miércoles, 20 de enero de 2016

Soledad.

Cuando miras a tu alrededor y aunque esté lleno de gente, te sentís sola. Cuando no hay nadie que te abrace, cuando nadie se preocupa por cómo estás… Cuando nadie se acuerda que ahí estás, mirando a la gente pasar. ¿Qué se siente? ¿Cómo se siente la soledad?

La soledad se siente ahí, en lo más profundo de uno. La soledad se siente tomándote el cuerpo y el alma, colándose en tus huesos y en tu mente. La soledad está ahí, siempre está y no, nunca te suelta.
La soledad es la única que nunca se olvida de vos.
Ella está siempre expectante, esperando el momento para atacar. Su momento preferido es la noche, pero puede hacerlo en cualquier otro momento del día. ¿Por qué? Porque la soledad siempre está.

Todos los días una se despierta con la ilusión de que aparezca alguien que irrumpa con nuestra soledad, de que en algún momento del día llegue ese mensaje, ese abrazo o esa palabra que nos haga sentir un poco menos solos… ¿Pero saben qué?
Nunca llega.

Todos los días empiezan igual, con una ilusión.

Y todos los días terminan igual, con la ilusión hecha pedazos.

Nos hacemos creer a nosotros mismos que somos autosuficientes, a nosotros mismos y a los demás… Preferimos gastar tiempo en hacernos creer que solas podemos antes que detenernos a pensar en esa soledad que nos rodea.

Ves como pasan las horas en el reloj y vos seguís ahí, sola. Tu única compañía es el ruido de la tele o un poco de música, claro para evadir el silencio.

Aún así, la noche y el silencio siempre llegan y como ya dije, la noche es el momento preferido de la soledad. Con la noche es imposible lidiar.

Nuestra cama sabe más que nadie de nuestra oscuridad, conoce nuestro
“Lado B” de memoria, sabe de nuestras angustias, de nuestros mambos y por sobre todo, sabe cuan solas nos sentimos.

Nuestra almohada ha sido capaz de soportar miles de lágrimas que la humedecieron y nos ha visto todas las mañanas borrar esas lágrimas y ponernos una sonrisa
(quien sabe cuan cierta) en nuestro rostro.

Nos miramos al espejo, nos acomodamos el pelo, quizás nos ponemos un poco de maquillaje y agarramos nuestras cosas para emprender aquel día lleno de ilusiones que ya sabemos, se romperán al caer la noche.

Esa cama, es la única testigo de todo.

Desayunas ese café cargado que, en teoría debería alivianarte las pocas horas de sueño que tuviste mientras revisas tu celular y tomas las fuerzas necesarias para salir de tu casa y arrancar el día.

Esas horas que pasas fuera de tu casa son las necesarias para darte cuenta de que esa soledad es real.

En esos momentos notas que todo lo que te rodea no forma parte de vos, que vos sos como una isla, justamente aislada de todos.
Una isla lejana, a la que nadie se acerca.

En los ratos libres agarras tu celular, te sentas a un costado y los miras… Miras como el resto se divierte, como el resto se quiere y como vos estás ahí, sola.
Sola como siempre.
Estar sola se convierte en algo de todos los días.

La música suena en esos auriculares que pobres, ya están hechos goma y la batería de tu celular se va consumiendo.

Los que estamos solos no hay nada que odiemos más que eso, si la batería termina de consumirse no tenemos con qué distraernos, con qué evadir esa maldita soledad.

