irse.

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