domingo, 24 de enero de 2016

No me olvides I.


Hacia dos días que habíamos llegado a Bariloche y yo no podía sacarme a ese maldito pendejo de la cabeza. Realmente era hermoso y sus ojos tenían algo que me atraía de verdad.

Nos estábamos preparando para la fiesta de disfraces y con mis amigas habíamos decidido vestirnos de Pin-Up. Yo tenía una pollera roja con lunares blancos, bien cortita claro está, junto con un top negro, un pañuelo atado en mi cabeza y unos tacos. Me maquillé los labios de rojo y me delineé los ojos.

Nos subimos al micro y allí estaba él, el coordinador más lindo de todos.

- ¿Podes dejar de mirarlo Paula? –Me preguntó quejándose Luli.-
- ¡Es que mira lo que es boluda! –Suspiré.-
- Es un coordinador, no se va a enganchar con una pendeja.
- Puedo hacer que se enganche.
- No te metas en quilombos.
- No puedo dejar de pensar en él.
- Calentate con otro Paula. ¡Dale!
-Reí.- No, lo quiero a él.
- ¿No vas a parar?
- Me conoces. –Dije mirándola.- Me queda una semana todavía.

Llegamos al boliche y esperé a que bajen todos, ya que siempre los coordinadores bajaban últimos. Caminé detrás de Pedro y posé mi mano en su hombro.

- Hola Pepe. –Dije susurrando en su oído.- ¿Solito?
- Paula, dale.
- ¡Hey! ¡Qué mal trato che!
-Rio.- Sabes que si nos ven juntos…
- En el boliche no nos va a ver nadie.
- No, porque no vamos a hacer nada.
- ¿Estás muy seguro?
- No puedo poner en riesgo mi trabajo Paula.
- ¿Eso quiere decir que te gusto? –Pregunté entusiasmada.-
- No importa eso.
- Sí, importa.

Pedro entró al boliche y yo lo seguí, al menos un chape le iba a robar aquella noche.

- No te me vas a escapar.
- Anda con tus amigas Paula.
- Quiero estar con vos.
- Está mal.
- ¿Qué está mal?
- Esto.
- Para mí está perfecto eh.
- ¡Dale Paula!
- ¿Tomamos algo?
- En serio…
- ¡Sí, en serio! –Él rio.- Solo un trago. ¿Qué tiene de malo? –Se quedó en silencio.- ¡Nada! Dale, si queres invito yo.

Pedí dos tragos y estábamos contra una columna, bastante alejados de todos. Tomé un poco del sorbete, mirándolo por arriba.

- ¿Qué pasa? –Le pregunté.-
- Nada.
- Dale, decime Pepe. –Dije acariciando su abdomen.-
- La manito Paula.
- Pau, podes decirme Pau.
- La manito Pau. –Dijo mientras yo la bajaba lentamente.-
- ¿Qué? ¿Qué tiene de malo? –Pregunté ya con mi mano en el lugar indicado.-
- Que no se puede.
- Somos dos chicos, es normal que nos excitemos un poco con otro…

Me acerqué a él, apoyándolo y empujándolo contra la columna.

- No podes negar que te gusto. –Le dije muy cerca de sus labios.-
- Si no me gustaras, sería todo más simple.
-Sonreí.- Dejate llevar un poquito.
- ¿A dónde?
- A mí.

Posicioné sus manos en mi cintura y yo lo abracé por el cuello, ejerciendo aún más presión entre nuestros cuerpos.

- Me la haces muy complicada Paula.
- Pau te dije. –Y marqué un chupón en su cuello.-
- Ufff, no podes más.
- ¿Con vos? ¡No!

Y sentí las manos de Pedro bajar hasta mi cola y presionarla, yo sonreí y le dije a su oído.

- Podes correr la tela de la pollera si queres. –Y mordí su oreja con fuerza.-
- Para un poco.
- No, no quiero parar.

Y las manos de Pedro hicieron lo que le pedí, suspiré en su oído y ya sentía su virilidad despertarse.

Su lengua pasó muy caliente por mi cuello y sonreí. Ya era mío. Bajé mis manos hasta su cola y la presioné con mis dedos.

- Para, en serio.

Pero, obvio que no le hice caso y lo besé sin pedirle permiso. Nuestras lenguas se encontraron en el camino y nos separamos solamente porque necesitábamos respirar.

- ¡No podes estar tan bueno nene! –Y volví a besarlo.-
- Esto está mal.
- Y eso me calienta más, mucho más.

Volví a besarlo y sus dientes mordieron mi labio inferior.

- ¿Queres jugar? –Reí.-
- Y… Vos ya me marcaste un chupón Paulita.

Corrí el pelo del lado derecho de mi cuello y estiré mi cabeza hacia el lado izquierdo.

- Quiero uno tuyo. –Dije pícara.-

Pedro se acercó a mí, subió con pequeños mordiscos desde mi hombro hasta mi cuello y allí marcó un chupón que me volvió loca.

Mordí mi labio mirándolo y le sonreí.

- ¿Viste que tenías que hacerme un poquito de caso?
- Esto está mal, de verdad. ¡Me llegan a agarrar y me matan!
- Yo te estoy matando. –Dije frotando mi intimidad con la suya.-
- Basta, en serio.
- Sh… Tranquilo hermoso.

Volví a besarlo y aumenté la intensidad de mis caderas.

- No vamos a garchar. –Me dijo muy serio.-
- Hoy con esto me conformo.
- Esto y solo esto.
- Te morís por estar conmigo, no me lo niegues.
- ¡Pero no se puede!
- Sí, si queremos… Se puede.
- No Paula.
-Lo besé.- Tu cuerpo no dice lo mismo.

Y en ese momento, comenzó a sonar una sirena en el boliche… Creí que era parte de la música, pero Pedro me tomó de la mano y me hizo salir de allí.

- ¿Qué pasa Pedro?
- Es una sirena de incendio.
- ¿Qué? –Pregunté asustada.-
- Veni, salgamos de acá.

Me abrazó por los hombros y sonreí, corrimos hacia uno de los micros y este de repente se llenó.

¡La puta madre! ¡Lo perdí de vista!

Me senté muy cómoda en uno de los asientos y suspiré.

- ¡Acá estabas Paula! –Dijo Luli.-
- No me retes.
- Me asusté, todos saliendo y no sabía donde estabas.
- Adivina con quien estaba.
- ¿Con Pedro? –Preguntó sorprendida.-
- Sí boluda, es un fuego.
- ¿Te lo garchaste?
- No, ojala.
- ¿Y qué entonces?
- Chapamos, nos calentamos un poco, que se yo.
- ¿Ese chupón es de él?
-Reí.- Sí.
- ¡Sos tremenda Paula!
- Te dije que lo voy a conseguir.
- No lo dudo. –Reímos y el micro arrancó.-

El incendio al final no había sido nada y me cagaron la noche. Eran las tres de la mañana y yo ya estaba por dormirme.

Subí mi mano hasta mi cuello y toqué el chupón que me había dejado, sonreí y sentí una sensación de electricidad en mi cuerpo.

No me iba a ir sin probar a ese pibe. Ya era un hecho.
 





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