Es que por lo general, nosotras las personas que estamos tan solas, en ese aparato electrónico tenemos acceso a lo más valioso:
a- Esa persona que la sociedad titula “ídolo” pero que en realidad, es mucho más. Es esa persona que sin saber si quiera que existimos, siempre nos hace sonreír, esa que nos mima sin saberlo. Ese “famoso” que de un día para el otro se hizo visible para nosotros y se convirtió en realmente un sostén, en una sonrisa en medio de las lágrimas.
Es esa persona que con solo verla un ratito en la tele o con leer un tweet es capaz de hacernos olvidar de toda la mierda que nos rodea. 
Esa persona, sin saberlo nunca, fue esa mano extendida en medio de la oscuridad. Fue esa posibilidad de volver a ver un poco de claridad y de sonreír.
Esa persona que sin importar si canta, baila, actua, conduce, hace videos, o lo que sea… Es esa persona la que nos hace felices todos los días y lo más curioso es que lo hace sin darse cuenta.

b- También ahí, en ese “aparatito electrónico que nunca dejamos” están esas personas que aunque estén a la distancia sentimos cerca, esas amigas que son más leales que las que vemos todos los días. Esas “Internet friends” que nos conocen de memoria y muchas veces, llegan a conocernos más que nosotras mismas. Esas amigas que conocimos gracias a nuestros ídolos, esas que por más que estén en la otra punta del mundo no cambiamos por nada.
Esas amigas con las que compartimos el día mediante un chat, a la que le contamos cada cosa que hacemos (incluso lo que vamos a comer o que materia estamos teniendo en ese momento). Esas amigas que conocen nuestro lado más oscuro, nuestras miserias y aún así, siguen ahí, firmes, abrazándonos a la distancia.
Esas amigas con las que tenemos un pacto: tarde o temprano vamos a darnos ese abrazo que tanta falta nos hace y tanto nos merecemos.

Por eso es que vivimos con ese celular en nuestras manos, por eso nuestros dedos viven escribiendo, porque en ese aparato electrónico, en esa batería y en esa señal de Internet se encuentran las personas que todos los días, al menos un poco, nos sacan de esa soledad.

Entonces ahí vamos, de acá para allá, acompañadas de nuestra soledad y de nuestro celular… Aquel que no solo un celular, sino el único acceso a ese mundo que por un rato, nos hace felices.




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Bueno, hola... Acá una pequeña licencia de la autora de este blog, o sea yo... Necesité poner una angustia personal en algún lado y salió esto. Simplemente lo publico y lo comparto con ustedes porque siento que quizás, muchas puedan identificarse.

Ya sé que no tiene nada que ver con la temática del blog, pero repito: quería compartirlo. Si quieren comentar o no, esta vez está en ustedes. Es simplemente un gusto que quería darme.

Y nos leemos en el próximo corto.

5 comentarios:

  1. Me senti muy identificada. Es algo que me pasa y a veces uno se lo traga y todo eso repercute en uno. Tengo mis dias buenos y malos. Dias en los que digo hasta aca llegue y hago cosas para tratar de cambiar lo que siento, y ahi es dnde me doy cuenta que a veces si yo no hablo el otro no lo hace y asi me voy dando cuenta que al fin y al cabo la unica persona que esta conmigo soy yo. Duele pero es asi. El celular,la compu, etc son compañias que sirven de distraccion.

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  2. Me encantó! Me sentí sumamente identificada; a veces pasa, también, que por hay tenes mucha gente alrededor pero de igual manera seguis sintiendo la soledad aún más! Por otro lado, amo tus cortos y tus mini historias. Con las de Mangas Largas me sentí especialmente tocada! No dejes de escribir sos genia!!

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  3. es exactamente lo que muchas pensamos en este momento. cada dia levantarte y ver un poco de redes sociales done se encuentran tu idolo o idolos te levanta el animo en segundo.

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  4. No pude sentirme más vos en estos momentos. Acabo de leerlo, y entre lágrimas, logré descubrir que creo que no soy la única persona del mundo que se siente así cada día que pasa jajaja.
    Pensé que era la única que lo sentía así o que podía expresarlo de la misma manera en la que me siento yo! Es loco y creo que un poco lindo, sentir que otras personas sienten la misma contención que siento yo: mis ídolos, mi twitter, mi celular, mi música y mi cama.
    Gracias Cami, por otra vez, (como las cientos de otras veces) escribir alto tan tan linda e identificante. NUNCA TE CALMES!!!

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